Partida Rol por web

El grupo no pareció ser muy capaz de reaccionar a la avalancha de conocimientos que en los últimos minutos se habían visto obligados a asimilar. Callados la mayor parte de ellos, quizá por la impresión, bajaron a la planta baja.

En el comedor grande un caballero permanecía de pie al tiempo que un par de policías de Scotland Yard miraban a todos lados con curiosidad. La aguja horaria del reloj de cuco quería alcanzar las diez, pero aún le faltaban unos minutos para alcanzarla con su demorado caminar.

La servidumbre se mantenía apartada en sus habitaciones, intimidada por los trágicos sucesos vividos en las últimas horas.

El detective esperaba al grupo y cuando los invitados bajaron realizó una ligera inclinación de cabeza y, dándose cuenta de que no se había quitado el sombrero, remedió la descortesía colocándolo con cuidado sobre la mesa puesto que el perchero había quedado atrás, cerca de la entrada.

Damas, caballeros. Tengo entendido que avisaron al Yard por un asunto urgente. Ustedes dirán.

La baronesa saludó al detective con una ligera inclinación de cabeza, limitándose a presentarse y consultar a éste por su identidad. Acto seguido, y amparada en su cojera, además que llevaba bastante de pie y la pierna de verdad le molestaba, ocupó una de las sillas y esperó a que Lord Charlton, tal y como se había acordado, tratase con él.

Me adelanto para presentarme devidamente uso todo el acento británico y flemático que uso en la sala de los Lores.

- Mi nombre es Lord Winston Charlton, miembro de la cámara de los lores- hago una pausa para que lo asimile- estamos todos consternados y alicaidos por la inexplicable muerte de nuestro preciado amigo por todos, el Doctor Seward. Somos respetables miembros de la corona y le pedimos máxima discreción... ¿disculpe, su nombre es?- le pregunto, dando a entender que me intereso por quien va a llevar el caso y una amenaza discreta. Aunque lo haya oido presentarse a la Baronesa, prefiero empezar preguntando yo. Así se hace en política.

Hummm... El Doctor Jhon Moore se acerca a uno de los sillones, se apoya en el respaldo, pero se queda de pie. Saca de su bolsillo una bolsa con su pipa y su tabaco y empieza a alinearla Era necesario aclarar que somo miembros de la Corona? y lo de la discrecion? a cuento de que?. Como sea, Lord Charlton tendra mucha mas experiencia que ninguno de los de aqui para tratar con los sabuesos. Sin dudas, cuando las prubas sean constatadas, se llegara a la conclusion de que todo esto es una paparruchada, un cuento de viejas que ha pasado a mayores. Que lamentable! en numerosas ocasiones me he llegado a cuestionar si el trabajar con enfermos mentales, nos influenciaria de alguna forma, sin dudas, mi querido amigo trae la respuesta de una manera mas que palpable. Aunque apenado por la muerte de su amigo, el Dr. Moore conservaba la calma y la sangre fria. Tal vez, cuando se encontrara solo se derrumbaria como un castillo de naipes ante el soplo de una briza. Ahora todos sus sentidos estaban abocados al interrogatorio que el detective llevaba a cabo. Soposaba las respuestas de sus compañeros para adecuar las suyas. Sin dudas y a pesar de la experiencia del Scotland Yard hacer un interrogatorio publico era un error enorme. Tal vez solo se trate de que solo se esta informando de lo ocurrido en estos momentos.

El doctor Klassen observaba el interrogatorio sin prestar mucha atención a lo que se decía. Se le veía visiblemente alterado y ligeramente más pálido de lo habitual mientras andaba con paso inquieto de un lado a otro de la sala sumido en sus pensamientos.

Vivian se acomodó en un sofá alejado pero desde el cual se podía escuchar la conversación que mantenían el detective de Scotland Yard y Lord Charlton. Prefería mantenerse al margen a no ser que le preguntaran directamente y dejar el peso de la conversación en Lord Charlton ya que éste así lo había manifestado.

Seguía dándole vueltas a los sucesos acontecidos en las últimas horas. La reunión no iba a ser una fiesta, pues la carta de John denotaba preocupación, pero de ahí a lo que había ocurrido era una tragedia y no podía quitárselo de la cabeza.

La situacion no mejoraba, alli estaba la policia finalmente, sin embargo tras escuchar lo que se habia escuchado la gran mayoria se habia quedado en silencio.Probablemente aquella informacion era demasiado para asimilar de un momento a otro, o al menos, lo era para ella.Su mentalidad aun asi no cambiaba, tenia en mente decirle todo a lo policia aunque se cuestionaba en su mente si deberia esconder los detalles paranormales que se presentaban para que se investigue como un caso normal -Si les decimos esto, hasta que punto nos creeran? El cuerpo de Seward y el cochero herido estan alli, es obvio que el ataque existio, pero si decimos algo como eso pensaran que estamos encubriendo lo que en verdad paso? Sospecharan? Nos trataran como locos?.- Era obvio que aquellas preguntas no iban a ser respondidas en su mente, tenian que pasar para ver los resultados.

Por ahora, se quedo calmada y quieta, mientras veia como Lord Charlton se hacia cargo de hablar con la policia como habia dicho anteriormente.Miro a su alrededor, a todos los demas amigos de Seward, aquellas personas que no habia visto nunca antes pero que ahora los unia un mismo misterio, una misma sorpresa, una misma preocupacion.

Elizabeth se encontraba apoyada rígidamente en una de las paredes. Se estaba comiendo las uñas con tal ansia que pronto seguría con las yemas de los dedos. Ese era un defecto que ninguna de las reglas del protocolo o modales, que le habían enseñado de cría, permitía; no obstante, la muerte de el doctor Seward, su amigo, la tenían en un estado de nervios mayúsculo. Cada vez que cerraba los ojos un instante veía su cuerpo inerte tendido en el suelo. Comenzó a sollozar silenciosamente cuando el señor Charlton saludó al detective. Sabía que era su deber mantener la compostura en aquellos momentos difíciles, pero el asesinato de su amigo era demasiado doloroso para ella.

-Tenga, querida -dijo entregándole un fino pañuelo bordado con sus iniciales a Elizabeth y rompiendo el mutismo que había mantenido hasta ese momento.

La joven estaba apoyada en una pared cercana a su ubicación, por lo que ni siquiera fue necesario que se pusiera de pie.

-Debería sentarse, voy a pedir que nos traigan un poco de té y que preparen alguna infusión, eso si no prefiere una copa de oporto -añadió con suavidad y cuidando no alzar en demasía la voz para no interrumpir la conversación del Lord con el detective-. A todos nos vendría bien una ayuda para calmar nuestros nervios -confidenció desviando su mirada hacia el profesor que se paseaba de un lado a otro de la sala-. Es difícil sobrellevar una muerte, máxime cuando se trata de alguien tan cercano y que goza de nuestro afecto.

- Gracias -dijo escuetamente Elizabeth tomando en sus manos el pañuelo y limpiándose las lágrimas. - No sé moleste, tengo un nudo en el estómago y no creo que me entrase nada -esto podía ser por la muerte de su amigo o por una indegstión debido a la cena cuantiosa que había ingerido. No estaba acostumbrada a comer tanto por la noche. Dirigió su mirada a la conversación entre el detective y el lord.

El Almirante no decía nada. Permanecía en un rincón. Con la mirada sombría, Happel recapacitaba sobre todo lo que había escuchado y visto esa noche y lo enfrentaba con su propio sistema de creencias que lo habían sostenido durante todos estos años. Si lo que se había escuchado en el fonógrafo era cierto, los antiguos mitos y leyendas, tomados a broma por muchos, cobraban un aterrador sentido.

Lord Winston charlaba con el detective con soltura, acostumbrado a tratar con personas de autoridad, así que simplemente se limitó a escuchar.

Soy el detective James Barlow. Respondió el caballero al tiempo que hacía una pequeña inclinación. Ninguno más de los integrantes del grupo pareció querer hablar de modo que siguió dirigiéndose al Lord.

Me intriga usted. Por lo visto requiere discreción. ¿ Respecto a qué ? Hizo una pequeña pausa. No le quepa la menor duda de que el Yard está a las órdenes de la corona y de la cámara y si la discreción es requerida, así será.

El detective quería dejar claro que no tenía intención de enfrentarse a un miembro del parlamento o a un grupo de gente honorable e influyente pero sinceramente se preguntaba qué es lo que había que ocultar respecto al caso. Sacó una libreta y con una pequeña pluma escribió algunos apuntes.

Por lo que yo sé se ha pedido la intervención del Yard respecto a la muerte del Dr. Seward. El detective vaciló un poco, como si una idea se le escapase, como si fuese esa imagen que crees poder ver al girar la cabeza pero se escapa siempre.

Es curioso. Diganme, ¿ Qué fue lo que vieron ? ¿ Cómo falleció el Dr. Seward ? El detective dejó la pregunta flotando en el aire y cuando parecía que el primero iba a comenzar a responder pareció recordar algo y siguió hablando.

Sí, es cierto dijo como hablando consigo mismo ¿ Conocen alguno de ustedes al Sr. Kensington o han oído hablar de él ?

Y miraba a los presentes esperando su reacción. Parece que esta era la verdadera pregunta que quería saber el detective.

Tenía el ceño ligeramente fruncido mientras rebuscaba en los entresijos de su memoria por si alguna vez Steward le había mencionado. Respondió con una negativa, pero entonces recordó. La expresión de su rostro cambió de inmediato. Kensington, ese era el hombre que Seward mencionaba en la nota, el hombre con el que se había reunido esa misma noche y el que, con intenciones todavía desconocidas, había provocado su retraso.

Consideró en un primer momento mantenerse en su negativa, después de todo sólo le había oído mencionar una vez, pero salvo eso, la mención de su nombre, nada es lo que sabía de él; pero podía sentir la inquisidora mirada del detective, sabía que su lenguaje corporal la había delatado y no era conveniente despertar erradas sospechas sobre su persona.

-Hasta esta noche nunca le había oído mencionar -comenzó a decir-, sin embargo, ahora que recuerdo, Kensignton es el hombre con el que el Dr. Seward se había reunido en horas de la tarde, la persona que lo retuvo impidiéndole llegar a la hora de la cena, como estaba previsto -suspiró, había sincero pesar en sus palabras-. De no haberle retenido seguramente John seguiría con nosotros.

No, no le conozco

- Si, ese nombre lo he oído mencionar esta noche. Contestó Vivian, ya que la pregunta del detective era para todos los que se encontraban en el comedor. Las dos primeras las obvió. Pensó que debían ser respondidas por Lord Charlton o por el Dr. Moore.

- Como bien ha dicho la Baronesa es el causante de que el Sr. Seward haya llegado tarde a la cena.

-Yo tampoco, no tengo idea de quien es.- Dijo con rostro pensativo, tratando de recordar, sin embargo nada venia a su mente.Se extraño ante las palabras de la Baronesa, ciertamente su retraso no era la causa de por que lo asesinaran, lo que sea que yo hubiera matado se notaba que lo venia persiguiendo por alguna razon. -Pregunta por el por alguna razon?.- Aunque quiza estaba equivocada, quiza si Seward partia mas temprano las cosas hubieran sido diferentes.

De todas maneras, el pasado no se puede cambiar.

El detective Barlow miró a Lady Lilian a los ojos. Mantuvo la mirada varios segundos. Quizá alguno más de los necesarios. Lady Lilian era bastante bella y cualquier hombre se habría sentido intimidado. Sin embargo el detective se limitó a aspirar el aire algo más profundamente. Parecía cavilar sobre algo. Sin duda estaba decidiendo cuánto decir.

Sólo es un ligero detalle que hay que encajar. Los detalles lo son todo.

Miró alternativamente a la baronesa y a la señorita Vivian

Y díganme ¿ Cómo tuvieron conocimiento de la reunión entre el Sr. Kensington y el Dr. Seward ?

Elizabeth, aún con el pañuelo de la baronesa en las manos, se encogió de hombros ante la pregunta del detective. No había oido ese nombre nunca. Se vivió una cierta tensión en el ambiente con la cuestión en el aire hasta que el detective la rompió con una pregunta escupida directamente a la señora Dumitrache.

Al escuchar el nombre de Kensington, el profesor se detiene bruscamente de su paseo inquieto, pero al escuchar la explicación de la baronesa asiente y continúa caminando.
Maldita sea estamos en problemas y para colmo ahora este policía viene a sospechar de nosotros. Deberíamos estar pensando en otras cosas y no perdiendo el tiempo... está claro que el doctor estaba en lo cierto al no querer inmiscuir a la policía, pese a que sea más seguro que estén ellos por aquí... o quizás no, puede que se haya camuflado como uno de ellos- pensó agitado el profesor.