Partida Rol por web

Mientras se acercaba a ti, te clavo los ojos escrutandote -De momento me conformo con esa explicacion-

Sonrío a mi interlocutor mientras digo:- La suspicacia Enana siempre nos ha venido bien. Aunque si quiere comprobarlo, mande una misiva a Kragg señor de las Runas de Karak-a-karaz, preguntando si hemos venido a ayudar al Maese Brakkenn Barbapiedra a limpiar sus minas. Los favores los pagan incluso los grandes señores. digo ampliando la sonrisa.

Tras zanjar el tema de la multa y el peaje por entrar nos encaminamos a un aparte donde se nos puso al día de como andaban las cosas en cuanto a nuestra llegada, haciéndose evidente que el revuelo iba a ir para largo dado la estrambótica llegada... sonreí bajo la barba. A buen seguro muchos de los que nos habían visto llegar contarían aquello como un hecho histórico a sus descendientes, pese a lo cual no pude evitar fruncir el ceño al ver el gesto de Furagrum al recibir el oro

Las palabras empezaron a brotar entre ambos enanos, el jefe de la guardia y el runkhy, mientras el resto éramos relegados a ser meros espectadores del suceso dejando en manos de ambos el destino de la expedición.

Observé en un segundo plano el intercambio de palabras entre Girthal y Furagrum, dado que él era el líder de la expedición le pertocaba a él aquel tema, siendo yo una sombra perenne a su diestra, apenas unos pasos por detrás, que dedicaba una mirada seria y adusta a los enanos que nos rodeaban, no en vano había acabado con un gronti, enfrentado a los hermanos perdidos, a los pieles verdes, skavens y al caos y seguía vivo para contarlo.

Estábamos en su hogar, eran sus normas, pero no iba a permitir el menor intento de menospreciarnos... ni a nosotros ni a los humanos que nos acompañaban, dado que en cierta forma me sentía responsables de ellos en aquel aspecto.

Acabados los trámites miré por encima del hombro a los "escoltas" y bufé airado. Aquello llegaría a oídos del Gran Rey en el informe que sin duda nos demandaría a nuestra llegada... tratar así a sus enviados... llegados para acabar con un problema que podía acarrear la perdición de aquella fortaleza recuperada... sin duda el contacto con tantos humanos y buscadores de tesoros había enturbiado el buen hacer de aquellos dawis.

Váyamos cuanto antes; aun noto en el cuerpo el vaivén de ese aparato volador y de momento no tengo motivo para alegrarme de semejante viaje -barboté ceñudo

-Vayamos, sí. No se me ocurre ningún motivo para perder el tiempo en otra cosa que en lo que nos ocupa. Sospecho que ese tumulto tendrá que ver con nuestra llegada y no creo que queramos darle aire con nuestra aparición.

Gogri se echó mano a la barba, acariciándola lentamente a favor de pelo.

-Supongo que el mismo tasador, ya que nos requiere, se encargará del asunto de las tasas, aunque no doy nada por supuesto a estas alturas. En todo caso, mantengamos la bolsa a punto.

Al salir a la sala central del torreon Skaf, os ilumino la luz por varios sitios, ventanas bien altas con vidrieras astutamente colocadas para que la luz entrara como una fuete. Por el porton tambien entraba un buen chorro, pero el tumulto que se habia formado era de los "gordos" un tapon impresionante, los guardias habian parado el flujo de transeuntes tenian que pagar el impuesto por estar alli, dejar las armas e identificar a que habian venido. Pero en aquel caso parecia que simplemente estaban empujando. En el lado contrario habia otra puerta casi simetrica si no fuera por la decoracion, donde no habia tanto escandalo y dos jueces* permitian el paso con las condiciones oportunas.

El lugar era realmente magnifico, decorados de batalla aun mas grandes si cabia, donde dragones rugian fuego mientras un solo enano aguantaba la acometida. Tesoros sin parangon llenaban el decorado. Tapices con runas que narraban epopeyas colgaban imponentes. Todo aquello daba a conocer la historia del lugar.

Fuera el zepelin comenzaba a ganar altura.

Los transeuntes seguian mirando anodadados aquel espectaculo.

El estaliano intentaría "poner la oreja" para enterarse de qué estaban hablando esos dos, aunque luego igualmente se lo preguntaría sin demasiado éxito. Ese tono tan grave que utilizaban al hablar dificultaba en demasía la tarea de escuchar.

Se dedicó a vigilar que nadie se acercara mas de la cuenta y de escudriñar un poco la zona, intentanto memorizar sitios clave, nombres y demás. En su trabajo, esto podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Al ver el tapón de nuevo se dirigió a sus compañeros:

- Debería alguien portar nuestras cosas en el centro mientras el resto creamos un cinturón para que ningún indeseable se acerque a robarnos. Y creedme que se de lo que hablo.

Tras esto puso sus pertenencias en las zonas mas "defendibles" contra carteristas de su ropa y mochila, y esperó la reacción del resto.

Cuanto mas hablaban nuestros anfitriones mas se me revolvían las tripas  e incluso Kudrim se unió al grupo de descontentos ante el evidente maltrato al que nos estaban sometiendo .Musito  por lo bajo una plegaría a Morr rogando por  una dosis extra de paciencia  y suspiro .

Cuando el estaliano propone caminar en formación para proteger nuestro bienes sonrió  y comento encogiéndome de hombros .De mi se pueden llevar poco excepto una maldición para que sus hueso se blanqueen al sol y su alma vague sin encontrar el descanso .Sin embargo a pesar de lo dicho  agarro con fuerza mi libro de oraciones y me aseguro de que el amuleto sigue colgando de mi cuello por dentro de la armadura .

Miré al estaliano estando a punto de formular una frase sobre lo leal de los enanos y el deshonor de realizar un hurto... pero entonces reparé en la cantidad de curiosos arremolinados, humanos y enanos por igual, siendo los primeros en su mayoría gente que malvivía a los pies de la fortaleza. Cerré la boca de golpe, frunciendo el ceño de un modo realmente hosco, y cogí el saquito de oro que pendía de mi cinto.

Si alguien quería sacarme una sola moneda sin mi permiso lo pasaría mal pues, sin ningún miramiento, desanudé la bolsa, ensanché el nudo y lo pase por mi cabeza, haciéndolo pender de mi cuello. Acto seguido lo metí bajo la armadura de rompehierro, bajo la camisola, y me puse el yelmo haciendo que cualquier pequeño orificio entre el hueco de la armadura y el casco quedara taponado por pelo y barba

¡Ja! Que lo intenten si se atreven- zanjé pertrechado como si fuera a la guerra, escudo embrazado, hacha al cinto y la valiosa ballesta en una mano mientras que el carcaj de virotes iba en la otra, la del escudo*

Girthal sonrío ante lo alerta que estaban y dijo, no se vosotros pero yo voy a ir donde esos dos jueces a preguntarles algunas cosillas,si me quereis seguir, luego ya veremos por donde salimos y como lo hacemos.
Dicho esto se encamino hacia los jueces, pero se palpo sus pertenencias metidas en la mochila y descubri que tenia dinero, una gran cantidad de dinero del que ni se acordaba, lo guardo dentro de su armadura y que no caía por el cinturón bien apretado y que estaba protegido por la barba.
Al llegar donde los jueces les dijo:- Soy el señor de las Runas Girthal nieto de Kargon de KaraK-a-Karaz, Hemos venido a hablar con el Maese Brakkenn Barbapiedra, podría indicarme donde encontrarle y como llegar hasta allí?
Y podríamos salir por esta puerta para disminuir la presencia de gente en breves momentos cuando sepan que nos hemos ido y así facilitaros el trabajo?

El senor de las runas se dirigio como un cohete hasta una de las puertas, presumiblemente la que no estaba atestada de humanos y elfos intentando colarse sin pagar lo que tocaba, alli se presento como un verdadero enano haria dejando claro el rango y que habia ido a parar ha hacer alli.

El barbalarga quedo dubitativo, todos los humanos pensaron que se iba a reir de subito, por lo incomodo que parecia pero no fue asi:

-Maese senor de las runas, un placer tenerle en nuestro Karak anda muy lejos de casa pero aqui somos muy hospitalarios, en este caso solo le aviso que esta totalmente prohibido entrar con armas aqui y ustedes las portais con soltura entiendo que por alguna razon que no llego a entender. Es libre de salir cuando le plazca por esta puerta, el acceso es libre, solo se recauda una pequena cuota en caso de ir a las mazmorras o en caso que le interese nuestro libro de la legislacion donde puede encontrar las leyes que nos amparan.- aquel enano habia hablado mucho mas que en el ultimo mes posiblemente, y parecia que la boca se le estaba secando a una velocidad tremenda, para zanjar el asunto anadio -siento no ser de ayuda, no conozco a Maese Barbapiedra seguramente pueda preguntar a algun noble si es de alta cuna, o en una taberna aqui cerca hay una para aventureros pero hay multiples por todo el recinto. Que tenga un buen dia y encuentre lo que busca.- termino a la espera de que el maese herrero siguiera su camino o hiciera una segunda ronda de preguntas.

Desde la puerta todos podian ver una gran parte de la ciudad, con edificios no muy altos en comparacion al torreon, y mas o menos homogeneo salvo excepciones. Veian cerca una de las puertas de salida de la ciudad, estaba bien custiodiada por enanos fuertemente armados que controlaban a todos los que entraban y salian del lugar, haciendo chequeos incesantes sobre el material que portaban.

Para los enanos la cantidad de riquezas acumuladas era palpable. Aquel karak se denominaba ´per se´ uno de los mas acaudalados. El inconveniente era la capacidad de los enanos residentes de tomar los niveles inferiores y recoger el fruto de su esfuerzo, manteniendo el control. Pero no era asi habian dejado que grupos mas o menos organizados de aventureros les sacara sus tesoros por ellos cobrandoles un porcentaje de lo encontrado o requisando los objetos arcanos mas valiosos e inusuales.

Para los humanos la cantidad de monotonos edificios hacia que doliera la cabeza, alli no habia colorido de ningun tipo excepto tonos de gris incesante. Rematados por placas de metal o alguna puerta de madera. La calles estaban muy limpias, incluso para una ciudad como aquella algunos hilitos de agua se escapaban de aqui o de alli antes de encontrar una canalizacion astutamente colocada para hacer que el agua fuera a algun desague. Los enanos eran la cima de la evolucion en aquel lugar, pero los humanos veian con malos ojos la cantidad de impuesto y controles que debian pasar todos y terminarian sufriendo ellos mismos.

LLegado a este punto toda aquella riqueza era efimera fruto del trabajo de otros convirtiendo a los enanos en sucios usureros que propinaban palizas para conseguir   recaudar alguna moneda extra. Todo estaba lo suficiente controlado y politizado como para representar frente a los nuevos que aquel karak funcionaba  como cualquier otro pero los mas viejos sabian que no era asi, no eran ricos por el fruto de un comercio fertil. Los enanos mandaban porque todo era suyo, y tenian un ejercito regular que asi lo afirmaba de almenos 500 barbas. Pero los 7.000 ö 8.000 pueblerinos hambrientos que habitaban ante sus muros intentaban que esto no ocurriera, intentando girar el poder hacia sus intereses, conciente o insconscientemente.

Y alli quedaron esperando alguna pregunta mas por parte de Girthal, sumidos cada uno en sus pensamientos, esperando la orden de continuar. Mientras veian pasando a los transeuntes, sumidos en sus queaceres matutinos.

BUeno, estaban dentro y seguramente cuando consiguieran el objeto por que habían venido, se lo intentaran quitar, pero eso no iba a ocurrir, de una manera u otra. Eran enanos y todo se podía negociar, y sino siempre estaba la autoridad del Rey, El ejercito regular de ese emplazamiento poco podría hacer, pero Girthal no iba a molestar al Rey y a sus consejeros con nimiedades. Por ahora su prioridad era encontrar al Maese Brakkenn Barbapiedra y otra cosa del todo primordial era enterarse de la legislación que regia aquel lugar, asi que mirando con una sonrisa al Barbalarga le dijo:- Si habeis sido de ayuda, es mas, me interesaría echar un vistazo a ese libro de legislación, indicarme donde debo ir y cuanto hay que pagar, y si tengo que pagar igual si voy yo solo o si me acompañan mis compañeros?

El barbaslarga saco un tuvo de pergaminos, mientras descansaba su arma en uno de sus costados. Desenrollo uno de los papeles para mostrarlo al herrero.

-Podeis comprar un permiso para ver el libro aqui, o arriba donde lo guardan costara una moneda de oro por cabeza y sin excepciones debereis dejar vuestras armas aqui- el pergamino estaba plagado de runas de solmenidad y explicando lo sagrado de aquel libro, si alguien lo danaba podria encontrar la muerte alli mismo -podreis pasar tres horas recabando informacion o aprendiendo nuestras leyes- senalo a una amplia escalera -por alli podreis subir y encontrareis a un hermano que os indicara donde ir, si estais realmente inresado- volvio a esperar, prestando especial atencion a lo que comentaba el grupo y a las articulaciones de los humanos.

saco 6 monedas de oro enano de mi bolsa recién encontrada y entregandolas digo:- Bien te pagare a ti, dame el permiso para mi y mis compañeros, pasare tres horas allí. Por cierto, las herramientas de trabajo* también hay que dejarlas a tu cuidado? y por donde se puede andar con armas, pues veo varios grupos de gente que las portan sin problemas. hay algun impuesto para poder llevarlas sin problemas?, tengo que hablar con el gran consejo?

Gogri atendió. De eso sabía un rato. Escuchar, pasar desapercibido. No era igual en la ciudad que en los corredores y menos cuando habían llamado tanto la atención, pero empezaba a disfrutar de la sensación del suelo distinto bajo los pies. Las miradas, eso sí, lo inquietaban. No le gustaba ser observado, pero se consolaba pensando que no era a él, precisamente a quien más atención dispensarían los curiosos, sino a los más veteranos y a los tres jueces.

Se guardó mucho de decir nada, no mientras los principales tuvieran algo que decir antes. Siguió los pasos de Kurdrim y se colocó la bolsa de la misma forma que él. Observó la reacción de los humanos, curioso ante lo que sus expresiones extranjeras tenían que decir.

Y Ahora no sólo volvían a esquilmar la bolsa del pobre Ghirtal sino que además nos imponen abandonar nuestras armas y quedar indefensos en una ciudad que es de todo menos amable y segura para los forasteros .Si fuera malpensado diría que no están contentos con vaciarnos las bolsas con multas y taxas abusivas así que tienen planeado desvalijarnos del todo cuando estemos desarmados y no podamos hacer frente a cualquier ladron armado con un cuchillo .Miro a un lado y a otro sin disimulo buscando algo que no cuadre .

El enano tomo el oro, puso una cara neutra como si aquel oro le doliera, pero era bueno evidentemente.

-Tomen la escalera y encontraran a un barbalarga como nosotros- senalo a sus companeros que vigilaban la puerta mientras el hablaba - entregenle el documento- hizo un gesto para sacar una pluma y marcar el documento con un seis en runas enanas -entregenlo y podreis pasar- levanto una ceja y senalo a un cuarto donde habian muchas otras armas puestas en orden separadas por maderos gruesos, cualquiera podria meter mano alli por lo que parecia- que cada uno ponga todas sus armas en una de las aldabas, nosotros las vigilaremos- anadio serio como una gargola.

Gogri no ocultó su malestar por dejar las armas, o por no haber podido decidir si él quería o no unirse a la búsqueda de información, de manera que al menos él pudiera quedarse vigilando unas armas que exigían permanecer con sus dueños. La ley era la ley. La ley del oro contante y sonante. Finalmente, hizo un amago de aferrarse a sus instrumentos, más por la costumbre que por otra cosa, y cedió. No era sencillo, en el habitualmente pétreo rostro de un enano, encontrar tantos detalles, pero sin duda los de su condición habrían leído en la expresión del hijo de Grungni.

Por otro lado, quizá pudiera ayudar en la búsqueda. No era su lugar natural, pero buscar era buscar. Si le daban una descripción suficientemente buena sobre qué conseguir, podría hacer que esas tres horas contaran para Girthal y los más eruditos.

Dejó las armas donde decía el juez, con una mirada de aviso sobre la devolución íntegra de las mismas y un gruñido de firme determinación enana.

Bien, asi lo hare, dejare mi herramienta de trabajo, que saco y se la muestro, Este es la herramienta que uso y seguire usando, seguramente no pasara nada, pero de pasar, el mismo Rey sabrá de ello, digo en tono neutro. y dirigiéndome al cuarto deposito mis armas en un estante adecuado. luego me giro y digo:- Bien, he pagado por todos vosotros para estar tres horas estudiando el libro de leyes, supongo que a muchos no os interesara, así que si no quereis subir no lo hagáis, podéis quedaros uno o dos de guardia aquí, y los demás pueden ir a preguntar por ese Maese que nos puede facilitar la entrada a las minas, eso si no os metáis en líos. Aunque me gustaría contar con Kurdrim allí arriba.

Una vez sepa quienes suben y quienes no me acerco a los barbaslargas y les digo:- EL dinero sobrante quedenselo como un regalo de un enviado de karak-a-Karaz. nos veremos dentro de 3 horas. y voy siguiendo las instrucciones que me han dado.