Partida Rol por web

CAPÍTULO I

MUERTE EN LAS MONTAÑAS DE HIERRO

Los caballos tiran con fuerza y la caravana avanza con un ruidoso traqueteo por el desfiladero. La magnificencia del paisaje, las imponentes líneas de los desfiladeros y los picos que se pierden en la lejanía hasta alcanzar el horizonte os hacen sentir insignificantes en mitad de este mundo de hielo y muerte. Podéis oír el sonido de los cascos de las monturas al aplastar la nieve, y el tintineo ocasional de sus arneses, como suaves campanillas que resuenan bajo la luz solar. Podéis oírlo, si. Pero solo podéis hacerlo cuando cesan por un instante los lamentos de las rocas que, ahogadas por la nieve, parecen querer escapar de su inevitable destino. Lamentos que se estiran y retuercen arrancados con la violencia de un viento cruel que no da tregua jamás.

Estás tullido de frío, ¿verdad Herrero?. Lo sé. Puedo ver tu cabeza gacha. Ese mentón hundido en tu pecho y esos hombros encorvados en un inútil intento por mantener alejado el intenso frío de tu vulnerable cuello. Lejos queda el calor de la fragua y el reconfortante sonido del martillo golpeando el yunque. Lejos quedan las comodidades de la ciudad, y ¿sabes qué?. Debiste haber traído al menos una manta. Ese error te va a pasar factura, te lo prometo.

Valkiria, tu estás en tu elemento. El aire puro y frío te hace sentir viva. Alerta. Cada músculo de tu cuerpo está listo y preparado para esta hermosa ascensión. ¿Qué haces junto a esta expedición de muertos que caminan sobre la nieve como espectros que se tambalean?. Ahora mira arriba y contempla el cielo iluminado por el vívido resplandor rojizo. Suspiras. Yo también lo hago. Es hermoso ¿verdad?. Pero sabes tan bien como yo que la frialdad del aire, los jirones de vaho que brotan de tu boca y ese cielo rojizo sólo puede significar que los Dioses están furiosos.

¿Y qué hay de ti Amazona?. Arrebujada en tu manta. Hiciste bien en traerla. Ya lo creo que si. Esta no es tu isla. Aquí no hay dulces aromas mecidos por la cálida brisa. Tampoco hay aves multicolor entonando canciones en lenguas exuberantes. El color de tu piel te delata; negro sobre un fondo blanco que se antoja en expulsarte. Este no es tu sitio, y puedo oír como tus dientes castañetean en lúgubre sinfonía.

¿Aventurera?... tu y yo hablaremos más adelante. Tengo algo importante que decirte pero no será ahora. No delante de ellos. No lo entenderían. No están preparados. Estoy seguro que sabes a lo que me refiero.

Sé que no estáis aquí sólo por el pago. ¿Es por el pequeño y misterioso cofre de Jannah?. ¿Por los olvidados misterios que esconde el antiguo mapa?. ¿O quizá ansiáis ante todo llegar a Jalizar, la ciudad de los ladrones?. Buscar una muerte segura en este infierno helado sólo por dinero sería una completa estupidez. Es evidente. Se que tenéis vuestros motivos personales. Se que guardáis secretos y os digo algo. Pienso descubrirlos tarde o temprano...

Jamn

Haz una presentación de tu personaje.

No me acostumbro al frío. Cuando me subí al barco de los extranjeros sabía que me esperaban tierras extrañas pero ni siquiera las Brujas del Sueño podrían imaginar algo así. La nieve es fría, es húmeda y te ciega. Me escuecen los ojos como si me hubiese escupido una cobra sable.

El aire de la montaña es más limpio que el de la selva. Trae menos olores lo que hace más difícil esconderse. Hace poco hemos pasado junto a una bestia muerta medio devorada. Había excrementos de al menos tres criaturas diferentes a su alrededor pero aquí la podredumbre tarda más en llegar: es difícil saber cuánto llevaba ahí. 

Miro a mis compañeros de reojo. Todavía me resultan extraños en su aspecto y hábitos: la mujer de pelo lechoso, el hombre peludo y la jejé⁽¹⁾. Su piel pálida y su lengua estridente me siguen confundiéndo haciéndome olvidar que aquí soy yo la extranjera fuera de su elemento. Pero he luchado y sangrado a su lado, confío en ellos. Les protegen espíritus extraños pero poderosos. 

Un ave alza el vuelo tras unas rocas. ¿Algo la ha asustado o hemos sido nosotros?

Dime amazona. Dime. ¿Eres la guía de esta expedición?. Puedo ver en tus ojos el reflejo de las noches pasadas a la interperie, puedo ver en las cicatrices de tu piel el mapa de una vida dura, de una vida salvaje. Esta gente de ciudad no sabe valorar tus conocimientos ¿verdad?. Seguro que lo que te han pagado te parece una miseria. Brillantes baratijas sin verdadero valor para ti. Yo vi como mirabas ese mapa. Viste algo en él. Eso es lo que buscas realmente. Por eso estás aquí. ¿Quien de ellos te ha contratado? ¿Ha sido Jannah directamente o tu “trato” con la comerciante ha sido a través de otro?. ¿Quien? Dime, ¿Que te ha prometido?. ¿Ha sido Quyen? ¿Ella ha sido la intermediaria? ¿Has escuchado lo que dice entre sueños?. Huele... huele a magia. A bruja. Sí.

Es una bruja.
Cuidate de ella.
Cuidate de sus artes.

Antes de que te des cuenta ella estará tejiendo su red de mentiras y conspiraciones. Te utiliza para alcanzar sus objetivos. ¿Crees que por haber sangrado alguna vez a su lado es de fiar?. ¿Acaso piensas que le importas? No. No le importas.

Un ave alza el vuelo.

Dime Jamn. ¿Qué la ha asustado?

¿Qué dice tu Intuición?
Tira 2D6+Arcano

10+ Dime que ocurre. Si es un peligro todos conseguís evitarlo.

7-9: Dime que ocurre. Si es un peligro tu y otro jugador conseguís evitarlo. Dime quien.

Fallo: Yo os diré que ocurre y os aseguro que no os va a gustar.

El símbolo plukanka en el mapa de la mujer de cabellera roja me recuerda por qué estamos aquí. Es difícil saber si ella es un mero instrumento de los espíritus prohibidos porque las visiones de las augures no la mencionaban. Los zarcillos de los prohibidos llegan muy lejos sin ser notados. Han pasado eones desde el último alzamiento plukanka pero es la misión de las Amazonas mantenerlos a raya, en la oscuridad a la que pertenecen.

El resto del grupo no comparte mi misión pero su lealtad al dinero también es lealtad. Y la comerciante, sea cual sea su papel en todo esto, paga bien. Preferiría estar acompañada de un escuadrón de arqueras selváticas pero los espíritus no permiten a mi pueblo abandonar la isla fácilmente. Maldición, esa jejé parece atraer a los problemas como en aquel puente de peaje...

Fuerzo la vista hacia el cielo azul. ¿Qué clase de pájaro...?
 

El ave alza el vuelo y tras ella se escucha el aleteo de huida de otras tres. Luego viene el chasquido de una piedra que cede. En ese instante una avalancha de rocas y nieve cae en cascada por la ladera izquierda con un ruido atronador.

Jamn

Cuando consigues darte cuenta de lo que ocurre, una piedra del tamaño de una naranja golpea tu pecho y te tira al suelo.

Otra casi te da en la cabeza. Por suerte tus reflejos de amazona consiguen que te apartes en el último momento, mientras que las piedras más pequeñas te hieren en otras partes del cuerpo. Los caballos relinchan y se lanzan desbocados sin saber muy bien en que dirección escapar. Detrás de ellos se escucha el sonido metálico de más piedras cayendo sobre los cascos y corazas de los otros miembros de la expedición. Y después reina el silencio.

Te pones de pie tambaleándote, toses a causa de la nieve que has tragado y te vuelves para ver lo que ha ocurrido. Detrás de ti, a pocos pasos, ves un enorme montículo de roca y nieve desprendida dónde antes estaban tus compañeros.

Te acercas. Te parece ver algo

¿Qué es eso?
¿Son una mano y un pie sobresaliendo del montículo de nieve?

No estoy seguro, pero pronto lo sabremos...

Athena

Haz una presentación de tu personaje.

La montaña brama contrariada. Lanza rocas y escupe hielo sobre vosotros.
¿Son los Dioses quienes hablan a través de ella?.
¿Están furiosos por tu presencia aquí? ¿o es por la compañía que has traído?
Ellos conocen el verdadero motivo que te ha traído aquí.
 

Escúchalos y tenles miedo

Escúchalos bien y dime que quieren. Cuéntame lo que dicen.

A pesar del frío y de la nieve, no me desagrada el camino. Estoy en mi elemento, el aire frío revitaliza, me siento fuerte para realizar esta ascensión y mis pasos son seguros. Tanto bienestar me provoca la montaña que hasta mis cabellos tienen el color nevado de la misma. Siento la conexión cuerpo, alma y tierra, mi diosa camina a mi lado, lo sé.

Todo parece ir bien, al menos en la parte que me corresponde,  pero siento el bramido de los dioses enfadados por la indignidad de uno de mis acompañantes. No, ellos no son de esta tierra y no conectan con ella, deben ser sepultados en la profundidad de sus entrañas para liberar la superficie de su presencia. 

La diosa Avesta está a mi lado, siento su gélido aliento en mi nuca, y me dice que yo debo seguir adelante, pero alguno de los que me acompañan se merece quedar atrás, la montaña obra de su mano, yo pongo mi alma a su servicio, haré lo que haga falta para que mi Señora esté contenta, me arrodillo sobre el hielo y emito una plegaria, soy su fiel y humilde servidora, temo su ira, no temeré su orden. Giro mi rostro hacia los otros y les sonrío, alguno no volverá a casa.

Haces bien rezándole a tus Dioses, Valkiria

Veremos si lo haces con suficiente devoción. Veremos si consigues evitar el abrazo helado de la montaña.

Athena, enséñales lo que eres capaz de hacer. Demuestra que eres digna de estar aquí.

Tira por Improvisar

13+ Los Dioses te escuchan. La nieve no se traga a ninguno de vosotros.

10+ Los Dioses te escuchan. La nieve no se traga a ninguno de vosotros pero hay problemas con el vagón.
Elige una opción.

7-9 Los Dioses te escuchan y te salvan, pero la montaña reclama a alguien. Dime quién ha quedado sepultado.

Fallo Los Dioses no aprueban tu viaje. No aceptan el verdadero motivo de tu búsqueda. Eres tú quien está bajo la nieve.

Opciones: mercancías perdidas, rueda rota, un caballo ha muerto.

Y recuerda: Los Dioses ya han permitido el paso de la Amazona. No puedes nombrarla.
 

Rezar siempre me da fuerzas y quiero pensar que soy digna, la elegida por mi diosa. Toco mi amuleto con fervor, me inclino hacia Avesta y miro la montaña, pero algo no parece ir bien, un rugido nuevo, una avalancha, y el desprendimiento cubriéndolo todo, pero no, a ellos parece no tocarles, cae sobre mi, siento el frío en todo mi cuerpo, cómo la envoltura nívea me rodea, me atrapa, me ahoga.

Ha sido mi prepotencia la que debía ser castigada, quizás no eran ellos los indignos, puede que fuera yo. Algo he hecho que ha molestado a mi diosa, quizás poner mi lanza al servicio de la pelirroja, quizás lo que llevamos es algo peligroso y por eso nos contrató, porque nadie en su sano juicio pasaría por las Montañas del Hierro con ese pequeño cofre. No puedo dejar de preguntarme para qué me sirve el dinero si al final no puedo disfrutarlo. Todo esto ha sido un error.

Avesta dirijo hacia ti mis pensamientos e imploro tu perdón. Dame una oportunidad para demostrar de que puedo servirte, te ruego que me castigues con un mal menor y perdones mi vida. No volveré a fallarte.

Moverme entre la nieve tenía su dificultad, pero a base de esfuerzo y músculo consigo salir, no tuvo la misma suerte la rueda del carro, que se había roto por el impacto de una piedra de gran tamaño. Estoy exhausta y ya no tan confiada. Este viaje está maldito.

¿Quieres engañar a los Dioses Athena?

¿Es eso? ¿Quieres escapar de las reglas del destino?  ¿Es esa tu intención?

Esta bien. Por esta vez lo dejarán pasar y yo no diré nada. No soy quién para juzgarte. Pero te diré algo:

No lo intentes una segunda vez.

Kurdran

Haz una presentación de tu personaje y arregla la rueda del carro.
 

Haz el movimiento Ingenioso
Lanza 2d6 + Perspicaz

Todos queremos ver que sabes hacer, herrero.
Queremos ver como devuelves a la forma original esa rueda que ahora no es más que astillas y despedazado metal.
Queremos oír tu historia contada al son de los golpes de tu martillo.

Y yo quiero saber ¿Qué buscas realmente en este páramo helado?
¿Cual es el verdadero motivo que te ha traído aquí?

Son tiempos de cambios, y se que el destino me tiene algo preparado, veo clara la oportunidad de lanzarme a una nueva aventura, al fin y al cabo el dinero no es un problema para mí... pero no puedo abandonar el espíritu de mis antepasados, y algo me dice que me aguardan batallas que tanto anhelado desde la última que los herreros legendarios tuvimos y además de las sorpresas que podrían haber, nunca olvido que sigo buscando fabricar el mejor arma de los Reinos. Tras el reencuentro del grupo, no se a ciencia cierta quienes serán, pero ver aquellas mujeres a hecho que se me endurezcan los músculos como rocas y mi hombría se dispare por las nubes... incluso hace tiempo que no he visto a mujeres como las que me acompañan y se que seguro son mas duras que muchos de los hombres que se creen los más viriles. Como de costumbre, nunca he sido hablador por lo que solo saludo con un gesto de cabeza en forma de saludo, siempre he mantenido mi historia oculta, sólo yo lo sé y el secreto de los herreros morirá conmigo o mi legado algún día... Se que esas mujeres no son de gustos refinados. El frío es penetrante, ni mi curtida piel ni mis pelos en el pecho pueden ocultar el implacable señor de estas montañas heladas que allí habita, esos paisajes solo infunden miedo para aquellos que no están preparados, fue un error no coger la manta, pero mi experiencia en las montañas me ayudará. Gracias a que cogí el pedernal, espero encontrar yesca para hacer fuego cuando sea necesario. De momento voy a arreglar ésta patética rueda que parece estar hecha con madera de pino del Reino Krax, es de muy baja calidad... 

bufff... Vamos allá...  tendré que hacer honor a mi fama...

Bien ya está, a ver lo que resiste, pero más no puedo hacer aquí... 

La rueda vuelve a girar y la caravana reanuda la marcha con el corazón aun encogido por el susto. El día pronto llegará a su fin para dar paso a la noche, así que apretáis el paso en un intento por recuperar el tiempo perdido. Un tiempo valioso. Un tiempo que en este inhóspito lugar puede ser la diferencia entre la vivir o morir.

Tras varios centenares de metros de respiraciones agitadas por el esfuerzo, veis como la garganta del desfiladero se hace menos profunda y las paredes menos escarpadas. Finalmente el desfiladero acaba desapareciendo por completo. Y tras remontar una leve cuesta, os encontráis en el extremo de una altiplanicie rodeada por varios peñascos de piedra que forman una barrera natural frente al gélido viento. Parece un lugar ideal para montar el campamento.

Todos

¿Montaréis el campamento en este lugar o continuareis ascendiendo?
Pronto caerá la noche y no os recomiendo que os pille ahí fuera 

Decidme. ¿Qué hacéis?.

Bruja. No me he olvidado de ti. Tu y yo hablaremos cuando el sol se oculte y nos iluminen las estrellas...

La jornada era dura de por sí y la experiencia del desprendimiento me ha dejado mentalmente agotada. Ver primero caer piedras sobre Jamn y luego ver desaparacer a Athena bajo la nieve me ha puesto los nervios a flor de piel. Afortunadamente todo quedó en un susto. Para redondear, la pericia de Kurdran salvó el carro. Pero estoy extenuada.

Al llegar a la barrera que forman los peñascos miro a al/la guía deseando que decida acampar aquí mismo.

No es buena idea seguir el ascenso, si durante el día eso es peligroso por la noche lo mejor que puede pasarnos es caer por un desfiladero, y eso sin contar con que estoy cansada, pero eso sí que no voy a reconocerlo, mejor será poner otro tipo de excusas. Miro al hombre y se me ocurre una idea.

- Kurdran se te ve agotado, deberíamos parar para evitar de que te mates por la montaña. Si te perdemos no podremos reparar de nuevo el carro y ya que estamos embarcados en esta aventura, lo ideal sería entregar las mercancías.... - Athena sonríe con su particular sentido del humor, uno que quizás no le hiciera gracia al varón, pero tampoco es que le preocupase mucho.

Athena demuestra que es una mujer de fuerte carácter y se para, mirando al resto de sus compañeros de viaje, esperaba que fueran razonables, no hacerlo tendría como coste sus vidas y tras estar bajo la nieve, sabía que no existían segundas oportunidades.

- Razonad, este sitio es más o menos cálido para lo que nos espera en altitud, esas piedras nos hacen la función de muro para que el viento no nos castigue con su inclemencia, yo voto por parar y Kurdran también... - le mira elevando una ceja, a ver si tenía valor de llevarle la contraria.

Frunzo el entrecejo. Mis compañeros se asustan fácilmente. 

-No seguro. Donde piedras caer, otras siguen. No seguro aquí.  Buscar cueva.