Partida Rol por web

¿Un pequeño incidente? Es mucho más que eso, mi anodino e ignorante guardia.

Los Cangrejo habían considerado la ascensión de la Araña a Gran Clan como una afrenta. No eran tan necios como para ateverse a cuestionar la sabiduría de la Emperatriz, pero el descontento era evidente entre sus filas. Kazutaka era consciente de que la tensión entre aquellos dos clanes podía provocar un grave conflicto en el Imperio, incluso, quien sabe si algo mucho peor, pues el Cangrejo no había sentido ningún reparo en el pasado en intentar hacerse con el Trono por la fuerza cuando consideraban que lo merecían.

Al parecer las tensiones entre el Cangrejo y la Araña estaban presentes también las Colonias. No era una sorpresa para Kazutaka, pero el hecho de confirmar sus sospechas resultaba de lo más gratificante. ¿Por qué no hacer estallar el conflicto Cangrejo-Araña allí en las Colonias, lejos del Imperio, y así minimizar los daños que pudiera causar? Una idea interesante que bien valía ser considerada en profundidad. Tan sólo por aquel "pequeño incidente" la visita a la embajada de los clanes menores había valido la pena.

Puesto que la Kasuga al parecer había calmado los ánimos de los dos guerreros, Kazutaka decidió mantenerse al margen, aunque fuera una lástima, pues hubiera sido un momento perfecto para ver cuán profunda era la brecha entre la Araña y el Cangrejo. Sin embargo, estando ya solucionado el conflicto su intervención hubiera estado fuera de lugar. Que por cierto, también era muy interesante un análisis de la vestimenta de la Kasuga. Ya había podido comprobar cierta relajación en la indumentaria de los samurai en la Segunda Ciudad, pero, ¿vestirse con ropas gaijin? Aquello podía resultar excesivo. Valía la pena informarse al respecto.

No iba a quedarse al margen, luminaria solitaria entre la multitud, así que se acercó al grupito formado por el Toku, el Doji y el Mirumoto. Al acercarse, el Toku se inclinó con una reverencia en extremo formal, lo que agradó enormemente a Kazutaka. Al menos hay alguien en esta ciudad que conoce las reglas de la cortesía, pensó. Que ese alguien fuera un Mono empañaba un poco su satisfacción, pero mejor eso que nada. Por otra parte, incluso él debía considerar con buenos ojos al clan, por muy menor que fuese, que había aportado una fortuna al panteón de Tengoku. ¿Cómo se sentiría Toku si llegara a comprender que la Virtud es enemiga intrínseca del samurai, pues cuando si la virtud gobernara éste no sería necesario?

Con un leve gesto con la mano, acompañado por una cordial sonrisa y una leve inclinación para indicarle al Toku que se incorporara. Dadas las circunstancias una reverencia tan formal podía chocar con su deseo de aparentar ser un simple imperial de viaje.

Saludos, Doji-san, Mirumoto-san, Toku-san -dijo, manteniendo su espléndida sonrisa y acompañándola con una inclinación dirigida al Grulla y el Dragón, aunque ligeramente más pronunciada que la que le había ofrecido al Mono -. Mi nombre es Otomo Kazutaka. Es un placer conocerlos.

Sólo reconoceré la derrota cuando hayas agotado y derrumbado tod mi voluntad. Sólo digo que puede ser...Paré unos segundos mis palabras buscando la palabra correcta...Apropiado demorar éste combate; pero igualmente estoy dispuesto a ello. ¿Tanto le costaba soltar las fanfarronadas esperadas?, me había estado haciendo perder el tiempo y la paciencia por nada especial y encima creía que se iba a escapar humillándome o quedando por mencima. Y para eso debía  derribarme. Pero de pronto se me ocurrió un pensamiento que podía decidirlo todo.

¿A tí te importa los convencionalismos Hida Akano-san?, ¿te interesa lo que tenga que decir las formas civilizadas o prefieres hablar con tu fuerza?

De todas maneras casi parecía que mabos contendientes en las calles con una descocada seductora al lado se parecía mucho a una estúpida pelea por un botín placentero. No pude evitar hacer una media sonrisa con ello.

- A mi lo único que me importa es el Honor del Clan Cangrejo, del de mi Familia y el mío propio. - le digo. Y todos ellos han sido mancillados por tus palabras.

- Así que ahorrate tu verborrea y decídete de una vez. - añado señalándolo. ¿Te rindes ahora o tendrás el valor necesario para defender tus bravuconadas con el acero de tu Katana?

Rin vió como, mientras una extraña Kasuga vestida con ropas gaijin intentaba razonar con el Cangrejo y el Araña, entró en la sala un cortesano Otomo. Rin le devolvió el saludo tal y como lo había recibido - Saludos, Otomo-sama. Por favor, siéntese y disfrute de los divertimentos con nosotros.

Un Araña no se rinde ni ante la muerte.

Sentencié echando mano a la saya y scando lenta y meticulosamente la espada para que el siseo del acero fuera prolongado

- Entonces sois tan necios como piensa la mayoría de los habitantes de Rokugan. - digo aferrando firmemente el Tetsubo y preparándome para el combate.

No había más que decir.

Como osais!! Indignada me interpuse entre ambos. Los retos parecían excitarme más de lo debido. Armas en la casa de un embajador! No solo con vuestros modales, sino con vuestra bravuconería infantil demostráis que ninguno poseéis ese honor del que tanto alardeas Hida-sama. Incluso un hinin conoce su lugar y lo que debe y no debe hacer en la casa de un samurai. Sacar vuestras armas... continué altamente disgustada y resentida hacia los samurai que manchaban el honor de los clanes menores con aquella actitud. No sois más que animales, así que id fuera a morderos el cuello. No era difícil sentirse reprendido por las palabras. Esperaba un mejor comportamiento de un Araña y un Cangrejo, al menos el respeto hacia sus propios superiores, y poder esperar a que aquello a lo que hemos venido haya concluido. Pero si esto es lo que he de esperar de vosotros dos, sinceramente no deseo tener nada que ver con vosotros, y creo que vuestra muerte solo podría beneficiarnos al resto.

Sin esperar nada de ellos, y haciendo oídos sordos a cualquier cosa que pudieran decirme me volví y me reuní con el resto de samurai esperando al embajador.

Con una profunda inclinación y pesar en mi voz disculpé a los presentes lo sucedido en la casa de Setsuna-sama. Otomo-sama, Doji-sama, Mirumoto-sama, Toku-san. Siento enormemente que tengáis que ser testigos de la mala educación de nuestros invitados Hida-sama y Daigotsu-sama. Espero que sepáis disculpar su actitud pueril. Mi cabeza aun tocaba el suelo, sentada sobre mis rodillas. Mi nombre es Kasuga Natsumi

No tenéis de qué disculparos, dama Kasuga -dijo Kazutaka con una sonrisa gentil-. Levantaos. El día en el que el ejercicio de la compasión deba ser disculpado, ese día el Imperio temblará, sus cimientos tambaleándose como juntos bajo el vendaval. Porque sí, el vuestro ha sido un acto de compasión, igual que si hubiérais visto a un par de niños inconscientes que pretendiesen jugar con espadas demasiado afiladas para su escaso juicio.

Esto último lo había dicho con tono serio, mientras se acercaba hacia la pareja de bushi. El mon otomo relumbraba bordado en oro sobre su haori gris, bordado de nubes.

Sé que muchas costumbres se han relajado en esta ciudad, costumbres que cimentan la existencia de los clanes a los que ambos pertenecen, pero nunca pensé que los duelos no autorizados fueran planteados de una manera tan sencilla, entre alardes de honor -les dijo al Cangrejo y al Araña. Si se atrevían a replicar a sus palabras, no le costaría en absoluto hacer que su voz se convirtiera en un látigo.

- Ya ajustaré cuentas contigo Kasuga-san. - digo. Cuando acabe con mi actual rival gustoso te enseñaré donde reside el Honor de un Cangrejo.

- Otomo-san. - le digo. Será mejor que en estos momentos no os entrometais.

Luego simplemente me lanzo a por el Daigotsu propinándole un buen golpe en el costado.

Sonrío.

- Parece que mi Tetsubo es más rápido que vuestra Katana. - le digo al Daigotsu.

El combate comenzó de una forma deseable para el Daigotsu, Ikasuchi ajustándo los movimientos de pies y brazos para concordar con l"a sangre de los inocente", tal como aprendiera en el dojo le hizo más lento que le lanzó un potente golpe para encarjar cons encilla y certera precisión. En ése instante del corazón la sonrisa sedienta de sangre y alegre del Daigotsu se elevó al desenlazar el "obi" revelándolo como las esqueléticas extremidades que realmente eran.

Quería una guerra en vez de una lucha, usemos tácticas de guerra.

Retocedí un paso y hasta dos al recibir el golpe, pero apretando los dientes giré sobre mí mismo para mantener el equilobrio y desde mi posición estabilicé el torbellino de mi carne en un furioso y largo ataque de un sólo paso desde lo alto de la cabeza con la espada.  ¡¡Shinâ!!

A continuación mientras recuperaba  desde a abajo la espada ambos brazos inferiores se lanzaron como un ariete hacia el vientre del cangrejo con las largas y afiladas garras de obsidiana. para sentir con deletite la sangre y el calor corporal desparramado.

Ante la actitud de ambos bushi , poco pudo hacer el guarda Akira salvo poner en alto su yari e interponerse entre el otomo y los 2 guerreros que ahora comenzaban a ponerse serios . 

! Atrás Otomo sama ¡ , con ellos ya no se puede razonar . 

La posición del guardia era claramente defensiva para con el imperial , al fin y al cabo era el que estaba más cerca de ambos bushi y corría el peligro de ser herido en un descuido . 

Realmente esto es mejor que ir al teatro - Pensó Rin mientras sorbía un poco de té frío de su taza de cerámica lacada. - Dígame Daidoji-sama, usted parece llevar más tiempo que yo por estos lares, que tal es el nivel de entretenimiento de esta ciudad? Supongo que habrá algún sitio donde se pueda ver algo de kabuki, he de confesar que en los poco ratos libres que me concedo de mi entrenamiento en kenjutsu el kabuki es uno de mis pasatiempos favoritos. - A Rin se le escapó una sonrisa - Todo este drama que estamos presenciando me ha hecho pensar en ello.

Este hombre me gusta como piensa...- pensó Kenzo mirando a Rin- Pues mi querido Mirumoto-sama, llegué hace bien poco a esta ciudad, pero sin duda deberíamos ir en busca del mejor kabuki de la ciudad, el que se suele realizar en la calle está bien, pero muy burdo. - sin mirar al duelo.- pero hay que ver a los verdaderos profesionales del espetcáculo sin duda.- levantando un poco el abanico plegado.

- Por favor, Kasuga-san, no hace falta que os disculpéis con nosotros, no se puede esperar más de dos hombres así. No hay problema alguno.  

- Se está recurriendo a un error común señores, como apunta Mirumoto-sama, mi familia no es la Doji, es la Daidoji, son nuestros primos lejanos. 

Sumimasen, Daidoji-sama. Siento haber confundido vuestras hermosas facciones y vuestra elegancia natural con un descendiente de Dama Doji no kami. Una ligera sonrisa calmada asomó a mis labios, ahora que las cosas parecían tranquilizarse a pesar del estúpido combate entre Cangrejo y Araña de fuera. Además solo se puede ver el noble mon del clan de la Grulla sobre vuestro también noble pecho.

Os da tiempo de comer con tranquilidad y de reposar la comida ; mientras , en su lado , el Embajador se deleita con algunos pastelitos y repite el te que le habían servido , en cambio su yojimbo no toma nada . Los yodotais algo más bebidos de la cuenta cantan y lanzan piropos a toda mujer independientemente de su condición respecto al orden de los cielos , sin duda el alcohol ha nublado su juicio pero aún así se mantienen como si acabaran de llegar . 

No hace mucho que se ha acabo el nuevo te el embajado , cuando entra un guardia gi-samurai con prisas , tantas prisas que todavía porta su yari ; se inclina ante el embajador , tanto como reverencia como por cansancio . Enseguida el silencio inunda la habitación , ero el embajador deja que el guardia tome un poco de aire antes de hablar pues sino sus palabras serían ininteligibles . 

Finalmente , unos pocos segundos despues y tras unas profundas inspiraciones de aire , el guardia le habla al embajado . 

Mi señor , dos de los invitados están discutiendo acaloradamente , son el cangrejo y el araña . 

- Katsuga : Por todos los kamis ¿ es que no pueden dejar sus estúpidas rencillas a un lado cuando se les llama a casa ajena ? 

Pregunta retóricamente mientras se levanta y toma el camino para volver al kyuden , mientras , su yojimbo paga la cuenta y junto al guardia aún un poco fatigado acompañan al embajador . Pronto el bullicio vuelve al lugar tras el pequeño incidente . 

Takeaki termina su comida y comienza a beber tranquilamente mientras degusta algo de carne que había pedido viendo el dinero extra en la mesa, siempre con recato y deleite mientras su mirada observadora y oscura analiza las conductas de los extranjeros con curiosidad.

La entrada del Heimin no pasa desapercibida para Takeaki que tras escuchar sus palabras bebe apresuradamente de su copa dejándola en la mesa con un cierto ruido que siempre anunciaba que Takeaki se disponía a marcharse.-Ameko-san, cuidad de Momo-chan mientras yo me adelanto a ver que ha ocurrido, no deseo inmiscuir a mi discípula en un lugar donde la gente no tiene educación alguna.-Dijo mientras se ponía en pie y se ceñía el boken y el maltratado wakizashi al obi.-Que tengáis una agradable comida, tomad algo mas si queréis.-Humildemente el hombre deposita las monedas ganadas aquel día para que ambas chicas se retrasaran un poco mientras el iba a comprobar que ocurría.-Tomad, id al mercado a comprar algo bonito para regalar a nuestro anfitrión.-Metió la mano en la manga del kimono y sacó un monedero que resonaba a kokus del cual extrajo uno grande y brillante que le tendió a Ameko sin dificultades.-Me marcho.-Se despidió de ambas y luego salió tras el embajador y sus hombres con paso tranquilo aunque cercano a estos, siempre sin llegar a romper la etiqueta ni molestarles con su presencia.

Contuve un leve suspiro antes las palabras del guardia. Las cosas siempre terminaban de una maneras similar cuando juntabas gente distinta. En otra circunstancia hubiese ofrecido mi ayuda pero tenia guardias de sobra.

"Me parece que tendremos que darnos prisa"

Asenti ante las palabras de Takeaki, y ciertamente un regalo comprado entre ambos seria mas digno que uno que pagase yo sola. Guarde bien el monedero y deje que la chiquilla terminase de comer para ir a comprar algun detalle. Bien era sabido por el Kasuga que un ronin bien podria tener menos dinero pero a juzgar por el peso de aquel monedero podria dudarlo.

-¿Bueno Momo-chan tu que crees que deberiamos llevarle de regalo?- dije a la pequeña cuando saliamos del lugar.

Yo tenia algunas ideas pero siempre era bueno saber si la pequeña las tenia. Con Kojiro posado en mi hombro emprendimos el rapido camino para despues ir a la casa del kasuga.