Partida Rol por web

Estoy a punto de sugerir que a mí sí que se me da bien trepar, a pesar de que pueda engañar, cuando oigo el estrépito que está formando Konrad para abrir el candado.

- Se ha oído mucho... siseo agachándome... hay que esconderse.

En verdad era una noche de perros. Podría pensarse que a pesar de la escandalera que estaba montando Konrad para abrir el candado iba a pasar desapercibida porque no se veía a nadie por la calle y el único patrullero que por allí iría estaba coaccionado, por decirlo suavemente. No obstante, no fue así, cuando el ruido cesó y Konrad se dio por vencido, escuchásteis cómo alguien pisaba charcos cerca vuestra, no vísteis en un primer momento a nadie pues la iluminación era casi inexistente pero en seguida vísteis a dos hombres que caminaban en la oscuridad de forma muy extraña.

- ¡ALTO! -gritó uno de ellos al acercarse más.

Por un momento estuvísteis a un tris de de liaros a tiros, pero entonces el tipo volvió a hablar

- ¿TIENES UNAS MONEDAS AMIGO? preguntó a Konrad. Cuando llegaron hasta vosotros, vísteis a dos desarrapados visiblemente bebidos a los que les costaba andar y los que por cierto, ni repararon en los otros tres. Sólo habían visto a Konrad forcejeando en la puerta aunque no se dieron cuenta realmente de lo que estaba haciendo.

Al parecer en San Agustín corría el alcohol como la pólvora...

El viejo anticuario había permanecido en las sombras mientras Konrad intentaba abrir la cerradura. Ni tan siquiera se percató de que dos borrachos se acercaban hasta que ya estuvieron demasiado cerca. Se quedó completamente paralizado, pero cuando empezaron a hablar se permitió un ligero suspiro de alivio y permaneció en silencio mientras esperaba que Konrad se librara de aquellos dos molestos tipos.
 

Miro a esas dos figuras con la mano en el bolsillo de la gabardina y a punto estoy de abrir fuego. Por suerte para esos desharrapados no son más que unos mendigos borrachos y parecen inofensivos así que me mantengo apartado y procuro estar en las sombras mientras observo con cuidado la situación. Konrad sabrá deshacerse de ellos pero por si se volvieran violentos no está de más que esté atento para repartir un par de porrazos.

Konrad ya tenía la mano derecha sobre la empuñadura de su revólver, pero relajó el gesto cuando vio que no eran más que un par de borrachos. Mantuvo la mano derecha cerca de la pistola; si se ponían agresivos podría despacharlos con facilidad, pero prefirió no llamar la atención. Sacó cuatro dólares con la otra mano y se los dio.

- Tomad; compraos algo bueno, y no ese matarratas.

El hombre se acercó a por el dinero con una sonrisa bobalicona mientras el otro se mantenía a cierta distancia. Pese a estar a escasos pasos de Harper, Joe y compañía, el tipo no se fijó en el resto, lo que daba coherencia a la historia de la melopea brutal que llevaba el amigo. Apunto estuvo de caerse varias veces al soltarse del brazo de su camarada hasta que pudo llegar de nuevo hasta su altura con el dinero a buen recaudo. Por agradecimiento sólo escapó de su boca un hipido y cuando se alejaban comenzaron a entonar una canción que suponíais debía ser escocesa o irlandesa pues parecía gaélico lo que entonaban.

Estábais de nuevo a solas y con todo a vuestro favor para acceder al monumento. Nunca volveríais a tener todo tan favorable, si no lo conseguíais ahora no lo haríais nunca...

- Venga.- Conmino a mis compañeros mientras doy un salto y trato de auparme a la tapia. Cruzo una pierna por encima y me quedo a caballito en lo alto de la misma tapia. Extiendo luego la mano hacia el siguiente mientras les animo a seguirme.

- Yo les ayudo, no se preocupen. - Comento más preocupado por Bangs y Harper.

Konrad no apartó la mano del revolver hasta que los dos borrachos desaparecieron. Abandonó el candado y se dirigió hacia donde Dillinger estaba escalando; visto lo visto, era la mejor opción que tenían. Cogió la mano de Dillinger y se aupó a la verja, quedándose allí para echarle una mano con el siguiente. Necesitaría más de una mano para levantar a Harper.

Respiro aliviado cuando veo marcharse a los borrachines. Su tonada se pierde en la lluviosa noche y hasta que no me quedo tranquilo no pruebo suerte con la verja. Por suerte para mí ya hay dos manos amigas esperando en lo alto. Inspiro, cojo fuerza y trepo lo más silencioso que puedo hasta casi coger la mano  de mis compañeros...

El anticuario esperó a que Harper cesara en sus pobres intentos de subir por la verja e intentó treparla él.

Lamentablemente, la edad y la artrosis son malos compañeros del ejercicio físico y no tan siquiera logró despegar un centímetro del suelo.- Verja del diablo.- Masculló entre dientes mientras se doblaba por el esfuerzo e intentaba respirar..- Con cincuenta años menos te ibas a enterar de quién era George M. Ba...- No pudo terminar la frase porque ese mismo esfuerzo le hizo ponerse a toser sin control.

No alcanzo las manos de mis compañeros por muy poco.

- ¡Maldición!... siseo cabreado.

Con Konrad y Joe arriba, Harper tenía que haber subido sin problemas pese a su corpulencia. No obstante, cuando ya casi estaba arriba del todo, resbaló y cayó de culo, por lo que más allá del moretón del día siguiente,la cosa no pasó a mayores. Sin embargo, no hubo tanta suerte con George, es posible que la edad tuviese algo que ver, pues torpemente cayó de pie sin ni siquiera haberse agarrado a la mano que le tendía Joe. Cayó de pie pero al caer desde tanta altura apoyó mal el pie y se torció el tobillo. Quedó tendido en el suelo y Harper pudo comprobar que era "sólo" una torcedura. Habría que ir cargando con él por todo el camino o llevarle de vuelta al coche.

Joe y Konrad desde dentro consiguieron forzar ahora sí el candado sin mayores problemas y la puerta quedó abierta para los dos eruditos.

¡Vaya mala pata! Por suerte la cosa no ha sido grave. Echo un vistazo a los dos eruditos para asegurarme de que están bien y en cuanto entran en el recinto cierro la verja con la ayuda de Konrad y volvemos a colocar el candado tal y como estaba por si llega alguien.

- Bien, tenemos que movernos deprisa, hemos perdido mucho tiempo. - Comento en voz baja. - Adentro señores. -

Me fijo en el lugar y me dirijo a la puerta de entrada más cercana. Una vez dentro tocará registrar rápidamente sala por sala a ver si vemos algo que no cuadre con ese lugar.

La caída no había sido aparatosa, pero Bangs no disfrutaba de la energías que otorga la juventud, así que ese pequeño golpe había bastado para dejarlo incapacitado en el suelo durante unos minutos.

Me parece que eso no será posible señor Dillinger.- Dice el anticuario señalándose el hinchado tobillo.- Por lo menos si alguien no me ayuda a caminar. Aunque siempre pueden ir adelantándose ustedes dos y dejar que el señor Welles me ayude.- Propone el viejo.

- Yo me encargaré -comentó Konrad- Si nos descubren, es mejor que tenga al lado a alguien que sepa usar un arma

El inspector privado se quedó junto a Bangs, mientras dejaba que Dillinguer se ocupara de acompañar a Harper

Sigo a Dillinger tan rápido como puedo no sin antes despedirme de los dos compañeros que se quedan atrás.

- Volveremos tan pronto como podamos.

Siento un escalofrío en la espalda mientras alcanzo a Dillinger, como si esta fuera la última vez que les fuera a ver. Sacudo la cabeza con fuerza al parar junto a la puerta. Son solo malos pensamientos, solo eso.

Gracias hijo.- Responde el anticuario poniendo su brazo sobre el hombro del señor Summers e intentando no apoyar el tobillo dolorido.

Joe y Harper delante, George y Konrad a buena distancia que se va incrementando a medida que se camina. El monumento en sí es un castillo en forma de pentágono en el que lo más interesante es la muralla, las antiguas baterías de cañones y las vistas al mar. Claro que con la noche de perros que está teniendo lugar, apenas se distingue nada.

Las dos líneas de murallas no dan más de sí, nada que mencionar. Lo que podría llamarse patio de armas tampoco contiene nada de especial interés.

El sentido común os dice que debéis meteros en los subterráneos. Es el único lugar en el que podría celebrarse una reunión macabra. El problema es que los accesos están cerrados al gran público por dos puertas de aglomerados cerradas con candado. Los cuatro os plantáis ante ellas, el más ducho en estos casos, Konrad, ve que no es difícil abrir una de ellas, el problema es que el hecho de abrirla deja rastros muy visibles imposibles de tapar que verá la Comisión Histórica y la Policía.

- Entrar por la puerta principal sería demasiado obvio, y además nuestros "amigos" se darían cuenta de que alguien ha entrado antes -comentó Konrad, echando un vistazo a los alrededores- Tal vez deberíamos buscar una entrada más discreta; una ventana abierta, o una puerta trasera.

- Coincido. También podemos toparnos con una ventana cerrada en la parte trasera, que casualmente tenga el cristal roto... - Sugiero como otra opción. No hace falta dejar todo en manos de la suerte.

Me fijo alrededor tal y como hace Konrad para ver si encuentro otro posible punto de acceso.