Partida Rol por web

Intentaba ir rápido y la vez silencioso, pero no podía evitar el tintineo de la armadura que era constante y los relinchos de su caballo. A la postre parecía que en lugar de ser un caballero, era una cuña de caballeros del grial a la carga...una vez hubo cruzado en un momento dado aflojó la marcha y miró a lontananza, empero sin ver nada.

Nos va a costar una eternidad escalar estas montañas.

Al norsca no le disgustaban las montañas, en absoluto. El había crecido en una tierra donde las llanuras eran tan raras como rechazar un cuerno de cerveza. Lo que realmente le disgustaba era aquel paso de caracol que el clan, incluido él, llevaban. Hasta un orco sin piernas sería capaz de darles alcance si seguían a este ritmo.

La cosa de cruzar el desfiladero junto al carro no fue tarea fácil. Entre el polvo levantado por los caballos y mi preocupación por intentar ver algún rastro de los orcos, descuidé por un momento el cerrar los ojos cuando rastros de arenilla nublaron mi vista. Entre apoyarme contra el carro y que mis compañeros pudieron al fin empujarme para salir del camino, conseguí llegar al otro lado. El escozor era un incordio y no conseguía lagrimear lo suficiente para limpiar los ojos. Aunque luego la echaría de menos, desengancho el odre de la mochila e intento lavar mi rostro y los ojos de todo el polvo que había conseguido atrapar.

- Empezamos bien.

Cruzar este puente si que ha sido una verdadera prueba a nuestro valor y eso que apenas es el inicio de nuestro asenso, creo que podemos darnos una idea de lo que nos depara nuestro viaje a partir de ahora.-

Melissa asiente a las palabras de la más veterena en explorar. La humana es feliz con sangre hasta los codos, pero aquí parece que es mejor pasar desapercibido. Saca la ballesta y la tensa subiendo una pierna y apoyándola contra un roca. Luego me coloco junto a Lorantha.

El avance que había sido en un inicio, moderadamente exitoso, ahora, con el andar de Alfred y Grim se había tornado en desastre. El codicioso artesano enano iba para empezar demasiado cargado. Llevaba su maza, una hacha, varios lingotes de hierro, joyas, un casco nuevo, y todo eso en un interminable sin fin de rocas y metal, bien podrían verlo ahora como una sonaja andante. Pero ese no fue el principal problema, el principal problema lo generó Alfred quien en un descuido había dejado caer el escudo que llevaba mal ajustado a la espalda, y al intentar levantarlo, su alabarda se había deslizado para golpear sobre de él causando un sonoro estallido de metal contra metal.

El rostro del guía lo decía todo, una mezcla de furia y miedo. Sin duda si algo mas sucedía o si el enemigo hacia pronto aparición, los dejaría atrás para salvar su pellejo. A fin de cuentas era un guía y no un guardián. Para cuando Alfred pudo hacerse con sus cosas y continuar su avance, Grim ya se encontraba del otro lado, consiente de que había hecho mucho ruido; y a su vez, Jalon y Jaime estaban ya dándole alcance a Alfred.

Los últimos tres llegaron juntos al otro lado del paso, y para cuando hubieron de reunirse con los demás parecía que habían conseguido la tarea mas difícil con completo éxito, habían cruzado el paso del perro loco y ahora se encontraban en las montañas del fin del mundo, a corta distancia de la ciudad de los pilares, que era como los Skavens llamaban a su fortaleza construida bajo la antigua Karak ocho picos. Dentro de aquella fortaleza había enanos en constante sitio tanto por los Skavens en las profundidades, como por pieles verdes desde sus fronteras. Todos se encontraban desempolvándose y centrados en sus múltiples ocupaciones cuando a lo lejos desde la fortaleza del peñasco negro se dejo venir el rugir de un cuerno de guerra.

Maldita sea...

Aunque sospechaba que los enemigos aún estaban lejos, oir aquel cuerno había puesto en alerta a Trojan. Enemigos. Muchos de ellos. Oportunidades de volver a derramar sangre, propia o ajena. Pero las ganas de combatir del norsca no le convertían en un estúpido, y no tenía intención de luchar contra toda una fortaleza de orcos o de Skavens.

Sea lo que sea eso.

Kurt lo sabía. En lo más profundo de su mente, sabía que acabarían así. Siempre había alguien que metía la pata hasta el fondo. A veces era él, y otras tantas, alguno de sus compañeros. De hecho, la mayoría eran sus compañeros. No se molestó en mirar atrás ni en decir nada, había un carro entre medias, y ya habían hecho bastante ruido como para gritar a nadie donde podría meterse según que cosas.

El aviso de que algo o alguien les había detectado, en la forma de aquel cuerno de guerra, no se hizo esperar. Una simple mirada al guía le bastó para saber que les iba a dejar tirados a la mínima señal de peligro. Desde luego, su viaje por las Montañas del Fin del Mundo había empezado a lo grande. Sólo faltaba que se encontraran de frente con todo un waaaagh piel verde, aunque rápidamente alejó esos pensamientos, pues era mejor no tentar a la suerte. 

Con más calma de la que sentía, el mercenario comprobó que la ballesta se encontrara lista para disparar, y la dejó lista bien cerca del lugar donde estaba sentado. 

Melissa está subiéndose de nuevo a Carafea una vez todos han pasado, cuando el cuerno suena en la distancia, se saltó todas las clases de topo-no-se-qué y en las conversaciones de tácticas de lso soldados se suele aburrir pronto, así que no tenía ni la más remota idea de donde venía ese sonido. Alguna de las fortalezas, supone que todas son enemigas. Se levanta sobre los estribos como para ver más lejos, oteando hacia el sonido. Luego se deja caer y mira de forma interrogante a los más expertos, principalmente a su compañera Elfa, que es la que tiene más cerca.

¿Que cojones es eso?

Tras lavarme los ojos con el agua de la cantimplora, andaba pensando que mi acción de cruzar el paso había sido un desastre, cuando el sonido del metal contra la roca rompió la quietud de las montañas. Uno de los compañeros había dejado caer su alabarda y el sonido resultante debió ser un aviso para alguien. Un segundo, dos, tres y de nuevo otro sonido que rompía el silencio, siendo este el sonido de un cuerno de guerra.

- Trøjan igual los orcos no estaban tan distraídos como pensabas....aunque esta vez podían habernos escuchado aliados para variar.

Demonios , era demasiado facil para ser verdad .Acierto a decir al escuchar  sonar el cuerno . Descuelgo el escudo de la espalda y desenvaino la espada  porque si conozco a esos bichos verdes nos coserán a flechas antes de que podamos llegar al cuerpo a cuerpo .Y ahora que? buscamos un sitio donde plantarles cara  o corremos ?pregunto  mas por romper el silencio que empieza pesar como una losa que esperando oir otra respuesta  que no sea correr .

-Aliados??, lo dudo mucho-, exclamó Hans mientras intentaba otear los alrededores con su arco. –No cabe duda de que Alfred y el pesado enano no han jodido la existencia, no veo como vamos a salir vivos de está. Y plantar batalla sería tonto, nos cazarán como a ratas, si es que no nos cazan las ratas-. Sentencio dando por hecho que el ruido hecho por Alfred y Grim había sido la causante de que aquel cuerno sonara.

-Señores, ante la adversidad valentía. Y ante la muerte…, ante la muerte no se puede hacer mucho, así que esperemos tener suerte; Por Ranald-. Exclamó Jaime mientras besaba una moneda de oro que había sacado de su bolsa y la lanzaba al aire por placer. –Ahh, y olviden de regresar por tentador que sea. Les aseguro que esa es una pésima opción-. Quizá nadie tenía real interés en regresar, pero aun así aquello reflejaba que algo que aun no sabían había sucedido con Jaime y las fuerzas imperiales.

-Sin duda eso no fueron aliados. Proviene del Peñasco Negro, una fortaleza enana de gran renombre conquistada muchos años atrás. Karak Drazh se llamaba si no me equivoco. La fortaleza esta plagada de orcos y quizá de otras innombrables abominaciones. No se si nos hayan visto, pero es un cuerno de guerra, están dando un aviso de alerta, habremos de estar con cuidado, pronto habrá muchas patrullas merodeando todo el paso y los territorios cercanos a Karak Ocho Picos-. Explicó Jalon mientras montaba a su corcel de montaña, algo feo pero claramente duro y resistente.

Adelantándose a todos, Jalon miro la alta montaña que tenían frente a ellos, era inmensamente mas alta que la colina donde se postraba la fortaleza imperial; de hecho realmente se trataba del inicio de su camino hacia las montañas del fin del mundo. Mas adelante, hecho de piedra suelta y algo angosto, había un viejo camino de manufactura enana que se adentraba en las alturas de aquella montaña. –Ese es nuestro camino- exclamo el guía, -nos llevará a través de las montañas para descender a un pequeño valle bañado por una de las ramas menores del río de la sangre. Los pieles verdes le dan un nombre que jamás he podido pronunciar. Allí cruzaremos el río para avanzar hacia el sur lo mas alejados que podamos de la fortaleza enana que sigue bajo un intenso asedio. Lo mejor será emprender el camino ya, no quisiera que la noche nos alcanzara en un lugar desfavorable-. Finalizó Jalon quien claramente llevaba prisa y parecía considerar que las opiniones de los demás fueron importantes, aunque aquel experto explorador no parecía ser de los hombres que no escuchaban a los demás.

No se diga mas, estoy totalmente de acuerdo con nuestro guía, lo mejor es largarnos de una vez por todas.- Sin pensarlo demasiado apresuro a mis compañeros para irnos del lugar de inmediato tal como sugiere Jalon Smith sin despegarme de mis armas y preparándome para partir de aquel lugar.

Melissa empieza a subir por la resbaladiza pendiente, Carafea no está acostumbrado a cambios tan radicales y lo azuzo para que pase rápido pero eso no hace sino empeorarlo, empieza a encabritarse y a patear. No me queda más remedio que bajarme del caballo y llevarlo de las riendas, mi lentitud hace que tenga que irme al final del convoy. Con el carromato delante y levatando tierra, mi visión se reduce drásticamente y el ruido de la carreta me envuelve también, siendo tan visible como ella en la distancia.

Sin embargo en algún paso estrecho, el enorme carromato hace salir a algún pequeño mamífero que tenía su madriguera demasiado cerca, siendo atravesado, por mi siempre lista ballesta, una vez asoma la cabeza.

Lorantha afeó el gesto tras escuchar el sonido del cuerno y al susurro de Melissa le respondió mientras volvia a guardar la flecha en su carcarj ante la apariencia de no haber enemigos a la vista. - Esperemos que un orco borracho, si no, las vamos a pasar canutas. -

Rápidamente se pusieron en marcha, con todos los sentidos alerta pues el ataque se podía iniciar en cualquier momento. La marcha en aquél entorno se le hizo insufrible a la elfa y su caballo, que debía notar algo, se negaba incluso a avanzar en ocasiones, por lo que tenía que tirar de él para conseguir que avanzara.

Con todo, estaba más preocupada en ver y en evitar ser vista que en cualquier otra tarea, si alguien tenía que ser objeto de una primera flecha que no fuera ella, pues esa sería con casi toda seguridad la única advertencia que recibieran, así pues para conseguirlo procuraba acelerar en los tramos con escasa o nula cobertura y aprovechaba las sobras que la montaña les iba dejando en el camino para pasar el mayor tiempo posible en ellas. 

Una sonrisa se le formo cuando iba a soltarle alguna a Grim, pero cuando escucho el cuerno cambio de idea, no era cuestión de montar un toma y daca de indirectas en un lugar tan peligroso como ese y más con un cuerno de guerra orco sonando. Pero ya se lo diría, y si era posible en alguna taberna.
Grim parecía un sonajero andante y no sabia como Alfred había conseguido hacer mas ruido que el.
Desechando rápidamente esa idea se preparo para lo que viniera.
Pero se resbalaba, no veía un carajo,no encontraba sitios para ocultarse y por mas que lo intentaba no atrapaba ni un misero roedor de campo, solo se le daba bien convencer a su caballo de que siguiera adelante una y otra vez.

Y era el momento de empezar el penoso viaje... Con el añadido de que habían sido detectados, con casi toda seguridad. Sí, aquello se iba a poner muy jodido antes de empezar a mejorar. Eso, Kurt lo sabía bien. Y más con el carro, y con las carracas andantes que eran algunos de sus compañeros.