Partida Rol por web

la-sombra-del-aguila(2)

Escena I: un marrón siempre es un marrón

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23/03/2011, 08:49
Fusilero Emilio "el Navarro"

Emilio desahogo sus frustraciones con el rifle. No se tomaba la molestia de apuntar con calma eligiendo sus objetivos en cuanto veía un blanco descargaba uno o dos tiros y sin esperar el resultado buscaba otro.

La guerra ya se había cobrado como baja su buen humor e iba a ser difícil recuperarlo a lo largo del día.

Solo unas cuantas horas de sueño podían calmarlo y no parecían que fueran a estar prontas, así que decidió dejar que el impulso y la sed de sangre tomaran el control contra el cansancio y se dejó llevar por las ansias guerreras.

- Tiradas (1)

Tirada: 6d54
Motivo: Disparo con el rifle a bocajarro
Resultados: 50, 21, 23, 7, 49, 8

Notas de juego

Todos diferentes. Con el 8 y el 9 hago escalera con el 7. Dos aciertos de palo.

,,,,,

DM: dos aciertos normales.

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23/03/2011, 10:36
Fusilero Pedro "el Cordobés"

Rece, rece Alférez que me parece que hoy vamos a visitar a San Pedroescupo hacia un lado un trozo de papel mientras cargo el mosquete.Ahora bien ,que me lleven los demonios si me pienso ir solo.Me arrodillo y me llevo el mosquete a la cara esperando la orden de disparar

- Tiradas (3)

Tirada: 5d54
Motivo: mosquete
Resultados: 30, 12, 44, 44, 9

Tirada: 1d54
Motivo: mosquete
Resultado: 12

Tirada: 1d54
Motivo: mosquete
Resultado: 28

Notas de juego

DM: 2 aciertos normales.

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23/03/2011, 11:48
Le Petit Cabrón

-Primera sección, ¡fuego!
García los tiene bien puestos, las cosas como son. Y es un profesional. La primera descarga abate una veintena de caballos, formando un obstáculo para los jinetes que vienen detrás.
-Segunda sección, ¡fuego!
Ahí va eso. La segunda sección dispara sobre nuestros chacós mientras los de la primera seguimos las órdenes del alférez Muñoz: primera sección, rodilla en tierra, carguen. Y tú vas, muerdes el cartucho igual que muerdes el miedo, lo metes en el cañón caliente, ahora la bala, golpe de baqueta y otra vez el fusil a la cara mientras los de la segunda, ya arrodillados también a tu espalda, cargan a su vez. Ahora son los de la tercera fila los que apuntan sobre nuestras cabezas.
-Tercera sección, ¡fuego!
Toma candela, Iván. Tres descargas en quince segundos, plomo barriendo la calle principal, patas y relinchos por el aire, cosacos por el suelo a un palmo de nosotros, angelitos al cielo. Pero siguen llegando más y más cuyos caballos tropiezan, se encabritan sobre los caídos. A nuestra espalda, Luisillo redobla sobre su parcheado tambor para darnos ánimos. Y la voz ronca del capitán García, no es para menos lo de ronca, con la mañana que lleva, se alterna con la del alférez Muñoz mientras seguimos soltando descarga tras descarga.

- Tiradas (1)

Tirada: 4d54
Motivo: Rusos
Resultados: 45, 22, 40, 36

Notas de juego

Mientras esperamos a la tirada de Mínguez, iré haciendo la de los ruskis.

DM: sin aciertos

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23/03/2011, 17:51
Fusilero Mínguez

Disparar, correr, disparar, correr...

- ¿ Dónde coño vamos? - Estaba más perdido que el hijo de la ramera de mi pueblo buscando a su padre...

Al menos, teniendo alguien al que cubrir las espaldas no necesitaba pensar demasiado y menos mal, porque de lo poco que me estaba enterando era de que debía apresurarme para no quedarme atrás, detenerme lo justo para no errar mi disparo y así, hasta que me dijeran dónde nos parábamos o hacia dónde debíamos cambiar la posición...

- Esto es una mierda...

Si hubiera tenido que recordar algo de aquel momento era que todo lo veía de color oscuro, rojo oscuro o más bien marrón.

Las posiciones, las voces... era momento de volver a hacer fuego y ahora estaba cerca, muy cerca, por lo que acertar en mi objetivo sería aún más fácil y estepaba derribarlo, porque sino lo que sería más fácil sería que me hicieran un buen siete.

- Tiradas (1)

Tirada: 6d54
Motivo: Disparo a bocajarro
Resultados: 44, 54, 25, 10, 2, 46

Notas de juego

           

 

DM: un acierto perfecto, y dos normales.

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23/03/2011, 19:44
El Maldito Enano

-¡Tercera sección, carguen armas!
-¡Primera sección en pie! ¡Apunten! ¡Fuego!

El humo de pólvora negra empieza a cubrir la calle y las andanadas parten a ciegas, hacia el lugar de donde vienen los alaridos y los relinchos, fusilando a los cosacos a bocajarro.
-¡Primera sección, rodilla en tierra, carguen armas!
-¡Segunda sección, en pie! ¡Fuego!
-¡Segunda sección, rodilla en tierra! ¡Carguen armas!
-¡Tercera sección, en pie! ¡Fuego!

Así cinco minutos. Ahora ya no se ve nada de nada, y todos estáis dentro de una humareda oscura y acre, disparando contra un muro de niebla del que brotan alaridos, lamentos, detonaciones. La pólvora negra quemada se mete por las narices y aturde los sentidos, y ya no sabéis dónde diablos estás, y el único contacto con la realidad son las voces que os llegan, el capitán García de la derecha, el alférez Muñoz de la izquierda, diciéndoos que carguéis y disparéis, que carguéis y disparéis, que carguéis y disparéis. Y el otro contacto real es la culata, el gatillo, la baqueta del fusil que os quema las manos al tocar el cañón donde hasta la bayoneta parece al rojo.

Y entonces, de pronto, unos jinetes cosacos consiguen llegar hasta vuestra izquierda, hay fogonazos y alaridos y chas-chas de sablazos que dan en blando, la fila parece estremecerse por ese lado, el tambor de Luisillo deja de pronto de redoblar, y García sigue diciendo cargad y disparad, en pie o rodilla en tierra, cargad y disparad. Y después oís su voz, un grito desgarrado y brutal ordenando al ataque a la bayoneta, vamos de una vez a terminar con esos ruskis de mierda. Y cada cual a su lado nota que los compañeros, a los que tampoco ve, se mueven con él, adelante, y aúllan vamos a por ellos a masticarles los hígados, cagüentodo, rediós y la Virgen santa, y apretáis fuerte el fusil con la bayoneta, y corréis entre la niebla oscura de la pólvora hasta tropezar con cuerpos de caballos y de hombres, unos inmóviles y otros agitándose cuando trepáis por encima de ellos, cuando escaláis el montón y distinguís brillos de acero entre la humareda espesa, y percibís sombras que también gritan en otra lengua, y empezáis a clavar la bayoneta en todo cuanto se pone delante, ¡Vaspaña!, ¡Vaspaña!, y nuevos fogonazos de pólvora os chamuscan la cara mientras seguís adelante entre patas de caballos y cuerpos de hombres que se debaten ante vosotros, <¡Vaspaña!, ¡Vaspaña!, y entre golpe y golpe de bayoneta uno tiene la visión fugaz de la cara de un crío que le espera en alguna parte, otro la de una silueta de mujer que llora mientras se va del pueblo camino abajo, u otro el rostro de su madre junto al fuego, cuando era zagalico. ¡Vaspaña! O a lo mejor esas imágenes no son vuestras, no os pertenecen a vosotros sino a la memoria de los hombres que tenéis enfrente, y se las vais arrancando a tajos de bayoneta.

Por fin la niebla empieza a disiparse y seguís corriendo con la garganta en carne viva de gritar, y el cuerpo destrozado de fatiga, hasta llegar a la otra punta del pueblo. Entonces os apoyáis en el pretil de un puente hacia el que convergen por ambos lados muchos jinetes con gran estruendo de cascos y trompetas. Y ya os disponéis a levantar la bayoneta para acuchillarlos también y llevaros lo que podáis por delante antes de ir a Dios y descansar de una puñetera vez, cuando os dais cuenta de que son coraceros y húsares franceses, de vuestro bando, si es que a estas alturas podéis todavía sentiros en bando alguno, y que os aclaman entusiasmados porque acabáis de cruzar Sbodonovo de punta a punta, haciendo huir a cuatro regimientos rusos y aniquilando a dos escuadrones de cosacos.

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23/03/2011, 21:00
Capitán García

 Apenas podía creer lo que les estaba pasando y es que cualquiera diría que la p... providencia estaba de su parte, de lo contrario no se explicaba que consiguieran todo aquello sin casi bajas. García se sentía más tranquilo y más seguro, cuando todo parecía negro, resultaba que su compañía conseguía lo inimaginable. Respiró profundo y se dejó caer en una esquina, necesitaba un descanso por si de pronto aparecía otro pelotón queriendo acabar con ellos. Sonrió también, eran un montón de hijos de puta con mucha suerte.

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24/03/2011, 16:06
Fusilero Mínguez

Ya hacía un rato que no era consciente de nada, pues el instinto de supervivencia fue el que tomó el control de mi cuerpo y simplemente hacía cualquier cosa por seguir avanzando y no quedarme rezagado, eso supondría mi muerte y si tenía que morir esperaba que no fuera en un lugar como aquel. Morir en el campo de batalla no era tan " idílico " como cuentas las historias. Prefería ser un anónimo vivo y eso que por mucho que mi corazón siguiera latiendo, lo respirar se hacía difícil con aquel humo.

Mis ojos lloraban del escozor y mi garganta picaba como si hubiera enfermado de repente, pero ver bultos, sombras del enemigo, me era suficiente para primero atacar y luego preguntar.

Salir con vida era lo único importante en aquel momento y si me llevaba a algún francés conmigo tampoco me iba a preocupar. Además que mis compañeros maldecían demasiado alto como para confundirlos con nadie, nadie se cagaba tantas veces en Dios como ellos.

El humo poco a poco quedó a nuestras espaldas o quizás, simplemente fue desapareciendo, pero aprobeché para llenar mis pulmones, deteniéndome junto a mis compañeros mientras un acceso de tos muy fuerte intentaba sacar aquel sabor a pólvora que ya se había pegado a mis bronquios.

Para cuando quise levantar la cabeza vi a más gabachos delante y eso no sabía si esa bueno o malo, al menos, se suponía que ellos no nos iban a matar, pero después de lo que habíamos organizado uno nunca sabía.

Me quedé de pie, intentando descansar algo, aunque con el rifle en la mano, por si teníamos algún percance que no esperáramos.

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24/03/2011, 22:05
Alférez Muñoz

Poco a poco automatizo mis acciones. Es siempre lo mismo. Gritar órdenes, avanzar y vuelta a empezar. La garganta empieza a picar y no es algo que pueda permitirme. Canto, canto las órdenes. Cantar eleva el espíritu y nos acerca a Dios.

Primera sección, rodilla en tierra, carguen armas. Primera sección, en pie. ¡Fuego!— repito una y otra vez con una melodía dura y fuerte. Necesito que los hombres me escuchen alto y claro. Sólo hago una pequeña pausa para frotarme los ojos e intentar ver a través de la pólvora.

En mi pequeña pausa los jinetes rusos atacan por mi flanco, el izquierdo.

—Atentos soldados. Más nos vale apuntar bien— digo a voz de grito.

Y sigo gritando. Más disparos, más pólvora, más frases manidas...

«¡Vaspaña! Si, viva España, nuestra tierra. Nuestra tierra de hombres rudos e incultos que han dejado pasar la oportunidad de adherirse a un país mejor, más culto, más civilizado, más justo. No tienen ni idea de lo que van a sufrir al volver, si es que volvemos. Viva nuestra tierra llena de soldados, campesinos y reyes. Esperemos que la reconquista no nos traiga una nueva guerra civil. ¡Madre de Dios, cómo hemos desaprovechado esta oportunidad de medrar» pienso mientras liquido a un ruso que ha aparecido frente a mi.

Apuntamos al objetivo, disparamos y avanzamos. Y antes de que nos demos cuenta nos vitorean como a héroes. Hemos cumplido con esta misión pero aún queda mucha guerra por delante.

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25/03/2011, 17:46
Fusilero Emilio "el Navarro"

Con los ojos enrojecidos y llorosos, Emilio aprovecha el respiro entre vítores para quitarse el pañuelo húmedo (a estas alturas más por su propio sudor que por el agua inicial) y toser como si se hubiera tragado a un gato e intentara echarlo. Sacó de un lateral un pellejo casi vacío y tiró sobre su dolorida garganta el escaso líquido caliente de un sabor indeterminado y que prefería no paladear.

Miró a su alrededor como haciendo revista para saber quién quedaba aún vivo y se sorprendió al encontrar a casi todas las caras conocidas que se le venían a la cabeza.

Después de muchas horas sin hacerlo, sonrió.

Hizo memoria y busco algo gracioso que pudiera animar a los demás, no estaba demasiado inspirado así que solo soltó:

- "Bueno, ahora vamos a por Asia, ¿no?"

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27/03/2011, 20:43
Le Petit Cabrón

El Petit se colocó el catalejo bajo la ceja izquierda para echarle otro vistazo a Sbodonovo. Desde la granja del vado del Vorosik la división de Ney avanzaba, por fin, tras el hundimiento del flanco izquierdo ruso. Al otro lado del río, por la carretera de Moscú, las masas de infantería del zar se retiraban en desorden, hostigadas por la caballería ligera francesa, mientras en las afueras del pueblo, junto al puente, se concentraban las minúsculas manchitas azules del 326 de Línea tras su increíble carga a la bayoneta. Aquello era una victoria más imponente que la de Samotracia.

Satisfecho, el Ilustre esbozó media sonrisa, le pasó al mariscal Lafleur el catalejo y, abriéndose el capote de cazadores de la Guardia, introdujo una mano entre los botones del chaleco.
-Cuéntemelo, Murat. Despacito y sin aturullarse, ya sabe. Sujeto, verbo y predicado.
Murat enarcó con dificultad una ceja y se puso a contar. Lo nunca visto, Sire. Toque de carga, mil doscientos jinetes tararí-tararí, o sea, indescriptible, o sea. Y en esto que llegamos junto a los cuatrocientos españoles del 326 justo cuando están a pocas varas de los cañones rusos, o sea, como quien dice, Sire, y resulta de que. Dispuestos a echárseles encima a puro huevo, Sire, supongo que capta el tono del asunto. Bueno, el caso es que cargamos vitoreándolos por su valor, y ellos nos miran con cara de sorpresa, o sea. Parecían incluso indignados, como si mismamente fuéramos a joderles la marrana. No sé si me explico.
-Se explica, Murat. Con cierta dificultad, como de costumbre. Pero se explica. Prosiga.

Y Murat prosigue narrando con su proverbial fluidez, o sea, Sire, los del 326 no esperaban ningún tipo de ayuda, o sea, dispuestos como estaban a hacer todo el trabajo con sus propias bayonetas. Así, tal cual. Por la cara. Mismamente como si fueran autómatas, Sire.
-Autónomos, Murat
-corrigió el Enano.
-Bueno, Sire. Autónomos o como se diga. El caso es de que algunos incluso nos insultaban, Sire. «Hijoputas», decían, «qué hacéis aquí. A ver quién os ha dado vela en este entierro».

El Petit hizo un gesto augusto y comprensivo.
-Es lógico, Murat. Ya sabe lo quisquillosos que son los españoles. Honor y demás. Sin duda querían toda la gloria para ellos solos.
-Será eso, Sire
-el Rizos fruncía el ceño, no muy convencido-. Porque nos llamaron de todo,
o sea, de todo. Y nos hacían cortes de mangas, tal que así, con perdón, Sire. O sea. Algunos
mismamente nos apuntaron con sus fusiles, como dudando si pegarnos un tiro.

Nueva sonrisa del Enano, a quien las victorias lo volvían de un indulgente que daba asco:
-Ahí los reconozco, Murat. Sangre fogosa. La furia española.
-El caso, Sire
-continuó- es que cargamos con ellos contra los cañones, o sea, de aquella manera, y después, cuando yo reagrupaba a mis jinetes, siguieron corriendo a su aire hacia el pueblo, mismamente detrás de los rusos, y lo cruzaron de punta a punta, tal que así, enrollando a dos escuadrones de caballería cosaca.
-Arrollando, Murat.
-Bueno, Sire. Arrollando o enrollando, el caso es de que a los rusos se los pasaron por la piedra. Fue, o sea...
-el Rizos frunció de nuevo el entrecejo, buscando una frase que resumiera gráficamente el espectáculo-.Fue osmérico.
-¿Osmérico?
-Sí. Ya sabeis, Sire: Osmero. Aquel general tuerto que conquistó Troya. El de los elefantes.

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28/03/2011, 19:04
Capitán García
Sólo para el director

Notas de juego

 Máster, iba a postear, pero tengo una duda: ¿Esto de arriba él se lo cuenta a...?

Gracias ^^

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28/03/2011, 21:04
Director

Notas de juego

A sus mariscales, que están peloteando a su lado.

Cargando editor
28/03/2011, 22:15
Capitán García

 Escuchaba el capitán con profunda atención. Ya se podía reír o quizás no, las noticias por lo menos, de momento, les daban un respiro o un momento de éste. Lo mejor era descansar y buscar lo siguiente para hacer, ansiaba hacer gala de la buena suerte que tenían pero sin dejarse llevar sólo por eso. Recobrar fuerzas y seguir matando hijos de puta, después de todo, el hombre sabía que si no eran ellos los que mataban, serían los muertos. García tenía hambre y no era por llenar la buchaca precisamente, habría disparado ante cualquier enemigo que osara siquiera sólo mirarle en ese momento. Quería a los suyos reunidos, no podían simplemente confiarse.

 
-Qué estén todos juntos, no quiero que nos desperdiguemos-dijo a Múñoz con el ceño fruncido.
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29/03/2011, 10:54
Alférez Muñoz

—Cordobés, cada vez nos veo más lejos de las sagradas puertas de San Pedro. No perdamos los ánimos. La Santa Fortuna está de nuestro lado— digo con una sonrisa.

Voy pasando revista los hombres. Una pequeña venda por allí, un poco de agua por allá... tenemos a un par heridos pero nada de gravedad.

—Lávense esas heridas siempre que puedan. No soy su señora madre y no voy a ir tras de ustedes vigilando si se curan bien las heridas o si hay que amputar. Los necesitamos a todos enteros— aviso a los hombres.

—Si, capitán. Parece que tendremos algo de tranquilidad. ¿Por qué no aprovechamos para reunir a los hombres y comer algo? Nos ayudará a reponer fuerzas y así los más jóvenes tendrán algo que vomitar— digo en tono jovial.

Haber pasado esta prueba y continuar con vida hace que mi humor haya mejorado considerablemente. Voy reuniendo a los hombres como pastor que soy. Son mis ovejas y es mi deber que ninguna se pierda. Además, quiero bendecir los alimentos antes de que empiecen a comer.

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29/03/2011, 17:14
El Maldito Enano

El 15 de septiembre de 1812, en la vanguardia de las tropas francesas que entraron en Moscú, iban marcando el paso los supervivientes del segundo batallón del 326 de Infantería de Línea, a esas alturas menos de trescientos hombres en razonable estado de salud. El resto se había quedado por el camino, de Dinamarca al campo de prisioneros de Hamburgo, de allí a Vitebsk y Smolensko, y después Valutina y Borodino, con parada y fonda en las baterías rusas y la calle principal de Sbodonovo. La noche anterior la habían pasado a orillas del Vorosik, vendando sus heridas y enterrando a sus muertos, que eran unos cuantos; aproximadamente uno de cada cuatro, pues con tanto raaas-taca y bang-bang, los cañones rusos y luego los cosacos en la calle principal les habían dado también lo suyo antes de que los mandaran a criar malvas.

Todavía impresionado por el asunto, el Enano había hecho enviar un centenar de botellas de vodka de su tren de campaña personal para felicitarles por la heroica gesta: cuídeme a esos valientes, Lafleur, antes de que los condecore personalmente en la plaza del Kremlin, ya sabe, dígales de mi parte que olé sus cojones y todo eso. Así que el mariscal Lafleur fue personalmente a llevarles el vodka -bgavos espagnoles, el Empegadog y la Patgia están oggullosos de vosotgos, mientras se cachondeaban entre las filas, aún tiznados de pólvora, la Patria dice aquí, mi primo, a ver a qué patria se refiere. Y a todo esto sin enterarse todavía de que la intención de los bgavos espagnoles era darse el piro, o sea, abrirse. Así que dígale a la Madre Patria que me agarre de aquí, mi mariscal, silvuplé. Y es que hay que ser gabacho, o sea, gilipollas.

La verdad es que fue una entrada con mal pie, sin vítores ni gente mirándoles. El ejército enemigo, mandado por Kutusov, se había retirado con casi toda la población civil, y sus botas remendadas sonaban en las calles desiertas, donde sólo el graznar de cientos de cuervos y grajos negros que revoloteaban por los tejados saludó a las victoriosas águilas napoleónicas. Así fueron adentrándose en la ciudad, fusil al hombro, preguntándose a dónde iba a llevarles todo aquello. De momento les llevó hasta una explanada a orillas del Moskova y junto al Kremlin, entre torres antiguas y cúpulas de iglesias doradas, donde tras las formalidades de rigor el Enano tomó posesión del asunto, muy cabreado porque todos los moscovitas se habían abierto con el ejército ruso y allí dentro no quedaba nadie a quien impresionar con el despliegue, o sea que nos han jorobado el número, Labraguette, ese Kutusov me la ha jugado, esperaba conquistar una ciudad llena de gente y me entregan otra vacía, como si hubiera pasado por aquí la peste negra. Menudos hijoputas, los ruskis.

-Por lo menos la han dejado intacta -apuntó el general Donzet, siempre oportuno-. Imaginaos si le hubieran prendido fuego, Sire.

El caso es que, con moscovitas o sin ellos, el Ilustre no estaba dispuesto a que le chafasen su parada militar. Así que se les ordenó formar en la explanada del Kremlin, banderas al viento y demás, con los generales franchutes pasándoles revista para comprobar si estaban en condiciones de comparecer ante el Petit Cabrón, a ver, cepíllense un poco las botas, saquen pecho, esos chacós erguidos, capitán, qué coño de soldados tiene usted aquí. ¿Cómo dice? Ah, sí, los españoles del 326. Ya veo. Pero que sean ustedes los héroes de Sbodonovo no es excusa para que vayan con esa pinta, las casacas desabrochadas y sin afeitar. El Emperador estará muy impresionado con su bravura y todo lo que quieran, pero como no se aseen un poco les vamos a meter un paquete que se van a cagar por la pata abajo. Así que de frente, ar. Uno dos, up aro, uno dos, up aro. Alto. Fiüir-mes. Así me gusta, capitán. Disciplina, eso es lo que ustedes necesitan. Mucha disciplina. A ver qué se han creído, aquí, los héroes. -A mí me la van a dar estos salvajes, Leclerc. A mí, que perdí un primo segundo en Zaragoza y un cuñado en Bailén.

En eso, trompetas y clarines, vista a la derecha y todo lo demás, y el Enano que aparece pasando revista escoltado por los granaderos de la Vieja Guardia, magnífico día, Murat, a ver dónde tiene a esos valientes muchachos. Y todo el gallinero emplumado del Ilustre y compañía que se acerca al 326, oh, mais oui, son éstos, Sire, quién lo iba a decir, tan bajitos y con esas pintas infames, si no lo veo no lo creo, ¿cuántos rusos dice usted que se cargaron en Sbodonovo?. Y el capitán García que nos grita presenten armas y se cuadra saludando con el sable, pequeño y moreno con sus patillas de boca de hacha tapándole media cara, diciéndonos entre dientes poned cara de soldados, hijos míos, que no se os note mucho de qué vais. Más vale ser héroes a la fuerza que fusilados por sorteo, uno de cada dos, como aquellos compañeros a los que les echaron el guante en Vitebsk. Y a todo esto el Enano que se para ante García y lo mira de arriba abajo, con una mano entre los botones del chaleco y otra en la espalda, como en las estampas.

-Dígame su nombre, capitán.

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30/03/2011, 10:50
Fusilero Mínguez

Cuando nos dijeron que teníamos malas pintas miré hacia mi cuerpo y luego negué con la cabeza para hacer un comentario por lo bajo a mis compañeros.

- Si tendrá que parecer que hemos estado de paseo en vez de en el campo de batalla... - Me ahorré el terminar con la frase: " y más para ver a ese enano ". Sin duda, no es que fuera precisamente el ejemplo de hombre atractivo y menos alguien en quien fijarse... ser un estratega no te hacía encandilar más a los demás, sólo a los perritos que querían el poder que podrían obtener.

Lo peor, era que allí estábamos nosotros, en medio de aquella locura sin tener demasiado claro si lo que intentábamos era salvarnos el propio culo servir a los franceses, aunque si por mí fuera ya hubiera desertado hacía tiempo.

La verdad era que sí, siempre era mejor hacer el paripé que estar frente al paredón.

Me aseé tal como se nos había indicado y arreglé mis ropas lo mejor que pude, pues había manchas de sangre, por suerte no mía, que no saldrían ni con agua caliente, cosa que ya casi no me acordaba ni de lo que era y luego fui al " matadero " con el resto de los hombres.

- Espero que al menos sólo tenga que hablar el capitán...

Me mantuve firme, con el rifle colocado en aquella posición que tanto se habían encargado de repetirme que debía adoptar.

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30/03/2011, 12:41
Director
- Tiradas (1)

Tirada: 1d54
Motivo: CoF
Resultado: 43

Notas de juego

Venga, caballeros, apresuraos a postear, que este es un desafío en el que sacaréis tantas cartas como vuestra Disciplina + Oficio militar.

La carta del destino es el 4 de tréboles.

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30/03/2011, 13:16
Fusilero Pedro "el Cordobés"

A duras  penas  me contengo  entre el deseo de   tirar de la  cabritera y  abrirle de arriba a abajo y el las tentacion de  desvalijar a enano .Demonios , solo con lo  que lleva  encima  podria vivir  toda mi vida  como un cura.Miro alrededor   y alli estan   los gigantones    de largas   bigotes   y patillas con sus   gorros de  oso.Se  les puede ver a  poca distancia del enano cabron y  con una mirada asesina  dispuestos a  saltar sobre cualquiera  amenza para su pequeño cabo.Tate,  Pedro que  estos no dudarian en   sacarle  las tripas a su padre  por un si o un no y.

- Tiradas (1)

Tirada: 7d54
Motivo: oficio
Resultados: 16, 9, 31, 43, 2, 28, 23

Notas de juego

DM: un acierto perfecto y otro crítico.

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30/03/2011, 13:48
Fusilero Emilio "el Navarro"

Como bien sabía Emilio en estos casos lo mejor era mantener el temple y pensar en otra cosa. Se quitó el pañuelo y lo usó para sacar lustro a sus dorados botones, lo que le ayudaría a disimular las manchas que no sería capaz de quitar por mucho que se esforzara (principalmente sangre enemiga). Tensó su ropa intentando aliviar las arrugas de la tendencia del cuerpo a oponerse al corte de la ropa y que se disimularían al ponerse firme agarrando los bordes de mangas y chaqueta para dar esa sensación almidonada de recién planchado.

Las botas eran algo fundamental, un par de escupitajos y el frotarlos con el trapo que usaba para recargar el rifle les daba un lustroso y aparente color negro que parecía incluso nuevos pese a todo el barro y nieve que habían pisado en su camino hasta allí.

El propio rifle era otro elemento que destacaba, un par de pasadas y estaba más que aparente, el truco era cogerlo por la parte que más se ensuciaba y meter el dedo meñique por la punta para quitar restos de pólvora, era un dedo fácil de esconder.

A los franceses les encantaba verlos con el mentón levantado para obligarles a bajar los ojos en señal de sumisión cuando les dirigían la palabra.

No era la primera vez que Emilio ayudaba al Capitán a salir de un entuerto parecido, el tener un buen nivel de francés al haberse criado conociendo y relacionándose con pastores y comerciantes del otro lado de los Pirineos le ayudaba a desenvolverse con ellos, que sobretodo agradecían que alguien les hablara con soltura en su idioma.

Emilio quedó inmóvil cual pétrea estatua atento al más sútil gesto de su capitán si requería su ayuda como intérprete.

- Tiradas (1)

Tirada: 10d54
Motivo: Pasar revista
Resultados: 50, 16, 25, 43, 45, 47, 42, 20, 41, 32

Notas de juego

Todo el palo de tréboles para mí...

,,,,,,,, y

DM: un acierto perfecto, un crítico y 5 normales. ¡TOMAD YA, GABACHOS!

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30/03/2011, 17:25
Alférez Muñoz

Sonrío tranquilo y feliz, pensado en una frugal comida en compañía de los hombres. Espero a que el capitán me conteste, pero no dice lo que yo espero.

Me giro para ver que pasa y veo a los altos mandos francesas. Ni un minuto de respiro. Me cuadro junto a los hombres, serio, con la mirada al frente. Ya veremos como termina esto.

- Tiradas (2)

Tirada: 5d54
Motivo: ¡Firmes!
Resultados: 25, 41, 10, 25, 51

Tirada: 1d54
Motivo: repetimos el 25
Resultado: 1

Notas de juego

DM: dos aciertos normales.