Partida Rol por web

La sombra del Norte

Capítulo 3: Bree

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06/02/2017, 13:26
Rossuon Pairaniar

Rossuon, cansado de tanta vuelta por el pueblo, agradeció la ayuda que los soldados les brindaban. El joven noble se contaba entre quienes preferían dormir bajo techo, aunque no en cualquier condición. Eso le preocupó, pues la sobrepoblación existente parecía indicar que se hospedarían en una posada repleta, con la posible opción de verse forzados a dormir apelotonados con el resto de clientes. No es que fuera a ser peor que la noche en la torre temiendo más ataques de espectros, pero tampoco le agradaba en demasía. Por desgracia para él, en este viaje su comodidad no era una prioridad.

Se interesó por la conversación con los soldados, aunque no se atrevió a preguntar nada por no demostrar su inexperiencia. Con suerte encontraría alguien en la posada que pudiera ponerle al corriente con una jarra de cerveza en la mano. Un ambiente que le resultaba más afín.

La multitud bastó para poner en alerta al joven noble, pues no sería la primera vez que intentan robarle. Aunque su atención aumentó al ver la actitud desconfiada de gran parte del grupo. Aferró la bolsa del dinero, se aseguró de mantener consigo el anillo y se fijó en las caras que se cruzaban. 

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06/02/2017, 20:17
Hunkel Saeta de Hierro

Para Hunkel todo aquello era molesto, y no solo por tener que ir de un lado para otro sin éxito alguno, sino por el hecho de tener que perder tanto el tiempo. Al menos había podido ir conociendo al poblado y a sus habitantes en gran medida, pues con tantas idas y vueltas le fue fácil hacer con una idea general de lugar y de sus habitantes, si algo se requería, seguramente no le complicaría mucho el intentar conseguirlo.

Ligado a ello estaba la conversación con los soldados que ahora les escoltaban, ante sus palabras y las de Dimrod, el enano hizo una señal de agradecimiento y los siguió junto a los demás, pero se mantuvo a unos diez pasos del resto observando si aquellos soldados se mantenían al frente guiándoles o si alguno se retrasaba.

Y es que las acciones de Aceroamargo claramente no eran normales, algo le preocupaba y el enano fácilmente entendía de que se podía tratar. Era claro que con tantas vueltas había llamado demasiado la atención, y por ello, el estar mas atentos de lo costumbre, no era un derroche de energías. Por ello, como era usual en él, el enano cargó una saeta.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro percepción para intentar descifrar si alguien nos sigue o si hay movimientos raros tras nosotros.

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07/02/2017, 22:38
Aeth Umbradacil

La tediosa búsqueda por el pueblo de una posada donde pasar la noche no podía haber sido más infructuosa. Casi estaba empapado por la lluvia, y aún más agotado por llevar a cuestas el pesado saco con el tesoro todo el día, pero lo peor sin duda eran su recelo y su desconfianza. Desde que habían entrado en Bree, Aeth se había mantenido cuidadosamente apartado de los otros viajeros y refugiados, constantemente mirando hacia atrás por encima de su hombro como si temiese que le persiguieran. Desde luego, si había mostrado algo de buen humor antes de entrar en el pueblo este había desaparecido, rápidamente sustituido por una gran suspicacia.

Incluso los soldados le parecieron sospechosos, y no ayudó a cambiar de idea la conversación que tuvieron con Aceroamargo en un idioma que le era desconocido. Pensó que ojalá Dimrod no hubiera aceptado tan deprisa ser escoltado por ellos hasta la prometida taberna, pero incapaz de pensar en algo mejor, Aeth siguió a los demás rechinando los dientes y lanzando si cabe aún más miradas indiscretas sobre su hombro. Estaba tan centrado en su propia paranoia que ni siquiera se percató de que los demás parecían en algunos casos casi tan desconfiados como él mismo.

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08/02/2017, 19:50
Director

Turno 3

El grupo de soldados les escoltó a través de las calles de la ciudad llevándoles por amplias y transitadas avenidas que tranquilizaron en cierta medida las sospechas del grupo, especialmente de Dimrod que temía que su decisión les pusiera en otro problema. Durante el camino, Hunkel se había colocado algo retrasado para prevenir que alguno de los soldados se rezagara y les sorprendiera con un ataque por la espalda, pero el grupo de soldados caminaba adelantado a ellos, conversando animadamente entre ellos y girándose de vez en cuando para guiar a Dimrod y su compañía.

Finalmente llegaron a la explanada del mercado de la ciudad, tal cual habían dicho los soldados, allí se encontraba La Joya en la Concha, que tal como los soldados la habían descrito era pequeña pero acogedora, con una chimenea calurosa en el centro de una sala común muy bien cuidada y limpia como pocas que hubieran visto antes. Contaba con cuatro habitaciones dobles disponibles, según les indicó el afable posadero, una de las cuales estaba acondicionada para hobbits con mesas y camas acordes a su tamaño. El precio era de dos piezas de cobre por cabeza y Dimrod pagó la suma correspondiente a toda la compañía para ocupar tres de ellas.

El grupo de soldados se despidió de ellos y regresaron a las mismas calles por las que los habían traído hasta allí. Un Dimrod agradecido les ofreció una bebida que los soldados rechazaron y les deseo buena suerte en sus próximos cometidos. Después hizo indicaciones al grupo para que le ayudaran a cargar los cofres hasta su habitación. Melyanna y Matha ocuparían una de las habitaciones, Dimrod y Eoden la contigua, puesto que el eriadoriano todavía no se fiaba mucho del apuesto muchacho y sus intenciones para con la dama y quería controlarlo de cerca. El resto del grupo podrían compartir la tercera habitación.

Una vez terminaron de instalarse bajaron a cenar, coste del que Dimrod también se hacía cargo. La sala común se encontraba tranquila y había pocos huéspedes haciendo uso de ella. En una de las esquinas, a la luz de un candil, un hombre alto y delgado de aspecto impecable y ropas limpias jugaba a los naipes con un tipo pequeño que parecía cansado. Otros cuatro hombres les miraban expectantes desde una mesa distante.

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08/02/2017, 21:27
"Aceroamargo"

Aceroamargo alzó una ceja al escuchar que los ocho miembros de la escolta compartirían una habitación doble; y reprimió una sonriso al imaginarse al posadero ventilándola al día siguiente. "Vaya con el eotheod... no es tan tonto como parece. También yo debería haber tratado de cortejar a la dama, y dormiría con espacio para estirar las piernas" pensó en broma, divertido. Lo cierto era que el comprobar que el honor de los soldados del Rey seguía intacto pese a no estarlo su apariencia, le había alegrado. Por supuesto, habría que hacer guardias, y el Numenorean se preguntó si al estar en una aldea que contaba con su propia guarnición de soldados sería necesario vigilar también la ventana, como en la anterior ocasión, o bastaría con guardar la puerta.

El joven dejó sus pertenencias en la habitación, quitándose grebas, brazales y yelmo; conservando solo la cota de mallas y la espada. Dejó también su rudimentaria mochila y el misterioso martillo que habían encontrado en la cripta, envolviendolo en el capote embreado para ocultarlo de ojos curiosos. Mientras procedía de esta manera, descubrió el broche con forma de escudo, que había cogido llevado no sabía muy bien por que pensamientos; y se lo puso en su ajada capa carmesí. A su manera era una manufactura hermosa, y hombres valientes la habían lucido con orgullo antaño. Ahora la llevaría él, en honor a los caídos y maldecidos en la lucha con el Enemigo.

Bajó con el resto a la acogedora y bien cuidada sala común de la posada; con ganas de disfrutar de una opípara cena. Un par de parroquianos jugaban a las cartas, y un grupo de hombres se quedó mirando al grupo desde otra mesa. No era de extrañar, pensó, componían un grupo de los más variopinto. El joven tenía aún en mente las extrañas inscripciones del martillo. Y pensando en ellas, se fue directo hacia los cuatro que se habían quedado mirándoles. Si no, siempre podía acudir a los que jugaban a las cartas, pero prefirió no interrumpirles por el momento.

- Tengan unas buenas noches, señores.- Les dijo en cuanto llegó a su mesa, hablando con tono cortés.- Recién llegamos a Bree y he de confesar que nunca había pasado por aquí. ¿Son de por aquí? ¿Sabrían decirme si puedo encontrar a un hombre, digamos... versado en escrituras y runas antiguas por la zona?

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08/02/2017, 21:59
Mithdúlin

El bardo suspiró de alivio cuando vio el cartel de madera que rezaba el nombre de la posada, meciéndose lentamente con la brisa nocturna. Al fin y al cabo, aquella no había sido ninguna treta y al fin podría dormir en un sitio cómodo. Se encontraba genuinamente agotado y, mientras entraban por la puerta y sentían el agradable calor que de ella provenía, empezó a soñar despierto con la futura cena que les esperaba dentro.

Cuando le sirvieron su plato, no tardó en agradecerle el servicio al encargado. La comida le supo bastante mejor que otros días y le ayudó a recuperar las fuerzas. Tampoco le había importado el reparto de habitaciones, pues se conformaba con dormir tranquilo bajo techo.
Mientras cenaba, echó un vistazo a la sala común de la posada. Parecía bastante tranquila para lo atestada que estaba la ciudad y, desde luego, estaba mucho menos animada que La Perca Dorada. En parte se alegraba, pues no se veía capaz de prestar su talento musical a nadie esa noche. Sin embargo, le extrañó el grupo de personas que miraban de reojo a la pareja que jugaba a los naipes.
Tras limpiarse la boca con un pañuelo en un elegante gesto, se giró para dirigirse a Aceroamargo, pero este se había detenido a hablar con los hombres que miraban a los jugadores de naipes. Miró a Rossuon con extrañeza y le susurró:
Rossuon, ¿no te parece un poco extraño que la posada esté tan vacía? 

 

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09/02/2017, 00:51
Rossuon Pairaniar

Llegaron sin problema hasta la posada prometida, consiguiendo las últimas tres habitaciones. Rossuon resopló con la noticia de la repartición. Se lo había imaginado pero no había querido asimilarlo. Se preguntó cuándo volvería a dormir como era debido, en su gran cama. Era tan blandita...

Tuvo que consolarse con poder disfrutar de una buena cena bien regada. No pensaba forzar la generosidad de Dimrod. Llevaba la segunda jarra en la mano, pagada de su dinero, y bebía con lentitud, casi como si estuviera haciendo algo malo.

Los temores del elfo le tomaron por sorpresa y se inclinó hacia él para mantener el tono conspirador.

- ¿Crees que es algún tipo de trampa? - preguntó aparentemente preocupado. Hasta ese momento solo había reparado en el riesgo de que su bolsa fuera sustraída. ¿Acaso debía esperar algún tipo de ataque?

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09/02/2017, 01:36
Mithdúlin

Mithdúlin meditó la respuesta de Rossuon antes de hablar. Sentía que algo no andaba bien, y ser precavido ante situaciones que pudiesen poner en peligro a la joven dama era su trabajo, ¿no?.
No lo sé. Desde luego me parece sospechoso— susurró. No sabía si se debía a las pocas horas de sueño o que todavía no se sentía del todo cómodo en aquel lugar, pero definitivamente había algo que no le gustaba —. Creo que, tal vez, lo mejor será comentárselo a Dimrod cuando volvamos a las habitaciones. No estaría de más hacer guardia, no sé... ¿Qué opinas tú?

 

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09/02/2017, 10:44
Aular Robleviejo

Al llegar a la posada Aular se dejo desplomar en uno de los bancos y comentar con tono cansado Todos estamos cansados necesitamos llenar el estomago y una noche de sueño reparador Cuando levanto la cabeza vio que estaba hablando solo y los demás habían ido a las habitaciones a dejar su equipo o charlando entre ellos .Se encogió de hombros y empezó a comer sin esperar a los demás .Según van llegando y se van sentando les dirijo saludos con la cabeza sin dejar de mover las mandíbulas .

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09/02/2017, 17:24
Rossuon Pairaniar

Rossuon asentía ante las palabras del elfo, hasta que mencionó lo de las guardias. Empezaba a parecerle excesivo, pero por su propia comodidad. Además de dormir apelotonados no podrían hacerlo durante toda la noche. Se preguntó esperanzado a quién le tocaba librar.

- Debemos ser precavidos. Informemos a Dimrod y que sea él quien decida.- 

El joven noble esperaba que no considerara necesarias las guardias. Ni siquiera pretendía sacar el tema cuando expusieran las sospechas. 

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09/02/2017, 19:25
Hunkel Saeta de Hierro

El enano entro a la posada aun con ciertas reservas, y era claro para el que al menos algunos mas de entre ellos pensaban en lo mismo. Ya adentro, todo se le hizo normal, mas que nada por que no conocía mucho sobre aquel poblado o sobre como eran las posadas; aunque curiosamente estaba demasiado vacía a pesar de que según se decía, todo estaba ocupado en el poblado.

Precavido como solía ser, el enano había llenado su cantimplora con agua y la llevaba consigo en aquel momento. Ademas llevaba también parte de sus raciones, suficiente para cenar cómodamente aquella noche sin tener que recurrir a los alimentos de la posada. Esto por que no pensaba comprar nada allí. Al menos no hasta corroborar que todo estuviese realmente en paz. Se apartó por tanto de los demás de momento, y buscó un lugar desde el cual pudiese contemplar todo en tranquilidad.

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11/02/2017, 23:34
Director

Dimrod cenó frugalmente con la cabeza llena de preocupaciones y al terminar se dirigió a una mesa algo apartada sobre la que desplegó un mapa de la zona y se puso a estudiarlo para planificar el recorrido de los próximos días. El joven Eoden se acercó al eriadoriano para ayudarle en la tarea, pues como ya había comentado en alguna ocasión conocía bien la zona, de hecho Dimrod lo había contratado porque el eothraim aseguraba haber viajado innumerables veces por esos caminos, aunque sospechaban que era una de tantas exageraciones del muchacho.

Matha y Melyanna subieron directamente a su alcoba. La mediana, ya recuperada de los sucesos de la noche anterior, contaba historias curiosas y cuentos de su tierra a la joven dama y decidieron alejarse del ambiente masculino que imperaba en la sala común de la posada para seguir contándose historias hasta la hora de dormir.

Mientras el resto del grupo terminaba de cenar con más calma y conversaban de sus asuntos, Aceroamargo se dirigió al grupo de cuatro que observaban a los jugadores de carta con tanto interés para preguntarles si conocían a algún hombre versado en antiguas escrituras. Uno de los parroquianos se llevó el dedo índice a la boca para pedirle silencio sin despegar los ojos de la jugada que se producía en la mesa cercana.

-Aguardad, joven. Ese hombre es un maestro del Cambio de Marea, nuestro amigo Lunder no tiene nada que hacer. -El Cambio de Marea era un juego de cartas bastante popular en aquella zona que consistía en repartir tres cartas por jugador, cada jugador miraba sus cartas y las colocaba bocabajo frente a sí, separadas y en el orden que quisiera. Después, cada jugador escogía una carta de su oponente y se las intercambiaban, luego volteaban las cartas y el que sumara más puntuación, ganaba. La carta más baja era el as, mientras que cada figura contaba como 10. Cuando descubrieron las cartas, el hombre alto y delgado había vuelto a ganar la mano y recogía las monedas apostadas sobre la mesa, su montón iba creciendo mientras que el de su oponente no dejaba de disminuir. -¡Increíble!. Es la décima mano seguida que le gana. -Le dijo el hombre a Aceroamargo, como si el numeroneano estuviera tan interesado en la partida como él mismo. -¿De dónde sois, joven?. -Le preguntó tras echarle un vistazo de arriba abajo y desviar la cabeza para observar al resto de la compañía antes de volver su interés a la partida de cartas. -Aquí dudo que encontréis a alguien que sepa de escrituras antiguas, pero más al norte, en Fornost, los eruditos abundan. Si es que todavía queda alguno en la ciudad.

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12/02/2017, 08:09
"Aceroamargo"

Aceroamargo aguardó en silencio, observando curioso y atento hasta que terminó la mano del juego de cartas. En cuanto acabó, y al parecer con el mismo nefasto resultado que las anteriores para el amigo de aquellos hombres; uno de ellos le contestó.

- De Egenyar, al sur del reino.- Contestó sin darle importancia.- ¿Y por qué apostar contra ese hombre, si es tan bueno como decís? Parece una forma segura de perder unas monedas sin conseguir nada a cambio.

El hombre le aseguró que allí lo tendría difícil para encontrar a alguien versado en escrituras y runas; pero que tal vez en Fornost su suerte cambiase. Aceroamargo agradeció la información con un gesto de cabeza. - Pensé que con la cantidad de refugiados desplazados hasta aquí, quizá fuese posible encontrar a alguno de estos sabios en la aldea. Decidme, ¿vos sois de Bree?

El joven hizo la pregunta más por educación que por real interés, pues visto que había fracasado en su intentó, ahora estaba ansioso por volver a la mesa junto al resto de compañeros para despachar la cena.

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12/02/2017, 15:14
Mithdúlin

Cuando terminaron de cenar, Mithdúlin miró a Rossuon en caso de que quisiera acompañarle y se acercó hasta la mesa donde Dimrod y Eoden se habían retirado para establecer la ruta por la que continuarían al día siguiente. Al elfo no se le había escapado la cara de preocupación de su patrón, y se preguntó si ya habría llegado a la misma conclusión.

Cuando llegó hasta su mesa, se aproximó a Dimrod y comenzó a explicarle sus temores en voz baja:
Disculpe, señor Dimrod, pero sigo preocupado por la seguridad de la compañía. Me resulta extraño que la posada parezca tan vacía y tranquila pese a lo atestada que estaba la ciudad. Sé que estamos todos cansados, pero tal vez convendría no bajar la guardia.
 

 

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12/02/2017, 17:52
Dimrod

Dimrod dejó de observar el mapa cuando el elfo se dirigió a él para transmitirle sus preocupaciones con respecto a la seguridad de la posada, después su mirada se dirigió hacía la ventana más cercana y observó el exterior: la luna ya se alzaba en lo alto y la noche era oscura y profunda.

-Bueno, es demasiado tarde ya. -Contestó. -Y sólo quedaban disponibles cuatro habitaciones. Me temo que el resto de ocupantes de la posada ha de estar ya en cama y por ello no hay tanta gente aquí abajo. De todos modos no bajaremos la guardia. -Dimrod parecía satisfecho con que sus hombres se mantuvieran preocupados por la seguridad de la comitiva. -Eoden y yo haremos las primeras guardias.

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12/02/2017, 17:58
Director

El parroquiano de la taberna con el que hablaba Aceroamargo aseguraba haber nacido en la ciudad de Bree, al igual que el resto de sus compañeros, y le dio las razones que había tras la pregunta que el numeroneano había formulado con la sabiduría de un hombre precavido: qué razón llevaba a un hombre a apostar contra otro si la suerte no le era favorable.

-Porque el Tahúr Purpura, -dijo en clara referencia al hombre delgado quien vestía con ropajes de color púrpura oscuro, -lleva invicto desde que llegó a la ciudad hace una semana y ha ofrecido cinco piezas de oro a aquel que consiga ganarle. -El lugareño hablaba en voz baja al referirse a él por ese apodo.

-Lo que es, es un fullero. -Intervino otro de los cuatro hombres, bastante indignado pero manteniendo el tono confidente que había iniciado su compañero. -Es un timador. No sé cómo lo hace. Pero es un ladrón.

-Aquí mi compadre, -explicó de nuevo el primero, -está algo resentido con el Tahúr después de que le limpiara los bolsillos. Pero yo creo que en realidad su éxito se basa en la gran habilidad que tiene para el juego y en la suerte.

-Pues saca tus monedas de una vez a ver si tú logras algo. -Concluyó el segundo con un bufido de enfado hacía su amigo.

El primer hombre se encogió de hombros y se dirigió de nuevo a Aceroamargo con una media sonrisa y negando con la cabeza.

-Ni caso, dicen eso de él por que les gana con facilidad, pero nadie le ha visto una trampa.

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12/02/2017, 19:20
Mithdúlin

De acuerdo— contestó, ahora un poco más tranquilo —, en ese caso, me encargaré de la última con Rossuon. Se lo comunicaré al resto.

Mithdúlin se dirigió hacia la mesa para explicarles la situación a los últimos que quedaron allí, y después subió a la habitación que compartía con el resto de los hombres. Una vez terminó, volvió abajo para buscar a Aceroamargo y esperar a que terminase de su conversación con aquellos parroquianos. De paso, le preguntaría si había averiguado algo interesante que pudiese preocuparles.

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13/02/2017, 00:12
Aeth Umbradacil

Desde que se separaron de los soldados al llegar a la Joya en la Concha, Aeth apenas había dicho una palabra, simplemente asintiendo o negando con la cabeza cuando se dirigían a él directamente. Aunque había subido a su habitación compartida a dejar la mayor parte de su equipaje, al bajar a la sala común aún cargaba con el saco lleno de monedas, del que no se separó durante toda la cena. Después de aquello pasó gran parte del tiempo apartado de los demás, dirigiendo miradas envenenadas a cuantos se acercaban demasiado, incluido al elfo que acudió a informarle sobre las guardias de aquella noche.

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13/02/2017, 10:42
Rossuon Pairaniar

El joven noble accedió a acompañar a Mithdúlin y lo siguió hasta la mesa escogida por Dimrod para planificar las próximas jornadas de viaje. Al levantarse sintió con mayor intensidad el cansancio de sus músculos y volvió a echar un vistazo a los jugadores. Eran la otra cara, la que había sido hasta no hace mucho, despreocupado por el mundo y envuelto en su propio placer. ¿Cuándo podría volver a ello? ¿sería capaz ahora de volver a disfrutarlo del mismo modo? Se planteó unirse a la partida en un intento por transportarse a las facilidades en las que vivía. Igual más tarde, cuando se notara más descansado.

En la conversación se mantuvo en segundo plano. La amenaza podía no ser tan clara como habían imaginado, pero no iban a librarse de las guardias. Menos cuando era el propio elfo quien proponía a Rossuon para la última. Ahogó un resoplido y una queja mientras eliminaba la opción de jugar a las cartas. Su prioridad era dormir. Hubiera pedido la habitación del propio Dimrod hasta que acabase la primera guardia, pues quedaría vacía, pero tendría que partir el sueño y no acababa de convencerle. 

Regresó con Mithdúlin pero no se detuvo en la mesa. Rossuon ascendió hasta la habitación y se dejó caer en una de las camas. Debía retirarse cuando el ambiente no estaba animado, así no tenía la sensación de perderse nada interesante... aunque hubiera deseado jugar una partida a las cartas. Lo olvidó pronto, en cuanto se le cerraron los ojos. 

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13/02/2017, 11:59
Gramj Haïa

Gramj había estado distante desde el encuentro. Fatigado desde el combate con el jabalí. Más que fatigado, estaba triste. Se había escurrido el arma de las manos, y eso que había procurando hacer de cebo para que pudieran matar pronto a la bestia. Contra el fantasma se había resarcido. Habría conseguido demostrar su valía en combate y ya estaba satisfecho consigo mismo. Ahora le apetecía una cerveza con todos, y celebrar que estaban vivos, pero ... no sabía como abordarles.

- Habrá oportunidades. Y lo dejó pasar. Ya habría momentos en que pudieran disfrutar de estar juntos.

No tenía claro como hacerlo, pero ... le apetecía ahora.

- A ver si en el desayuno.