Partida Rol por web

- Me refería a otros edificios como este, en la Primera Edad todos eran como este, y algunos de los que se conservan se encuentran en distritos poco recomendables - dice para aclarar sus anteriores afirmaciones mientras vuelve a colocarse las gafas conun gesto casi reflejo.- A menos que el Consejo decidiera trasladar esos edificios piedra a piedra a otro lugar de la ciudad, no se me ocurre otra manera de salvarlos, pero bueno, ese es un asunto del que se podría hablar durante horas... - no parece fui satisfecho con las decisiones del Consejo al respecto de la arquitectura de la Primera Edad.- En la Biblioteca no desde luego, la cartografía no es el fuerte de este centro, aunque supongo que podrás encontrar algo que te sirva en el mercado.

-Eso espero, ha sido una campaña larga, pero ha merecido la pena acabar con el Carretero Negro, y no solamente por el dinero, la gente de Nexus se merece un poco de tranquilidad.

Por no hablar de la fama que se llevarían y el aumento de la confianza del consejo de la cuidad sobre ellos, lo que sería beneficioso para el acuerdo que tenían. Dejó marcharse al Capitán y entró en su tienda desde donde pudo oír la alegría con la que los muchachos fueron recibiendo su parte, algo normal en estos casos.
Con la una sonrisa de satisfacción en la cara comenzó a recoger sus pertenencias. No eran muchas más de las que solía llevar encima normalmente así que no tardaría demasiado tiempo. Lo metió todo en un baúl y después se dispuso a desmontar el catre donde dormía y las demás cosas voluminosas de la tienda.

Arianna se despidió de Dace con una pequeña inclinación de cabeza cuando este se despidió. Se ajustó bien el pañuelo que le tapaba la cicatriz y se adentró en el bullicio de la ciudad.

No había hecho ningún plan, ni tenía ninguna necesidad en especial, simplemente le apetecía estirar las piernas en un precalentamiento del viaje que les esperaba. Mezclarse con toda la gente de aquella ciudad y pasar desapercibida, sin más, mientras ojeaba cosas en el mercado, dispuesta a estar ojo avizor por si surgía algo frente a ella que pudiera ser interesante para el viaje o para ellos como grupo. Así que caminó distridamente hacia el mercado. Había estado un par de veces antes, así que conocía bien el camino, por lo que se dejó llevar por su intuición.

Tal vez un buen cuchillo, un pañuelo nuevo, o algún mapa interesante que pudiera complemente al que estaba segura que Jug traería de la Biblioteca.

Miró a Ryuusei y le habló en voz baja- No te preocupes por mi, tómate el resto del día libre...

Ryuusei se frota contra tu pierna antes de escabullirse entre las calles de la ciudad. Enseguida dejas de verlo, pero el vínculo te indica que su presencia no está muy lejos y que por el momento se encuentra bien.

Te encuentras en mitad del Gran Mercado, el centro neurálgico (y geográfico) de la ciudad de Nexus. Aquí uno puedo encontrar lo que desee, desde una mercancia exótica hasta la propia muerte, aunque esto no es muy común pues la presencia de la guardia es más que visible. El gentío y las voces y gritos te abruman un poco, al fin y al cabo estás más acostumbrada a la soledad y la tranquilidad, pero aún así paseas entre los puestos admirando las mercancías que hay a la venta.

Encuentras varios puestos dónde podrías comprarte un nuevo pañuelo, casi de cualquier color imaginable. Más adelante observas los puestos de armas, que son menos comunes, y encuentras un amplio arsernal de cuchillos y dagas de todo tipo. Sin embargo, ninguno parece especialmente bueno y de momento tienes todas las armas que necesitas, no sería muy prudente llevar encima demasiados cuchillos, por muy escondidos que estén. Por último, dejando atrás puestos de comida, perfumes, especias, animales y un sinfín de cosas más, descubres un modesto puestecito dónde un anciano se afana en vender láminas con dibujos hechos a mano. Entre los paisajes y algún retrato encuentras un par de mapas de la región, aunque su aspecto es bastante mundano, sin demasiados detalles.

No estás segura de qué es lo que Juggernaut buscaba exactamente, pero te da la impresión de que lo que pueda aportale el mapa que has encontrado seguramente ya lo habrá conseguido por sus propios medios.

- ¿Y bien? - preguntó el Bibliotecario, que parecía tener prisa por volver a su trabajo.- ¿Es esto lo que buscabas? Si quieres puedo buscarte otra cosa, aunque me temo que eso es lo mejor que tenemos...

Después de un buen rato esperando sobre el tejado, la puerta de la taberna se abre y Botines sale a la calle. Ves que lleva una pequeña mochila a la espalda con un petate enrrollado, por si hay que pasar la noche al raso. También lleva un bastón en la mano, sobre el que se apoya para caminar. En definitiva, va pertrechado como lo haría cualquier viajero.

Comienza a andar por dónde había venido antes, desandando el camino hasta llegar a una de las calles principales abarrotadas de gente. Toma la dirección Sur y parece que se dirige a las puertas de la ciudad, tal y cómo habíais concretado.

-Oh, perdona. Esta en las nubes, pensando... -se rascó una vez más su frondosa cabeza y acabó bajando el brazo con un gesto de decepción-. Haré lo que me dices. Iré al mercado a comprar un mapa y si no te importa, me gustaría volver y compararlo con este. Si hubiera que hacer alguna corrección o añadir algo, ¿podría contar con tu ayuda?

- Si, claro, vuelve cuando quieras - dice enrrollando de nuevo el mapa y colocándolo en su sitio.- Puedo ayudarte pero la cartografía no es mi fuerte... Solíamos tener un cartógrafo en la Biblioteca pero un día se marchó - se encoge de hombros.- Supongo que se cansó de que nadie viniera a pedir sus servicios... seguro que él habría podido ayudarte mejor que yo... En fin, estaré en la entrada si me necesitas, que tengas suerte.

Te dedica una inclinación de cabeza y se da la vuelta para marcharse. Después de dar un par de pasos se para en seco y se da la vuelta.

- Será mejor que te ayude a encontrar la salida - dice sonriendo, un poco avergonzado por el descuido.- Es fácil perderse.

Terminas de ordenar tus cosas mucho antes que tus hombres y no tienes nada mejor que hacer que sentarte a observar como desmontan el campamento. Parecen muy motivados, la gloria y las recompensas les han subido mucho la moral. Es cierto que algunos de tus hombres murieron en la campaña contra el Carretero Negro, pero otros se unieron para reforzar las filas de los Halcones del Destino. Parece que la compañía va en aumento y te sientes satisfecho por el trabajo que estás haciendo.

Después de un rato las tiendas están desmontadas y ya sólo queda terminar de recoger los suministros, en poco tiempo la compañía estará lista para partir. De momento ninguno de tus compañeros ha regresado.

Cuando terminó salió de la tienda y comenzó a observar el estado del campamento, a sus hombres todavía les quedaba trabajo por hacer, como era lógico, pero se alegró de ver que parecían contentos y motivados.
Miró a su alrededor esperando encontrar a alguno de sus compañeros de regreso, pero todavía no había señales de ninguno. No se preocupó, sabía que vendrían a tiempo. Como no podía estar parado se mezcló entre sus hombres y se puso a ayudar organizando los suministros y comprobando que no faltaría de nada los días que estuvieran de viaje.

-Buen trabajo muchachos. Meted las tiendas en aquellos carros. Y asegurad mejor esos barriles de agua no vayan a volcarse en algún bache. Dace había observado que las cuerdas que los sujetaban habían quedado algo holgadas.

Dejó los carros de transporte y se dirigió al pequeño corral donde estaban recogidas las monturas. Se acercó a su caballo "Imperioso" y este se acercó al vallado en cuanto le vio. Dace le acarició la cabeza y le dio algo de forraje.

-Pronto te sacaré de aquí Imperioso, podrás volver a cabalgar. Pero será mejor que comas, hacia el norte hace más frío así que necesitarás estar fuerte.

Juggernaut no podía negar haberse sentido tentado de coger prestado aquel mapa tan detallado, cuando el bibliotecario dio media vuelta dispuesto a dejarlo allí mientras regresaba a su puesto. No obstante, se mirara como se mirara y aunque lo hubiera devuelto tras su viaje, no hubiera dejado de ser un hurto, y un sonrojado Juggernaut, asaltado por la vergüenza de aquellos pensamientos, se limitó a asentir cuando el hombrecillo se volvió para servirle de guía en el camino de vuelta a la salida.

Ya en la puerta, se volvió y alzó una mano a modo de despedida, acompañado de un estentóreo, "GRACIAS POR TODO", que debió oírse en unas cuantas manzanas en derredor. Suspiró. Su viaje no había sido en vano, aunque sí poco fructífero. Y entonces, se dio un golpe en la frente ante su descuido y olvido. Había querido mirar en el mapa la presencia de alguna inicación que señalara la presencia de ruinas o de algún lugar que, en su momento, hubiera podido reunir las reliquias que, en definitiva, iban a buscar junto a su último compañero.

Refunfuñó por lo bajpo ante su estupidez y se encaminó al mercado dispuesto a comprar un mapa. El regreso a la biblioteca era ahora inevitable y cuanto antes acabara, mejor.

Jade estaba donde tenía que estar, en el tejado, vigilando sin despistarse la puerta de la taberna donde Botines había entrado hace tiempo. No tenía dudas de que el hombre estaba haciendo lo más normal del mundo, como recoger sus cosas y puede que hasta tomar algo. Pero su misión no era la de opinar si no la de asegurarse que no los iba a engañar.

Al final su espera llegó a su fin, el hombre salió por la puerta y Jade se puso en marcha como una felina detrás de su presa. Al parecer no se desvía de su camino en ningún momento y se dirige hacía el punto de encuentro. Es el momento que la pequeña negra tiene que acelerar su paso o sus saltos por los tejados, y adelantarse. Llegar justo detrás de él sería sospechoso, pero si llega antes y espera tranquilamente, no tiene porque dar ninguna mala impresión.

Enseguida llegas al Gran Mercado, el centro neurálgico (y geográfico) de la ciudad de Nexus. Aquí uno puedo encontrar lo que desee, desde una mercancia exótica hasta la propia muerte, aunque esto no es muy común pues la presencia de la guardia es más que visible. Paseas entre los puestos y entre la gente, parece como si todo el mundo tuviese claro a dónde va, sin detenerse ni un momento y sin siquiera mirar a quién tienen delante. Destacas entre la multitud por tu tamaño, de modo que la mayoría intentan evitarte y no se arriesgan a darte un mal empujón.

Hay objetos de todo tipo, incluso encuentras lo que vas buscando: una tiendecita dónde venden láminas dibujadas a mano y también algunos mapas. El dueño es un viejecito de rostro simpático y ahora mismo está pendiente de una mujer que parece estar mirando la mercancía.

Al acercarte ves que se trata de Arianna.

Mientras observas la mercancía sin prestar mucha atención, percibes una figura que destaca entre la multitud. Se trata de un hombre alto y corpulento de piel oscura.

Cuando se acerca más te das cuenta de que es Juggernaut.

Te pones en marcha y corres a toda prisa por los tejados de la ciudad, salvando con gráciles saltos las distancias más largas. No te lleva mucho tiempo llegar hasta la puerta de la ciudad, dónde se supone que debéis encontraros con Botines, y estás bastante segura de haber sido tan rápida como para que nadie te haya visto.

Bajas de un salto por un oscuro callejón para después salir a la calle como si no hubiera pasado nada. Estás en el punto de encuentro pero no hay ni rastro de ninguno de tus compañeros. No sabes si Arianna y Juggernaut habrán regresado, pero te parece probable que Dace aún no haya terminado de movilizar a sus hombres, sobre todo teniendo en cuenta que tienen que recoger el campamento.

Gente, puestos llenos de mercancía, animales esperando dueño u olla en la que acabar el día, todo el mercado era un barullo que podía volver loco a cualquiera que no estuviera acostumbrado a su pulso.

Sin embargo, por alguna extraña razón, Arianna no se sentía molesta por todo aquel desorden y actividad, sino que caminó tranquilamente entre los puestos mirando la mercancía exhibida intentando encontrar algo que fuera de utilidad. Encontró a una mujer que vendía pañuelos como los que ella buscaba, pero eran de peor calidad que el que ella tenía por lo que decidió pasar de largo. Se detuvo un instante a examinar los cuchillos que un comerciante tenía a la venta pero, sin ánimo de comprar ninguno en especial, siguió adelante y después de un buen rato, solo consiguió captar su atención un puesto especializado en láminas. Eran pequeñas, pero llamaban la atención. Estuvo mirando muchas de ellas y se sorprendió al descubrir varios mapas de la región. Se dio cuenta de que eran uns mapas básicos de la zona, faltaban muchos detalles con los que un buen mapa hubiera contado y, tras darle vueltas un momento, decidió no comprarlos. Iría al campamento y vería que es lo que Juggernaut había conseguido en la biblioteca y, dependiendo de lo que tuviese, volvería a por ellos o no.

Así que, aunque siguió ojeando la mercancía mientras caminaba, puso rumbo al campamento. Y entre la gente, lo vio. Era inconfundible, no podía pasar desapercibido. Caminó hacia él, sin prisa, no tendría que llegar hasta el campamento para ver si tenía o no un mapa que les sirviera.

-¿Que tal se dio la visita a la biblioteca? -le preguntó situándose y caminando junto a él- ¿Algún mapa interesante?

-Ey, Ari -saludó Juggernaut cuando ella se colocó a su paso, momento hasta el cual, sumido en sus pensamientos, ni siquiera había llegado a darse cuenta de su presencia-. Bien. Y mal. Bien porque cuentan con unos mapas estupendos... que no pueden sacarse de la biblioteca. Así que no había mucho negocio que hacer y ten por seguro que el bibliotecario no me hubiera dejado sacarlos en préstamo. Eran mapas viejos, realmente buenos. Así que no me queda más que comprar alguno de los del mercado y regresar a la biblioteca para compararlos entre sí. Estoy convencido que los que pueda encontrar aquí son una chapuza. Pero siempre queda la opción de... -en ese momento miró a su compañera con los ojos entrecerrados y frotándose el mentón-. Sí, tú podrías echarme una mano. Ya sabes. Rellenar los huecos del mapa, aquellas cosas que aparezcan en el mapa viejo y no en este. Y seguro que hay muchas. Si el edificio de la biblioteca es de la primera edad, descuida y lo que hay allí encerrado también lo es. Aunque no sé si el papel o el cuero aguantan tanto. Bah, qué más da si aguantan o no. El que he visto había resistido. ¿Qué me dices? ¿Me echas una mano?

Jade no tardó nada en llegar en el punto fijado para la reunión. Aunque estuvo moviéndose mucho y rápido, no se le notaba. Ni una gota de sudor sobre su frente delataba los últimos hechos. Miró a su alrededor y al parecer no había nadie conocido, aprovechó para recolocar sus rastras y sus pocas prendas. Al final, apoyó su espalda sobre una pared y, con su actitud fría y tranquila, esperó la llegada de los demás.