Partida Rol por web

Arianna sonrió levemente detrás del pañuelo que le cubría la cara al escuchar la propuesta de Jug. La evaluó un instante, pero sabiendo que el bibliotecario no era tan ingénuo como para dejar escapar un buen mapa, asintió en silencio casi sin darse cuenta de que lo estaba haciendo.

-¿Me estas proponiendo que hagamos una copia lo más decente posible de un buen mapa en un mapa comprado en un mercadillo? -se volvió hacia Jug levemente para evaluar su expresión cuando ella contestara- ¿Se lo estás preguntando a alquien a quien le encantan las bibliotecas? Lo único malo de esa propuesta es que posiblemente me tengas que sacar a rastras de allí cuando terminemos. Ver todos esos libros y no tener tiempo para investigar lo que pueden esconder allí dentro... Tendrás que tirar de mi, sí -suspiró recordando viejos tiempos. Tiempos de tranquilidad, de ignorancia y desprecios, pero tiempos que para ella tenían mucho valor. Y muchos recuerdos, buenos y malos- Ven, he pasado por un puesto en el que estaban vendiendo mapas, no ya de mala calidad, sino de lo siguiente. Pero nos servirán para tu plan.

Le indicó el camino por el que había venido, desandando el camino en busca del puesto en el que se había detenido para echar un vistazo a los mapas, los mismos que había desechado por simples y, que ahora, cobraban un nuevo valor ante el plan de Jug.

Mientras cuidas de tu fiel montura el Capitán Risa se acerca a ti para informarte de los progresos.

- Ya está todo listo, Jefe - dice con alegría.- Sólo queda desmontar el cercado de los animales... si ya has terminado, claro...

No desea interrumpir lo que estés haciendo, pero efectivamente parece que es lo único que queda ya por recoger, el resto del campamento es ya un conjunto de baules, cajas y sacos apilados. En ese momento, Risa se da cuenta de que tu armadura está manchada de sangre en la parte del brazo, ahora que estás cuidando del caballo tu capa no lo tapa y queda a la vista. Su semblante se torna ligeramente sombrío, parece preocupado.

- Tienes sangre en el brazo, Jefe - dice señalando el lugar dónde el bandido consiguió herirte, es una herida leve pero Risa es muy observador, no se le escapa una.- ¿Ha pasado algo en la ciudad, Jefe?

-¿Malo no, sino lo siguiente? Mujer, para eso nos llevamos un papel en blanco y haces una copia. Seguro que el tipejo de los mapas tendrá alguno decente por ahí escondido y a buen precio. Ya le regatearé yo. Siempre se me ha dado bien -dijo haciendo crujir los nudillos ominosamente y con una sonrisa socarrona colgando de su boca-. Mercachifles. Siempre queriéndose aprovechar. Pocos he conocido que quisieran hacer negocio de buenas formas -señaló mientras seguía a Ari a través de los diferentes puestos-. Mentiras, trapicheo, inflando precios... Bah, ya no hay lo que tiene que haber.

-Sí, ya he terminado Risa. Tan solo estaba anunciándole que pronto podrá cabalgar libremente, se pone nervioso cuando está mucho tiempo encerrado. Puedes decirles a los hombres que desmonten el corral también. Supongo que nuestros compañeros no tardarán en llegar y podremos partir hacia el norte.

Con una mirada a su alrededor se dio cuenta que todo había sido recogido eficientemente y con rapidez, como si verdaderamente sus hombres tuvieran más ganas de aventuras. Eso le hizo sonreir.

-¿Esto? Contestó Dace señalando la sangre e intentando frotarla con su mano para quitarla. No es mía, no te preocupes. Paramos en una taberna a celebrar el pago y a comer algo caliente y apareció un tipo acompañado de unos rufianes. Habían pertenecido a la banda del Carretero Negro y pensaban que matándonos podrían hacerse con el liderazgo de lo que queda de ella, pero creo que eso no pasará y la banda se seguirá disolviendo en pequeños grupos sin importancia. Los tipos no tuvieron ninguna oportunidad, pero ellos no lo sabían, tan solo creyeron las promesas de su cabecilla, un tullido llamado Cararata al que dejamos marchar. Estoy seguro que hablará bien de los Halcones del Destino y servirá para que otros no intenten lo mismo... Pobres desgraciados. Tenías que haber visto a unos parroquianos que no se creían que habíamos matado al Carretero Negro, creo que tampoco les quedarán ganas de negarlo más, se fueron corriendo y todavía no han debido parar. A Juggernaut le dieron con una flecha, pero ya lo conoces, se la arrancó y siguió como si no hubiera pasado nada, es como un toro.

Volvéis junto al puesto de las láminas y los mapas. Por el momento es el único puesto que habéis visto que pueda satisfacer vuestras necesidades, aunque el mercado es tan grande que no se puede descartar que haya otro. Sin embargo, tenéis muy presente que no debéis retrasaros demasiado puesto que ya habéis quedado con Botines en que os encontraríais en la puerta de la ciudad.

El vendedor es un viejecito que está fumando en pipa. Parece distraido, no le presta demasiada atención a la gente que se detiene un momento a observar su mercancía, aunque ninguno parece buscar nada en concreto y nadie le hace ninguna pregunta.

Tras unos minutos en los que te dedicas a ver pasar a la gente desde tu posición en la pared, ves aparecer a Botines tal y como esperabas. Por el tiempo que ha pasado no tiene pinta de que se haya entrenido en nada durante el camino. Se detiene un momento y recorre el lugar con la mirada hasta encontrarte, después se acerca a ti a buen paso.

- ¡Hola! - te saluda con una sonrisa.- Vaya, pensaba que ya estaríais todos listos, aunque veo que me equivocaba... ¿Dónde están los demás?

Su preocupación aumenta cuando comienzas a relatarle lo sucedido. Al terminar parece que se relaja un poco, sin embargo, aún parece preocupado.

- Si tú lo dices, Jefe, entonces no hay de que preocuparse - dice con una media sonrisa.- Terminaremos de recoger el corral y estaremos listos para partir.

Te saluda y se retira para comenzar a recoger lo que queda.

Tus hombres tardan un rato más y el campamento está completamente recogido. Todo está empaquetado y cargado en el carro o en los animales. Una orden tuya y se pondrán en marcha.

El resto aún no ha llegado y ha pasado un buen rato desde que te fuiste de la taberna. Piensas que quizás estén esperando en la puerta de ciudad, dónde se supone que habíais quedado en reuniros con Botines.

-Buenos días, abuelo. Mira, estamos interesados en un mapa -dijo dándole las especificaciones pertinentes-. ¿No tendrás alguno, verdad? Y a buen precio, por supuesto -añadió con un guiño simpático.

El anciano suelta una larga bocanada de humo y después te sonrie enseñando los dientes.

- Todo lo que vendo tiene un buen precio, amigo - dice sin dejar de sonreir.

Se echa mano a la túnica y saca un paquetito con tabaco. Rellena la pipa pausadamente y continua fumando con toda la tranquilidad del mundo.

- Puedes buscar entre las cosas, no te cortes, si lo que estás buscando existe entonces lo encontrarás -dice en un tono enigmático, como si sus palabras constituyeran un acertijo.

-Ya sabes que esto es parte del oficio, siempre habrá gente que no esté contenta con nuestra parte del trabajo y esté dispuesta a quitarnos del medio, pero en este caso esos tipos eran unos pobres desgraciados que no sabían lo que hacían.

Dejó que el Capitán Risa siguiera haciendo su trabajo y se sentó sobre unas cajas observando las idad y venidas de sus hombres. No tardaron mucho en terminar de recoger todo con gran efectividad, momento en el cual todos parecieron fijarse en él como esperando instrucciones. Dace miró alrededor y vio que sus amigos todavía no habían vuelto.

Habrán ido directamente a la puerta de la ciudad.

Se levantó de allí y se acercó a Imperioso. Una vez montado ordenó a sus hombres ponerse en marcha y se colocó en cabeza junto al Capitán Risa mientras dirigían su camino hacia la puerta.

-De nuevo en ruta Capitán, esperemos que esta pequeña aventura también sea beneficiosa.

Por lo que había leído en la carta el lugar donde el quinto hombre esperaba contenía algún que otro tesoro y eso siempre animaba a los mercenarios, aunque en este caso lo que temía es que animara a otros antes que ellos, por eso las prisas de marchar sin perder el tiempo.

Nada hacía sospechar que hace poco Jade saltaba por los tejados. Su aspecto tranquilo y su mirada fría no delataban nada de lo que pasaba por la cabeza de la pequeña chica. Desde su lugar pudo ver a Botines antes de que él a ella. Se quedó ahí, quieta, esperando ser observada. En cuando se acerca y le habla, el saludo de ella es el esperado, una breve inclinación de cabeza y ninguna sonrisa para acompañarlo.

- Están a punto de llegar, respondió secamente. La pregunta le sorprendió, pero la frialdad con la que la chica estaba acostumbrada a tratar al resto del mundo, le sirvió para disimular. ¿Cómo iba a saber ella por donde están el resto, si no estuvo con ellos? También sabía que era mejor no decir nada que hablar demás. Aún así, la curiosidad sobre la persona que tenía delante, la hacía ponerse preguntas. Una de ellas era sobre lo que más le interesaba en el mundo, el combate. ¿Sabes luchar?, dijo después de un largo silencio, en el cual se dedicó a inspeccionar al hombre de arriba hasta abajo para ver pruebas de ello en su cuerpo o en sus ropas.

Arianna presenció la escena con curiosidad y miró a Jug cuando el tendero devolvió la atención a su pipa.

-He ojeado antes un poco, pero solo por encima. Volvamos a mirar y como tu sabes con lo que contamos en la biblioteca puedes considerar lo que nos puede o no servir -dijo acercándose al montón de láminas- Son láminas hechas a mano...hay paisajes -le dijo enseñándole uno bastante bien conseguido- y entre ellos...algún mapa que otro. Veamos con más detenimiento que se esconde aquí -terminó diciendo mientras pasaba lámina y lámina en busca de alguna que les sirviera a su propósito- Si encontramos alguna completa o con bastantes detalles, tardaremos menos en completarla en la biblioteca. No podemos retrasarnos mucho.

-Ya lo sé, abuelo. Sé que lo encontraré, pero prefiero un mapa que me ayude a dar con ello -dijo con una amplia sonrisa Juggernaut e interpretando las palabras del anciano como algo que iba más allá de su muestrario de mercancías-. Está bien, Ari -señaló de forma escueta frente al espíritu verborréico de su compañera que, tras su anterior apatía parecía haber despertado a un estado de elocuencia. Sus manos grandes y hechas para la pelea, se movieron entre la mercancía expuesta, echando un ojo a unos y otros pergaminos, buscando aquel que mejor se ajustara a sus necesidades. 

- ¿Qué si sé luchar? - pregunta Botines, tratando de dilucidar qué pretende Jade con esa pregunta.- Bueno... alguna vez he tenido que pegarle a alguien con esto - levanta el bastón que utiliza para apoyarse al caminar.- Pero nada comparado a lo que hicisteis en la taberna... No, no soy ningún guerrero.

Tus hombres se ponen en marcha y enseguida ponéis rumbo a la puerta de la ciudad. El campamento está en las proximidades de la ciudad, así que no tadarás mucho en llegar.

Tras una intensa búsqueda encontráis algo que parece que pueda servir. Es más burdo y sencillo que lo que Juggernaut ha visto en la Biblioteca, aunque no está claro si el de la Biblioteca tiene o no más detalles, puede que la diferencia sea meramente estética. De un rápido vistazo encontráis la aldea de la que os habló Botines, efectivamente da la impresión de que no está demasiado lejos de aquí.

En cualquier caso, lo más valioso del puesto no son los mapas, hay algunas láminas que son realmente bonitas.

Dace se puso al frente orgulloso, montado en su Imperioso y con el Capitán Risa al lado. Sabía y sus hombres con el tiempo también habían llegado a comprenderlo, que ese tipo de desfiles no podía hacerse de cualquier manera. Los hombres siempre se "arreglaban" de una manera especial y se preparaban a conciencia para dar una buena imagen. En las poblaciones y grandes ciudades era donde se encontraban los potenciales clientes y siempre había que dar una buena imagen para impresionarlos. Cuando estaban fuera, en campaña, las exigencias a la hora de vestir o formar no eran tan estrictas, pero ahora debían dar la impresión de ser un pequeño ejército organizado. Y eso mismo estaban haciendo todos mientras desfilaban hacia la puerta que tenían como destino inmediato. No tardarían mucho en llegar, pero seguramente habría los suficientes curiosos para dejar una buena impronta en el público.

-Parece que les has gustado Risa.

Dijo Dace a su Capitán cuando pasaban al lado de un grupo de jovencitas que sonreían y saludaban, parecía que la mayoría de sus atenciones se dirigían a su compañero de desfile, cosa que hizo sonreir a Dace.

- Entiendo, respondió Jade con su típica voz que no delata nada de lo que pensaba. Puede que vas a necesitar a dar algunos golpes más en este viaje, ya viste que atraemos a las malas gentes incluso en una tranquila taberna. Sus ojos miraron el bastón y luego se volvieron a clavar en su mirada. ¿Por qué lo usas? Hizo con la cabeza un gesto hacía el objeto que Botines había indicado como arma casual. A todo esto, sus sentidos estaban atentos, pendiente de todo lo que pasaba a su alrededor y preparada para cualquier cosa. Nada delataba a su compañero de charlas su estado interior, como era de esperar.