Partida Rol por web

La misma voz vuelve a hablar.

Acceso permitido. Salida del área de informática. Paso de Ricardo registrado en los informes

La puerta se abrió sin hacer ningún ruido. Ya eras libre... Pero los del área de informática sabrían que habías estado allí.

El cuerpo inerte desapareció. Allí no había nada ni nadie, sólo estabas tú. La imaginación te estaba jugando malas pasadas y el estrés no ayudaba a relajar tu mente. Todo estaba fuera de control. ¿Qué dificultades podría haber en entrar en la Universidad, subir hasta el piso de los despachos y buscar el examen? Parecía que os encontrabais con todas y cada una de ellas.

Harta como estabas, continuaste caminando. Para ti esa aventura tenía que llegar a su fin. Saldrías de allí y volverías en otro momento, con luz y sin esas visiones horribles, todo tenía que acabar ya...

O no. Una voz de un hombre tarareando algún tipo de canción. No le veías, pero si seguías por esa dirección, le encontrarías. ¿Alguno de tus compañeros? ¿O es que no estabais solos esa noche?

Había alguien más allí, un hombre. Y estaba silbando. Se paró en seco, ¿Quién sería?.... MArtín, Ricardo??? No, no podían ser tan estúpidos. Cierto que Ricardo era bastante despreocupado, pero llegar a eso... no, eso era demasiado.
Tenían que volver a reunirse, eso era lo sensato. Buscó con las manos una puerta, tenía que esconderse en un aula mientras el hombre silbante pasaba de largo... Eso es, me esconderá en un aula y desde allí mensajearé a Ainhoa para saber donde está.

Ainhoa se aleteró al ver la señal de piso mojado. Estaba claro que el conserje de la universidad seguía por allí. Lo cuál no le hacía ninguna gracia podría suponer un contratiempo ante sus planes. Debía avisar a sus compañeros, pero ahora estaba más perdida que nunca y ya no sabía hacia donde tenía que tirar. La universidad, tan oscura, resultaba laberíntica.

De momento se agachó para ver si con algún reflejo de las luces de emergencia, podría ver algún tipo de huella. Aquello indicaría que alguien ya había pasado por allí recientemente. Y con suerte sería alguno de sus compañeros, el conserje no volvería a pisar "lo mojado".

No entendía nada de lo que tenía delante, y menos como había conseguido salir de allí, pero tampoco podía razonar mucho. Decido abrir la puerta y salir para ver dónde me encontraba ahora. 

El zumbido en su cabeza estaba empezando a rozar el horror. Martin abrio la puerta de un volantazo y la cerró tras de él. El ruido cesó de pronto y se encontró en medio de un pasillo oscuro.

Unos segundos pasaron antes de que pudiera reaccionar, incluso se había olvidado de su esguince.

"A la mierda"

Saco su linterna y se cuidó de taparla ligeramente con su mano para que la luz apuntase solo al suelo iluminando las cosas cercanas a el.

Miro en ambas direcciones antes de dirigirse a la direccion del ruido, examinando la zona.

Asustada como estaba Sabina emprendió una huida...hacia delante y se lanzó en una silenciosa carrera hacia el lugar de donde provenía el ruido. Mejor encontrarse con cualquier otro antes que seguir sola. ¡Sola! Aquella situación era delirante. Totalmente delirante.

¿Martin?Ricardo?

"Tengo que encontrar un megáfono" Pienso y salgo corriendo hacia el despacho del director donde sé que había uno. Al llegar a la puerta me freno bastante y me pongo a mirar, por si las moscas se encontraba alguien dentro...

El suelo estaba impoluto. Nadie había pisado mientras estaba mojado. Por lo que podías deducir que tus compañeros no habían pasado por allí, o al menos, alguien había fregado hacía poco...

Como confirmando tus sospechas, la voz de un hombre llegó a tus oídos, tarareando algún tipo de canción. No le veías, pero si seguías por esa dirección, le encontrarías.
 

Por suerte, no te fue complicado encontrar un aula en uno de los laterales del pasillo. Y, ante la experiencia anterior, echaste un ojo antes de entrar.

En este caso, el aula era de ordenadores. Todos estaban emitiendo un tipo de luz azulada ya que estaban encendidos. Uno de ellos parpadeaba, como si tuviera un mensaje de aviso.

Lo que te preocupaba era el silbido. Pegaste el oído a la puerta, y escuchaste cómo el tarareo del hombre iba y venía, sin llegar a aclararte si se acercaba o se alejaba. Pero de pronto, escuchaste cómo una puerta, cercana a la tuya, se cerraba de golpe. El tarareo estaba más cercano. Otra se abrió y se cerró, y el silbido volvió a ser casi imperceptible. El hombre entraba y salía de las aulas, y se acercaba a la tuya.

En tus oídos todavía retumbaban los gritos de tus compañeros, aunque sólo parecía que fueran imaginaciones tuyas. Corrías con todas tus fuerzas, con una idea en tu cabeza: El megáfono. ¿Qué otra manera para reunir a tus compañeros?

La voz de tu concienca llamó a tu cerebro. ¿Era buena idea? ¿Sería la mejor decisión? Pero acallaste también ese molesto sonido. Habías tomado una decisión, y no había marcha atrás.

Pero aún así, tu cerebro seguía soltandote frases. Ese pasillo no era el correcto. Estabas yendo en la dirección equivocada. Todo llegaba tarde, no podías atender a razones...

Y abriste lo que pensabas que era el despacho del director. No, no lo era. Un aula en esa Universidad..

No, no era una más.

Algo te llamó poderosamente la atención. Un reflejo en el suelo muy extraño, al otro lado de la mesa del profesor. No pudiste evitar la curiosidad y te acercaste lentamente. Parecía algún tipo de charco, era un líquido que parecía espeso...

Tu cerebro te gritaba que huyeras, pero la curiosidad mató al gato. Al rodear la mesa del profesor, lo viste.

El cadáver de un hombre.

Antes de que te dieras cuenta, ya estabas corriendo otra vez por el pasillo.

Con más seguridad, avanzaste por aquel pasillo a oscuras, deseando llevar ropas que no sonaran tanto al rozarse. ¿O simplemente era la tensión de tu cuerpo que seguía jugandote malas pasadas?

Pero hubo un sonido que parecía que silenciaba a todos. Una voz de un hombre tarareando algún tipo de canción. No le veías, pero si seguías por esa dirección, le encontrarías. ¿Alguno de tus compañeros? ¿O es que no estabais solos esa noche?

La zona de informática desaparecía a tus espaldas, pero tus miedos huían contigo. Todo había quedado registrado, y la Universidad sabía mucho, demasiado de tí. Las palabras automáticas de la mujer no dejaban de sonarte en tus oídos. No te iban a dejar abandonar la Universidad. ¿Te retendrían? ¿Qué intentarían hacer contigo? ¿Y Hellín?

Tus obsersiones por la tecnología parecían totalmente fundadas. Creías no estar dentro de ese mundo, pero estabas atrapado; te habían atrapado.

Y el zumbido en tus pantalones volvió a empezar. El teléfono de tu padre volvía a la carga.

El tarareo te hizo girar por un pasillo cercano. Tus compañeros podían estar allí pero, ¿por qué tarareaban? ¿Cómo se les ocurría hacer ruido?

Pero no, no era ni Ricardo ni Martin. Al final del pasillo, había un hombre limpiando el suelo. Estaba al final, y parecía llevar cascos, pues no te había escuchado.

Y, antes de decidir qué hacer, el hombre se detuvo. Se quitó los cascos y se llevó algo a la oreja.

¿Ya está? Ok, ahora subo

Y continuó limpiando.

Lo único que se me pasaba por la cabeza en estos momentos, era si todo el tiempo que había estudiado en esta Universidad había sido grabado, algo por el estilo a lo que ponía el libro que había leído hace unos meses, 1984 creo que se llamaba, el pavor de estar dentro del puñetero mundo tecnológico actual, me asustaba. 

El vibrar del teléfono me hace acercarme a la tierra de nuevo y salgo de mis pensamientos enseguida. Descuelgo el teléfono enseguida. 

- Diga...

Martin apagó su linterna. No estaban solos, y esa voz no era la de Ricardo. ¿Quien o que podria ser?

Primero de todo cubrió su cara con la capucha. Aunque estaba aún asustado, eso no era motivo para perder los nervios y olvidarse del plan.

Se acercó hacia la voz, pero paró al encontrar la primera esquina que doblaba el pasillo.

"Será mejor que intente averiguar quien es nuestro amigo sin que el sepa que estoy aquí."

A Martin no le gustaba pararse a esperar a los acontecimientos. Asi que finalmente intentó acercarse sigilosamente para no ser descubierto, hasta una distancia prudencial donde pudiera identificarlo.

Estaba claro que alguien se acercaba, si salía al pasillo sería descubierta inmediatamente. Se agachó bajo una de las mesas, esperaba que el desconocido la pasara por alto, tal vez le prestara atención al ordenador en el que parpadeaba la luz, pero dudaba mucho que pudiera verla.
Se puso en cuclillas y sacó el móvil; comprobó que estuviera en silencio y comenzó a escribirle un mensaje a Ainhoa.

Dnd stais? Stoy n 1 klas kn pc´s y 1 tio sacerk.
No se k pasa...

Ainhoa escuchó tatarear a alguien, suponía que sería el bedel. Así que, sería mejor que se escondiese, porque como la pillase iba a estar muy jodida. Además, no había excusa posible para encontrarla a ella sola. El plan que habían pensado por si alguien los pillaba ahora no tenía sentido, puesto que estaba sola.

Así que abrió la primera puerta que encontró y trató de esconderse allí. Confiando en que allí no hubiese nadie...