Partida Rol por web

Pitón, Real... Leyó muy despacio mientras intantaba aclarar sus pensamientos. Pitón Real.... Madre del amor hermoso! Serpientes!! Me he metido en un aula llena de serpientes..... Miró aterrada a su alrededor en busca del dichoso reptil. Una serpiente está suelta, el signo del pecado... Dios dame fuerzas para salir de aquí, se que he errado, pero por favor, déjame salir de aquí con vida; que no se me acerque esa serpiente, que no se me suba, que no me roze....
Se santigüó mientras buscaba con la mirada al maldito bicho. retrocedió muy despacio hacia la puerta buscando el pomo con la mano.
 

Ainhoa estaba completamente fatigada. Había corrido demasiado, más de lo que ella estaba acostumbrada. ¡Aquel día empezaba a tener agujetas y todo! Era demasiado esfuerzo para un cuerpo muy poco trabajado.

Desde la mesa miró a través de una ranura la puerta. Necesitaba vigilar que aquel payaso no la estuviese siguiendo. Pero... ¿Y si la seguía? Qué cojones iba a hacer entonces. De pronto tanteó su bolso. ¿Llevaría en él algo útil para defenderse? Estaba claro que no. Pero por si acaso sacó las llaves y las colocó entre sus dedos. Quizá bien clavadas pudieran hacerle daño a quien fuese el que lo estuviese persiguiendo. No iba a dejar que la violase como a aquella niña. Se había preparado mil veces para aquella situación, y teóricamente sabía como actuar, aunque no había que ser muy lista, para saber que de la teoría, a la práctica...

Una vez estuvo solo controló su respiracion poco a poco hasta que otra vez Martin volvió a calmarse.

-Mierda, esto es lo que llamo yo una mala noche...

"Estaba empezando a hablar solo? Daba igual eso no tenía importancia."

Martin se había quedado solo, ese ataque de pánico le había costado caro y por si fuera poco encima tenía que dar con una clase llena de insectos. Con lo poco que le gustaban...

El chico se dirigió hacia la mesa del profesor y se sentó en el pupitre. Con esfuerzo y poniendo una mueca de dolor apoyó la pierna en la mesa, resopló y comprobó los cajones de esta al mismo tiempo que sacaba el movil para mandarle un mensaje a Sabina.

"Sabina no se donde estoy, he ido a parar a una clase llena de insectos, perdoname por irme, no se que me ha pasado..."

Algo más tranquila, pudiste mirar a tu alrededor. ¿En qué clase habías entrado? Todo estaba lleno de máscaras y disfraces... Sin duda, debía ser algún tipo de clase de arte y teatro.

Los alumnos hacían buen trabajo. Las máscaras parecían tener vida. Sus ojos vacíos te observaban. Cada movimiento que dabas y cada respiración, todo estaba controlado por ellos...

Y no podían faltar cierto tipo de máscaras...

Si todo fuese sencillo en la vida, no tendrías que estar allí, intentando robar un examen. No estarías dentro de una clase llenas de serpiente, no estarías en un lugar con una de ellas suelta...

El cuerpo te empezó a picar. Cualquier tipo de roce te hacía saltar del temor. Una serpiente suelta... ¡Podría estar en cualquier parte!

En ese ataque de nervios, retrocediste hasta la puerta. Y cuando ibas a tocar el pomo... Algo parecía estar subiendo por tu pierna... La serpiente estaba allí.

Viste una especie de tela blanca desaparecer en la oscuridad. Sin quererlo, tu mente encadenó esa imagen con otra. ¡La niña del chino! Te había seguido y ahora estaba detrás de ti. Tanto ella como la muñeca que llevaba entre sus brazos daban el mismo pavor. ¿Cómo podía estar una niña allí, sola? ¿Sería un fantasma?

Tu móvil no tenía cobertura. Dejaste el mensaje en la bandeja de salida, pues poco más podías hacer. ¿Por qué en ese aula no había cobertura? Quizá las ondas les afectasen de alguna manera. A saber.

Los cajones del profesor tenía guantes protectores, tizas, el borrador de la pizarra, papeles en blancos y varios libros de tamaño mediano sobre insectos, como no podía ser de otra cosa.

Mientras tu pie descansaba, un zumbido te puso la piel de gallina. Al fondo del aula, había una urna tremendamente grande con insectos voladores. Amarillos y negros... ¿Abejas? ¿Avispas? Una mirada más detenida te hizo descubrir que eran avispas. ¡Y eran enormes! Peor, todavía, el zumbido iba en aumento. Parecían enfadadas y no dejaban de revolotear.

Al poner la mano en la pantalla, una luz azulada recorrió tu palma. La puerta no se abrió, pero había algo o alguien en esa habitación. Una voz de mujer automatizada resonó en aquel lugar.

Nombre: Ricardo Hernández

Edad: 21 años

Estudios: Ciencias Ambientales

Activista, fanático. Acceso restringido a este aula.

La serpiente se me sube...Comenzó a correr sin poder pensar en elgo que no fuese aquella maldita serpiente subiémdola por la pierna e introduciéndose en su cuerpo.El pecado, el pecado original vino por una serpiente.....Serpiente, serpiente ,serpiente. Comenzó a gritar histérica mientras trataba de salir de aquella maldita aula y alejarse de la puñetera serpiente.

¿Pero que narices tenía delante de mí? que era esta sala que tenía la universidad, algún proyecto de I+D en el que estuvieran trabajando los alumnos de ingeniería. 

Grité para ver alguien me oía.  - ¿Me escucha alguien?  Mientras decía estas palabras probaba con la puerta que estaba a la derecha de la que había probado antes. 

Afectada por todo y maldiciendo a la maldita niña, salgo pitando escaleras arriba. Al menos algo hacía bien, porque en teoría Sabina y Martin estaban en el despacho de López.
Llego al tercer piso, cautelosa. No se me olvidaba que podían estar vigilando.

"La niña de los cojones me va a seguir, aunque vaya a mi piso... Así que cogeré el examen, le diré a Ricardo que se mude a mi casa, y ya está." Me digo a mi misma, sin pensar.

¡Aaaaaaaaaaaaaaaah! El grito de Ainhoa fue incontrolado. La muchacha entró en pánico sumamente acojonada, hasta tal punto que un poco de pis se le escapó. ¡Joder! No podía creérselo, solo a ella se le había ocurrido entrar en una sala así. Joder, joder, joder. No podía evitar buscar el picaporte de la puerta para escapar de allí, pero por alguna razón era incapaz de abrir la puerta. Forzaba y forzana una y otra vez, mientras sentía como todas esas máscaras revoloteaban alrededor de su cabeza. Como si hubieran cobrado vida y fuesen capaz de flotar. ¿Aquello había sido una risa? Ainhoa estaba empezando a entrar en shock, hasta el momento en que se dio cuenta que estaba tratando tirando de la puerta, cuando lo que tenía que hacer era empujar.

Al salir de allí notó como si el aire fuera más limpio y fresco, por unos segundos había notado la otra sala caliente y con el aire más espeso y dificil de respirar. Sus pulmones se agitaban hiperventilando. Por poco había entrado en pánico...

Una gota de sudor frio cayó por la frente de Martin. Su primera reaccion fue ponerse los guantes que habia en el cajon y ponerse la capucha, pues si las avispas le daban miedo, mas pánico tenia a su picadura.

-Mierda...

Sera mejor que me vaya de aquí sin hacer mucho ruido.

Aun en tension bajo la pierna de la mesa. Apenas temblando. Lo bueno es que el esguince se estaba enfriando poco a poco y ya no dolía tanto como al principio.

Apoyandose en la mesa y silenciosamente, como siendo observado por los insectos. Martin se incorporó.

Donde estaran el resto, mierda joder me han dejado solo...

Esta voz se repetía como un eco en el subconsciente del chico hasta el punto que empezaba a olvidar su objetivo original. Si algo no le devolvia pronto a la realidad...

Un grito de mujer resonó por toda la Universidad. Un grito de miedo, de pánico, de horror. ¿Sería Beatriz, Hellin o Sabina?
 

La serpiente podía estar allí o no. No te detuviste a comprobarlo por si te tentaba. Sacudiste la pierna con energía mientras conseguías girar el pomo y salir de aquella maldita clase.

El portazo te garantizó que ya estabas fuera, alejada de peligro... O de ese peligro.

El pasillo estaba muy oscuro, creías recordar que más que antes. ¿Habría ocurrido algo?
 

Un grito de mujer resonó por toda la Universidad. Un grito de miedo, de pánico, de horror. ¿Sería Ainhoa, Beatriz o Sabina?

Un grito de mujer resonó por toda la Universidad. Un grito de miedo, de pánico, de horror. ¿Sería Ainhoa, Beatriz, Hellin o Sabina?

Al probar con la puerta siguiente, la voz mecánica de la mujer resonó de nuevo en la sala de espera. Dio los mismos datos anteriores, incluyendo alguno nuevo.

Residente en Madrid.

Madre ingresada y enferma.

Estudio psicológico: Posibles brotes agresivos ante diferentes equipos de última tecnología

Acceso restringido a esta aula.

De pronto, un grito de mujer resonó por toda la Universidad. Un grito de miedo, de pánico, de horror. ¿Sería Ainhoa, Beatriz, Hellin o Sabina?

Un grito de mujer resonó por toda la Universidad. Un grito de miedo, de pánico, de horror. ¿Sería Ainhoa, Beatriz o Hellin?

Pero...pero... REACCIONA IMBECIL
Ninguna de las chicas le caía demasiado en gracia, pero Sabina acababa de imaginarse a Martin. Había sido una visión muy vivida, señal de probable locura ¿Acaso sería víctima del estres?¿O era algo más grave como la esquizofrenia? Lo que estaba claro es que  no podía seguir mcho tiempo allí. Y mucho menos dejar a Martin. Loca o no haberlo visto era señal de mala conciencia. Sin preocuparse ya de nada, Sabina salió corriendo e busca del chico. Si se encontraba con alguien afrontaría las consecuencias, pero no podía dejar al chico con la pierna rota tirado en el suelo. Martin...soy Sabi...¿Donde estás? susurraba cada poco esperando encontrarle rápido. Ojala hubiese venido con Guizmo...así no estaría sola