Partida Rol por web

No sólo estaban los pasos, en esos momentos escuchaste cómo un par de puertas se abrían y se cerraban. ¡Alguien estaba registrando las salas!

Lo de pensar en que mañana estaríamos los dos paseando a mi Siriusin me tranquilizó un poco. Lamentablemente, tan solo fue unos segundos. 

De golpe, escuché como se abrían y cerraban las puertas. 

¡Estaban registrando las salas!

"Dios, dios, dios... Cálmate..." 

- Estáis sordos, joder ¡Vámonos de aquí! ¡Se acercan! Van a abrir esta puerta... ¿Qué hacemos? ¡Callaos! Escuchad atentamente...

Cada vez estaban más cerca...

Cojo a Ricardo y lo meto conmigo en un compartimiento del lavabo. Coloco mi dedo índice es sus labios. 

- Shhh

Ainhoa se estaba poniendo histérica al escuchar a Hellín. Una cosa era estar acojonada y otra muy distinta era inventarse las cosas. ¿Acaso estaba tratando de llamar la atención? ¡Joder! ¡Ni que fuera Sabina! Si ya había conseguido al hombre que deseaba. Ya estaba con él. ¡Para qué quería llamar más la atención! Ainhoa no era capaz de comprenderla. Así que, en vista de que ellos habían tomado la iniciativa antes, decidió que era el momento.

La listilla decidió salir de allí y abrir la puerta. Estaba convencida de que allí no había nadie. Vosotros escondeos, voy a ver si todo esto es cierto o son solo imaginaciones de Hellín. Dijo saliendo del baño a mirar qué es lo que estaba pasando.

-Hellín ,cálmate... los nervios te la están jugando.... los demás no escuchamos nada. Lávate la cara, reina, te vendrá bien. Comentó en un tono tranquilizador. -Eso Ainhoa, tal vez sea lo mejor que alguien salga a ver que pasa, eso seguro que la trnaquiliza.

No hay nadie, Martin... aquí no hay nadie... Serán los ruidos del edificio... Dios...¿estás bien? Sabina e acercó preocupada al chico que tenía el color de los muertos en el rostro, lo que erizó el vello de la nuca de la chica. Tienes mala cara, será mejor que vayas al hospital. 

-Argh...

Solo aprietame el vendaje, esto no es nada. Si no apoyo el pie no se agravará.

Aunque por dentro Martin se estaba muriendo de dolor hizo de tripas corazón. No era el momento para preocuparse por eso. Ni para pararse.

Podriamos conseguir un stick de hockey del gimnasio, que haría las veces de muleta. Pero antes tenemos que reunirnos con el resto. Necesitamos las llaves del despacho de Lopez

Y salio reptando de su escondrijo hasta apoyarse en la pared.

-Voy a mandarles un mensaje.

Saco el movil y busco a Hellin en sus contactos.

No me hacen falta llaves ¿recuerdas? y no puedo apretarte más el vendaje. Te aliviaría un rato pero luego será peor... dijo pensando en lo que conllevaría un corte de circulación. ¿Y estás seguro de que quieres mandar un mensaje? Si hay alguien fuera del baño oiría el pitido

Aunque pensándolo bien no me importaría demasiado que les pillasen.
Lo mejor es que sigamos con el plan original y continuemos juntos hasta el despacho de López y abramos la puerta. Ven, apóyate en mí hasta que encontremos algo que sirva de muleta.

Hellin estaba descontrolada, no se que le pasaba, tampoco quería hacer por la fuerza que se calmara, así que lo mejor es dejarme llevar, y no pongo ninguna resitencia cuando me mete dentro de uno de los baños. los baños se limpiaban a primera hora del día, así que estando por la noche el olor a pis era un poco penetrante, pero no me podía poner quisquilloso.

Siento el dedo en mis labios, y presta más atención para ver si tiene razón en referencia a las voces y golpes que oye. 

Aunque Ricardo y Hellín no pudieron verlo porque estaban encerrados en uno de los baños, Ainhoa abrió la puerta. Lo hizo muy despacio porque, aunque ella no escuchaba a nada ni a nadie, no quería meter la pata.

Y entonces...

Entonces no pasó nada. El silencio formaba parte de la atmósfera. Allí no había nadie.

Quizá eran las palabras tranquilizadoras de Ricardo. O quizá era que estabas escuchando los pasos alejarse. Pero ya no estabais en peligro... Nadie os iba a descubrir, al menos de momento.

No había nadie. Respiraste tranquila. Por un momento llegaste a pensar que Hellín podía tener razón. ¿Y qué pasaba si había alguien allí? Os delataría y todos tus estudios se irían al traste. Cuando ibas a girarte para hablar a los demás, escuchaste un ruido. No era fuerte, era como si alguien se hubiera levantado tras estar agachado. Los nervios hicieron que el corazón empezara a latirte a mil por horas. Miraste en esa dirección y.... algo te pareció ver.

Un rostro que conocías. Una cara que habías visto en el gimnasio.

Y cuando ibas a gritar, de difuminó con la oscuridad.

Tranquilizabas a Hellín, esperando que volviera a la normalidad, cuando sentiste que te vibraba el bolsillo. Allí llevabas el móvil que te había enviado tu padre. ¿No le habías apagado?

-No hay nadie fuera, dijo Beatriz en un tono de voz apagado, pero lo suficientemente alto para que Ricardo y Hellín pudiesenb oirla. -Vamos por la llave del despacho.

-Les dije que pusieran los moviles en silencio.- Dijo Martin mientras trasteaba con su movil.

Le mando un mensaje a Hellin. Estamos todos bien (menos mi pie) y por aqui no hay nadie. Sabina y yo vamos directos al despacho de Lopez. Informad con las novedades.

-Si no me han hecho caso es su problema.

La chica le ofrecio a Martín apoyarse en el cosa que el chico agradeció de buen gusto y se levanto sin hacer fuerza en su tobillo. La primera hora tras hacerse una esguince era siempre la peor. Asi que habría que intentar no apoyarlo mucho.

Martin se levantó finalmente apoyandose en el hombro de Sabina.

-Aun asi Sabi hay dos cosas que sigo pensando. La primera que no nos vendria mal tener las llaves a pesar de tus habilidades. Y la segunda que deberíamos buscar algo que sirva de muleta antes de seguir. Si nos pillan no quiero que nos pillen a los dos si uno puede salvarse.

Ainhoa respiró tranquila cuando abrió la puerta. Por un momento pensó que podría haber alguien, pero cuando abrió la puerta y comprobó que efectivamente estaban solos se giró para decirles a todo el mundo que podían estar tranquilos. Pero cuando estaba dejando de mirar directamente alguien o algo salió de su escondrijo. El corazón le dio un vuelco y cerró la puerta dando un portazo.

Se quedó mirando a Hellín con los ojos bien abiertos y algo pálida. Bueno, más pálida de lo que era la chica. Por unos momentos sintió que las piernas le flaqueaban. ¿Cómo iba a decirles que efectivamente alguien estaba allí? Y que, efectivamente ese alguien los estaban siguiendo... Pero ¿Por qué? La parte más racional del cerebro de Ainhoa se activó por unos momentos. No entendía por qué estaba él allí. Todo debía ser fruto de su imaginación, primero las gradas y ahora ahí. Pero... era tan real...

Respira Ainhoa, respira. No has visto nada. Debemos seguir adelante, debemos seguir adelante...

- Entonces mañana quedamos para sacar al Sirius.- Le digo a Ricardo, respirando aliviada tras las palabras de Beatriz.

La mente y los sucesos del día me estaban jugando maalas pasadas... Pero era tan real, los pasos se escuchaban tan cerca... Vaya jugadas puede hacerte el cerebro cuando esta asustada!

Un momento... Yo no estaba asustada cuando habia comenzado a escuchar pasos... Que curioso.

Sin pensar mas, salí de mi escondrijo impulsando a Ricardo conmigo.

Entonces vi que a Ainhoa le pasaba algo malo..

- Estas bien? Que sucede?

Cuando consigo tranquilizar a Hellín se suceden a lo acontecimiento, siento la vibración del móvil en el bolsillo, que raro, si juraría que lo había pagado, pensé mientras metía la mano para ver que le pasaba. En ese momento Ainhoa cierra la puerta de nuevo y tiene una cara de susto que ni en las películas americanas.

Viendo como Hellin ya le preguntaba que pasaba, esperaba la respuesta mientras tenía los ojos fijos en el móvil. 

Al ver que Ainhoa volvía a entrar en el baño se lanzó a abrir la puerta de nuevo, era imposible qeu hubiese nadie detrás, no podía ser tan silencioso. Estaba claro que se estaban dejando llevar por los nervios. -Venga vamos, susurró mientras miraba al exterior, a este ritmo no saldremos nunca de aquí.¿Que os pasa?¿No veis que no hay nadie?
El tono de su voz indicaba que aquella situación le resultaba exasperante, ja... y se ríen de mí por que creo en cosas "imposibles"....¿quién es el pazguato ahora?
 

Sabina puso los ojos en blanco. Sabía que lo que le pasaba al chico es que no quería recibir ayuda y eso podía ser problemático. Anda, no vayas de martir por la vida que no te pega nada-dijo medio en serio medio en broma- Si vamos al gimnasio vamos a tardar más y nos arriesgamos a que nos encuentren. Además, seguro que por aquí habrá algún paraguas olvidado.