Partida Rol por web

Asiento cuando Ricardo me dice que vaya con él y lo sigo hasta los baños. 

Esto pintaba bastante mal, pero una calma extraña me recorría el cuerpo. 

"Así me gusta, tu tranquila, Helena". 

Cierro la puerta del baño tras de mi y le cojo el brazo a mi amigo. 

- Richy... Que mal. Espero que no nos pillen. - Digo en un tenue susurro. 

Sabina tiró de Martin hasta el escritorio y se metió con él debajo mientras seguía agarrando un bulto con la mano. Aunque Martin ya lo había visto no quería que los demás lo viesen, pues tendría que dar explicaciones del porque y aquel no era el momento adecuado de ponerse a charlar. No te muevas Martin...ahora te vendaré el tobillo... Si no nos pillan...

Ricky...manda wev...

Joder, lo que faltaba, lesionado! Me iba a tocar jugar el partido a medias. Una extraña sensacion me empezó a recorrer la columna una vez que Sabina tiró de mi para ocultarnos.

Pasos... mierda. Espero que este segura de que sean pasos Porque como sean pasos podemos darnos por jodidos.

Y encima el tobillo al haberse enfriado estaba empezando a inflamarse un poco, eso fue la mala sensacion que le recorrio la espalda antes. Martin era deportista y había atravesado algunas lesiones. Las lesiones eran algo peligroso para la vida de un deportista siempre se cuida uno de no sufrirlas. Aunque a veces solo pasan. Martin sabía lo que tenía que hacer.

Miró a Sabina haciendole gestos de silencio.

-No te muevas Martin...ahora te vendaré el tobillo...

El chico asintio. Pero esperó que fuera rápido. Había que apretar la articulacion para que no se pusiera peor. Y cuanto antes mejor. Esperemos que no sea nada.

Y Martin se distrajo en su espera pensando posibles soluciones de que hacer si realmente viniese alguien.

En cuanto el resto salió de la habitación, Sabina se encogió como pudo para poder maniobrar con la mayor comodidad en el vendaje del tobillo, pero el escritorio no era muy grande y el espacio era reducido. La chica trabajó sin mirar directamente a Martin, no se atrevía a decirle lo grave que parecía su estado, porque temía que al chico le diese un ataque de ansiedad en aquel preciso momento. Sin embargo y pese a las circunstancias, el estado del chico y su propio estado mental hizo un buen trabajo. Tendría que ver a un médico de verdad cuando saliese de allí, pero al menos no se lo fastidiaría más de camino. Con un movimiento un tanto escabroso se deslizó hasta quedar mirando en la mismo sitio que Martin y se quedó en total silencio. Esperando a que el peligro pasase. Notaba el fino vello de sus brazos desnudos erizado, pues tenía la piel de gallina y el corazón le latía rápidamente. Sabina sacó finalmente la radio y un cuaderno de nota donde garabateó algo para Martin antes de agarrar la radio con fuerza, dispuesta a ponerla en la mesita. Por muy angustiada que estuviese tenía que decírselo al chico.

Tu tobillo está realmente mal. ¿Prefieres ir al coche? Será mejor que te vea un médico de verdad

Ainhoa tomó las llaves de la garita y miró a Martin mientras Sabina le atendía. Le tocó la cabeza frotándole el pelo como si fuera un niño pequeño y ella una madre tratando de no preocupar a su hijo. ¡No te preocupes! ¡Estarías un poco frío y estas cosas pasan! Os dejamos aquí a los dos. ¡Cúrale bien, eh! Dijo dándole un golpecito con el codo a Sabina y saliendo de allí echando leches.

No he oído nada, pero paso de que me pillen aquí. ¡Será mejor esconderse!

¡Venga tíos! ¡A los baños! Dijo nerviosa mientras se guardaba las llaves en el escote. Allí no mirarían si en algún momento les pillaban.

Corriendo y haciendo bastante ruido, llegasteis a los baños. Os encerrasteis en su interior, para intentar escuchar a la persona que se aproximaba.

Alguno de vosotros empezó a darse cuenta. Os acababais de separar porque habíais escuchado pasos. En las películas, sería el momento en el que el asesino se presentara y empezara a mataros...

Los pasos cada vez están más próximos. ¡Se acercan, van a por vosotros!

Pegas la oreja a la puerta y... No oyes nada

Pegas la oreja a la puerta y... No oyes nada

Pegas la oreja a la puerta y... No oyes nada

Tras el rápido vendaje de Sabina, os escondéis juntos. Martin tiene algunos espasmos por la posición incómoda, pero se le ve en la cara que no quiere demostrar lo que pasa por su cabeza. Sabina, por su parte, no deja de prestar atención a los posibles pasos... Que no llegan nunca.

La situación no te ayuda. Que te hayan metido bajo una mesa no te permite respirar con tranquilidad. Todo está a oscuras y sientes como si las paredes se acercaran más y más a ti

Mierda, mierda, mierda... Sabina agarró instintivamente el brazo de Martin unos segundos mientras mantenía los ojos cerrados. Finalmente hizo acopio de valor y se levantó, haciendo un gesto de silencio al chico. Con cuidado se acercó a la puerta haciendo el menor ruido posible para tratar de ver si había alguien. Si la pillaban ya improvisaría.

Martin respiro profundamente. Uno dos... inhala... uno dos... exhala

Martin sabia que no podía controlarse mucho en ese estado, su corazón iba a mil por hora a pesar de sus esfuerzos por controlarse. Los lugares cerrados le daban pánico y debajo de esa mesa con el esguince y la situación Martin estaba palideciendo. Al menos no se había levantado a buscar la ventana mas cercana...

Cuando Sabina se levanto Martin consiguió algo de espacio y pudo estirarse. Cosa que le ayudó a relajarse pero la cosa estaba jodida. Martin sacó un poco la cabeza 

Pero que esta haciendo. Como la pillen...

Pero Martín sabía algo. Fuera quien fuese si había que noquearlo... Se haría...

Al fin y al cabo había que conseguir el examen.

Noto la presión de Hellin al agarrarme el brazo, aun con al tensión que estamos viviendo, ella desprende calor y eso siempre se agradece. Dentro del baño se encuentra también Beatriz y Ainhoa, nos hemos separado de Martin pero es que mira que caerse en el momento más oportuno. 

Miro a Hellin y le hago un gesto de silencio, llevando mi dedo a su boca. Y a las demás les digo. - De momento no escucho pasos fuera, vamos a esperar un par de minutos y sino miramos que ha podido pasar fuera. 

Beatriz miró a Ricardo y le hizo un gesto afirmativo.Ella tampoco había vuelto a oir aquellos pasos, pero lo mejor era ser prudentes.
Si el conserje o quien fuera había pillado a Martín y Sabina aún tenían una oportunidad de hacerse con el dichoso exámen y salir de allí.

- ¿Cómo que no escucháis pasos?- Pregunto, tragando saliva. Esto empezaba a ser muy raro. - ¡Vienen, vienen! Están a punto de entrar.- 

Miro a Ricardo, al cual cojo de las manos y, asintiendo con la cabeza, le digo: 

- Tenemos que salir de aquí sin ser vistos... Tenemos que conseguirlo. 

Beatriz con el gesto que me hizo con la cabeza me daba a entender que tampoco oía nada, pero Hellin le pasaba algo. La agarro de los brazos firmemente (que no es fuertemente, no quiero hacerla daño) y me agacho con ella para tener una conversación un poco más privada, intentando estar más lejos de los oídos de los demás.

- ¿De verdad estas escuchando algo? yo no escucho que se acerquen, solo silencio. Dije para ver si conseguía que se tranquilizara. Y relájate de verdad, vamos a salir de aquí con el examen y mañana daremos una vuelta para pasear a tu perro los dos juntos. ¿vale?

Al abrir la puerta, sólo entró el silencio. No había nadie por allí, al menos cerca. Era el momento de continuar.

El silencio es total, no entendéis que Hellin pueda escuchar algo.