Partida Rol por web

Con un cierto malestar, comprobaste que el mensaje no se enviaba. La cobertura había desaparecido, y tu móvil era incapaz de mandar o recibir nada.

Te acercaste lo que pudiste, pero no conseguías ver al hombre que estaba tarareando. Viste como entraba en alguna aula y salía con la papelera. Debía ser el conserje que estaba limpiando. Pero, ¿por qué a esa hora?

Y, antes de decidir qué hacer, el hombre se detuvo. Se quitó los cascos y se llevó algo a la oreja.

¿Ya está? Ok, ahora subo

Y continuó limpiando.

Lo único que podías escuchar era una respiración al otro lado. No decían nada. Pensando que sería una broma, ibas a colgar cuando escuchaste un susurro.

Hijo... rápidamente, la llamada se colgó.

MIERDA....
Sabina se escondió como pudo y sacó el movil para avisar a Martín. Maldita la suerte que estaban teniendo...Sí es que tenía que haber hecho caso de la ley de Murphy: SI algo puede salir mal, saldrá mal...

MARTIN. EL BEDEL ESTÁ LIMPIANDO, VA A SUBIR ARRIBA A REUNIRSE CON UN COMPAÑERO. PUEDES ESCONDERTE O MONTO JALEO PARA QUE TE D TIEMPO?

Sabina tecleó rápidamente sin quitar la vista del conserje que estaba limpiando. ¿Como es que a nadie se le había ocurrido pensar que estarían por allí?

Pero...¿que más puede pasar?, Beatriz estaba furiosa. De no ser porque en su cabeza estaba muy presente ese hombre qeu se acercaba hasta la clase, le habría dado un golpe al móvil. Pero no, ni siquiera se movió, no se atrevía. No debía hacer ni el má mínimo ruido para que aquel extraño pasase a su lado como si nada.
Más tarde, cuando todo hubiera pasado apagaría y encendería el móvil de nuevo, a veces eso era suficiente. Pero nada por el momento. En su cabeza podía oir los latidos de su corazón, atronándola.Los segundos parecían horas mientras esperaba a que alguien entrase en el aula.
 

Que cojones ha sido eso, era mi padre. dije rápidamente, sabía que estaba solo, pero aún así no pude reprimir que mis palabras salieran de mi boca.

Cojo el teléfono con fuerza e intento devolver la llamada, tenía que saber que estaba pasando con mi familia, ahora todo lo de la universidad me daba igual, salvo a lo mejor, Hellin, que siempre la tenía en mis pensamientos. 

Martin pensó que lo más prudente era mantener la distancia e intentar reunirse con los demás. Cuando se hubo situado un poco tomó rumbo hacia las escaleras, parando cada dos o tres pasos a escuchar si alguien se acercaba a lo lejos para esconderse en la clase mas cercana. Gracias a dios el tobillo se había convertido ahora en el último de sus problemas.

"Rumbo al despacho de Lopez..."

Mierda. Dijo en un leve susurro Ainhoa. Por enésima vez se agarró a su bolsito, preocupada por que aquel hombre pudiera alcanzarle. Y entonces tuvo una idea, ¿tendría en su teléfono móvil el número de la universidad? Si estaba ese hombre allí cerca, quizá oyera el teléfono, y se iría a buscarlo. Eso suponiendo que no hubiera más gente allí.

Por si acaso, salió corriendo a esconderse una vez más bajo la mesa más lejana de la clase. Por la velocidad a la que iba de clase en clase, estaba claro que no estaría limpiándolas, pero por si acaso era mejor esconderse para que no la pillaran.

Desde su escondrijo ya se preocuparía de comprobar si en su agenda se encontraba el teléfono, y en su defecto se metería en internet para investigarlo.

Te escondiste tan bien como tu rubenesco cuerpo te permitió. En silencio, sacaste tu móvil del bolso e intentaste averiguar, pero... ¡Sorpresa! No había cobertura.

Te hubiera gustado lanzar el teléfono por los aires, pero algo te llamó la atención. El hombre dejó de cantar y tararear para decir unas palabras.

¿Ya está? Ok, ahora subo.

Tú no tenías cobertura. Pero algo extraño pasó. Un teléfono sonó en el pasillo. Y la voz del que suponías el conserje respondió.

¿Ya está? Ok, ahora subo.

¿Quién más estaba en la Universidad? ¿A qué se podía referir el conserje? ¿Qué estaba ya?

Cojeabas tan rápido y silencioso como podías. Tenías el camino libre, pero algo no habías pensado. ¿Estaría sólo el conserje? ¿Quién más estaría allí?

Pero esos pensamientos pronto se silenciaron. Los pasos de alguien resonaban tranquilamente por las escaleras, detrás de tí.
 

Rellamada y... Nada. El teléfono no cogía todo. No entendías las nuevas tecnologías porque nunca te habías querido aproximar a ellas, pero el símbolo de la cobertura tachada te daba una idea de lo que ocurría. ¿Por qué podían haberte llamado y no podías devolver tu la llamada?

Tu móvil comenzó a vibrar otra vez. Peticiones de Facebook y Twitter empezaron a acosarte de nuevo. ¿Qué cojones estaba ocurriendo?
 

La velocidad de tus dedos te hizo confundirte un par de veces, pero no importaba. Conseguiste reescribir las palabras incorrectas y le diste a enviar y...

No se envió. No tenías cobertura. ¿Por qué el conserje podía haber hablado por teléfono y tú no podías mandar ni un triste mensaje? Al menos la situación mejoró cuando escuchaste al hombre marcharse.
 

Según parece el teléfono no funcionaba dónde yo me encontraba, pero no paraban de aparecer en la barra de notificaciones iconos de las distintas redes sociales que existían, las conocía ya que en los informativos siempre hablan de ellas, pero no entendía muy bien como me llegaban esas cosas a mi móvil. 

Por mi cabeza paso la solución clara, tirar el teléfono contra la pared pero la idea de no tener comunicación con mis padres con lo que estaba pasando, me hizo cambiar de idea. 

Intento olvidarme del móvil y ubicarme dónde estaba ahora dentro de la universidad. 

Ainhoa esperó durante unos segundoso más a dejar de escuchar al hombre. Parecía que le hubieran llamado por teléfono, aunque si allí no había cobertura... Ainhoa extrañada esperaría a no escuchar nada para salir de allí, y en cuanto pudiese se encargaría de subir también. Ahora le picaba la curiosidad de quién era ese extraño. Y si había dicho que ahora subía, es que había alguien más allí arriba.

Luego se dio cuenta de que debía encargarse de encontrar el examen, pero ¿dónde narices se habían metido sus compañeros?

Será que tiene un walky y no un movil...Lo mejor será que salga fuera y envíe el mensaje desde allí. O no...  No. Subiré arriba de nuevo, le encontraré y nos iremos de aquí. Los dos.

Sabina se lanzó a la carrera sin preocuparse demasiado de que el conserje la oyse. Al fin y al cabo llevaba zapatillas de deporte y el conserje estaba con los cascos puestos. No había peligro de que la oyesen.

Esperaste unos instantes y te asomaste por la puerta lentamente. El hombre seguía limpiando, pero se había alejado de tu puerta. Quizá era el mejor momento para escapar de allí y buscar a los demás...

Y hablando de los otros, de unas puertas más atrás se abrió. De ella, salió Sabina. Pero no se detuvo ni un segundo. Corría como si estuviera huyendo de algo o de alguien.

El móvil seguía vibrando, pero decidiste hacer caso omiso. Intentaste recobrar la calma, pero la voz de tu padre no dejaba de sonar en tu cabeza, mezclando su voz con la de la zona de informática.

Tu mente trataba de procesar la información. Si estabas cerca de la zona de los ordenadores, eso significaba que habías girado a la izquierda al terminar las escaleras. ¿Seguro? No te habías acercado a esa zona por el temor que sentías hacia la tecnología. Y parecía que habías hecho bien. Sabían todo de tí. Tus secretos ya no eran secretos... No os iban a dejar salir de allí...

Recordabas que los despachos estaban un piso más arriba, y hacia la derecha.

Te dio igual el conserje. Saliste en dirección contraria a la que estaba el hombre limpiando. No te molestaste en mirar atrás por si te había visto, ya todo daba igual.

Enfilaste un pasillo en el que sabías, o al menos eso esperabas, que hubiese unas escaleras. Pero un picor extraño empezó a molestarte en la nuca. Alguien te seguía.