Partida Rol por web

Era la hora del té, las 5 en punto para ser exactos. Sobre el pulcro y ordenado escritorio del profesor una tetera de porcelana china humeaba, al lado se hallaban dispuestas en una bandeja de plata un puñado de pastas.

Van Helsing se sirvió el té cogiendo la taza con el plato. Se tomó unos segundos para aspirar el aroma de la bebida antes de darle un sorbo, para después acercarse a la ventana de su despacho y mirar a través de la ventana, su mirada estaba perdida.

En su mente tenía presente la batalla con Drácula, un noble transilvano con un oscuro secreto. Su amigo y discípulo, el señor Harker, había viajado al castillo del conde para acabar con él, puesto que tanto él como Van Helsing se percataron de su verdadera naturaleza... Harker perdió la vida y Van Helsing estuvo a punto de correr su misma suerte, pero afortunadamente para el doctor consiguió ser más rápido que el vampiro...

El profesor, no sabía porqué aquellos recuerdos acudieron a él... a decir verdad, varias eran las noches que se había despertado en sueños, sueños en los que el conde volvía a la vida para vengarse... Van Helsing no era supersticioso y solía atribuir aquellas pesadillas a su falta de sueño y cansancio, pues los días en la Facultad estaban siendo frenéticos... sin embargo no era capaz de quitarse aquella sensación de inquietud...

Tan sólo las campanas del reloj que tenía colgado en su despacho lo sacar de su ensimismamiento, cuando consultó la hora, se percató de que Bárbara ya debía estar allí. Se dedicó una media sonrisa y se sentó en su escritorio mientras repasaba unos exámenes, a los pocos minutos el profesor sintió unos pasos, sabía que había alguien detrás de la puerta, al minuto se escucharon los golpes sobre la superficie de madera. Era Bárbara sin duda.

Tarde... otra vez iba a llegar tarde...pero en aquella ocasión tenía una buena excusa, había estado ayudando a su anciana madre, cuya salud se había visto resentida en los últimos meses.

Todos los hermanos de Bárbara estaban casados y ella, aún vivía con sus progenitores, era la más joven de todos y la más rebelde, aún no tenía novio formal, si bien era cierto que si que tenía algunos pretendientes, aún así Bárbara nunca estuvo dispuesta a abandonar sus estudios, por ello compaginaba sus deberes familiares y de etiqueta con los estudios de la Universidad, había accedido a ella con mucho esfuerzo, utilizando todo su ingenio y los contactos de su padre, especialmente uno...

Conoció al doctor Van Helshing en uno de los bailes de su familia, aquel hombre era un adelantado de la época y Bárbara sabía que si él no lo ayudaba nadie más podría hacerlo. Afortunadamente para Bárbara, el doctor consciente de la inteligencia de la joven, decidió pedirle a su familia que le permitieran llevarla a la Universidad.

Sus padres accedieron por al excelente reputación del joven profesor y médico de la Universidad y porque además pensaron que tal vez podrían casar a Bárbara con el doctor, de esa manera.

De modo, que Bárbara se convirtió en la mejor alumna del profesor a cambio de que le ayudase en determinadas tareas relacionadas con la Universidad.   

La muchacha se subió a un coche de caballos y llegó al edificio cinco minutos más tarde de lo acordado, el profesor poseía un carácter generoso pero solía ser muy estricto con la hora. Así que Bárbara pagó al cochero y salió corriendo hacia el interior, en apenas unos cuatro minutos consiguió llegar al despacho de su tutor, cuando se situó al otro de la puerta, se tomo unos segundos para recuperar el aliento y adecentarse la ropa, ella era una señorita ante todo, una vez dispuesta, se dispuso a golpear con los nudillos la puerta y aguardar respuesta.

*Toc Toc toc - Se escucharon los suaves golpes en la puerta.

Van Helsing repasaba algunos exámenes. En verdad que le parecía increíble como algunos alumnos tenían el poco amor propio para presentar aquellos exámenes.

Cuando la puerta sonó, sin levantar la cabeza de aquellos exámenes como si esperase la interrupción dijo en voz alta:

-Adelante Señorita Shelley.

Cuando Bárbara entró, el profesor seguía inmerso en sus quehaceres y no fue hasta que se sentó frente a él que no levantó la cabeza para mirarla.

-Esperemos que el trabajo que tiene que realizar merezca la espera. Comentó con una sonrisa en los labios.

-Y ¿bien? ¿tiene claro cómo va a enfocarlo? La impuntualidad de Bárbara le permitía centrarse directamente en el tema y así poder aprovechar el tiempo. Dijo mientras se levantaba y se acercaba a la vieja tetera y cogiéndola preguntó:

-¿Gustáis? Aunque había llegado tarde para la puntualidad británica, le parecía descortés no ofrecerle una taza de té con pastas.

El despacho del profesor Van Helsing, es una habitación luminosa, en el fondo de la pared hay una gran ventana por donde se cuela un agradable rayo de luz, a la izquierda de la ventana se encuentra el escritorio, pulcro y ordenado, sobre la mesa se encuentra un juego de té con pastas, en una bandeja de plata, enfrente de la mesa del profesor hay varias sillas de madera.

A la derecha de la ventana, la pared es una estantería al completo con libros, al lado de dicha estantería se encuentra una mesita con un pequeño sofá y una percha, con el abrigo del profesor y en el suelo un pequeño cofre de madera con un candado y el maletín del doctor.

- Buenos días, profesor. - Saludó nada más entrar. Su imagen era tan impecable como siempre, si bien su puntualidad hubiese dejado que desear.

Se toma un momento para organizar las ideas que tenía para el trabajo de Anatomía cuando él le ofrece un te. Inmediatamente sonríe a modo de agradecimiento - Es usted muy amable. Por favor.

Sabía que el profesor no disponía de demasiado tiempo. Tenía suerte de poder encontrarse con él en la hora escasa que tenía entre salir de una clase y entrar a la siguiente. - Tengo varias ideas, aunque esperaba que usted me orientase. Podría ser anatomía del movimiento, pero si usted tiene cualquier otra recomendación, me encantará escucharla - sonríe. Aún estaba un poco preocupada por su retraso. Solo esperaba que no le preguntase por la razón, puesto que no le gustaría tener que buscar una escusa, y decir la verdad era igualmente incómodo.

El profesor sirvió la taza de té para Bárbara mientras una ligera sonrisa afloraba a su rostro. Cualquier otro alumno habría buscado algo sencillo. Algo con lo que pasar el trámite y listo. Pero no ella. Aquello le llenó de orgullo. No esperaba menos. Bárbara era una alumna excelente. Cogió el plato de pasta y le tendió ambos a Bárbara.

-Anatomía del movimiento...  Cuando le comentó la posibilidad de que el profesor le sugiriese otro tema volvió a sonreir.

-Parece tenerlo bastante claro, señorita Shelley. Eso me hace pensar que no necesita orientación en cuanto a la elección del tema. El profesor se acercó hacia una estantería repleta de libros sobre medicina. Buscó durante unos segundos y finalmente encontró un libro:

-Aquí estás...dijo para sí mismo.

Quitó el polvo sobre la cubierta del mismo y lo contempló antes de girarse y acercarse hacia Bárbara:

-Entonces seguramente este libro os sea de utilidad. Lo escribió un gran amigo mío y puedo asegurar que es lo mejor que podéis encontrar al respecto.

-Lesiones y movimientos erróneos del cuerpo humano. Dr. Seward.

Se lo entregó a Bárbara y preguntó:

-Puede ser un tema muy extenso. Os recomendaría que escogiéseis un grupo de muestreo y os centráseis en el mismo: deportistas de élite, tercera edad, mutilados de guerra y su rehabilitación...

Bárbara se acerca para observar el libro que le muestran y sonríe - Es fantástico. Temía tener que acercarme demasiado a la Fisionomía para profundizar en este campo, pero con este material seguro que podré encauzarlo.

Creo que dejaré la sección de Lesiones para Traumatología, los movimientos erróneos serán una gran fuente.

Da un sorbo a su te, aprovechando para pasar unas cuantas páginas más y regresar al índice.

Una opción es hacer una valoración por edades y estilos de vida, en el que se muestren las correcciones para una adecuada ergonomía e higiene postural. El objetivo primario podría aparentar ser muy práctico más que teórico, que es lo que se pretende, de modo que necesitaré profundizar en cada ejemplo para prevenir dolencias por posturas antiálgicas

Entonces se detiene, consciente de que la última parrafada la había dicho demasiado deprisa. A menudo encontraba dificultades con sus compañeros de clase o incluso sus padres, que tenían una idea bastante diferente de lo que debía ser una señorita, a la idea que quería Bárbara para sí misma. Sin embargo sonríe, consciente de que el profesor valora precisamente eso en ella.

Si le parece bien, por supuesto.

Van Helsing escuchaba con atención a Bárbara. Parecía emocionada con el trabajo y tenía todo bajo control. Al parecer del profesor eso er aun muy buen síntoma. Una chica que se tomaba con esa intensidad la realización de un trabajo, seguramente desarrollaría la profesión de forma brillante.

-Señorita Shelley, la elección del tema y el contenido del mismo son cosa suya. Si ese es el tema que ha escogido yo no tengo nada que objetar. Me agrada ver que lo tiene bastante claro. Únicamente comentarle que será un duro trabajo pues no hay mucho que uno pueda encontrar en relación a la ergonomía.

El profesor rodea de nuevo su escritorio y procede a sentarse de nuevo colocando las manos sobre la mesa y entrelazándolas.

-Como bien sabrá es un campo que está aún en sus comienzos. Por lo que quizá pueda visitar al profesor Keane. Creo que ha realizado recientemente algunos estudios sobre manipulación de cargas para un grupo de muestreo de población avanzada y quizá pueda ayudarle.  Es un hombre mayor y algo tozudo pero de mente brillante. Hablaré con él para que mañana pueda usted visitarle.

-¿Por qué no se centra quizá en ese sector? Considero más enriquecedor profundizar en un sector en concreto que generalizar en un sector más amplio. Obviamente ampliando el trabajo y no centrándose únicamente en las cargas.

-El trabajo tampoco quiero que sea muy extenso. Como bien he dicho antes, prefiero un trabajo corto pero profundo y del que se puedan extraer buenas conclusiones, que un trabajo largo y que te deje igual que antes de haberlo leído.

El profesor sacó un folio y un bolígrafo y comenzó a explicarle las partes que esperaba que el trabajo reflejase:

-Una breve introducción sobre el campo escogido y el motivo o propósito.

-Ámbito o alcance del trabajo.

-Desarrollo. Teoría, estudios, experiencias,...

-Conclusiones.

-Recomendaciones.

-Tenga en cuenta que un buen médico debe saber extraer las conclusiones de sus diagnósticos y ha de recomendar las directrices a seguir para una correcta recuperación. Los pacientes esperan las indicaciones correctas de su médico al igual que un correcto diagnóstico.

-El médico sólo puede estudiar las dolencias del enfermo. Sacar las conclusiones y recomendaciones adecuadas es lo que la diferenciará de otros médicos, señorita Shelley. Si es capaz de sacar las conclusiones sobre las dolencias de sus pacientes, será un buen médico. Pero si además es capaz de darle unas buenas recomendaciones para su pronta recuperación, será usted uno excelente. Y los dos sabemos que tiene potencial para llegar a la excelencia.

-Los dos últimos apartados son los que determinarán en gran medida la nota del trabajo. Podría decirle que un 75% de la nota contemplará ambos apartados.

Los dos sabemos que tiene potencial para llegar a la excelencia. - Bárbara ensaya una de esas caídas de párpados que harían dudar a muchos hombres, con la imagen de humildad que debía dar una señorita a pesar de que el corazón se le hinchaba de orgullo al escucharlas. ¿Debería rechazar el cumplido? Entonces murmura - Es usted muy amable conmigo...

Tanto fue así que le costó un par de segundos recuperar el hilo de sus indicaciones mientras terminaba de apuntar en una pequeña libreta los apartados que debía tener el trabajo tratando de disimular su rubor.

Admiraba la profesionalidad de aquel hombre y su falta de prejuicios para dar oportunidades a quienes verdaderamente lo merecían. No todos sus colegas compartían esa postura. Estaba preparada para ignorar los desprecios, pero las palabras del profesor Helsing eran importantes para ella.

Finalmente asiente. 

- Gracias, profesor. Tomaré muy en cuenta sus indicaciones y confío en que el trabajo final esté a la altura de la opinión que tiene de mi. 

Sonríe agradecida, antes de guardar la libreta en su maletín, regresando enseguida con el profesor - Y dígame, ¿Puedo ayudarle en algo? - En esta última semana, con el resto de sus obligaciones, sentía que se estaba retrasando en las que tenía para con el profesor al asistirle.

En ese momento, justo cuando Van Helsing iba a contestar, llamaron a la puerta. El profesor no tenía ningún tipo de tutoría ni esperaba la visita de nadie más a parte de Bárbara.

La puerta sonó de nuevo y Van Helsing giró la cabeza lentamente para observar el reloj colgado en el despacho. Quizá se les hubiese echado el tiempo encima. Al observar que aún no habían dado las seis dijo en voz alta:

-Adelante.

Bárbara se queda con la pregunta en los labios, aún sentada y mira a la puerta, apartando discretamente las posibles migas inexistentes que pudiesen haber en su vestido.

Cuando el profesor dijo la palabra "Adelante", la puerta se entreabrió asomándose la cabeza de un joven estudiante, se trataba de Daniel Goldman, uno de los alumnos más prometedores junto a Bárbara del profesor. El muchacho a pesar de su talento era bastante tímido.

- Buenas tardes profesor, ¡Oh! Hola Bárbara- sonrió tímido con un ligero rubor de mejillas- no sabía que estabas aquí.. si molesto puedo esperar, sólo necesito hablar unos minutos con el profesor.

¡Ho!, no te preocupes, Daniel - Levantándose de su asiento dejando la taza de te en la mesa - En realidad, el profesor ya me ha dado las indicaciones que necesitaba. 

Entonces se gira al nombrado - Si no necesita nada más... les dejaré solos para que puedan hablar. No querría abusar de su tiempo. - Sonríe tranquila.

Van Helsing gira la cabeza hacia la puerta cuando esta se abre tras su ofrecimiento y se sorprende de encontrar a Daniel del otro lado:

-Señor Goldman, no recuerdo que hubiésemos quedado.

Cuando Bárbara ofrece a Daniel el tiempo que este requiere, el profesor comenta:

-Señorita Shelley. Dele recuerdos a su padre y dígale que el fin de semana pasaré para ponernos al día. Dice levantándose de su escritorio para despedir a Bárbara como corresponde.

Cuando Bárbara abandona el despacho el profesor con un movimiento de mano indica a Daniel que pase:

-Dígame, señor Goldman. ¿Qué es lo que necesita?

En silencio, más allá de un corto gesto de despedida a cada hombre, Bárbara abandona la sala, cerrando la puerta tras de si.

Los pasos de Bárbara la condujeron hacia la biblioteca de la universidad, a pesar de que el profesor Van Helshing le había proporcionado un libro para ayudarla con el trabajo una lectura extra enriquecería más el trabajo documental que tenía en mente. 

Van Helshing también le había recomendado que hablase con el profesor Keine, pero la diferencia entre Van Helshing y Keine eran más que evidentes, mientras que el primero era un hombre gentil, educado y abierto a la educación de la mujer, Keine sin embargo, a pesar de su amplio conocimiento en la materia, era una persona mucho más tradicional y severa. Por lo que Bárbara solía evitarlo siempre que podía.

No estaba del todo conforme con haber abandonado la sala, pero la etiqueta mandaba. Reprimió un suspiro de hastío mientras caminaba hacia la biblioteca, con el libro del profesor Keine bajo el brazo. Estaba segura de poder hacer el trabajo sin recurrir al profesor, pero... ¿Eso lo haría un trabajo exelente? 

Finalmente, decidió que lo dejaría como último recurso. Encontraría alguna forma para  que el profesor compartiese sus impresiones, pero para ello quería llevar ya el trabajo lo bastante avanzado como para que no pudiese negarse y le picara la curiosidad.

Con esos pensamientos llegó hasta la biblioteca y sus pasos la llevaron inmediatamente donde sabía que encontraría tomos de la materia. 

Un par de minutos después, regresaba a la mesa con otros dos libros más, los cuales a pesar de no hablar del tema específico, podrían ayudarla con las justificaciones y consecuencias para algunos movimientos. Tenía por delante unas cuantas horas antes de tener que regresar a casa y quería exprimirlas al máximo.

- Adios señorita Shelley...- Daniel lamentó que Bárbara se hubiera ido tan pronto, la alumna de Van Helshing era una joven muy atractiva y el chico solía ponerse nervioso en su presencia- Profesor, verá ha llegado para usted esta carta me la ha entregado un hombre extraño- le tendió la carta al profesor, se trataba de una carta con un sello con forma de cabeza de lobo- Estaba sentado en un banco de fuera tomando un poco de sol mientras leía, me pregunto si le conocía y yo le dije que sí, que era mi profesor, entonces me ha dicho que lo conocía a usted, que fue un profesor suyo y que cuando le dijera el nombre no necesitaría más explicación. Le dije que se lo podría dar a usted en persona, pero me dijo que no podía que era su hora del te y que si entraba en la Universidad se entretendría demasiado... su nombre era muy peculiar... Thasselhoff, Fizban Thasselhoff. ¿Lo conoce?