Partida Rol por web

Cuando Daniel le entregó la carta y le dijo el nombre de su remitente el profesor quedó algo confuso y distraído. Cogió la carta que le entregaba su alumno mientras rememoraba sus clases con aquel hombre. Su rostro tornó más serio si cabe y miró la carta mientras la sostenía entre sus manos. Aquel selló era inconfundible. Cuando ayudaba al profesor Tasselhoff siempre podía ver la cabeza de lobo por todos lados.

-Gracias señor Goldman le dijo a modo de despedida. Se dirigió hacia su escritorio y se sentó mientras abría aquel sobre. Dos coincidencias en un día eran malos presagios. Recuerdos de su batalla con Drácula y una carta del profesor Tasselhoff en el mismo día...

Bárbara estaba tan concentrada en su trabajo que nos e percató de había alguien en la biblioteca observándola, se trataba del profesor Keine, que la observaba con una mueca de disgusto ne la cara. Aquel hombre no aprobaba que las mujeres estudiaran, bajo su punto de vista Bárbara debería de estar haciendo sus labores y buscándose un marido.

- ¿Jugando a los doctores señorita Shelley?- le dijo ne voz baja a su lado- ¿O es que acaso el bueno de mi colega Van Helsing ha decidido por fin convertirla en su secretaria particular?- Keine estaba celoso de Van Helshing, con 20 años menos, el joven profesor había demostrado tener más capacidades y conocimientos que Keine, de manera que de cara al exterior jamás contrariaba a Van Helshing en nada e incluso le brindaba su ayuda, pero en el fondo siempre que podía se vengaba de él a través de sus alumnos, mandándoles las tareas más complicadas y puntuándoles de la manera más ruda y parcial posible.

Daniel observó con cierta preocupación al profesor, parecía que quería haberle comentado algo más pero la timidez del muchacho y la reacción de Van Helshing cuando recibió la carta, le hicieron cambiar de opinión.

- De nada profesor, con su permiso- y sin añadir nada más salió del despacho en silencio cerrando con suavidad la puerta.

 Mi querido cachorro,

Hace tiempo que no me pongo en contacto contigo y casi preferiría no tener que hacerlo, pues me temo que esta carta no es ninguna felicitación navideña. Me temo que el mal contra el que luchaste no fue del todo erradicado y que su sombra se está extendiendo.

No puedo darte muchos detalles por carta prefiero que nos veamos en persona. Te estaré eperando en mi apartamento de Londres cuando salgas de la Universidad.

Fdo: Fizban Thaselhoff

Bárbara parpadea despacio antes de girarse con una de sus mejores sonrisas. Una de esas que sin saber cómo, transmiten en silencio "Eres la persona más bienllegada de la ciudad". Secretamente, Bárbara sospechaba que el huraño profesor lo que sentía era una enfermiza admiración mal expresada, quizás incluso algún deseo frustrado, y por eso su conducta se volvía por momentos tan inapropiada y desagradable. 

- Qué detalle que se preocupe por mis estudios, Profesor Keane. Temí por un segundo que no se atreviera  corregir mis notas por si el planteamiento pudiese superarle. 

La sonrisa seguía imperturbable. Un ligero movimiento en el respaldo con el único propósito de desconcertarlo y una invitación educada con la mano para que se sentada a su lado de tal modo que no lo pudiese rechazar.

Van Helsing leyó la carta con curiosidad y sorpresa. Al parecer el profesor Fizban le advertía de que Drácula no había sido eliminado.

Dejó la carta sobre el escritorio y se acercó a la ventana para ver como el sol comenzaba a bajar. Pero...¿cómo era eso posible? Él estaba allí. Él vio como Drácula se convertía en cenizas, como el sol había acabado con el dominio de terror de aquella abominación.

Encendió un cigarrillo y se sumió en sus pensamientos mientras deambulaba por el despacho. No podía entender aquellas palabras. Le costaba creer que lo que él había visto fuese mentira.

Miró el reloj de pared y vio que habían pasado las seis de la tarde. Recogió la carta, la guardó en su bolsillo del chaleco y decidió ir a visitar a su viejo profesor. Se acercó al perchero, cogió su abrigo y su sombrero, se los puso. Cogió los guantes y su maletín y salió del despacho cerrándolo con llave dispuesto a encontrarse con su mentor.

El profesor Keane se quedó pasmado ante la reacción de la señorita Shelley y sin que fuera capaz de decir nada se encontró sentado a su lado.

- Que su planteamiento me supere, lo veo complicado. Dado que soy especialista en este campo, revisaré su trabajo señorita Shelley para que el profesor Van Helshing no se decepcione con usted. Permítame- le cogió las notas y comenzó a leerlas con detenimiento.

Al cabo de unos minutos le devolvió las notas y le dijo.

- El planteamiento que ha hecho está aceptable, puede usted realizarlo siguiendo las enseñanzas de mi colega y completándolo con " Ergonomía, Traumas y Medicina Moderna", para poder acceder a ese volumen en concreto deberá pedírselo a la señorita McQueen. Pero también le recomendaría que relatara un caso real de rehabilitación, ignoro si el profesor le habrá contado alguno, creo que debería preguntárselo al fin y al cabo recibe a muchos obreros en su consulta... - fue en ese momento cuando el profesor cayó en la cuenta de que había ayudado a una mujer en sus estudios sobre medicina, su rostro se tornó ligeramente blanco y decidió que era mejor marcharse- Y ahora si me disculpa debo irme- no fuera que lo engatusara nuevamente con sus malas artes.

Le dedicó la reverencia de protocolo y se marchó con cara de pocos amigos.

Cuando el profesor Keine se fue, Bárbara pudo escuchar el reloj dando las 6 de la tarde, y había tomado buena nota de lo que debía hacer, podía o seguir en la biblioteca o ir a clase, si no se equivocaba el profesor tenía que dar en esa hora su siguiente clase de anatomía. Sería un buen momento para tratar de hablar nuevamente con él...

Van Helshing se apresuró a recoger sus cosas y encaminarse fuera de la Universidad, el profesor Fizban había sido muy explícito. Debía reunirse con él cuando saliera de la Facultad de medicina. La mente de Van Helshing vagaba sobre los acontecimientos pasados, los sueños que había tenido recientemente y la oportuna carta de Thaselhoff.

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos, que quizá se estaba olvidando de algo... 

Tan centrado estaba en sus pensamientos y tanto shock le había producido la carta de su profesor que con prontitud y no sin cierta prisa se encaminó hacia su apartamento.

La inclinación suave de Bárbara apenas logró ocultar la sonrisa de satisfacción en su expresión.

- Ha sido usted muy amable, profesor Keane. No dude que mencionaré su gentileza cuando mre pregunte el profesor. Que tenga un día probechoso.

Mientras Keane se aleja, Bárbara cae en la cuenta de la hora y vacila un instante entre asistir o no a la siguiente clase, pero no quería retrasarse, y menos en una clase de anatomía.Así pues y con algo de prisa, devolvió a su sitio dos de los libros que había cogido, tomando en su lugar el que el profesor Keane le indicase, y se encamina con él hacia la clase de Anatomía.

No quería forzar la paciencia del profesor Helsing y que creyese que no atendía a la clase, pero ella era muy capaz de sacar el esquiema fundamental de aquel libro mientras atendía a la clase de Anatomía.

Bárbara salió de la biblioteca con el libro que le había recomendado Keine debajo del brazo, una vez en el pasillo se dirigía hacia su clase cuando vislumbro entre el resto de estudiantes y personal de la universidad a Van Helshing, caminaba con el abrigo, la bufanda y su maletín, parecía como si en lugar de dirigir a la clase se fuera a ir de la facultad, pero lo que más le llamó la atención a Shelley fue la expresión de su cara, más seria de lo normal y preocupada.

Van Helshing salió del edifició y caminó a pie hacia el apartamento de Thaselhoff, estaba a unos 20 minutos a pie desde la Universidad, podría haber utilizado un coche de caballos pero decidió que el aire le sentaría bien, a pesar del frio, Ludwing se sentía sofocado.

Las calles de Londres a esa hora se estaban empezando a quedar desiertas y hacía poco que había llovido, de manera que tuvo que evitar varios carcos para no empaparse. 

Finalmente consiguió llegar a una pequeña casa de tres plantas con buhardilla, parecía que todo el edificio estaba deshabitado excepto la última planta que era la que correspondía a Fizban.

Cuando Van Helshing se aproximó a la entrada descubrió que la entrada estaba abierta y que había un pequeño cartel colgado en la puerta del recibidor...

El profesor la preocupa, y aunque vacila durante un instante, su impuso natural es tratar de seguirlo. Si continúa hasta la puerta y antes de que pueda subirse a algún vehículo, intentará interceptarlo para preocuparse por él, por si hubiese sucedido alguna cosa.

Cuando saliste a la calle pudiste ver como Van Helshing decidía seguir andando..tanto mejor así sería mucho más fácil seguirlo. El problema es que Van Helshing parecía que tenía prisa y corría mucho, tanto que no tardaste en fatigarte tratando de no perderlo.

El profesor llegó hasta la puerta del viejo edificio dispuesto a ver a su amigo, sin embargo el descubrir la puerta abierta no le dio buenas vibraciones. Aunque ciertamente Fizban era un tipo excéntrico y nunca podías adivinar su próximo paso dudaba mucho que quisiese ventilar el lugar abriendo la puerta de la calle.

-¿Profesor Tasselhof? Preguntó mientras abría poco a poco la puerta para acceder al interior. Avanzaba con cautela y mirando de un lado a otro. Esperaba que al menos cancerbero le reconociese y no se le tirase encima.

Van Helshing miró a su alrededor antes de entrar en el recibidor de la puerta, conocía lo suficiente al profesor Thaselhoff para saber que a pesar de su cada vez más agudizada locura, sabía muy bien como defenderse y era muy amigo de poner trampas siempre que se hospedaba en algún sitio durante un determinado tiempo.

De manera que los agudos ojos de Van Helshing localizaron unos finos hilos, casi traslúcidos distribuidos en distintas partes del suelo. Ludwing no pudo evitar sonreir, aquello no resultaría muy complicado sólo tendría que evitar el contacto con las cuerdas.

Así que sacó su caja de cerillas y encendió una para ver mejor donde estaban las cuerdas. Todo iba bien, pero cuando llegó a las escaleras reprimió un grito, pues se encontró con los ojos dorados del perro lobo de Fizban, Cerbero, que lo miraba con suma atención desde las sombras.

El gran perro se levantó sigilosamente, se acercó a Van Helshing y lo olisqueó, al cabo de unos segundos se dio media vuelta y volvió a perderse entre las sombras.

Ahora lo único que tenía que hacer era subir hasta el tercer piso, por fortuna Van Helshing consiguió llegar sin problemas, una vieja puerta de madera con un letrero dando la Bienvenida y una seta roja y con lunares rojos dibujado en el, le indicaron que se encontraba delante de la vivienda de Fizban.

Cuando unos ojos en la oscuridad le observaron a punto estuvo de salir corriendo del lugar y cuando el cuerpo tras los ojos avanzaba dio las gracias porque Cerbero recordase su olor y no le atacase.

Con sumo cuidado esquivó los hilos dispuestos como trampa en la entrada y avanzó hacia la tercera planta. Al observar el cartel sobre la puerta sonrió y golpeó tres veces sobre la madera.