Partida Rol por web

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Muy a mi pesar, Risk decidió continuar con la misión prevista. A pesar de que las palabras de Nacilë me habían parecido lo suficiente convincentes como para que un rey no se expusiera al peligro, él no parecía verlo así. No me quedó más remedio que aceptar la decisión de mi líder. Al fin y al cabo era la máxima autoridad, su palabra era la última que podía decirse, así que ayudé a Naida para que montara conmigo, para ponernos en marcha después.

|Alrededores|

Jack al unico que conoce bien es a Risk y es en el unico que confia. El fue quien le encomendo cuidar de Naida lejos de la ciudad de los elfos y Naida ha permanecido todos estos años sin que nada la amenazara. En su momento le parecio lo mas acertado y ahora no iba a ser distinto. Si Risk que es el que mejor puede conocer a su pueblo cree que hay peligro...quien es el para opinar lo contrario. Por eso insistio en que debian ir con el. Sin embargo Naida a quien creia mas dura por la vida que habia tenido que llevar, apenas llevaba un dia de camino en el que habia descansado en el carro y ya parecia estar echando de menos la cama y habia respondido de manera brusca a un nuevo intento por su parte de seguir manteniendola viva y a salvo. Parecia una ingrata. Jack llevaba muchos años fingiendo un papel de joyero en un pueblo en que nadie se acercaba por su tienda para protegerla de todo mal y apenas atiende a sus consejos, ni preocupaciones. Acaso no entiende que lo que ha hecho siempre ha sido por su bien.

Jack apenado, sonrie a Luna que parece abrumada por todo lo que ocurre. La ayuda a montar en el caballo y despues en completo silencio monta el tambien.

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Por fin decidieron seguir a Risk pues aunque Nacilë lo hubiera intentado junto con Míriel, el Líder de los Elfos no había cambiado de opinión. Necesitaba conocer más sobre las joyas y para ello deberían acudir a la antigua ciudad donde habían residido hasta que la abandonaron al verse perseguidos por el Rey. Desconocían si esa ciudad había sido ocupada o tomada por el monarca, pero estaban decididos a acudir.
Naida montó junto a Míriel, Jack cogió prestado el caballo de uno de los guardias que se quedó con Nacilë y montó con Luna. Risk iba solo pero dos de los guardias decidieron ir por delante de su rey para asegurarse de que nadie le ponía en peligro. De esa forma, un grupo de siete personas comenzaron la marcha hacia el este de las montañas Sphirock. La isla estaba en mitad del mar y para llegar hasta la playa les quedaba un día vagando por el desierto. No había árboles, ni matorrales, ni cuevas. No había nada donde poder ocultarse si alguien les descubría. Si eso sucedía deberían luchar hasta el fin. Sin embargo, la oscuridad de la noche era una ventaja para ellos pues sería más difícil identificarles si les descubrían.
Nacilë y el guardia no tuvieron más remedio que verles partir para después volver al interior de la ciudad. Para Nacilë sería difícil asumir el control de la raza hasta que volviera Risk, pues éste nunca se había ausentado tanto tiempo... Pero peor era imaginar que no pudiera regresar. Le resultaría muy difícil controlar a la ciudad si se diera el caso.

/ Alrededores? /

Al fin salíamos, me sentía más aliviada de que ellos al fin han tomado una decisión, aunque no me gustaba mucho la idea de que nos intenten matar unos tipos que ni siquiera conocía, sin embargo, no le fallaría a Naida, y si ella cree que la mejor opción es salir de la ciudad, pues, que así sea.

-Entonces - pregunto en voz alta al grupo - ¿Que debes encontrar exactamente en aquella ciudad antigua? 

Mi curiosidad nuevamente comenzaba a quemarme por dentro, ante la necesidad de querer respuestas, ademas veo la posibilidad de que comience alguna conversación a ver si disminuye aunque sea un poco la tensión.

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Sonreí al escuchar la pregunta de la niña, Luna. Estaba repleta de curiosidad y aunque eso podía ser algo malo a veces, en aquella ocasión era al contrario. Necesitaban saber lo que estaba sucediendo pues de otra manera podían estropear lo que tantos siglos nos había costado.
- Pues verás, Luna... Los creadores de las tres joyas, elfos por cierto, murieron misteriosamente en la que era nuestra ciudad antes de que el Rey pusiera precio a nuestras cabezas- empecé a explicarle, sosteniendo firmemente las riendas de mi caballo para que no perdiera el ritmo-. Sin embargo yo siempre he creído que fueron asesinados. Queremos buscar información sobre las joyas para intentar ayudar a Naida, para intentar dar un paso de gigante pues el Rey ya ha dado varios a lo largo de todo este tiempo. Nos lleva años de ventaja y debemos encontrar la manera de recuperarla, de sorprenderle, de preparar a Naida lo mejor posible- añadí, mirando a la portadora de la joya.

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Asentí con la cabeza pues la duda que tenía Luna también era la mía propia. No me habían quedado muchas cosas claras y no estaba dispuesta a que mis preguntas se quedaran sin responder.
- ¿Por qué fueron creadas exactamente? ¿Y por qué cayeron en manos del Rey?- quise saber, intrigada. Ahora que había indagado en la verdadera historia de la Tierra Media quería saber más.

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Comprendí que Naida me hiciera esa pregunta.
- Verás... Aquellos elfos eran muy poderosos e ingeniosos. Crearon espadas más ligeras, más agresivas pero al mismo tiempo más finas y elegantes- empecé a explicar, pues había vivido los suficientes siglos como para saber aquella historia-. Sintieron el deseo de encerrar una parte de su magia, como si dejaran una parte de ellos en nuestro mundo para cuando dejaran de existir... Crearon las tres joyas con la intención de hacer el bien, de proteger a la raza, pero el Rey las arrebató casi todas... Antes de que pudiera ir a por la tercera ya la habían ocultado los rebeldes- terminé de relatar, con cierta melancolía en mi voz.

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Jack deja que sean las muchachas las que hagan las preguntas. Aunque el tambien tiene muchas dudas sobre la historia de las joyas y porque ha tenido que ocultar a Naida durante todo este tiempo. Pero, ¿que sabe el sobre el rey y lo que hace?, ¿es malo?.
Su aislamiento ha sido tal que desconoce todo sobre lo que esta ocurriendo.

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Comenzaron a avanzar, lentamente pero con paso firme y continuo.  Risk permaneció en silencio dejando que Miriel contase una historia que él ignoraba casi tanto como cualquier otro.  Ahora que lo pensaba le resultaba extraño que conociera tan poco sobre ella.  Se encogió de hombros respondiéndose a si mismo y encaminó su montura hacia el noroeste.

-Pst- chistó a los guardias que abrían la marcha -Iremos por aquí.  Lo más recto posible hasta el bosque cercano a Glenders, justo al otro lado del río Carhú-

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Abrí los ojos al máximo, como si no supiera lo que realmente estaba diciendo Risk.
- Mi señor, ¿no íbamos a nuestra antigua ciudad?- pregunté intentando no sonar demasiado impertinente. No quería incomodar a mi líder pero ahora la que tenía dudas era yo.
Habíamos dicho de ir a nuestra antigua ciudad en mitad del océano, en aquella isla que llevaba abandonada muchos siglos, para intentar averiguar cosas sobre las joyas y los elfos que las crearon. De repente teníamos que dirigirnos al bosque, ¿por qué?

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-Así es Miriel- respondió -Pero continuar hacia el este no servirá de nada.  ¿En qué navegaremos hasta la isla?- preguntó -En el bosque y con ayuda de nuestra magia podremos construir pequeños botes dando forma a los árboles, luego bajaremos por el río aprovechando que son aguas lentas, caudalosas y profundas.  La corrientes nos impulsará hacia al mar y luego continuaremos a base de remo y magia.  De paso las niñas podrán ir aprendiendo algunas cosas sobre las artes arcanas-

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Al principio me sentí como Míriel, extrañada por haber cambiado repentinamente de rumbo, pero me pareció gran idea la que estaba ofreciendo Risk. Era muy buena idea crear nuestros propios botes para navegar hasta la isla donde antes vivían los elfos. Nunca había montado en un bote ni en un barco. A decir verdad, nunca me había deslizado por las aguas, así que me pareció una experiencia más que debía vivir para ir adquiriendo nuevos conocimientos.
- ¡Es genial! ¡Podremos navegar!- exclamé, emocionada. Después me di cuenta de que quizá lo había dicho demasiado alto y pedí disculpas con la mirada.

/ Alrededores /

Doy unos saltitos emocionada, navegar y aprender algo de magia el mismo día, diría que es el mejor día de mi vida si no tuviesemos un rey sicopata que quiere matarnos a todos, pero sin embargo, igual mi actitud corporal expresa mi felicidad. También tengo ganas de llegar a la ciudad de los elfos a desvelar los secretos del collar de mi hermana.

|Alrededores|

Jack al oir lo de los botes se da cuenta que desconoce si las muchachas saben nadar. Y siendo una informacion importante como es a tenor de su pronta travesia por mar las pregunta sobre el asunto.

-Luna, Naida...sabeis nadar?.-

Es escueto en la pregunta y participa poco en las conversaciones porque realmente ahora que han empezado la aventura ha renacido su espiritu luchador y sus ganas de acabar con la tirania del rey y con su vida son tan grandes que tiene que hacer esfuerzos por priorizar la buena fortuna de los componentes del grupo en especial Naida y Luna.

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Todo estaba perfectamente, hasta me sentía feliz por la nueva aventura que íbamos a emprender, hasta que Jack lanzó aquella pregunta tan incómoda. No pude evitar sonrojarme, sintiéndome avergonzada por la respuesta que estaba a punto de dar.
- No lo sé... Nunca he tenido la oportunidad de probar- dije mirando al suelo, sin saber muy bien qué decir. Durante toda mi vida sólo había aprendido a hacer una cosa y era repartir el pan a los habitantes de la aldea. En mi vida había probado hacer otras cosas, de modo que desconocía qué podía llegar a hacer.

/ Alrededores /

-Yo si se nadar Jack - Digo afirmativamente - A veces nadaba cuando tenía la oportunidad, pero no soy muy buena... nunca me he destacado en eso.

Sonrió ante la respuesta de mi hermana, siempre estaba ocupada pero si puedo me gustaría ayudarla a aprender...

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Risk había decidido cambiar de rumbo y en aquella ocasión no había disgustado a nadie. Puede que a Míriel le hubiera confundido ese cambio tan repentino pero no le parecía mala la idea. Si querían acudir a la antigua ciudad situada en aquella isla en mitad del mar debían primero encontrar una manera de atravesarlo.
Se pusieron en marcha, aprovechando la oscuridad de la noche para intentar pasar lo más desapercibidos posible. El camino hasta el bosque que pretendían visitar no era demasiado largo y llegarían antes de que amaneciese, o puede que poco después. Todo dependía de si encontraban o no algún contratiempo.
Fueron pasando las horas y viajaban conversando en voz baja para no llamar la atención de oídos curiosos. Míriel relataba cómo era la vida en la antigua Ciudad de los Elfos en aquella isla.
- Vivíamos en paz y armonía... Todo lugar de la Tierra Media era seguro y no había guerra. Cualquier niño podía estar jugando libremente en los alrededores de su casa sin temor a que le capturaran o le asesinaran- decía Míriel con cierta melancolía en su voz. Estaba claro que echaba de menos esa libertad que les habían arrebatado de un día para otro. Les había tocado vivir una vida llena de peligros y persecuciones-. Los elfos entonaban canciones al amanecer para recibir el nuevo día, las flautas resonaban animadamente mientras nos despertábamos con elegantes bailes. Todo era perfecto hasta que... Bueno, nos invadieron. Los elfos más poderosos pudieron marcharse de allí utilizando la magia pero otros fueron asesinados en una masacre que nuestra raza jamás ha olvidado. Allí fue asesinado el padre de Risk, pues era el principal objetivo del Rey- dijo Míriel, mirando con tristeza a Risk-. No tuvo más remedio que sentarse en el trono de los elfos antes incluso de que pudiera darle un digno funeral a su padre... Y gracias a él nos ocultamos en las montañas Sphirock. Con los elfos más poderosos que se habían salvado creamos una burbuja protectora y encantamos una ciudad que fuimos construyendo con el tiempo. Es una historia triste, lo sé, pero pronto podremos vengarnos- terminó de decir, volviendo la mirada al horizonte.
Fueron pasando los minutos y llegaron al río Carhú. Al fondo se extendía el bosque al que pretendían ir pero primero deberían cruzar el río. Era bastante profundo aunque no había corriente en ese mismo instante. Era bastante ancho y las aguas estaban increíblemente calmadas para ser un río. Debían elegir la manera de cruzarlo y llegar hasta el bosque.

| JUGADA MASTER |

La tristeza colmó el corazón de Risk, había enterrado aquellos recuerdos durante mucho tiempo y el relato de Miriel los hizo aflorar.  Prefirió no hacer comentario alguno, pues sólo servirían para acrecentar la amargura y enardecer los ánimos y eso era algo que no quería que sucediese, al menos no por ahora.

Cabalbaron en silencio hasta que por fin dieron con la margen del río, al otro lado se extendía el bosque.  Risk desmontó, se acercó al curso de agua y lo observó intentando calcular su ancho y la fuerza de sus aguas.  Podría cruzar a nado cargando una soga, atarla y pasarla por las bridas de los caballos para que estos también nadasen hacia la otra orilla o bien podría utilizar la magia.

Se reunió nuevamente con los demás -Se me ocurren tres formas para cruzar el río.  La primera es una técnica que aprendí hace muchos años de los humanos.  Uno de nosotros cruzará a nado con una soga a cuestas y la afirmará del otro lado.  Luego las pasaremos por las bridas de los animales y los guiaremos al otro lado del río a nado.  De no tener suficiente cuerda podríamos usar la magia, bien construyendo un puente con la arena, el aire o la misma agua.  ¿Qué opinan?- preguntó finalmente incluyendo con la mirada a todos los presentes incluidas ambas niñas.