Partida Rol por web

Había llegado el día.

El juicio había sido muy rápido y el juez enseguida dictaminó que David sería ingresado en Black Tears. Nunca había oído hablar de ese sitio, pero al escuchar que se encontraba en los Pirineos se le antojó muy lejano...

Su madre se encontraba llorando junto a él. Desde que le habían detenido, parecía no poder detener esa fuente en la que se habían convertido sus ojos. La mujer le miraba desconsolada, pero por temor se mantenía en silencio. Había sufrido los malos tratos de su marido, y una vez muerto, se había dado cuenta de que había perdido a su hijo.

El reloj marcó las catorce horas. La asistenta social dijo que vendría a buscarlo a las 14:30... Le quedaba media hora para poder despedirse de su madre. O para lo que más deseara....

Sobre la mesa se encontraba una hoja de papel, en la que venía reflejado el material que le permitirían llevar...

   1 - Dos chandals

   2 - Cuatro camisetas, preferiblemente oscuras, sin ningún tipo de dibujo.

   3 - Cinco mudas 

   4 - Dos tejanos

   5 - Dos jerseis

   6 - Un par de zapatos deportivos

   7 - Chaqueta de invierno

   8 - Cepillo de dientes

   9 - Cepillo cabello

  10 - Únicamente un objeto personal.

Las pertenencias serán revisadas al ingresar en el correccional. Cualquier cosa fuera de esta lista será devuelta a sus responsables.

 Mi cara es de estupor, miro a mamá casi paralizado, trato de hacer ver que no me importa, igual nada me importa. No pensé, en realidad, nunca pensé que me atraparían, nunca, solo lo hice y ya. Matías está en la cárcel, al igual que Alfredo, y ambos pasaran un buen tiempo en la carcer, cinco años creo. La trabajadora social dice que soy afortunado, pero yo no lo creo ¿qué más da a donde valla?, ¿a quién le importa?.

Mi tío me llamo por teléfono hace un minuto, se nota disgustado, y sin embargo me dijo, que él sentía la obligación de cuidarme, y que aún era un niño. Qué se entero tarde de todo el sufrimiento con mi padre... vaaa. Hago una mueca. Si siempre estaba viajando como se iba a enterar que su hermano era un asco... Dijo además que conocía al que dirigía esa mierda, y que esperaba que aprendiera algo bueno para mi vida...¿qué bueno voy aprender?

Si mi padre es un monstruo... supongo que yo también lo soy.

Mamá está llorando y me abraza de medio lado con fuerza. Mi madre es una mujer hermosa, pero tantos años de sufrimiento parece que le hubieran transformado la cara, se ve de más edad de la que ella tiene. Sus ojeras lo dicen todo. Yo no he sido de buena ayuda, no sé en realidad porque dice que me quiere, si lo hubiera hecho seguro cuando pudo habría abandonado a mi padre.

Debiste tener otro hijo mamá, por lo menos te hubiera salido bueno, y te hubieras sentido orgullosa. La miro con sarcasmo. Aún estás a tiempo, no eres una anciana.

Siento dolor en mi interior, pero no puedo manifestarlo. Seguro en ese reformatorio me matan, qué más da.

Mamá alisto mi ropa, y lo único que llevare mío es mi mp3 para escuchar música.

Aunque mi madre me llena de besos, yo solo quiero morirme.

Las palabras de David fueron como un jarro de agua fría. Amelia le miró dolida, sabía que había hecho mal. Pero la mujer había estado completamente anulada mientras duró el matrimonio con el padre de David. Las palizas brutales que había recibido la mujer, habían dejado huella.

Se levantó bien erguida. El dolor se podía apreciar en su  mirada. Sus ojos lo miraron fijamente...

- Hijo mío, espero que algún día llegues a perdonarme. - Parecía que una vez más se hacía la víctima. Durante tanto tiempo había estado padeciendo los abusos de su marido, que ya le salía sin querer ese victimismo que tan nervioso ponía a David. - Pero espero que no vuelvas a decir eso... Yo no quiero a otro hijo... Te quiero a ti. Aunque... - En ese momento la mujer se mordió el labio, guardándose aquellas palabras que podían haber dañado a su hijo.

Su última frase hace que le conteste mal. ¿Aunque qué mamá?... en ese momento mis ojos lagrimean, yo sabía que mamá se sentía infeliz al tener que soportar mis problemas, y caray, yo soy como me dijo mi padre, “la sal”, todo lo que toco y hago lo destrozo, es posible que mi madre este mejor sin mí, en cierta forma en este lugar donde me enviaran no podre salir y sabrá donde estoy... aunque si puedo me marchare lejos, donde nadie me encuentre.

Bajo mi voz después de contestarle mal y me acerco a ella. Perdón má, no llores más. Bajo la cabeza y pienso  “a mierda de vida”. Aprieto mi puño con odio al pensar en el Juez, al pensar en todo.

Mamá no lo sabe, ella no tiene la culpa que sea un desgraciado y que no pueda cambiar. Nadie puede entenderme, no soy útil en esta vida. No lo sabe, no sabe que planeo irme... solo irme.

¿En ese lugar podrás visitarme?. Esta vez mi voz suena de forma infantil. Los pirineos... lógico no irá.

Esas últimas palabras consiguieron que las lágrimas que tan celosamente guardaba empezaran a correr por sus mejillas. Miró a su hijo y sin mediar palabra lo estrechó entre sus brazos...

- Claro que sí hijo mío. Iré cada vez que pueda... - Prometió con la voz rota. La mujer sentía que lo único que  le quedaba en esa vida se lo estaban quitando. Sabía que no era un buen chico, pero también sabía que ella había fracasado como madre. Y eso era algo que nunca podría llegar a perdonarse.

En ese momento el reloj marcó la media y el timbre sonó, puntual.

Mis ojos se humedecen al escuchar a mamá... ¿Por qué seré así?. Me acerco hacia ella y permito que me abrace. Es posible que sea la última vez que vea a mi madre, después de lo que seguramente haga. Bueno supongo que ya me voy... descansa de mi mamá, sal, has las cosas que con migo no puedes hacer, por lo menos estará tranquila. Pienso. Además tu no estas sola, tienes a la abuela y el tío siempre te colabora, yo soy un estorbo... dale ma, ya no llore.

Me levanto lentamente, y me da tanta rabia, con el juez, mi padre, todos los desgraciados...

Igual yo no tengo futuro, nunca lo tendré.  

Adiós Má.

El abrazo de la mujer fue largo y profundo, cuando se separaron, miró a su hijo con una mirada en la que se reflejaba todo el amor que una madre podía sentir por su hijo.

- Gracias mi vida, tú sé fuerte, cuando salgas podrás retomar tus estudios ya verás... - Le dijo mientras juntos se dirigían a abrir la puerta.

Ya había llegado el momento, en el que David formaría parte del sistema. Todas esas cosas que dejaría atrás, su vida, su familia... Ahora era como un peso en el corazón del joven...

Al abrirse la puerta, la asistenta se encontraba allí. Llevaba unas gafas de sol que se quitó para mirar con la simpatía que la caracterizaba al joven.

- David, ha llegado el momento... -

Detrás de ella se veía un coche patrulla. Junto al vehículo habían dos agentes de la autoridad, un hombre y una mujer. Que con los brazos cruzados observaban al joven.

- ¿ Señora Jimenez? - Saludó Donna a la madre de David. La mujer respondió con un seco hola. Donna no hizo caso a la mirada de odio con que Amelia la taladraba. Estaba acostumbrada a esas reacciones entre los familiares de los jóvenes delincuentes.

- David, esos agentes de allí - Dijo señalando con un leve movimiento de cabeza. - Se encargarán de tu traslado, yo no podré acompañarte... - Terminó de informar al joven.

Miro a los oficiales con asco, se lo que estan pensando “miren donde termino el hijo del teniente Cowen”. Policías estúpidos, creen que porque tienen ese uniforme pueden hacer y deshacer.  Claro, la trabajadora social no estará, momento en el cual estas porquerías aprovecharán para joderme. Miro al piso y pregunto: Señorita Donna, en cuanto tiempo dijo usted que podre salir de allá?

- Con buena conducta en un año estarás fuera... La verdad, no entiendo como te han metido allí. Lo lógico es que te hubieran hecho hacer alguna clase de trabajo social... Pero bueno. - Donna miró hacia los oficiales, que se encontraban allí, y prefirió cerrar la boca. La mujer había tenido más de un problema por defender a los jóvenes delincuentes, que era como les llamaban.

- Seguiré moviendo lo que haga falta para intentar que salgas antes. No te preocupes. - Le dijo guiñándole un ojo.

La mujer policía se acercó.

- David Cowen, debería acompañarnos... ¿Señora? - Dijo tratándole de usted, y mirando finalmente a la de asuntos sociales. Donna le hizo a David un gesto con la cabeza para que acompañara a los agentes.

- Meteremos sus cosas en el maletero. - Le informó la agente mientras se dirigía a la parte trasera del vehículo.

Me muerdo el labio de la rabia hasta que me sale un hilo de sangre. Le beso la mejilla a mi madre y murmuro un “lo siento” al oído, y le hago un signo de despedida con la mano a la trabajadora social. Mientras miro como un soberano pepino a la guardia. Ah zorra asquerosa. Pienso. No digo más solo espero que la policía me lleve. Malditos, malditos, cómo los odio.

La agente miró al joven con mala cara. Esperaba que fuera a las buenas, y no quería utilizar la fuerza. El otro agente se acercó...

- David, deberíamos marchar ya... Así que lleva tus cosas al coche... - Su voz sonó ruda, seca, y su mirada era fría, calculadora. La asistenta, resoplando cogió al joven de los hombros, con delicadeza y amabilidad...

- Venga, cielo. Aunque sean así de brutos sólo hacen su trabajo... Teneis que salir ya, que el viaje es largo... - Comentó con suavidad. Y con una suave presión de su brazo invitó al joven para que se dirigiera a la parte trasera del vehículo.

La trabajadora social me caía bien. Era una buena persona. Así que moví mis hombros para apartar los del agente. Tome mis cosas, mire a mi madre y subí al auto. Adios vida, adiós.

Después de que el agente cogiera las cosas de David y las colocara en el maletero, el muchacho se acomodó lo mejor que pudo en el vehículo.

Su madre hizo un leve gesto con la mano, despidiendo a su hijo. Estaba la mujer aguantando la compostura, pero se notaba que tarde o temprano se derrumbaría. Donna, se acercó a Amelia y le pasó un brazo por la espalda, dándole un apoyo que quizás necesitaba.

El coche se puso en marcha... Los agentes iban hablando entre ellos, ignorando completamente al muchacho que tenían atrás. El camino sería largo... Muy largo.

A través de la ventana se empezaron a ver desfilar las calles. Una mujer miró con tristeza hacia el interior. Un niño, descalzo, pedía en una esquina, mientras la gente pasaba como si no lo viera. Un anciano cruzaba una calle, ayudado por un joven apuesto. La humanidad era así... La gente iba a la suya, haciendo oídos sordos a las necesidades de sus similares.

El coche enfilaba por otra calle, y un grupo de palomas alzaron el vuelo... Algo irónico, contando que las palomas eran el simbolo de la libertad, y eso precisamente era lo que le estaban quitando a David... Su libertad.

Veo todo pasar cómo si fuera un sueño. Si hay pobresa, hambre, y desgracia... ¿y a alguien le importa?, no, a nadie le importó que mi niñez fuera una desgracia...

La vida no es nada... uno nace, y muere...

Vivir, no es ningún privilegio hoy en día..

Las garras de la apatía están donde quiera...

Ni siquiera existe amor en los corazones de los padres...

Me pongo el Mp3, y escucho música, tratando de distraerme.

El viaje fue largo... Muy largo. Hicieron algunas paradas, dejando que el joven saliera para estirar un poco las piernas. Pero eran paradas cortas y enseguida volvían a retomar el viaje.

Hacía ya rato que los paisajes habían cambiado. La agente informó a David de que ya estaban en la zona de los Pirineos... Que no tardarían en llegar a su destino.

A través de la ventana, Se podía apreciar hermosos paisajes verdes. Los árboles se amontonaban como nunca David había visto.

Pasaron por una carretera desde la que se veía un gran lago... Sus cristalinas aguas invitaban a darse un baño a cualquiera que pasara por allí...

Y finalmente llegaron a un camino de piedra. A lo lejos se podía ver un gran edificio... La mujer se giró para decirle a David que allí era a dónde se dirigían..

Fantastico... voy a ir al castillo de Harry Potter. Digo con ironia entre dientes muy bajo Si el gobierno pagara un avión para llevarme se evitaria este largo paseo. Pienso un poco en todo, la naturaleza y yo no nos llevamos bien... no he llegado al sitio y ya lo odio.

Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

(A. Storni)