Partida Rol por web

La puerta abierta del mausoleo da paso a una gran habitación de piedra que contiene una mesa del mismo material en el centro y numerosos sarcófagos en los laterales. Al otro lado de la habitación en su parte derecha, podeis ver una puerta abierta, también de piedra. Hay sangre desparramada por todas partes, en el suelo, en las paredes y en la mesa.

La luz que entra por la puerta no es la única, pues hay antorchas en las paredes que iluminan el interior. Tiene un aspecto lúgubre y siniestro de por sí, pero además, con la sangre adornando la estancia, resulta macabro. No hay demasiado olor, para lo que podría ser, al menos en ésta habitación.

Esta sangre... Espero que los lobos no entrasen dentro del mausoleo... Aunque podría ser, si los guardias no eran los únicos que había y los demás intentaron refugiarse aquí.

- Bonita estancia... Bien decorada.

No podía evitar sacar puntilla a todo, pero posiblemente este no era el mejor momento para hacer un comentario así. No sabía si la chica era realmente una aventurera o no, o si había vivido alguna vez una situación como esta.

Ocurriese lo que ocurriese tenía claro que no pensaba dejar que su sangre decorase ninguna estancia del lugar.

- Podría pasarme aquí toda la noche, lástima que tengamos trabajo que hacer... Sigamos.

 Observaba atentamente cada paso que daba su compañero. Miraba la sangre de la pared y la "decoración" de la sala con cara de desagrado, casi de repulsión, por lo que no le costó demasiado salir de allí en cuanto su compañero lo sugirió.

Una angosta escalera desciende, al otro lado de la puerta, hacia un amplio rellano. Parece que éste, da después a una habitación más o menos grande, iluminada por la luz de numerosas antorchas.

Desde el pequeño rellano en el que aterrizais, un par de escalones bajan hasta una habitación cuyo objetivo es, claramente, el de preparar cuerpos para ser incinerados.

Al final de la escalera, hay un cadáver de una mujer humana, abollado y destrozado. La estatua de algún ser celestial alado, divisa la escena desde su pedestal al Este de las escaleras.

Numerosas mesas se apoyan en las paredes Este y Oeste, y tres de ellas, tienen cadáveres sobre ellas. Más al fondo de la habitación hay una gran pila de escombros y piedras rotas donde alguien o algo derrbó o destrozó dos de las mesas. Cerca de las mesas que están más al fondo, pasados los restos, podeis ver una especie de puertas de pequeñas criptas a lo largo de todo el muro norte. Un par de ellas están abiertas, exponiendo de manera ruda, los huesos alborotados que hay dentro.

Hay también numerosos huesos esparcidos y dos cuerpos en el suelo. Son cadáveres de hombres, uno de ellos en más o menos buen estado y el otro en un avanzado estado de descomposición. Al fondo de la habitación hay más huesos en el suelo, al otro lado de los escombros, y un montón de maderos cerca de una de las puertas.

 Me adelanto un poco con suavidad, procurando no hacer ruido, hasta casi la línea de escombros. Al llegar allí, miro detenidamente hacia toda la sala sin soltar la daga de mi mano, lo que sea que haya hecho aquello tiene que andar cerca.

Miró la habitación, pero el restro de Izhan no desprendía ningún tipo de emoción, sin embargo dirijió un susurro en dirección a su cuervo.

- Lover, estate atento.

No sabía que podía haber en los alrededores, pero algo le empezaba a dar mala espina.

Imitando los movimientos cautos de su compañera, se dirijió tras de ella a lo que les esperase más adelante, que empezaba a creer que realmente no iba a ser nada bueno.

Girando la esquina os encontrasteis con una puerta cerrada. Había a la izquierda más de aquellas criptas y más huesos por el suelo. Algunos de ellos vestían viejos ropajes rotos, desgarrados y muy antiguos. No había nada más de relevancia en la sala. Solo un horrible silencio.

 Sin mirar demasiado los cadáveres destrozados de la sala, Sirenia se volvió hacia su escolta y dijo:

-Bien... parece que debemos seguir adelante... ¿Continuamos? ¿O debo ir yo delante como hasta ahora, señor aventurero?

A lo que añadió en un susurro:

-Y este iba a protegerme...

 Ante el silencio de su compañero, Sirenia salió andando a paso ligero en dirección a la puerta y la cruzó.

Visualizas un nuevo pasillo. En él hay una estatua de una mujer colocado dentro de un nicho en la pared más al norte. Está vestida con un túnica muy amplia que le tapa todo el cuerpo, y sus manos y su cara están levantados como si apuntaran hacia el cielo. A cada uno de sus lados, hay unas fuentes que gorgotean con lo que aparentemente es agua fresca. Todo el pasillo huele como a lluvia.

Directamente enfrentado a la estatua, hay una puerta cerrada de piedra, y un poco más alejado hay una arconada que parece que da a otro pasillo en la parte norte.

Aún más al fondo, te parece ver más nichos como aquellos de la habitación anterior. Muchos de ellos están abiertos y saqueados.

 Me acerco a la puerta que está frente a la mujer y compruebo si hace mucho que ha sido abierta por última vez. Si mi "protector" está de huelga me convendría más encontrar a los aventureros cuanto antes, así que iré por caminos ya transitados.

Izhan se quedó mirando a la chica mientras andaba.

Es directa. Eso me gusta.

Suponía que no debía de dar una impresión de guerrero a primera vista ni mucho aire protector. Pero eso cambiaría.

Vio que la muchacha estaba dispuesta a recorrerse sóla el lugar y la alcanzó.

Conseguirá que la maten con estos prontos. Pero tiene actitud, espero que sea igual en el combate.

Veo la estatua y me pregunto que representará...

No hay polvo en el suelo, ni en los pomos de las puertas. Esta parece una zona que era recorrida con asiduidad. Quizás era parte de los lugares en los que los pueblerinos se movían.

 Sin hablar demasiado alto, hago un gesto a mi acompañante indicandole las dos posibles direcciones. Acto seguido, permanezco a la espera de que se decida a ir hacia un lado u otro.

La verdad es que no tengo ni idea de por dónde ir...

La cara de Izhan mostraba seguridad cuando se acercó a la puerta cerrada. Se supone que otros aventureros habían pasado por aquí, si la puerta estaba cerrada, seguramente no habrían ido por allí, sino por el otro lado.

Pruebo a abrir la puerta con cuidado e intentando no hacer ruido.

Izhan consiguió mover la puerta al empujarla con fuerza. Era una puerta muy pesada, y esto hizo que tuviera que soltar algun pequeño buffido ante el esfuerzo.

Una vez consiguio abrirla y echó un vistazo al interior pudo ver como tres pequeños escalones descendían a lo que parecía ser una cripta privada. Un ligero zumbido surgía de algún punto del interior de la misma, pero rápidamente se desvaneció.

Al éste, una estatua de un hombre, vestido también con un túnica, se levanta majestuosamente ante vosotros. Su mirada, en cambio que la anterior, se dirige hacia abajo, hacia un gran libro de piedra que sujetan sus manos blancas de marmol.

Hay también dos sarcófagos sin ornamentación, que permanecen cerrados mediante una tapa sellada. Toda la piedra de ésta cripta, permanece perfectamente pulida, como si lo hubieran hecho esa misma mañana. No hay signos de polvo o de insectos o bichos en ningún lado, está impoluta.

Diminutos nichos colocados y ordenados a la perfección dentro de una geométrica malla, perforan la mampostería de toda la sala.

- Pues parece que por aquí no hay nadie... Aunque podemos entrar a investigar la sala.

Me pregunto qué habrá hecho que la sala esté de esta forma... ¿Será alguna clase de hechizo?

Dirijió una mirada a su comapañera a ver que le decía.

 -De acuerdo... ya que estamos aquí me gustaría presentar mis respetos a los difuntos por perturbar su descanso. 

Acto seguido entro a la sala y me sitúo entre los sarcófagos examinándolos detenidamente.

En el momento en que la mujer rubia pisa la habitación, tres pequeñísimas criaturas, revolotean de un lado a otro de la habitación. Se parecen a las avispas, y su sonido es como el zumbido de éstas, pero cada una de ellas tiene una cara similar a la de un humano hecha con metal y dos minúsculos miembros que salen de su puntiagudo cuerpo.

 En el momento en que los insectos saltaron hacia Sirenia, ella apretó en su mano la daga, dió un paso atrás y esperó a que el  insecto más cercano se acercase para atacarlo con toda su rabia mientras pensaba:

-¿Pero qué narices...? No pienso morir aquí, tenedlo por seguro.