Partida Rol por web

El mago miró a Izhan.

- ¿Y éste es tu guardaespaldas? - dijo con cierto tono irónico - Pues muy fuerte no parece.

Y señalando la habitación de dentro, y lo que había sucedido añadió.

- Idos a casa. Lo que aquí está pasando es mucho más grande de lo que vosotros podríais afrontar. Es mejor que dejeis que los guerreros que están dentro se encarguen hasta que lleguen los refuerzos, a quien por cierto, estoy tardando demasiado en avisar. Esto no es un juego para niños, ¿sabeis? Aquí está muriendo gente.

Bien era cierto que Hassam, quien ya parecía un hombre bastante mayor y Aaron, quién debía de rondar los cuarenta, eran mucho mayores que los dos "teens" que tenían delante.

 -Guerreros de mayor edad que la mía y más fuertes que yo murieron víctimas de la plaga a la que yo resistí y fueron incapaces de protegerme...¿De verdad es la edad o la fuerza aparente un factor decisivo para sobrevivir? En mi opinión, cualquier ayuda en una situación como esta debería ser al menos agradecida, caballero.

Aaron escuchó las palabras de Sirenia y se dirigió a Izhan.

- ¿Quién te ha enviado a entrar a este mausoleo maldito? Mis compañeros y yo nos estamos ocupando de esto de la mejor forma posible. No es una buena idea que permanezcáis aquí, pero primero voy a escuchar las palabras de tu acompañante, señorita Sirenia, al parecer él es el que tenía intención de entrar aquí.

Miro fijamente a Izhan mientras le hablo y me doy cuenta de que tiene una apariencia bastante extraña. ¿Qué es? Tiene unos ojos y una piel distinta... jamás había visto algo así... El clérigo tragó saliva, esperando que el chico dragón no fuese muy impulsivo.

- Si, es cierto - dijo Hassam - salvo que te refieras a la de Paso de Duvik, en cuyo caso has de saber que fuimos nosotros quién nos deshicimos de la plaga mientras tú la resistías.

Nada iba a amedrentar al mago, y mucho menos una chica que no sabía casi ni manejar una daga.

- Aarón, no parecen mala gente. Pero si no quieres encargarte de más heridos, trataría de convencerles de que se vayan por dónde han venido. Yo voy a partir ya, porque he de darme prisa.

Durante toda la conversación Izhan había permanecido en silencio mirando alternativamente a ambos personajes con sus peculiares ojos. Es cierto que les habían salvado, pero a veces las cosas no son lo que parecen; y menos en catacumbas donde se investigan cosas extrañas.

- Ante todo agradecer vuestra entrada en la habitación y el aviso... Supongo que las salas de los muertos están mejor cuando quedan tranquilas y sin molestar.

Dirijió su mirada al que al parecer respondía al nombre de Aarón, que era el primero que había hecho una pregunta.

- Mi nombre es Izhan, viajero de caminos. Me han pagado por encontrar a unos aventureros que estaban investigando estas catacumbas,... y eso pienso hacer, para después ayudarles. Soy un hombre de palabra. Y la chica viene conmigo... Aunque no me considero tanto su guardaespaldas como su... compañero...- Izhan dejó aposta la frase en el aire, y le dirijió una sonrisa pícara a la chica, a la que sabía, ésta no respondería.

- Ahora si no os importa, después de nuestra presentación, me gustaría oír vuestros nombres... Y lo que está sucediendo aquí abajo.

Me quedo mirando fijamente a Aaron.

Los aires de su acompañante me ponen de mal humor, y no quiero que sea él quién me conteste.

Aaron asintió cuando habló Izhan. Parecía un chico sensato y sus palabras eran respetuosas y concisas, no intentaba explayarse con montones de frases meticulosamente pensadas para manipular a alguien, lo que le dio algo de confianza al clérigo para saber que no estaba mintiendo y podía fiarse de él.

- No hay de qué, la gente de bien ayuda a los demás. Y la gente de bien se ayuda entre sí. Mi nombres es Aaron Willhelm Preston, soy clérigo de Lathander desde hace bastante tiempo y dedico mi vida a llevar su palabra y protección adónde él me diga. Es cierto que hay gente investigando estas catacumbas, pero me gustaría saber quién te ha mandado hasta aquí antes de decirte qué ocurre aquí, no quisiera dar información a extraños. Aún así no depende de mí dar esta información, somos un grupo y decidiremos en consenso si debemos hablar libremente de lo que ocurre.

Tras contestarle a Izhan doy un par de pasos en dirección a la salida.

- Tengo que acompañarle a la salida para un objetivo importante que debe cumplir. Por favor, venid conmigo y os llevaré con los demás. Es lo mejor para todos el caminar juntos, este lugar es peligroso.

Es humano. Simplemente se dice que los hechiceros tienen sus poderes porque corre cierta sangre draconiana por sus venas. Él ha querido que su personaje lo aparente, sin beneficios ni defectos. Nada mas :D

- De acuerdo, me parece bien.

Mientras empiezo a andar le respondió a su pregunta.

- Por cierto es el alcalde quien nos envía. Al parecer nos comentó que la gente que está investigando esta zona podría tener problemas.

- Teníamos un trato, no puede romper el trato. ¿Qué pasará con el dinero que nos iba a pagar? - la pregunta iba a Aaron. Ya que le ignoraban, él había decidido hacer lo mismo.

Se dirigió hacia la salida. Pasasteis por la habitación de los esqueletos y comenzasteis a subir las escaleras.

Le respondo primero a mi compañero mago.

- Supongo que... habrá decidido comprar a un nuevo integrante del grupo, aparte de lo que nos iba a pagar, ¿no? Realmente el dinero no me interesa, y si el alcalde no ha contado con eso, estos chicos pueden quedarse mi parte. Aquí nos estamos jugando mucho más que unas piezas de oro, Hassam, y tú lo sabes tan bien como yo.

Acto seguido, vuelvo a mirar a Izhan. Decía que había sido enviado por el alcalde... ¿Cuál es el nombre del alcalde, Izhan? Confío en ti, no veo en tu cara el rostro de la mentira, pero no puedo arriesgarme y es mejor tener un mínimo de seguridad. ¿Y cuánto va a pagarte? Si me dices el nombre y las piezas de oro que va a darte son cercanas a las nuestras, te tomaré a partir de este preciso momento como un compañero más, sino... ya veremos.

Seguí caminando mientras esperaba la respuesta de Izhan y me mantenía atento por si ocurría algo en el camino hacia la salida.

- ¿Oro? Pues nos prometió trescientas monedas de oro, por lo menos a mí, no sé a mi compañera... Y su nombre era Ian Turbrand si no recuerdo mal... Un hombre simpático, aunque a este paso las arrugas de preocupación acabarán por dejarle su rostro totalmente distinto a como es ahora... Pero de todas formas no sé si a ella le prometió nada de dinero, aparte de mi protección, a lo mejor ella si aceptaría parte del oro, para comprar comida para el viaje que nos espera cuando acabemos aquí.

Realmente no sabía si a ella le han ofrecido dinero, pero si lo aceptaba mejor. Nunca se sabía qué podría ocurrir y unas piezas de oro nunca vendrían mal. Además, quién sabe, a lo mejor lo que con esta mujer no había conseguido la labia, lo conseguían unas burdas monedas.

Miró al clérigo y le dijo:

- Espero haber contestado bien a tus preguntas, no quiero tener que recorrerme éstas catacumbas con la única (y brillante) compañía de Sirena y mi bastón...

Acompañó de una sonrisa sus palabras y caminó a ritmo de ambos personajes.

Por fin, llegasteis a las escaleras que subían hasta la entrada. Parecía que, aunque seguía lloviendo, escamparía pronto. Hassam fue el primero en salir y se despidió de vosotros.

- Os dejo en buenas manos - dijo haciendo referencia a la compañía de Aarón. Parecía que finalmente había aceptado confiar en aquellos desconocidos. Sabía también que viendo lo inútiles que eran en combate, necesitarían la ayuda del clérigo más de una vez y de dos. - Intentad no haceros mucho daño. Vosotros sois mayorcitos para elegir a dónde quereis entrar y a dónde no.

Y mientras Aarón se despedía con la mano de un compañero al que primero había creído muerto y después le había salvado la vida, apareciendo por sorpresa; un rayo de sol se coló entre las nubes iluminando unos instantes el mausoleo en el que estabais.

Quizás aún habia alguna esperanza.

Tras acompañar al mago, me despido de él con la mano y me quedo mirándole hasta que se marcha en el horizonte y le pierdo de vista. Cuidando que mientras yo esté ahí, vigilándole, siga con vida. Después de verlo irse, miro a los dos nuevos compañeros. Y sonrío levemente, viendo a aquellos muchachos jóvenes a mi lado.

- Confío en vosotros chicos. Soy un hombre de bien, y veo que vosotros también. Si habéis venido hasta aquí a ayudar, sois bien recibidos. Aaron mantuvo la sonrisa y empezó a caminar de vuelta por el camino que habían seguido hasta la salida. Vamos, seguidme. Debemos de alcanzar a Anur y a los demás. Puede que estén en problema y necesiten nuestra ayuda. Ellos no son de esperar, ¿sabéis?

Me pongo en marcha, tomando un poco la iniciativa del grupo, cosa que al clérigo nunca le había gustado hacer. Pero debido a la edad, al conocimiento del lugar y la pertenencia al grupo que estaba adelantando y que fue el primero en entrar al lugar, se sintió obligado a ser él quién condujese a los demás. Por el camino, después de despreocuparse un poco de Hassam que se acababa de ir siguiendo el destino que Lathander le había deparado, o eso pensaba fielmente Aaron, comenzó a revivir en su mente la muerte de Therion. Mantuvo la compostura todo el tiempo, pero mostraba un rostro serio y una mirada lacrimosa. Siento tu pérdida, compañero. Haré todo lo que esté en mi mano para que no caigas en el olvido, pues esa es la verdadera muerte. En mí seguirás viviendo, como un digno compañero armado de valor y coraje. Que tu alma no decaiga y sea guiada hacia el mejor de los descansos. Buen viaje, amigo...

Juntos volvieron al interior del recinto. Más allá de la esquina y las escaleras que descendían, los nuevos compañeros pudieron ver aquellas partes que aún no habían visto del interior del mausoleo.

Lo primero que notais es que las paredes del pasillo cambian a medida que vais descendiendo. El color, de un blanquecino intenso, pasa a ser gris muy oscuro. Asi mismo, los sillares de los muros, aumentan a medida que el peso sobre ellos es mayor.

Dos pequeños peldaños descienden a una puerta con unas imagenes grabadas un tanto extrañas.

 Justo detrás de la puerta, que ya estaba entreabierta, hay una gran estancia. Al pisar el suelo, una luz blanca aparece de pronto, iluminando toda la habitación. Está dividida en cuatro partes diferentes. Cada zona es octogonal y más o menos del mismo tamaño. El techo sobre cada zona es abovedado y aproximadamente de unos 20 pies de alto en su zona central. Un símbolo estilizado de un ojo, adorna la baldosa central de la habitación central. Hay ciertas baldosas que sobresalen por encima del nivel del suelo, salvo una.

Casi al final de la habitación hay una baldosa que ha sido movida y da lugar a un agujero en el suelo, seguramente la única salida aparte de por donde habeis accedido.

De pronto la imagen comienza a cambiar y poco a poco puedes divisar una imagen completamente diferente:
 

Justo debajo de la criatura, hay una especie de runas grabadas, que dicen algo asi: 

- La magia muere, El hombre rápido enlentece. El pasaje que buscas no aparece.

- El ojo de la muerte, el ojo de piedra, el pasaje bueno no te enseña.

- Miedo y mente, has de saber, te llevarán por dónde no es.

- Descansa en sueño, timidos amigos, ninguno muestra el mejor camino.

- El enemigo amigo, las heridas dolorosas, el olvido que ayuda está escrito.

Parece que era una especie de acertijo que los aventureros tuvieron que resolver antes de poder continuar.

Continuasteis el camino a lo largo de la habitación hasta el agujero en el suelo. Ahi, una cuerda colocada por Aaron, os ayudaría a bajar sin problemas.

Ésta lleva a un amplio rellano, quizás de unos diez pies de ancho. Cerca de vosotros, otra angosta y estrecha escalera desciende a otro rellano que es bastante más pequeño que aquel en el que os encontrais ahora. Más allá, las escaleras parecen continuar en su descenso.

Cuado bajais las escaleras os dais cuenta de que la única luz que hay proviene del piso superior. Vais a sumiros en la más profunda de las oscuridades. Os percatais además de que hay telarañas en las paredes inferiores, como si la zona en la que acabarais de entrar no hubiera sido pisada por nadie en mucho tiempo,... al menos, esa era la impresión que daba, aunque vosotros intuiais que las personas o lo que fuera que perseguiais estaban por ese camino mucho más adelante.

Asi pues, debíais continuar, pero no podriais avanzar mucho con esa oscuridad tan cerrada. Aarón que abría la marcha, hizo un nuevo conjuro de luz para poder iluminar el camino que descendía.

Cuando bajais el último escalón y llegais al primer rellano, el engosto pasadizo se abre a un rellano más o menos ancho. Dos pilas de huesos yacen cerca de una abertura al oeste, justo donde otra escalera desciende hasta una pequeña estancia donde hay un Ogro gigante muerto con numerosas heridas por doquier. Parecía, sin embargo, que llevaba muchísimo tiempo muerto.