Partida Rol por web

Cuando Thognar vió explotar el cuerpo de la criatura instintivamente dió un par de pasos hacia atrás. Fue entonces cuando al ver salir a todas aquellas arañas continuó alejándose mientras movía su hacha en el aire en un intento de contenerlas.

- ¡Asquerrrosos bichos! ¡Larrrgo de aqui! ¡Fuerrra!

La estrategia en la que había pensado el gnomo estaba diseñada para enfrentarse a una criatura, sin embargo, la conversión de aquél monstruo en una miríada de arácnidos cambiaba por completos los planes. 

Solo el hechicero poseía la capacidad de dañar a aquel enjambre, pues las armas que tenían los demás de poco servían para enfrentarlo.

Se mantuvo en su posición sin saber bien qué hacer y siguió hablando para que al menos el ánimo no decayera.

El clerigo miro asqueado la maraña de insectos y penso en las arcadas que habia sentido cuando estaban no hace mucho por todo su cuerpo. Tristemente una espada no era el arma para combatir esas criaturas.

- ¿Teneis algun vial de fuego de alguimista o algo para quemarlas?

El hechicero no dudó y volvió a alzar las manos hacia ese enjambre diabólico.

- ¡Bardo! ¡Más te vale cantarle sobre mis azañas a toda mujer que encuentres!

Al ver salir a las arañas me coloco atrás del todo. Se que no soy de utilidad aquí, así que permanezco alejada hasta poder entrar en el combate de forma efectiva.

Izhan lanzó un nuevo conjuro que comenzó a achicharrar a las arañas, muchas de las cuales dejaron inmediatamente de moverse al ser carbonizadas. Sin embargo, el numero de ellas era altisimo y, puesto que habian perdido a su portador momificado, no tenian intención de morir sin conseguir un nuevo... "caparazon".

Se lanzaron sobre el mago, el ser vivo que estaba mas indefenso y mas cercano a ellas. El hechicero notó como cientos de pequeñas mandibulas se le incrustaban en todas las partes de su cuerpo. El dolor fue suficiente como para que una mueca surgiera en su cara, pero lo peor no era eso, lo peor era el veneno. Ya sabia lo que aquello significaba. Si caia... estaba perdido.

Atacar con mis dagas sin herir al hechicero es tremendamente difícil. No puedo permitirme herirlo por accidente, con lo que permanezco apartada unos instantes.

-¿A alguien se le ocurre como quitarle esas arañas?

El gnomo seguía sin tener ni idea qué hacer, así que, aunque su ánimo decaía poco a poco, siguió tratando de mantener el de los demás.

Al ver al hechicero rodeado de arañas, Thognar se colgó su hacha, tomó el escudo en una mano y su martillo de guerra en la otra y avanzó hacia él.

- Habrrrá que ayudarrr al guaperrras. ¡Aparrrtad!, ¡dejad en paz al culo fino!

Izhan sabía que tenía que salir por patas de ahí. Ya, ahora, o moriría. O peor aún, las marcas del enjambre le quitarían parte de su belleza.

Eso sí que no...

Se alejó de la plaga tratando de resguardarse al lado del enano, y su furia ardiente se desató contra las arañas.

El fuego de Izhan pudo finalmente acabar con el mini-ejército de arañitas, justo en el momento en que una enorme aparecía desde el balcón. Movida por los hilos, habia estado agazapada esperando a que la momia os hubiera matado, visto que no habia sido posible, fue ella misma la que bajó a por vosotros. Asi, lanzó una telaraña sobre Izhan y Thognar que quedaron inmediatamente agarrados al suelo.
 

Gerald vio que la araña gigante se ponia en el camino del hechicero y probablemente iba a rematarlo. El clerigo sabia que podia aguantar mejor las embestidas del bicho, por lo que aparto al conjurador para ponerse en la trayectoria de los golpes.

- Atras Izhan, antes de que te maten!

Enredado en la tela de araña, Thognar era incapaz de avanzar hacia la enorme criatura, corriendo el peligro de perderse el combate.

- ¡Tus trrrucos no te serrrvirrrán contrrra Thognarrr asquerrroso bicho! ¡Ayudadme a quitarrrme esto!

Tras el heroico esfuerzo de Izhan por destruir al enjambre de arañas, aquél nuevo monstruo sí que parecía un enemigo al que pudieran hacer frente.

Siguió recitando su poema heróico mientras se movía hacia la bestia. Cuando llegó hasta a ella se colocó en defensa total, con la intención de en el siguiente asalto colocarse tras ella para poder flanquearla.

De momento, sus cortas piernas no el daban para llegar más lejos.