Partida Rol por web

¿Recordais al Poderoso Melar? - pregunto Sir Ragnar a su publico, que negaron con la cabeza, solo Jandrus tenia alguna idea de quien era - Antaño fue un poderoso hechicero, con maestria creo un talisman que le daba un talento para todas las cosas especial. Tanto miedo tenia a perderlo que lo llevaba siempre encima y cuando le llego la hora de marchar, lo escondio en algun lugar secreto. Esa era mi mision, encontrar el lugar donde estaba.

- Y bien que lo hiciste - interrumpio una voz de un anciano que entraba en la sala - los textos que ocultaste nos dio la posicion exacta, su viejo laboratorio y es alli donde iremos.

- No estoy en condiciones de seguiros - reconocio con vergüenza el sir.

- No nos acompañaras, tu papel ha terminado, el suyo - dijo señalando al grupo - debe continuar. Nos esperan los caballos en marcha.

Todos salieron de la sala, solo Jandrus se quedo recordando las cosas que habia odio sobre Melar. Cuando se levanto para alejarse le dijo al mago.

- Estoy en deuda con todos, pero en especial contigo, tu cargaste con mi peso y cuidaste de mi salud, por ello te estare eternamente agradecido. Pero se que la gratitud no arma a un heroe, ni tampoco llena su estomago. Toma - le entrego un saquito con 300 monedas en su interior - que esto te sirva de guia.

Dias mas tarde....

Aqui es - dijo Mentor señalando una torre de, al menos, seis pisos de altura. En su interior esta el laboratorio de Melar y dentro el talisman que os ayudara para las tareas que aun os queda por cumplir.
Tener cuidado, hace mucho tiempo que esta abandonado, pero seguramente la magia de Melar aun este activa.

Arramus abrio la puerta y uno a uno se fueron colando en su interior. La torre estaba vacia por dentro, solo un gran espacio vacio que se levantaba sobre los seis pisos de espacio, parecia un cono hueco, sin emabrgo, Durgin si que vio una entrada a traves del suelo, abrieron la trampilla y se colaron en el interior. Un nuevo lugar se abria ante ellos, una puerta de madera de roble, con grabados antiguos y pomos con forma de cabezas de gargolas les daba la bienvenida...

Me contemplo, satisfecho. Siempre había querido tener un bastón, como los legendarios grandes Magos. Da un toque de porte y distinción. También me sientan como un guante mis nuevas muñequeras y, de paso, me siento menos vulnerable. Echo un vistazo a mi alrededor y les digo a mis compañeros.

- ¿Vamos a por ese talismán muchachos? ¿Quién abre el camino?

Ahi estaban una vez mas, dispuestos a enfrentarse de nuevo a las fuerzas de Morcar. Sin embargo, esta vez había algo diferente en ellos. En las manos de Ungrim, en lugar de su antigua y pequeña hacha, ahora había una reluciente y enorme hacha de dos filos.

El matador la había visto hacía apenas un día, conforme el herrero terminaba de pulirla, y había caído inmediatamente enamorado de ella, tanto que sin dudarlo vendió todas sus posesiones, e incluso pidió algo de dinero prestado al mago (que por otra parte se había quedado con toda la recompensa como si él sólo hubiese rescatado a Sir Ragnar) hasta que por fin consiguió que fuese suya. Ahora solo necesitaba encontrar algún enemigo con el que probarla...

- ¿Acaso lo dudas? Yo ire delante. Tengo ganas de probar mi nuevo juguete con un piel verde.

Tras estas palabras, ni corto ni perezoso, abrió la puerta y siguió el pasillo hacia su izquierda.

Arramus escuchó las palabras de los que ya cconsideraba sus compañeros de batalla y golpeó el martillo contra su nuevo y flamante escudo.

BUM! BUM!

Como siempre, justo detrás de tí, Ungrim, viejo amigo.

Arramus sigue al enano pero, aprovechando su mayor zancada, se asoma a la esquina para echar un vistazo

Un nuevo reto se nos abría, el último había sido realizado a la perfección. Esperemos que este salga igual de bien. Pienso mientras entramos a la torre

Las nuevas armas de mis compañeros relucían sobre mis armas viejas, pero no me importaba en absoluto, lo compensaré con mi empeño y la experiencia ganada en las últimas misiones.

Os sigo compañeros. Les comento y salgo detrás de Arramus. Me pego a él bien de cerca, su último combate en la anterior misión me llamo mucho la atención y me gustaría combatir junto a él, codo con codo.

Me muevo con cuidado percatándome bien de donde piso y de que no haya nada raro por las paredes.

EL elfo se concentra alejandose de este mundo para centrarse en su magia y lanza le conjuro de piel de piedra y se queda quieto.

Durgin puso el pie en el último escalón dando un terrible bostezo y desperezándose exageradamente.

- Bueno chicos, vamos allá. La dura vida del explorador de mazmorras tiene estas cosas. A Durgin no le gusta levantarse pronto.

Los heroes comenzaron su aventura y ya desde el primer momento vieron como el peligro manifestaba a lo lejos...

Por delante de Ungrim, el pasillo terminaba bruscamente en un muro de piedras, y entre ellos no había más que una puerta, asi que la eleccion del camino a seguir fue facil.

Al mirar hacia atrás, vio que en vez de Arramus, el que le seguía esta vez era el otro enano del grupo. La verdad es que no estaba muy seguro de sus habilidades, pero estaba dispuesto a darle una oportunidad.

- Atento, no sabemos lo que puede esperarnos al otro lado de la puerta.

Tras estas palabras, abrió la puerta de una patada y entró dispuesto a enfrentarse con cualquier enemigo que hubiese.

Arramus avanzó por el pasillo hacia la solitaria figura del fondo.

Ves aquello al final del pasillo. Diría que es una momia.

Como aún estaba lejos, el sacerdote pegó el odio a la puerta para escuchar.

Enano desagradecido ... pienso al verlo desaparecer por la puerta. No es capaz ni de un simple 'gracias' por el dinero prestado. En fin ... confío en que me lo devuelva.

Aparto estos pensamientos de mi mente y me concentro en la nueva misión. Salgo hasta el pasillo y veo que el grupo se divide en dos. Decido girar a la derecha y seguir a los humanos. Mejor descansar de enanos por algún tiempo...

- ¿Vienes, Aenur? le pregunto al elfo.

Llego hasta la esquina donde gira el pasadizo y desde allí me parece ver, a lo lejos en medio de la oscuridad, algún tipo de muerto viviente que seguro que no tiene buenas intenciones.

Continuo avanzando con Arramus, al girar la esquina vemos a un monstruo que según Arramus podría ser una momia. Si podría ser, aunque poco importará eso cuando acabemos con ella. Le contesto confiando.

Asiento con la cabeza y sigo en silencio al mago, dejando una distancia prudencial entre nosotros.

El grupo comenzo a separarse, una buena idea si eran capaces de enfrentarse a sus enemigos, pues asi avanzarian mas rapido, una mala idea si los superaban en numero...

Arramus se arrimo a la puerta, pero nada le llego desde el otro lado.

Ungrim entro en la habitacion preparado para el combate, pero solo se encontro con una silla de madera, cuyo respaldo y el cojin estaba cubiertos por un terciopelo desgastado, el cual en otro tiempo fue de un intenso rojo, quedando ahora por el paso de los años en un tono rosado-salmon.

Sin embargo, no parecia que hubieran mas enemigos que la momia que avanzaba lenta y torpemente.

- Bien Ungrim, esto no parece que nos lleve a ningún lugar. Quizá no era mala idea seguir al resto.

Sin embargo Durgin se resistía a dar mediavuelta... todavía. Así que empezó a buscar la manera de seguir aquel camino; todos sabemos que los enanos de definen por ser testarudos.

- Espera, antes de marcharnos vamos a asegurarnos de que de verdad no hay nada util en esta habitacion.

Mientras Durgin buscaba puertas secretas, Ungrim se dedicó a revisar la habitacion en busca de trampas

¿Te encargas tu de la momia Agamenon? No oigo nada ahi dentro pero voy a entrar a asegurarme.

Dicho esto cargo con el hombro sobre la puerta y entro como un ciclón con el escudo por delante.

Mejor paso contigo, no vaya a haber alguna sorpresa. Además, al ritmo que va la momia nos da tiempo a ver bien la habitación.

Paso a la habitación tras Arramus colocándome en el umbral de la puerta, agarro bien fuerte mis armas por si hay que entrar en combate.

Los cuatro guerreros del grupo han ido desapareciendo por diversas puertas y en el pasillo sólo quedamos Aenur, la momia y yo. Me planteo por un momento qué se supone que debe hacer un débil mago en estas circunstancias y, como no lo tengo muy claro, me echo a la carrera por el pasillo en dirección al monstruo, a la vez que mis manos moldean una bola de fuego que lanzo a toda velocidad hacia la cabeza del enemigo.