Partida Rol por web

El suplicante cae saeteado por la flecha de Damrod. Tras ello la rana gigante ataca con todo a Harold pero este en defensa total consigue bloquear todos los ataques, es entonces cuando se da la vuelta el inquisidor y corre hacia la zona segura.

Asalto 13

Damrod 23

Azote y ranas 17

Harold y Suplicantes 12

Siguiendo la estela de Harold, salió corriendo también, retrocediéndose y retirándose a la zona consagrada del bien. Solo quedaba que las ranas les siguieran... Y ver el espectáculo.

En tu anterior asalto llegas tras despegar la lengua de la rana de tu cuerpo ante el montón de tu equipo. Ponerte la armadura te llevaría demasiado tiempo, así que como acción de movimiento puedes coger una cosa antes de que se lancen encima de ti.

Asalto 6

Ranas abisales gigantes 26

Gerald 15

Las ranas corren tras vuestros pasos, como perros de presa y a grandes saltos. Al llegar a la zona protegida por el mal, sufren daño pero al estar cerca del alineamiento de quien invocó semejante trampa, consiguen sobrevivir al daño mágico. Tres de ellas saltan sobre Harold y una de ellas consigue caer sobre Harold y derrumbarle al suelo, es entonces cuando las dos uñas que tienen en sus talones hacen efecto intentando desgarrar el vientre del inquisidor, pero su armadura lo evita con creces.

Una de las ranas salta a la derecha de Harold activando una de las pocas runas que no se llevó por delante el gólem de piedra. En la sala aparece una serpiente gigante de 15 pies de largo, con la piel extremadamente dura y como un látigo se lanza con su boca abierta contra la rana que activó la runa, su boca abierta de par en par encaja sus afilados dientes sobre el cuerpo de la rana sujetándola con fuerza, el enorme cuerpo de la criatura comienza a envolver a la rana que no puede escapar de la presa. 

Tras el ataque la rana 9 comienza a darse la vuelta para iniciar la fuga, Harold en el asalto 14 tienes un ataque de oportunidad desde el suelo ( con un -4 )

Buenooo, creo que lo tengo todo atado, sigamos....

Asalto 14

Damrod 23

Azote y ranas 17

Harold y Suplicantes 12

El tiempo de reposo se había acabado ya era hora de reponer el tiempo perdido, de acabar con estos enemigos y de encaminarse hacía su real objetivo que se encontraba en el piso superio. Las ranas gigantes iban a ser un gran problema pero de alguna un otra manera debía matarlas para poder continuar.
Sin su armadura y sin su espadón no podría lograrlo así que después de inbuir su propio cuerpo con poderes psionicos para subir su defensa se arriesga a atravezarla para llegar hasta su equipo, una de ellas intenta apresarlo con su fornida lengua pero con un simple sacudón se libera y le da tiempo de recoger sus guantes y su espada. Las ranas lo miraban como si el fuese su próxima cena pero Gerald a pesar de sus heridas no se intimida y se queda en una posición defensiva esperando el ataque de aquellas bestias.

Todo parecía estar yendo acorde a un plan que rápidamente se había gestado en sus mentes sin necesidad de decir nada —retroceder a la zona consagrada, dejar que las ranas les persiguieran y, llevadas por el ímpetu, se lanzaran de lleno a su muerte. Eran lo suficientemente estúpidas para hacerlo. Y al parecer, también lo eran para no evitar las trampas.

Fueron demasiados rápidas, cazaron a Harold y, como última broma, hicieron aparecer una serpiente gigante en medio de la sala. Los animales se pusieron en seguida en tensión, y si algo los mantenía allí eran las órdenes de sus amos. Habían desbaratado todo y encima, aún sin saberlo, se empeñaban en poner impedimentos a lo que debían hacer.

Maldijo a todos los dioses del Caos, bien alto para que le escucharan, y al momento se movió tras el muro ilusorio —a través del cuál él veía sin problemas—, para disparar y curbrir la retirada de su caído compañero.

Tras coger los guantes y tu arma, las ranas saltan hacia ti, se quedan a 10 pies y lanzan sus lenguas contra tu cuerpo, tus poderes de aumento de armadura no sirven contra el ataque de toque pegajoso de sus lenguas, pero sí que sirve tu defensa total. Consigues evitar la lengua de una de ellas, pero la otra pega su pringosa lengua contra tu cuerpo e intenta atraerte a su enorme boca para intentar tragarte.

Presa de la rana 29, debes intentar liberarte de su presa o seras arrastrado a su boca.

Asalto 7

Ranas abisales gigantes 26

Gerald 15

Harold te falta el daño del ataque de oportunidad, haz la tirada por favor.

Antes de que Harold pueda alejarse de las ranas, la rana 9 huye del lugar, es en el momento en el que mueve 10 pies cuando la serpiente gigante se lanza con la boca abierta atravesando con sus largos colmillos el cuerpo de la rana, mientras tanto la rana 8 es estrujada por el cuerpo de la sierpe. Pero eso no es todo, la rana 9 al huir pasa por encima de otro glifo, activando su magia, una explosión de 10 pies de radio se produce inmediatamente. Tras el estallido las tres ranas afectadas yacen muertas en el suelo y la sierpe herida por las quemaduras. La única rana que queda libre muerde a la serpiente inyectando su veneno.

Asalto 15

Damrod 23

Azote y ranas 17

Harold y Suplicantes 12

Uno de los efectos de la costumbre de la Inquisición de agrupar a sus hombres en equipos que se mantenían de una misión a otra era la confianza, la unión y la compenetración que los compañeros desarrollaban. Era su gran ventaja contra el Caos, desorganizado y ciego como un pollo sin cabeza, pues ellos eran capaces de seguir órdenes, planes y tácticas ordenados y complejos. La confianza es el muro que une cada torre de una fortaleza, decía el Vojären, y tenía razón. Damrod y él se entendían casi sin palabras, y por eso no dudó ante su plan de retirada. Entendió lo que pretendía: las ranas, como los animales que eran, no conocían las trampas dispuestas en la puerta consagrada, y podían usarlas a su favor. 

Se retiró, y aunque sufrió algunas heridas, la curación aún le permitía aguantar. Lazó su escudo y desvió con él todos los ataques una vez estuvo en la zona consagrada. Una de las ranas se estampó contra el metal con tanta fuerza que le derribó, aunque sin sufrir más daños. Harold se arrastró metro y medio hacia atrás, notando ya el reconfortante efecto de la consagración, y volvió a levantarse a tiempo de ver el espectáculo de las ranas invocando accidentalmente a la serpiente gigante y la explosión que sacudió las paredes de la caverna. En un momento, tres ranas habían muerto y otra estaba casi muerta. La serpiente podría ser un problema, pero por lo menos parecía centrarse en las ranas. 

-Dejemos que se maten entre ellos de momento, pero no podemos tardar mucho. Tenemos que atravesar esa niebla. 

A duras penas había aguantado el ataque de las dos ranas y nada iba a pasar si seguía solo defendiéndose. Se encontraba entre la espada y la pared pero así sus sentidos se agudizaban y sus movimientos se volvían más precisos y mortiferos, empezó por transferir el poder acumulado a su espada y rápidamente almacenó oto otro en su interior para usarlo más adelante.
Bajó sus defensas para poder reaccionar y contraatacar pero antes debía esperar para encontrar una un hueco en sus defensas.

Las dos ranas vuelven a disparar sus lenguas con el intento de que Gerald se quede pegado y pueda comerse fácilmente, las dos lenguas se pegan a su cuerpo y comienzan a tirar de el, pero la rana 1 tira más fuerte siendo al final la que se queda con la comida.

Prueba enfrentada de presa dificultad 21 o te lleva hasta su boca. Si la pasas puedes atacar.

La batalla parece apunto de acabar, el sonido de los huesos al romperse inunda el lugar, la rana apresada por el cuerpo de la sierpe acaba reventando cada hueso de su cuerpo, muriendo en el acto. La sierpe lanza su boca abierta hacia la única rana en pié, clavando sus afilados dientes en el cuerpo de la rana y levantándola del suelo para acercarla a sus anillos y estrujarla en el siguiente asalto.

Asalto 16

Damrod 23

Azote y ranas 17

Harold y Suplicantes 12

La serpiente y las ranas estaban haciendo su trabajo, atacándose mutuamente y debilitándose. Las cosas no habían salido como esperaba exactamente, pero el resultado al final iba a ser más o menos el mismo. Solo tenían que ayudar un poco para acelerar las cosas y poder continuar; el tiempo corría, e iba en su contra.

Moviéndose rápidamente, buscó un lugar apropiado para disparar, y cuando la enorme sierpe atacó al batracio, lo encontró. La flecha surgió rápida y precisa, clavándose en el reptil a la par que crujían los huesos de una de las mascotas de los tsathar. La siguiente saeta se clavó apenas unos segundos después, acabando el trabajo.