Partida Rol por web

Como no, el maldito animal se había metido en el sitio potencialmente más peligroso de aquel lugar demencial. Aquella puerta no le había dado buena espina desde el principio, pero sabía que su señora no dejaría que nadie se marchara de allí sin su mascota, a pesar de haber costado ya la muerte de un tripulante. Hawkins apartó la mirada del cuerpo de Fritz y la desvió hacia Connor, esperando la reacción del capitán.

Como sabía que no había ningún remedio, lo mejor era acabar con aquello cuanto antes. Así que subió de nuevo hasta la plataforma superior donde se econtraba la puerta, junto a Harris.

- ¿Qué le ha pasado a Fritz?- exigió saber.

Berth avanza con preocupación, no le gusta dejar a su gordo en manos de cualquiera, pero no podía abandonar a Connor en este rescate. El avance por las ramas. Cuando el cuerpo de Fritz cae muerto y atravesado por un hueco y la cara de Harris aparece de lo más normal.

-Que mierda te pasa- le grita desde donde esta -que le paso a Fritz y porque saliste a todos corriendo así, nos has condenado si no podemos abrir la puerta para escapar. No pienso darte nada y regresa aquí-

Avancé entre las plantas esquivándolas con bastante facilidad, deduje el patrón de movimiento y conocía el ritmo a la perfección. Era como un vals de los que mi madre me obligó a aprender "Un, dos, tres. Giro. Un, dos, tres. Paso. Un, dos, tres. saltito. Y repetir". Mis pasos no se detuvieron ni cuando el tripulante cayó muerto a mi lado, lo miré durante un segundo y seguí con mi baile individual junto a Arthur, me apenaba que hubiera una victima, pero durante un baile la única emoción que se puede mostrar es alegría, pero en pequeñas dosis.

Llegamos hasta la puerta bloqueada por una liana y me paré justo detrás de Harris.

- Hemos llegado hasta aquí, así que no nos iremos con las manos vacías. Se lo debemos a... - No recordaba el nombre del muerto - Al muchacho, en fin, si basta con cortar la liana puedo usar mi espada - Apoyé mi mano en el arma en mi cintura - Sino seguro que el capitán está preparado para esta situación, ¿no?

Espada en mano, avanzaba en vanguardia junto al capitán. Seguíamos el sendero abierto por Harris y Fitz, esquivando las plantas que ahora eran rojas. Estaba claro que este sitio era un ente vivo de unas dimensiones formidables. Pensaba que todas las raíces y plantas estaban interconectadas. Tal vez la cosa que había detrás de la puerta era el epicentro de todo. Al llegar al mercado, el cuerpo inerte del muchacho nos cayó al lado, con un boquete en el pecho. Al mirar arriba vimos a Harris dándonos instrucciones de que subiéramos. Al final volvíamos al punto de partida.

-"Habrá que subir." Dije sombría.

Empecé a subir las escaleras, no sin antes empujar con el hombro a Minara al pasar junto a ella. Si salíamos de aquí, tendríamos unas palabras en privado. El muchacho había muerto por ella y debía dejarse claro. Ya arriba, junto al cocinero, observé la puerta y la rama que nos había comentado que tapaba la puerta. Observé el rostro de Harris detenidamente.

-"¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha muerto Fitz?" Le pregunté, atenta a cualquier movimiento extraño del cocinero.

Connor avanzó junto a Rebecca, con el puñal en una mano para apartar las pocas enredaderas que no cortaba Rebecca y con la pistola en la otra. Y sin perder de vista a Minara. Se sentía el cerebro latir en la cabeza. Debían encontrar cuánto antes a Harris y a Fitz y encontrar la forma de salir de allí. Tenía un mal presentimiento...

Cuando el cadáver del joven cayó frente suyo, Connor se quedó paralizado por unos instantes. No se molestó en comprobar si seguía vivo. El agujero en el pecho y la expresión de su rostro lo decían todo. Ni siquiera miró hacia arriba cuando Harris habló con tanta indiferencia hacia la muerte de su compañero. Con tanta urgencia en la voz por atravesar esa puerta por un maldito animal. Algo se le escapaba, pero era incapaz de atar cabos con todo lo que estaba sucediendo.

- Fitz - dijo mientras se agachaba a su lado y le cerraba los ojos -. Su nombre era Fitz.

La voz de Connor sonaba desprovista de toda emoción. Cuando se incorporó, miró una última vez al cadáver y se maldijo a si mismo por sentir un vacío en el pecho, y no la opresión que había sentido antaño al perder a un compañero.

- Vamos - habló sin dirigirse al resto dispuesto a subir a dónde se encontraba Harris -. Nos guste o no, debemos atravesar esa puerta. La sala de mandos está por allí.

Cuando llegó arriba no fue capaz de mirar a Harris a la cara. No solo había desobedecido una orden directa, sino que había provocado la muerte de otro tripulante. Cuando volviesen a la nave, si volvían, debía tomar acciones al respecto.