Partida Rol por web

Asentí aún cabreada cuando Mina me preguntó, sin ninguna gana de hablar, pues no es que soliera aguantar mucho tiempo cabreada, pero los minutos después a que lo hiciera era mejor que ni hablara.

Me giré para mirar a Brenda y suspiré aún de mala gana, no por ella claro está, sino por lo vergonzoso del comentario de aquel indeseable y su mierda de comportamiento antisocial y las pocas ganas que tenía de aguantar las " chuminadas " de nadie.

- ¿ Asno? Creo que alguien le debió de dar una patada demasiado fuerte y aún conserva la bota del que le pegó metida en el culo...

Sí, todo lo que quedaba de señorita en mí, es decir nada, desaparecía al instante, en cuanto saltaba mi genio.

- Gracias por tus palabras Brenda, pero creo que lo más sensato es que vaya a hablar con aquella mujer y la diga que se busque a otra. Yo.. no soy de las que se quejan, pero entre desconfianzas y malas formas... Creo que os valeis vosotros para resolver esto y espero que lo consigais no tardando mucho.

Coloqué una mano en su hombro antes de seguir hablando.

- Suerte.

Me di la vuelta y puse rumbo a mi habitación, para recoger las cosas que ni siquiera había empaqueta y pedir a alguien del hotel que por favor vinieran a recogerme a primera hora de la mañana. Por mucho que quisiera no podía ir arrastrando mis maletas por la ciudad.

- Espera, Danielle, por favor.

Mina, que observaba el intercambio de palabras entre Brenda y ella, adelantó la mano hasta dar con lo adecuado para cortar la comunicación. Tuvo el impulso de intentar cogerle de la mano a la otra, pero no lo hizo, sólo le tendió el auricular justo cuando Danielle les deseaba suerte y parecía aprestarse para desaparecer tal como había llegado. Le sonrió, suavemente.

- Toma. Siento haber tardado tanto.

La buena de Brenda, con todo su bagaje de vida encima, su porte de americana liberada para su época, no estaba aún así hecha a semejante explosión de carácter.

Así que ante la respuesta de Danielle, y su actitud, todo lo que hizo, lo que pudo hacer, fue encogerse de hombros.

-Suerte a ti también.

Y se dio la vuelta para esperar sentada a la mesa, junto a los que se habían quedado, a que llegaran sus invitados. Esta vez Nick no se llevó una colleja, sino que una mano traviesa le revolvió el pelo.

Los gestos cariñosos de Brenda... tanto la colleja como revoltijo de pelo del deetctive, le puso todavía más de buen humor. No entendía aquella subida de ego femenino de pronto ante una provocación tan infantil y barata. Cualquiera se lo habría tomado a chufa o, directamente habría mandado a la mierda al impresentable bufón. Pero, ¿levantarse e irse dando un proverbial portazo?

- Vaya... menudo carácter se gasta la exploradora. Alguien así a nuestro lado con la que nos espera es más peligroso que un chimpance con una thompson. La Carlyle se ha lucido...

Dicho esto apuró su copa y buscó con la mirada al camarero para pedir una segunda dósis. Si aquella iba a ser la última noche sobre la tierra de Nick Stolze, bien a manos de una turba de sectarios egipcios o por causa de una subida de estrógenos, la recibiría con el estómago lleno de bourbon y el talante alegre.

Archivald se encontraba decepcionado ante la actitud de la recién llegada pues a la primera mala cara que se encontraba declinaba el esfuerzo de seguir adelante buscando la salida rápida y fácil al embrollo.
Vaya, es una pena porque apuntaba maneras pero si a la primera dificultad responde así será porque no tiene carácter ni recursos para lo que tendremos que hacer así que tal vez sea mejor que se marche.

En silencio había observado lo ocurrido y aunque le había puesto mala cara a su compañero nick por sus palabras desmedidas su sorpresa había sido mayor al ver la reacción de la recién llegada. Con cara de sorpresa observaba como danielle se alejaba sin saber si debía seguirla para intentar convencerla o no pero finalmente decidió acercarse a ella.

¡Danielle! - dijo archie alzando la voz para hacerse escuchar. Cuando se puso a su lado la toco suavemente en el hombro para retenerla. ¡Espere! ¿No encuentra su reacción desmedida? El mundo esta repleto de gente de todo tipo pero cada cual tiene su función en él. Yo creo en usted, confío en que es la persona idónea para servirnos de guía y no dudaría en poner mi vida en sus manos... bueno, eso tal vez sea demasiado pronto como para afirmarlo, je je.

Tras una cómica sonrisa de circunstancia archivald le ofreció un cigarro a la joven y bella danielle.
¿Un cigarro? Es tabaco americano... podría fumar lo que me diera la gana pero me temo que me he habituado a este tipo de tabaco y ahora no me apetece cambiar. No se, a veces uno no se acostumbra a los cambios y busca refugio en la seguridad de lo cotidiano pero entonces... ¡Nos perderíamos interesantes y valiosas aventuras que ocurren a nuestro alrededor! Por no hablar de la gente alegre y divertida que uno puede llegar a conocer.

Apenas había llegado a la puerta cuando escuché a Archivald llamarme y me paré cuando su mano me agarró del hombre para que así lo hiciera. Le miré y sus palabras me hicieron tranquilizarme un poco y pensando en que quizás si que me hubiera excedido un poco, pero en el momento que me enfadaba de aquella manera no atendía a muchas razones y me daba un poco igual lo que pudieran o no pensar, pero claro, eso duraba apenas unos minutos y luego se esfumaba como había venido.

Como respuesta, lo primero que hice fue ponerme un poco colorada, aunque fuera una de las pocas maneras que había de que se ruborizase alguien como yo.

- Quizás me haya pasado un poco, pero es que a veces hay cosas superiores a mí...

Me disculpé con él y quizás lo hiciera con el resto, pero no con Nick, claramente.

- Creo que el perderme en todos los hombres y cosas que habéis descubierto me frustra un poco y el detonante han sido las malas palabras... Lo siento.

Al menos, sabía cuando debía disculparme, que era algo, aunque siempre era mejor no tener que pedir disculpas, pero para aceptar el trabajo no había ninguna cláusula que dijera que hacía falta ser perfecto.

- Gracias. - No fumaba casi nunca, pero sería descortés por mi parte no aceptarlo después del espectáculo. - Aunque creo que es mejor que me retire de la cena y de la siguiente reunión, me estallará la cabeza si sigo intentando memorizar cosas.

Una sonrisa se dibujo en el rostro de archivald cuando escucho las palabras de la bella danielle porque al menos había conseguido que recapacitase sobre sus intenciones. Mientras hablaban lió unos cigarillos que sin tantos productos químicos como llevan los que van en cajetilla tenían incluso mejor sabor aunque tal vez para danielle fuera algo fuerte.

Cuando estoy en tejas me gusta pasar las noches veraniegas al raso observando las estrellas arropado por una fogata y una manta. De niño me quedaba dormido ahí fuera y mi padre siempre me llevaba hasta mi cama. Recuerdo el olor del tábaco de mascar que solía tomar y supongo que por eso me dió por este vicio pero la verdad es que estando solo en el rancho cuidando las reses o dando una vuelta montado a caballo no hay nada mejor para combatir el aburrimiento. Cuando todo esto acabe me encantaría invitarla a mi rancho para conocer mis terrenos. No tenemos el cálido clima de egipto pero no se va a aburrir por allí, se lo aseguro.

Sonreí ligeramente al escuchar la nostalgia en las palabras de aquel hombre y asení con la cabeza, diciéndole que comprendía perfectamente lo que quería decir, pues con su explicación, casi me imaginé a mí misma tumbada sobre la hierba verde mirando las estrellas en mitad de un prado.

Mi infancia no había tenido cosas como aquellas, sino más bien el crecer en una ciudad y era algo que seguramente sería digno de experimentar, sobretodo cuando es el lugar al que siempre regresas tras un largo viaje.

- Estoy segura de que el lugar donde vives tiene que ser precioso y tranquilo. - Sí sin duda debía serlo. - Ummm creo que cuando esto acabe estaría gustosa de que me mostraras todo aquello, aunque tengo que reconocer que apenas sé montar a caballo, quizás tengas que darme unas lecciones...

Sonreí de manera más divertida, pues la verdad era que lo poco que había montado a caballo no había sido una buena experiencia y pensarlo, hacía que aún me doliera algún buen golpe que me había dado al intentarlo.

Archivald sonríe ante la respuesta de danielle pero se vuelve hacía el comedor para observar a sus compañeros.

Será un placer acompañarla y adiestrarla como amazona cuando todo esto haya terminado. Bien, creo que va siendo hora de volver pues tendremos visita dentro de poco. Espero que mañana por la mañana se encuentre usted de mejor humor y no decida abandonarnos. Al fin y al cabo la fiesta empieza ahora que nos vamos de viaje.

Media hora más tarde, un hombre y una mujer joven entraron en el desierto restaurante del Hotel Franklin. Él tenía todo el aspecto de profesor, chaqueta de tweed con coderas y gafas, pero le traicionaban un bronceado y una complexión que daban a entender muchas horas de trabajo de campo. Ella era una belleza de cabello trigueño y rostro de ángel, que se movía con una soltura y una firmeza muy parecidos a los del hombre.

El parecido porte entre ambos era ciertamente innegable, y los dos tenían los ojos de un profundo color azul. Sin dudar un instante se dirigieron hacia Brenda.

- ¡Brenda! ¡Cuánto tiempo! ¡Estás encantadora, como siempre! Gracias por habernos llamado. 

Archivald se puso en pie ante la llegada de los invitados y permaneció en silencio pues estaba claro que ellos se conocían y no quería importunar ese momento. Mientras tanto sus ojos inspeccionaban rápidamente a los recién llegados, sobretodo a la mujer.

La joven no dejó de notar la mirada del vaquero. Con paso rápido se dirigió a él, alargando la mano y dandole un firme apretón.

- Eva. Eva Cowles. Ayudante del profesor. Y su hija, claro.

Asentí a las palabras del hombre y echando una última mirada a la cafetería, salí de allí para encaminarme a mi habitación. No me parecía que después de lo ocurrido fuera una idea volver a sentarme en el mismo lugar en el que estaba y quizás, era mejor dejar que las cosas se enfriaran por su cuenta, sin forzar nada.

- Buenas noches... y gracias. - Fueron mis últimas palabras antes de salir, aún con el cigarro en la mano, para subir a descansar.

Sin duda, aquel había sido un día muy largo y habría otros muchos más así si me quedaba, de eso, estaba totalmente segura.

-¡Hola!¡Demasiado tiempo! ¿Cómo está, Anthony?

Le dio un abrazo en lugar de tenderle la mano, era evidente que eran viejos conocidos. Después se dirigió a la mujer, que estaba saludando a Archie, y la besó con familiaridad.

-Eva, ¡estás fantástica! Y veo que ya has conocido a uno de nuestros galanes del grupo. Pero venid, sentaos a la mesa. Os presentaré a los demás...

Espectacular... aquella belleza salida de nosequé biblioteca habría podido conseguir que Nick retomase los estudios. Y aunque el bueno de Archie ya se había adelantado en saludos y atenciones, el detective no se quedaría atrás. Se levantó de un respingo y tendió la mano fírmemente al profesor.

- Mi nombre es Nick... Nick Stolze, profesor Cowles. Encantado de conocerle.

Acto seguido hizo lo propio con la mujer.

- Señorita... es un placer. Yo soy Nick, detective privado, íntimo amigo de Brenda y de Jackson y... bueno, tambien bocazas oficial del grupo. - sonrió para sí mismo ante aquel conato de broma personal.

Bien... hechas las presentaciones el sentido práctico de Nick se imponía al regodeo social. Si aquellos dos tenían efectivamente información importante sobre el asunto que les ocupaba estaría más que dispuesto a escucharla. Pero si aquello era un intercambio de ignorancias se iría pronto a dormir. Estaba cansado y no le apetecía estar de cháchara.

Ante el arranque de la recién llegada para presentarse archie le tomo la mano y la beso con suavidad.

Kirkham, archivald kirkham, para servirle a dios y a usted encanto.

Cuando los recién llegados se dispusieron a tomar asiento archivald se adelanto para mover la silla de la señorita eva educadamente.

Henric subía las escaleras rumbo a su habitación cuando en el salón comenzó el sarao que lo detuvo en los primeros escalones, intrigado por las voces que se escuchaban.

El artista esperó un momento poniendo el oido, pero ninguna voz clara le llegaba hasta allí, y finálmente decidió continuar subiendo las escaleras, justo en el momento en el que Danielle pasó como una exalación a su lado, obligándolo a apartarse a un lado para dejarla pasar, algo que hizo sin hacer pregunta ni queja alguna, dada la cara de mal humor que llevaba la mujer.

¡Caray! Pensó sin darle tiempo a hacerse ninguna pregunta, ya que pronto vió aparecer a una pareja por la puerta que se dirigió al comedor.

El artista miró escaleras arriba, por donde la mujer ya había desaparecido.

-Acabaré echando de menos la soledad de mi estudio... Se dijo a si mismo mientras meneaba la cabeza en un gesto de resignación. Y con aquello se despidió del día.