Partida Rol por web

Nadie conoce Palencia.

Para que negarlo. Hasta las comunidades más deshabitadas son en cierta medida, aunque sea porque simplemente el nombre suena diferente. Con Palencia pasa algo. Una desgracia, en verdad, y es que nos ha tocado que el puñetero nombre se confunda con Valencia cuando es pronunciado. Es lo que tiene: tener el rango de provincia para que al menos estudiantes que pueblan el territorio español tengan que verse obligados a memorizarla para rascar un cinco en geografía, pero luego inmediatamente olvidada porque, bueno, para que nos vamos a engañar, es más práctico recordar Valencia. 

Así que tenemos un grave problema aquí ¿qué hace alguien que, por algún casual, tenga que o bien que pasar por aquí, o que, por algún casual, haya decidido de hacer turismo al haber escuchado de un amigo que aquí hay una catedral llamada La Bella Desconocida, sobre el Cristo del Otero, o sobre la villa romana de La Tejada? Pues que como no tiene ni idea de a donde tiene que echar mano de internet,y si no sabe donde buscar, escuchará sobre el restaurante insignia de toda Palencia: el Trompicón. Y así irá, con todas sus galas de turista a susodicho restaurante. Solo que más que un restaurante, es un bar, y que nadie lo llama el Trompicón, sino el Marrano, un lugar conocido no solo por sus deliciosos platos de bocatas de morcilla, panceta, tortilla, chorizo,... Todo hecho en una parrilla que se retroalimenta de la propia grasa acumulada tras años y años de limpieza mínima. También es conocido porque comensales y camareros conviven felizmente con la roña y las cucarachas. Ah, y también porque es barato. Y rápido en servir bocatas. Por lo que es un lugar perfecto en el que tomar un pequeño descanso tras pasar la tarde de patrulla. 

Son las 21:30 de la tarde, el 19 de abril, en plena noche de primavera, con la noche despejada y fresca, y como normalmente, el lugar se mantiene lleno. El Marrano es un bar de esquina alargado. Al entrar tienes la zona de la barra, repleta de gente o tomando algo o esperando a que le den su pedido, y más al fondo os encontráis sentados en la zona de mesas, aprovechando que habéis conseguido coger sitio a tiempo. De entre vosotros tres, al único a quien nos queda por conocer es a vuestro superior: el oficial Manuel Torres, un veterano en el cuerpo. Mientras aprovecháis este momento de descanso, estabais hablando de vuestras idas y venidas. En concreto, Manuel hablaba sobre cuando de ruta en el norte de Palencia, cerca del Curavacas encontró lo que parecía ser desde lejos a un lobo.

-...Y os juro que era un bicho enorme. Debía de ser algún lobo viejo o algo, andando por ahí solo. Una pena que no pudiera echarle una foto. Cuando saqué el móvil, ya se había metido entre los arboles.- Se permitió beberse de un sorbo su café, dejando una pausa en llaconversación-. ¿sabéis qué? Un día deberíamos organizar algo un fin de semana entre todos por ahí. Una ruta por el Curavacas y nos llevamos bocatas todos. Os juro que últimamente esta precioso el sitio. Quedamos nosotros tres y quien más quiera y nos vamos para allá todos juntos. ¿qué tal os vendría para, no se, julio o por ahí?¿Lo veis bien?

Buf... Julio justo lo suelo tener bastante liado, temas de los cumpleaños de la familia y toda esa pesca... pero de momento no hay nada escrito en piedra, así que capaz que me queda algo libre. Cuando concretéis una fecha me avisas y ya veo yo como muevo el calendario a ver si lo cuadro.

Apetecerme, me apetece lo mismo que afeitarme los cojones a bocaos. Toda mi vida he sido de ciudad, y de una ciudad mucho más grande que este pueblo glorificado de aquí. Mi único contacto con el mundo natural y salvaje fueron los tres años que me pasé en Melilla con la Legión, pillando calima hasta en el ojete, y tuve bastante. Tampoco es que fuera un loco de la vida castrense entonces, simplemente quería optar a las plazas reservadas a exmilitares cuando saliese, y me fui a donde más pagaban. El campo para los perroflautas, gracias, a mi dadme ciudad.

Pero claro, no he llegado a donde estoy son saber ser diplomático con la gente que tiene más rango que yo.

Además, yo voy mayor ya. Demasiados papeles y poco aire libre. Pero el nuevo tiene toda la pinta de que va con energía como pa irse a caminar y merendarse al lobo si lo pilla, ¿o qué? Juventud divino tesoro que dijo... bueh, yo que sé. No me metí en el cuerpo porque fuera estudioso precisamente.

—Enga vamo' Ismaé'—respondió Remiro con su acento sureño—. Si el problema e' la familia, po' te la trae'. Anda que no se lo iban a pasa' bien tu' chiquillo'. Conmigo puede conta' jefe. No me he hecho yo rutita' ni na' por mi comarca.  Todo' lo' finde no' ibamo' lo' colega'. Y argún botellón campestre también.

Después de esa confesión, el agente le dio un mordisco a su bocadillo de panceta.

-Mírale al nuevo, recién salido de Andalucía como la voz de la razón. ¡venga, Isma, anímate un poco, hombre, que julio es largo! ¿seguro que no tienes...?

Con un silbido sonando de fondo, el propietario del local, Carlos, detuvo los intentos vanos de Manuel de convencerle de venirse con ellos.

-MANU, VEN, QUE ESTÓ YA SE ENFRÍA- Dijo, con una bolsa de plástico enfrente suyo encima de la barra. Ahí dentro estaban los bocatas que habían pedido los policías, envueltos ya directamente en papel de plata por si era necesario salir de aquel lugar por alguna emergencia, aunque teniendo en cuenta como iba la temporada. tampoco es que hubiera surgido mucho últimamente. Hasta los problemas con bandas y demás parecían estar más relajados. En general, estaba siendo una temporada buena en cuanto a criminalidad. Un tiempo de relajación.

-YA, YA, YA VOY. QUE YA SABES QUE TENGO UNA EDAD. - Dijo Manuel con una sonrisa, aconstumbrado a las pequeñas coñas que le lanzaba su viejo amigo desde hace tiempo, de distintos tipos y formas.

-Vale, ahora vuelvo. Os invito esta noche, pero a cambio, Remiro, mira a ves si le convences a este o algo, que este ya está muy pálido y tiene que salir a tocar un poco el verde.- Dijo, mientras se levantaba de la silla, dirigiéndose a barra.

Mira, si consigues convencer a mi hija de que se despegue los morros del móvil de marras, que un día se lo tengo que tirar al Carrión, y acepte irse a algún lado más salvaje que la Carcavilla a tirarse fotos, te pongo un quiosco en la calle Mayor. Y si consigues que de camino me caiga por un barranco, te pone otro mi mujer. Bastante animal a medio domesticar tengo ya por casa.

Va. Me lo miro con calma porque si no capaz que Manu se tira la semana siguiente llamándome por megafonía pa que vaya. Pero no os prometo nada, que ya sabéis que yo las fiestas de guardar, son de guardar.

Viendo que por lo visto ya nos tienen la pitanza, me voy levantando. La verdad es que se pueden decir muchas cosas del Marrano- si le preguntas a un palentino por "El Trompicón" lo mismo se te descojona en la cara- y muy coloridas la mayoría. Pero lo que no se puede decir es que no hagan unos bocadillos como para que no te importe que el colesterol se te lleve a la tumba unos cuantos años antes.

Bueno, me parece que se acabó la tranquilidad. Aquí, porque lo que es ahí afuera, si nos topamos con algo más interesante que dos lerdos plantando un desorden contra la moral pública en la acera delante del kebab donde han cenao, yo ya me doy por sorprendido.

Remiro se acababa de dar cuenta de que el bocadillo al que le había hincado el diente no era el suyo. Miró a su derecha y vio a un hombre hablando con otro.

—Uy perdone caballero. No se preocupe uste' que esta noche la cena la paga el cuerpo. Buen gusto por la panseta—entonces se dirigió al propietario—. Carlo', márchale otro de panseta aquí al amigo. Y apúntame lo que coman, ¿vale?

El joven policía salió con sus cmopañeros de El Marrano comiendose un bocata y con otro esperándole.

—A ve' Ismaé'. Si er problema con la chiquilla es er movi', eso tiene faci' solusión. Tú te la lleva' ar campo sí o sí y cuando allí no tenga rallita', pues que se aguante. A ve' como te cree' tú que se domestican lo' animale' en er campo.

En mis días, sí. Te ibas al pueblo, o al monte, o a donde diera la pasta, y si no te gusta te callas no te vayas a ir calentito encima. Hoy le cuenta a la maestra que sus padres la han obligado a hacer esto o lo otro, y como la maestra sea de un palo que me callo que igual me busco un disgusto, igual te cae una denuncia por maltrato. Bueno, con esa más que maltrato sería crueldad animal. Pero pal caso.

Las reflexiones e ideas de Ismael, padre del año, podían ser interesantes y muy profundas, pero sentimentalmente, Manuel, tras haber pagado los bocatas en su bolsa, recibió un aviso por radio. Este, emitiendo un suspiro por tener que volver a la rutina nocturna de otra panda de borrachos frente a un kebab.

-Adelante. 

Manuel se adelanta lo suficiente para que apenas se escuche un murmullo de esa radio. La cara por un momento de Manuel pasa lentamente a la seriedad. Por su cara parece que esta noche va a ser entretenida. Hasta que de repente veis que se pone completamente blanco, dejando caer la bolsa sin que se dé cuenta. Un murmullo sale de su boca, sin que apenas se escuche.

-...Recibido, vamos para allá.- Sin preocuparse por la bolsa, Manuel va directamente al coche, sin que apenas su cara haya recuperado el color.- Al coche. Ya.

La reacción de Manuel me pone sobre alerta. No solo porque esa era nuestra cena (qué desperdicio. No tanto de dinero, que al final son baratos, sino de panceta y morcilla perfectamente comibles) como porque, aún siendo en una ciudad como esta en la que el 90% el aburrimiento es como para pegarse cuatro tiros en los cojones, Manuel lleva muchos años siendo policía, y ese tipo de reacción ya debería ser cosa de los años de novato...

...salvo que el pringue que nos espera al final de esa llamada realmente sea de una escala que prefiero no pararme a considerar. Me giro a Remiro.

Campi qui pugui, chaval. Para que a Manolo se le ponga esa cara, me parece que nos acaba de caer un marrón carta nevada.

Y como si el universo me diese la razón, que pasa más a menudo de a lo que a mucha gente le gustaría - por eso sigo en el Cuerpo-, Manuel nos manda para el coche. Asiento con la cabeza y sin más, tiro hacia allí. Ahora no es el momento de andarse con preguntas o monsergas.

Remiro fue dando cuenta de su primer bocadillo mientras se dirigía al coche patrulla. Entonces vio como el jefe atendía la llamada y poco a poco le cambiaba el semblante. Eso no pintaba bien, estaban en Palencia. Nada pasaba en Palencia. Pero si algo pasaba en Palencia, seguramente fuera chungo de verdad. Así que la pregunta era, ¿por que dices tantas veces Palencia? ¿qué coño está pasando en Palencia?

—Jodé'—murmuró el policía mientras tiraba medio bocadillo a la papelera—. ¿C'a pasao' jefe?

Ya metidos en el coche, Manuel activó la sirena, mientras arrancaba a toda velocidad, buscando la salida al río Carrión. Por alguna razón, seguía pálido. Más nervioso de los que estaban en aquel coche hubieran visto a Manuel en su vida. Habían pasado mucho tiempo juntos, y aquello parecía grave. Muy. Grave.

-Una fuga. En San Juan de Dios. Su nombre es Juan Méndez. Juanito lo llamaban al capullo. Vosotros aún no estabais por aquí. Creo que ni siquiera en el cuerpo. Era líder de una secta hippy allá en 1993. Le detuvimos por cargo de asesinato a diez personas. Le pudimos atrapar, pero el...puto abogado consiguió que el juez dictaminase que aquel hombre sufría de psicosis, esquizofrenia..., mira, ni me acuerdo. La cosa es que ese desgraciado huyó de la cárcel para acabar en San Juan de Dios, donde nos dijeron que lo tendrían vigiladísimo. Yo es que me cago en todo.- En la carretera, cualquiera del cuerpo podría darse cuenta de que, si bien la ocasión lo ameritaba, se podría dar cuenta de que el modo de conducir de Manuel estaba siendo más agresivo de lo que a un policía se le recomendaría ir, incluso para una situación de emergencia como aquella. Los nudillos de Manu estaban completamente blancos mientras sus brazos tenían un ligero temblor que apenas parecía aguantar. Sus ojos estaban mirando la carretera acompañados por un pequeño tic en el ojo derecho. De hecho casi pareció farfullar en los momentos que dejaba de hablar.

-Fue durante mis inicios en el cuerpo, cuando aún era un novato. Y lo que ví allí...fue allí, en el antiguo Colegio de Huérfanos Ferroviarios...las paredes...el puto techo... aquello era una carnicería...

Espera, Manolo, joder, espera un momento... ¿però que m’estàs contant?. ¿Asesinatos sectarios? ¿Habitaciones con sangre por los techos? ¿En Palencia, donde el día que le puedes poner una multa a un borracho ya te parece que has tenido más acción que en "La Jungla de Cristal"? ¿Y no se habló de ello por las comisarías de media España? Me dejas de pasta de boniato, tú.

Y considerando que soy el más veterano de los dos y que Remiro está recién horneado como quien dice, supongo que me corresponde a mi decirlo. A ver, ir a toda pastilla en un coche de la Policía era pecata minuta. Algo bueno tenía que tener de vey en cuando esta mierda de curro. Pero si nuestro conductor se altera, eso ya me preocupa más.

Bueno, tú no te alteres, ¿eh? Si se ha escapado por aquí en medio de la Meseta Central sin media mierda en kilómetros a la redonda y a tomar por culo de la ciudad, es cuestión nada más que de tiempo que lo volvamos a coger y a lo mejor le convencemos de que es peligroso salirse del cuidado médico, que el mundo está lleno de gente muy hija de puta y las carreteras tienen muchos baches. Si tenemos suerte el lobo que vistes donde el Cueravacas se lo merienda y esperemos que no se envenene por comer mierda.

_{Putos jipis-} añado para mi. Los follaárboles esos siempre son un dolor de cabeza, sean del palo que sean.

Remiro escuchó atentamente la historia del oficial. Él en el 93 ni siquiera había nacido. Y no se imaginaba que una historia así hubiese ocurrido en Palencia. Esas cosas pasaban en los USA y si pasaban  en España, pues bueno Madrid o Barcelona tenía un pase. O en el País Vasco. ¿Pero en Palencia? 

—Me cago'n la puta—fue lo primero que dijo—. ¿Cómo s'a fugao' el tío ese treinta año' despue'? Si tendrá que está' hecho misto' con tanta medicasión. ¿No le han dicho na' má', jefe?

-Lo único que me han dicho- Dijo, dando un giro brusco a la izquierda, atravesando el puente de piedra- Es que ha atacado a una persona con un arma punzante. Parece ser que era la enfermera que lo trataba. Los muy idiotas le habían tomado desde hace tiempo por un anciano senil, y se confiaron para reducirle la vigilancia. Pero ese hijo puta siempre fue y es un demonio. Un tipo de esos que parece más animal que hombre. Si, un puto demonio en esta ciudad de mierda. Y no me preguntes como todo lo que hizo ese cabrón no lo sepa media España. Mi puñetera idea de que estaría haciendo la prensa ese día, y en el cuerpo, el asunto...la única cosa en la que tendrían que tener un poco de atención y van y se lo cargan. A saber donde se ha metido este ahora. Como llegue a la ciudad...¡Si es que me cago en todo!

De repente, Manuel golpeo con la mano el volante, provocando que el coche pitara. No parecía que Manuel se estuviera calmando. Uno  podría decir que estaba ocurriendo todo lo contrario.

—¡Jefe joé! ¡Afloje un poco o no llegamos!—le dijo algo tenso al ver como el oficial perdía los nervios al volante.

A Remiro no sabía cómo sentirse ante esa situación. Su lado racional le decía que la cosa no podía ser tan grave. Un loco metido treinta años en un psiquiátrico... ¿Qué peligro real iba a representar? Sin embargo, su instinto de policía le decía que esto no pintaba bien. Y ver así a Manuel acuciaba ese instinto.

El chaval tiene razón, Manu- casi se me escapa "novato", pero ahora con la inclusividad, las medallas a la participación y el rollo de que todo es valido y todo tiene cabida en una sociedad multiplural, multicultural, poliglota y polifónica o yo que cojones se, ahora no podías decir según que cosas en alto sin que alguna chica de pelo morado y problemas de imagen corporal te llamase facha y pidiese denunciarte al Ministro. Y encima lo dijese como si fuera algo malo.

No creo que al novato le molestase, se le ve tosco pero de buena pasta. Las ciudades sí que echan a perder a la gente. Pero pa qué arriesgarse.

Conducir alterado y a esta velocidad es malo. Anda si no habrás leído informes de Tráfico. Vamos a hacer las cosas por su orden. Llegamos, vemos la situación y aprendemos lo que podamos, que se encargue tráfico, las patrullas y los munipas de echarle el guante. Y cuando lo tengamos te vuelta, cazamos un par de alacranes en un bote y te demuestro con el tipo lo que hacíamos en la Legión con los que se pasaban de la raya. Ese pavo no va a llegar a la ciudad, si con la edad que tiene no debe ni de poder mear sin asistencia sanitaria.

Manuel aún seguía sudando, mientras mantenía la mirada en la carretera. Aunque con las palabras de Ismael pareció tranquilizarse ligeramente.  

-Si...joder, creo que tenéis razón. Lo siento por haberos preocupado. Es que aquello...fue un mes de mierda, y solo había comenzado en el cuerpo. Los asesinatos, las familias, el asalto... Tuve que... Sabéis, por el camino se encuentra la casa de Juan. Podemos ir a ver si ha podido ver algo. No tardaremos demasiado. Además, así podríamos cambiar quien conduce, que yo ahora estoy hecho un manojo de nervios.

Sin decir una palabra más, el coche fue bajando la marcha. Ya iban entrando en el camino recto que iba directo a San Juan de Dios, con una hilera de árboles a su alrededor. De día se vería al lado la fábrica de café, pero la oscuridad de la noche solo permitía ver la carretera iluminada por los faros del coche.