Partida Rol por web

Me acerco con cara de pocos amigos y cubriéndome con lo que encuentro a mi alrededor.

- Qué diablos está pasando aquí ? - ojeo más allá mientras espero una respuesta.

- Uno de los nuevos reclutas parece armado y hostil, señor. ¿Le reducimos o le abrimos los poros a esa nenaza?- El breve informe del marine que se encuentra junto a la puerta aporta la información justa, y a pesar de ofrecer las dos alternativas más razonables parece claramente inclinado por opción "estética".

Mientras tanto del interior de la habitación os llega un gimoteo que alterna con un alarido frenético. Varias ráfagas de proyectiles vuelven a sonar en el interior de la sala.

Bajo la luz intermitente de las ráfagas de los disparos escucho al veterano marine y alzo mi arma con el rostro contraído y en tensión.
- Habrá que reducirle en un principio marine, pero no te juegues tu vida por la suya, está claro ?... Bien, vamos allá !

Efectivamente prefiero reducirlo y comprobar más tarde qué le ha pasado, aunque probablemente se trate de un psicótico más de todos lo que llegan a este lugar.

Joder, vaya tipos estos...yo esperaba que ni se lo pensaran...

Me aparto de su camino, no es bueno estar en su camino, podrian patearte el trasero y apenas se darian cuenta.

Bueno...parece que a alguien le van a arreglar el chasis...¿teneis algo con lo que pueda ayudar?

Aquí se va a liar una buena, como estos se carguen al recluso, a ver de quien hago yo de escolta luego...

- Bueno haced lo que queraís, pero sangre no, por favor, que luego se mancha todo y me ha costado mucho sacarle brillo a mi reluciente armadura.-

- Muy bien.- Un reflejo siniestro destella brevemente sobre el visor sellado del marine. Levanta el arma y entra en la sala disparando.

- ¿Quieres un pedazo mío, chaval?

En la armadura del soldado veterano impactan varios proyectiles provocando algunos chispazos, pero esto solo dura un momento y mientras continúa disparando entra en el interior de la sala. El alarido vuelve a oirse una vez más, desgarrador y estridente.

- Venga coño, ya le tengo acojonado pero no mantendré el fuego de cobertura eternamente. ¿Váis a sacarle más brillo a vuestras lustrosas armaduras, jefes?

Dejemos para luego las presentaciones.

Entro en la sala arma alzada en la mano e intento divisar al objetivo, suponiendo que se trataba solo de uno. Una vez lo localizo intento acercarme a él, cubriéndome disparando si hubieran más disparos de otros enemigos (aunque creo que solo hay uno).

Mi intención es, si solo hay uno, intentar reducirlo sin llegar a matarlo. Sin duda se trataba de un espía que había enloquecido debido a la presión. Seguro que al coronel le insteresará interrogar al sujeto.

Entras profesionalmente en el quirófano de retención, cubriendo todas las posiciones antes de centrarte en el área tras un pequeño armario metálico volcado en el suelo, convertido en colador por efecto del fuego de supresión que está ejerciendo el soldado a tu espalda. Tras el armario los sensores de calor activados automáticamente por tu unidad computerizada integrada detectan una presencia a cubierto.

Según empiezas a caminar hacia ella golpeas con el pie un objeto metálico grande y pesado... un soldado en armadura completa con el visor abierto yace boca arriba en el suelo, con una barra metálica incrustada en su rostro desprotegido que sobresale al menos tres palmos. Te percatas que a pesar de llevar la coraza no está armado.

Cuando los marines comienzan a abanzar voy tras ellos y me situo en un lugar donde pueda observar un poco de la habitación, aunque para mantenerme a cubierto no puedo observar demasiado, apenas uno de los marines apostado mientras ofrece fuego de cobertura.

-Oye, si quereis voy a partirle la cara a quien sea cuando no le quede munición..asi no manchais vuestras armaduras.

Si...como si eso me importara...

- Será mejor que abráis bien los ojos y os dejéis de cuentos. - Digo con tono firme y arrodillado sobre el cadáver del soldado. La escena de la barra metálica incrustada en el rostro del soldado a través de su visera resultaba grotesca, pero nada que Connor no hubiera visto antes. -

- No tenéis con qué defenderos ? - digo en apenas un susurro dirigiéndome a los dos hombres. Examino entonces el cadáver en busca de algún tipo de arma, ya sea a distancia o cuerpo a cuerpo.

Fanfarroneando, entro en la habitación y mirando el cadaver del soldado digo - Pobre incompetente, tanto entrenamiento militar para acabar ensartado como un pincho moruno, no se quien le habrá hecho esto, pero lo que si que sé es que se llega a cruzar conmigo y ese come metal hasta que le saliese por el culo. -

Me pongo a examinar la habitación, alerta, en busca del responsable de tales hechos.

Me asomo por la puerta para observar la escena. Realmente es impresionante lo que le han hecho al soldado caido.

¿Vaya...si que han armado una buena no?

Me miro un mometno y luego les miro a ellos, relucientes y blindados.

-Voy en paños menores ¿me dais algo de una jodida vez?

Tras haberse arrodillado para examinar el cadáver aún fresco del marine con la barra atravesándole el cráneo, el sargento Connor se levanta. El soldado caído no tiene armas.

Su compañero mantiene el fuego de cobertura y comienza a avanzar paso a paso hacia el armario, cruza al lado de una mesa quirúrgica con recientes manchas de abundante sangre. Continúa lanzando ráfaga tras ráfaga de disparos alrededor del armario de forma que la sala queda iluminada intermitentemente, dejando espacio libre para que los demás podáis avanzar hasta el mismo punto por el otro lateral de la mesa.

Al observar mi oportunidad, intento sacar la barra del visor del caido y voy hacia el armario.

te vas a cagar.

Aprovechando que la atención de todos está centrada en la zona objetivo de los disparos, el reo Brian corre hacia allí tan deprisa como sus grilletes le permiten agarrando sin siquiera detenerse la enorme barra que atraviesa el cráneo del soldado. Ésta sale con facilidad produciendo un chasquido de hueso claramente audible a pesar del fuego amigo. Llega hasta el armario y levanta el trozo de metal con clara intención de descargarlo sobre alguien al tiempo que el otro soldado cesa el fuego para no herirle.

Según levantas el acero para golpear y convertir en pulpa al desdichado que la ha liado ves a un muchacho joven acurrucado junto al armario temblando frenéticamente. Tiene una mano apoyada en la sien, lo que te lleva a recordar tu reciente operación quirúrgica, y parece que lo está pasando realmente mal. Cae sangre de su mentón, que mana de sus labios apretados en un mordisco salvaje para acallar el dolor. Lágrimas le caen desde los ojos enloquecidos y abiertos hasta el extremo mostrándote unas pupilas dilatadas y de mirada distante.

Tan lamentable escena no evita que en un atisbo de realidad te fijes en que su mano derecha empuña contra el suelo un fusil de asalto marine, y peor aún que la mano que aprieta contra su cabeza sujeta a su vez una granada.

Entonces fija su mirada ausente y lejana en tu dirección mirando a través de ti, y un horror indescriptible te paraliza por un instante, pues podrías haber sido tú quién ahora estuviera en su lugar...

Pero qué... ?

Cuando veo al soldado bajar el arma para no herir al atrevido marine que se ha lanzado a lo loco a por el objetivo, carraspeo incrédulo. Después de tanto tiroteo parece ser que al fin y al cabo el muchacho no pretende tomar la base. Sonrío para mis adentros.

Me acerco a ellos y no hago un comentario respecto a la acción suicida del soldado calvo. No obstante, me acerco al objetivo y le insto a que levante ambas manos. Hago un gesto con la cabeza al marine más veterano para que le retire el arma y es entonces cuado me dispongo a hablar con él con cara de pocos amigos.

Quién diablos eres, hijo ?

-Espero que no sea un futuro compañero, porque si es así no se si estamparle la barra en la cabeza.

Explotariamos todos...bueno, yo que no tengo el pu** traje...

-Seguro que le han chafado el cerebro del todo con tanta operación de mierda.

Al acercarte más puedes ver que el desdichado que la ha liado es un muchacho joven acurrucado junto al armario temblando frenéticamente. Tiene una mano apoyada en la sien, y parece que lo está pasando realmente mal. Cae sangre de su mentón, que mana de sus labios apretados en un mordisco salvaje para acallar el dolor. Lágrimas le caen desde los ojos enloquecidos y abiertos hasta el extremo mostrándote unas pupilas dilatadas y de mirada distante.

Tan lamentable escena no evita que en un atisbo de realidad te fijes en que su mano derecha empuña contra el suelo un fusil de asalto marine, y peor aún que la mano que aprieta contra su cabeza sujeta a su vez una granada.

Entonces fija su mirada ausente desde el reo con la barra de acero en tu dirección mirando a través de ti.

Tanto el recluta como el sargento y el marine de guardia están junto al armario caído observando a quien se halla tras él. La actitud violenta del recluta se detiene en un instante de sorpresa, y algo similar le sucede al sargento.

Presa de la curiosidad, avanzas por un lateral de la habitación en un intento de atisbar la escena.