Partida Rol por web

Fuera de la fosa donde yace muerta la extraña bestia, los cuatro soldados se hayan reunidos con el rebelde inconsciente y el supuesto minero. Este último se muestra claramente aliviado de salir de la fosa y deseoso de alejarse del túnel cuanto antes.

- Muchas gracias, ehr, ¿pero adonde podríamos ir? Hay dos bicharracos voladores más en el piso superior y no quiero imaginar cuantos más hay merodeando por el campamento. Sus aullidos se oían chirriar por todas partes desde el exterior, y había también otras cosas parecidas a globos con tentáculos flotando por encima.- Traga saliva por un instante, mirando hacia atrás por un momento, al hueco por el que acabais de sacarle- ¿Se ha vuelto loco el mundo y nadie nos lo ha contado hasta ahora?¿Qué hacemos?

Fuera de la fosa donde yace muerta la extraña bestia, los cuatro soldados se hayan reunidos con el rebelde inconsciente y el supuesto minero. Este último se muestra claramente aliviado de salir de la fosa y deseoso de alejarse del túnel cuanto antes.

- Muchas gracias, ehr, ¿pero adonde podríamos ir? Hay dos bicharracos voladores más en el piso superior y no quiero imaginar cuantos más hay merodeando por el campamento. Sus aullidos se oían chirriar por todas partes desde el exterior, y había también otras cosas parecidas a globos con tentáculos flotando por encima.

Es en ese momento cuando sirviéndose del rifle como gancho improvisado y de sus increíbles dotes atléticas la fantasma se iza por el tunel abierto para rescatarles. Al parecer ha debido hacer algo de ruido, pues el minero traga saliva por un instante, mirando hacia atrás por un momento, al hueco por el que acabais de salir, y luego continúa con su cháchara- ¿Se ha vuelto loco el mundo y nadie nos lo ha contado hasta ahora?¿Qué hacemos?

Al parecer nadie más se ha percatado de la presencia de la furtiva invitada, que cruza el casi medio metro de puerta de acero para abandonar definitivamente la fosa, encontrándose con el supuesto grupo de asalto reunido por el subalterno del difunto Coronel Huge. Falta uno de los marines, pero allí están el veterano que iba a liderar el equipo, el marine novato, el nervioso y malhumorado firebat de asalto y el arrogante piloto. Muestran signos de haber pasado salido de un combate, probablemente se entretuvieran machacándose con otros de su calaña en la sala de mandos.

Se escucha un leve susurro y una porción del espacio vacio a la derecha del grupo se comba y fluctua por unas décimas de segundo. La luz deja de refractarse cuando el campo de distorsión desaparece. La figura parece componerse, por un instante, de cientos de pequeños fragmentos de cristal como si se estuviese viendo, marcha atrás, como se rompe un cristal con una imagen graba en él.

Pero la figura es real, muy real. Sus curvas y el largo rifle hacen que su identificación sea automática, pero esta vez no lleva la intimidatoria máscara y su rostro, hermoso y atractivo queda a la vista de todos.

- Hay muchas preguntas, pero las respuestas no llegarán quedándonos quietos aquí. - Sus ojos, fríos y cristalinos, recorren el grupo, mirando fíjamente a los ojos a todos y cada uno. - La base ha sufrido un asalto de una especie alienígena, de extraños xenomorfos y tiene toda la pinta que las defensas no han servido para nada.

Me quedo unos instantes anonado ante la figura recién aparecida de la mujer. Titubeo unos instantes antes de volver a componer el rostro y recuperar mi habitual cara.

—Te dije que volveríamos a hablar, guapa— digo con cierto aire de seguridad.

—¿Dices que esos "bichos" son una amenaza?— me encojo de hombros —acabamos de cruzarnos con un par de ellos y, la verdad, no me han parecido una amenaza—

Después de las palabras vuelven las acentuadas miradas sin ninguna discreción sobre el cuerpo de la mujer.

—Pero bueno... ¿donde sugieres que vayamos? Yo estaré encantado de seguirte a donde digas— digo arqueando la comisura de los labios.

Maldición !! Es lo primero que pasa por la cabeza del sargento al escuchar las palabras de los sinuosos recién llegados. Ya temía que algo debía andar muy mal, pero que esos asquerosos bichos xenoformos estuvieran merodeando por todo el campamento era algo más que agua de mayo. Y para colmo, hablaban de seres alados.

- Sencillamente estupendo. - comenta alzando su mano derecha con gesto preocupado y el rostro contraído y embrutecido, pero con una voz ronca y paciente - Habéis pasado por la sala de comunicaciones ? Si no podemos salir de aquí, habrá que pedir ayuda al exterior.

Era más que una pregunta, tal vez les fuera la vida en ello. Y no es que el sargento Connor apreciara mucho su vida, pero desde luego sentía un estímulo extra con la unidad de su raza en esos momentos de controversia.

Brian se ha asomado a ver que dejaban atrás en la fosa que tanto alivio proporcionase al minero olvidar. Agazapado dentro del tunel emite un agudo silbido de admiración:

- ¡LA PUTA! ¡Esa jodida cosa con alas debe medir lo menos 5 metros, sin contar las alas!- Vuelve a salir, visiblemente entusiasmado- Os habrá costado un cojón abatirlo, ¿no? Quiero decir, es grande de cojones y parece un insecto bien blindado. ¿Y decís que hay más?- Levanta el rifle y comprueba el nivel de munición- ¿Cuando salimos a matar cosas de esas Sargento? Si están atacándonos quiero abrirles varios culos más a balazos. Y los militares preocupados por la guerra civil, no jodas.

- Ese bicho resistió un impacto directo de mi arma - dijo mostrándosela al entusiasmado Brian antes de colgarla de nuevo a su espalda. - así que no quieras encontrarte muchas a la vez. - Volvió el rostro al sargento tras meditar unos segundos. - En el hangar hay naves, de hecho una fue la que el operativo Fantasma utilizó para llegar aquí y creo recordar que hay otra mas.* No sé en qué estado estarán las naves, pero son nuestra única opción. Necesitaría un terminal de acceso directo al AeL* para obtener mas información del estado de la base y supongo que vosotros necesitaréis mas armas. Por eso creo que lo mejor es intentar llegar al centro de comunicaciones y re-organizarnos allí.

La somera idea de poder pillar una de esas naves me avivó el animo y el interés. Un brillo en los ojos demostraba esa pasión por esos artefactos voladores.

Asiento al fantasma y dirijo la mirada a Teddy

—¿Alguno conoce este puto sitio? Quiero decir, ¿alguno sabe como llegar a ese centro de comunicaciones de la forma más rápida?

Acto seguido me dirijo al fantasma y, colocándome muy cerca, le susurro al oído.

—Todavía no me has dicho tu nombre, muñeca. ¿Cómo esperas que me dirija a ti?

Connor asiente ante la afirmación de la fantasma con cierto énfasis en su mirada. La esperanza de encontrar ua nave de huída del campamento base volvió a sacarlo de aquella terrible pesadilla en la que se encontraba sumido. Por desgracia, también le llegaron sus apetitos alcohólicos, y las primeras gotas de sudor comenzabn a caerle por sus angulosas sienes.

- Está bien - gruñe, más que decir - Sí, la sala de comunicaciones está al norte de la infraestructura, volviendo por los pasillos por los que hemos venido. - dice señalando con el dedo y el brazo extendido hacia el lugar. - Si no hay nada más, en marcha !

Examino las escasas posibilidades que se atisban en el lugar dada la situación y concluyo que efectivamente como han dicho mis compañeros lo más sensato es salir de ese nido de bichos cuanto antes, pues allí no queda mucho más que hacer.

- Bueno tíos, pues en marcha como dice Connor, antes de que nos volvamos todos locos en este jodido lugar. Además ya tengo ganas de cambiar de escenario, que tanto tiempo por estos pasillo encerrado empiezo a tener sensación de estar enchironado.

Me quedo mirando hacia el lugar que señala Connor intentando orientarme y dispuesto para comenzar a caminar con el grupo.

Mientras tomáis la decisión de regresar sobre vuestros pasos y alcanzar la sala de comunicaciones, situada al norte de vuestra posición, un estrepitoso golpe y un disparo interrumpen vuestras decisiones: la fantasma con expresión arisca ha derribado al suelo al piloto y ha disparado su pistola tan cerca de las pelotas de este que a cualquier otro se le habrían salido por la nuca.

- Joder con la tía chunga, se pone así por cualquier cosa. Algún trauma infantil o algo así, cosas de fantasmas...- murmuro por lo bajo.

- Ehm, ¿va a continuar deperdiciando munición? No parece que nos sobre el tiempo. A lo mejor hay más soldados supervivientes que puedan ayudarnos a escapar.

Una vez la mujer me derriba coloco las manos con el dorso sobre el suelo.

—¡Ey! Sí, muñeca. No vayas tan rápido que hay gente delante —digo acabando la frase con una carcajada.

Me incorporo y miro la marca del disparo sobre el suelo.

—¡Guau! Me gustan las chicas difíciles. Pero me gustan más las que saben disparar —digo examinando completamente todo su cuerpo de nuevo—, pero tu no estás mal... nada mal.

Hago un gesto con la mano indicando a la fantasma el camino.

—Mademoiselle, vos primero.

Me miro mis pelotas con cara de dolor yejo de observar la escena entre el piloto y la fantasma, no vaya a excederme en la miradas lascivas e irremediables a la despanpanante mujer y me pase lo mismo. Intentaré, aunque me cueste, hacer como si fuera un hombretón más. Es más ahora mismo me voy a poner en marcha.

- Bueno señores, nos mutilamos los unos a los otros o decimos ponernos en marcha.

El sargento Connor silba contundente y sinuoso, observando el agyjero creado por el certero disparo de la fantasma. Por suerte había acertado, o no ? Piensa sonriente Connor. Por un instante desaparecieron los deseos de un buen trago.

- La chica rubia y guapa parece tener los humos bien altos eh !! - gruñe escupiendo. - Cuando acabéis vuestras innecesarias necedades podemos concentrarnos en nuestro objetivo. - dice con tono bromista, pero sin sonrir lo más mínimo.

La mirada de la mujer se volvió, por unos largos y desagradables segundos, fría... Literalmente. Unos cristales, como si fuese escarcha aparecieron sobre su cuerpo, apenas una fracción de segundo para fundirse igualmente rápido por el calor.

- Parece que no os ha quedado claro, lo cual no deja de sorprenderme.  - Enfundó la pistola y volvió a curbrir su rostro con la conocida máscara por la que los Fantasmas son tan conocidos. Miró a los colonos. - Colonos, no sé porqué estábais hoy aquí, pero me gustaría saberlo cuanto antes, no quiero acabar en un tiroteo y tener que preocuparme por mantener vivos dos civiles. Por ahora consideraros alistados de forma forzosa y temporal. - Miró al piloto. - A menos que seas militar, lo mismo se aplica para tí. Si eres militar empieza a comportarte como tal. - Abarcó a todos con la mirada. - Soy un miembro de las fuerzas especiales, del Operativo Fantasma. Y como tal me trataréis, soldados. Os referiréis a mí como Operativo, Fantasma o Señora. Por vuestro bien desearéis que no deba repetirme. - Miró al sargento. - Sargento, si queréis organizad nuestros movimientos hasta que recibamos nuevas instrucciones; en caso contrario asumiré el mando... Oh mierda! - Giró el rostro hacia el yaciente Coogar. - Ese sujeto es un prisionero, pero se le permite ir armado ya que creo que necesitaremos todas las armas disponibles. Su vida, por ahora, es muy valiosa. - Remarcó las últimas palabras. - Intentad despertadle, a ver si puede continuar. - Dijo sin mirar a nadie en particular y acabó fijando su mirada en el sargento Connor para comenzar a organizarse.

Intentaba mirar por la ventana, ver el hermoso paisaje que había fuera, tras los muros, tras el cristal... Pero cada vez que fijaba su vista, el cristal estallaba y se cortaba la cara. La suave y tranquila llanura verde se convertía en un vertedero, en un campo de batalla o en un matadero.

Se encogió despacio en la bañera, rodeando las rodillas con sus manos. La larga melena caía sin orden por la espalda, flotando en el agua largos mechones. Enterraba el rostro entre las rodillas y respiraba muy despacio, por miedo a molestarla. El agua, sucia, turbia y casi negra de la mugre arrancada de su pequeño cuerpo, comenzaba a enfriarse pero aún era agradable. Un solitario patito de goma rompía la quietud, navegando a la deriva, acercándose a ella con su inocente sonrisa.

Qué fácil es hacer feliz a una niña. La sonrisa del patito fue como un amanecer, como una brisa de aire fresco y dulce que arrancó de la melancolía y el miedo a la niña. Con una sonrisa alzó el rostro y extendió un dedo tembloroso. Cuando el dedo acarició la cabecita una gota resbaló desde el dedo y antes de tocar el agua ya era sangre. La cabeza se inclinó a un lado, en un ángulo imposible, con un preciso y minúsculo impacto entre los ojos. La mujer negó con la cabeza, a cierta distancia, con un rifle humeante en las manos.

- Pa.... Pat... Pa.... Pa-patito... - Las lágrimas no acudían a los ojos de la niña, hacía demasiado que se habían secado. La ventana reventó de nuevo, los cristales flotaban en el aire como si fuese miel, cada uno mostrando una imagen distorsionada de la niña. Su corazón, tierno y dulce tampoco se partió porque ya estaba rodeado de una gruesa capa de escarcha. Lo mismo ocurría con el agua, con su cuerpo, con el baño...

La niña se encogió un poco mas, hundiendo el rostro entre las rodillas, respirando bajito para no hacer enfadar a la mujer de la máscara.

Sólo quería jugar, quería sonreir, quería ser feliz... Sólo quería ser una niña pequeña.

Miró a la mujer con una mirada agresiva y elevó el dedo indice señalándola de manera amenazadora.

—Bien, veo que la que no has entendido eres tú, muñeca. Nadie va a asumir el mando aquí y, en todo caso, sería el sargento Connor o el sargento Marron quienes deberían hacerlo —por fin se pudo ver la condecoración que colgaba descuidada de una de las mangas del traje del piloto—, por tus palabras no te veo como algo más que un simple cabo así que deberías de comportarte como tal. ¿No crees?

Por primera vez las palabras del piloto parecían serias. No estaba enfadado con el fantasma pero le molestaban especialmente esos protocolos militares que tanto había tenido que sufrir hasta tener rango suficiente.

—Ahora bien, me temo que me necesitáis vivo para salir de este sitio. Ninguno de vosotros puede pilotar uno de esos trastos siquiera la mitad de bien que yo así que, si queréis una posibilidad... —, la frase se quedó en el aire y, por primera vez, el piloto se quitó las gafas dejando ver sus brillantes ojos azules.

Se acercó al operativo fantasma y bajó el dedo relajando el semblante.

—Fantasma, o como narices te llames, no es momento para ponerse gallito, ¿me entiendes? Si es cierto lo que cuentas, sabes que no puedes salir tú sola de este sitio. ¿Por qué te habrías mostrado ante nosotros entonces? Vamos a llevarnos bien.

Por un momento desea abandonar aquel lugar para buscar el bar más cercano. Al menos, piensa Connor, el bruto piloto tiene el detalle de mencionarme. En su rostro se dibuja algo parecido a una sonrisa, mientras observa con asombro la seriedad con la que el piloto expone su disertación.

- Bueno ya basta. - su tono no era severo, si no pasivo - Vamos a tener tiempo de sobra para acabar pegándonos balazos unos a otros. El trayecto hasta la sala de comunicaciones ya lo hemos visitado - menciona dirigiéndose a los recién llegados - y nos hemos topado con varias de esa especie de xenoformos. - su rostro se dirige a la fantasma - He oído que poseéis cualidades extraordinarias, podrías reconocer el terreno antes de atravesarlo ? No deseamos ninguna baja en estos momentos...