Partida Rol por web

-Pues... me parece doctor, que o establece un orden para pasar por su maquinita o... bueno, que yo tampoco estoy muy por la labor, vamos... A mi toda esa parafernalia científica me echa un poco para atrás.- Le comento al Dr. Knightley, que parecía un poco cansado de esa actitud.

Tras a pregunta de Connor el climax en la sala cambia y se vuelve más tenso si cabe, esperando la contestación. Observo el cuchillo desde mi posición y ciertamente tenía un aspecto bastante séptico para tratarse de material quirúrjico, y si no estaba muy convencido de entrar el escaner la impresión que me causó aquel cuchillo me quitó todas las ganas.

- Me resulta indiferente el orden en que decidan someterse al examen clínico. Se trata de una prueba completamente inocua y aunque dudo que sea la primera vez que hayan visto un escáner, las modificaciones realizadas en este equipo en particular solo afectan a la precisión de análisis, enfoque e interpretación. Sabemos de encuentros en los que los Zerg han infectado seres humanos, en los cuales se desencadena una mutación progresiva. El resultado suele ser letal para aquellos que rodean al desafortunado, y definitivo siempre para el portador. He logrado sintetizar un suero que revierte la mutación si es inoculado en los estadios más tempranos. Por su seguridad les pido que colaboren.

Con rotundidad Connor aplasta un cuchillo ensangrentado sobre la mesa, pronunciando su acusación en tono áspero. El doctor mira el objeto sin sorpresa alguna, y contesta calmadamente.

- Están en una instalación médica, caballero. No son mis únicos pacientes en el día de hoy, y el individuo que ha sobrevivido a la herida causada por ese arma se mostró bastante más agradecido de lo que parece suponer cuando le fue extraída.- gira la silla en vuestra dirección al tiempo que descansa las manos en ambas rodillas- No tengo todo el día. Cuanto antes terminemos antes podrán retirarse a descansar, y personalmente considero que preferirán una habitación mucho más que una celda de aislamiento biológico. Sean rebeldes, confederados o desertores lo que realmente no permitiré es que abandonen la sala sin asegurarnos de que no van a detonar en una explosión de plasma biológico y destruir media base en el proceso.

Marron se puso de pie rápidamente e hizo un movimiento de manos intentando calmar a los presentes.

—¡Eh, eh, eh! Haya paz. Si esta panda de gallinas no se atreven a enfrentarse a su maquinita yo seré el primero. 

Se retiró las gafas y se retiró la parte superior de la indumentaria dejando a la vista el musculado cuerpo del piloto. Algunas heridas destacaban el pasado militar de Marron fuera del tedioso empleo que desarrollaba en la actualidad. Forzaba cada músculo destacándolos como si intentase impresionar a alguien.

—Usted dirá. 

Knightley asiente con aprobación cuando el piloto se presta voluntario a comenzar.

- Adelante, túmbese aquí. Recuerde mantener los ojos cerrados hasta terminar para evitar quedar deslumbrado.- la máquina extiende una camilla hacia el exterior. Marron con decisión se tumba sobre la lisa superficie, siendo tragado por la máquina al retraer la camilla. Desde fuera véis una serie de fogonazos en rápida sucesión iluminando el cuerpo de Marron, que se prolongan aproximadamente minuto y medio. La prueba concluye devolviendo a Marron al exterior, que sentandose en el borde de la camilla vuelve a colocarse la camisa y mira al resto con aire jactancioso.

- Doc, tendría que hacer esto más cómodo. Entre la luz y el colchón no hay quien duerma una siesta aquí.

El doctor sonríe ligeramente al contestarle mientras examina los resultados en la consola.

- Diseñé el escaner para aceptar soldados vestidos con armadura de combate, carecía de sentido cualquier tipo de complemento ergonómico. Está limpio, ¿quién es el siguiente?

- Está ben, de acuerdo. -dije despedazándome del armamento y parte de la ropa. Las armas las dejé a un tirón del brazo de donde se me haría la prueba- Yo mismo seré el siguiente, Doctor.

Me dispuse sobre el lugar donde me indicó el doctor y esperé a que aquella parodia terminara. Al fin y al cabo parecia inofensiva.

- Bueno, no parece tanto.

Me tranquilicé un poco, después de comprobar que todo aquello parecía inocuo, al menos de momento, pensé: -No hay de que temer Nexus, total, tú siempre te has mantenido en un perímetro de seguridad de los bicharracos esos, y la máquina esta no parece que se alimente de soldados.-

-Si no hay ningún inconveniente, después de Connor, me someteré yo a la prueba, así dejamos a la dama la última, como es su deseo.-

Guardaba silencio y esperaba sin moverse ni perder de vista al doctor. Su rostro era una máscara sin emociones.

Por turnos los dos restantes os introducis en el escaner bajo la atenta supervisión del doctor Knighley y recibís las luminosas descargas que escrutan vuestras fibras íntimamente, proporcionando hileras de números que quedan reflejadas en el monitor de la consola.

- Bien ambos están en buenas condiciones y limpios de toda infección. Sin embargo, usted- señala a Connor- pase a una de las salas del fondo y vaya quitándose la parte inferior de la armadura. Presenta un pinzamiento nervioso en la zona inguinal izquierda y es preciso desligar los tejidos blandos de la zona antes de que asiente una fibrosis bastante molesta. Con una breve sesión de microondas polarizadas será suficiente.

- En cuanto a usted señorita, no será necesario que se quite la armadura, aunque sí deberá desconectar el reactor Moebius durante la prueba para que la radiación del escaner no lo sobrecargue. Si desea someterse al análisis en privado, los caballeros podrán esperarla fuera del laboratorio.

Asintió, el primer movimiento desde hacía unos minutos, y se acercó a la máquina. Se quedó mirándola, de espaldas al doctor, a la espera de la salida del resto de sus compañeros.

- Estarás bien, verdad nena ?

No pude evitar formular la pregunta desde la puerta de salida, justo antes de abandonar la sala médica en la que el doctor pretendía quedarse con la operativo fantasma, que cada vez me resultaba más siniestra y misteriosa. Al fin y al cabo los entranaban para eso, no ?

Pero habían sido muchas horas juntos, pasando lo indecible, junto al resto del grupo. Supervivientes, pensé, como yo.

Tras asegurarme de su bienestar, salí afuera junto al resto.

- No olvide que ha de tratarse esa pierna, sargento Connor. En cuanto la fantasma haya terminado, nos ocuparemos de usted.

El doctor continúa manipulando controles y estudiando datos, pero da la impresión de estar haciendo tiempo discreta y elegantemente antes de que salgáis.

El sargento Connor gruñe afirmativamente por toda contestación. Tanto Nexus como él han terminado de ajustarse nuevamente los pernos neumomagnéticos que fijan las armaduras a sus cuerpos. Tomando la iniciativa acciona con un suave golpe el control de apertura, de forma que la compuerta desliza sus paneles blindados franqueadoos la salida al pasillo.

Jonas se encogió de hombros extrañándose de la petición de la fantasma.

—Como quieras muñeca. Te estaré vigilando —dijo mientras guiñaba un ojo.

Con mayor preocupación de la que cabría esperar en unos desconocidos, los soldados abandonan la sala, dejando a Uriel acompañada únicamente por silbidos, parpadeos electrónicos, zumbidos de flujo energético y el doctor Knightley. Éste termina de pulsar botones y mira a la fantasma desde el asiento. Un breve silencio que apaga todos los pequeños ruiditos de fondo queda interrumpido por las palabras de Knightley, sobresaltando interiormente a la ensimismada Uriel.

- Es su turno señorita. ¿Se encuentra bien?- pregunta en tono preocupado y gesto interrogante?- Parecía algo ausente. No debe preocuparse. Como ya ha visto la prueba es inocua, y en su caso tengo por seguro que ya está familiarizada con los test de flujo neural. Una vez descartada la infección podremos tratar cualquier otra molestia. Como esa herida que presenta en el abdomen.- Tantas preocupaciones por evitar que detecten las brechas en tu condicionamiento para evitar que Kerrigan leyera tu mente tras tus escudos, que una pequeña parte de la energía que dedicabas a sanar la herida mortal que se abre en tu vientre se ha desviado. Todo sigue en su sitio merced a las energías que contienen cada tejido y cada órgano en su lugar, pero una pequeña cantidad de sangre fresca empapa las rasgadas placas ventrales de tu traje de combate, surgiendo por los poros de la piel como a través de una esponja a la manera que el rocío se condensa sobre una hoja.

- Cómo ya le dije no es necesario que se desprenda del traje, tan solo que desconecte el reactor Moebius que alimenta sus funciones auxiliares.

- Resulta interesante, doctor, ver lo poco que ha cambiado según la información que la Confederación posee sobre usted. - Se acerca despacio al doctor, apoyándose ocasionalmente en una mesa. - Aunque según mi propia información, el cambio es mucho mas acusado. - Toma un poco de aire, cansada, muy cansada. - ¿Ha perdido a alguien en su vida alguna vez, doctor? - Pregunta de improvisto, sin ningún tipo de realación aparente.

- A casi tanta gente como usted pueda haber matado señorita. La mía es una profesión muy cercana a la muerte cuando la guerra azota a la humanidad, y las guerras parecen sucederse unas a otras sin descanso.- Te apremia con un gesto amable de la mano a que te recuestes en la camilla del escaner- No tema. Aunque la información disponible sobre mí en la Confederación haya podido variar desde que trabajo junto a los Hijos de Khoral, no está arriesgando nada. Al igual que sus compañeros, solo se someterá a un simple examen por su seguridad, y la del complejo. Mi labor es reducir bajas, no provocarlas.

El zumbido de la máquina aguardándote resulta sedante, tranquilizador. Las preguntas bullen en ti, pero tu padre responde a ellas directamente. Tras tantos años, ¿como puede no reconocerte? Eras muy niña durante aquella fría noche, cuando llegaron y te arrebataron de sus brazos, separandote de tu hogar, de tu madre, de tu padre... y te llevaron a aquel tenebroso lugar en un planeta oculto, lejos, muy lejos de allí.

- Supongo que por ello ha logrado algún tipo de proceso de aislamiento, para evitar lazos emocionales. Olvidar los rostros... Aunque, quizás, se acuerde de su primera pérdida hace 20 años. - Se acerca a él pero no se sienta en la máquina. No aparta la mirada de sus ojos y se ve cláramente una fina película de sudor en su rostro.

- Me da la impresión de que está refiriendose a algo más concreto de lo que da a entender. He perdido a mucha gente en mi vida. He formado una familia en dos ocasiones, y en ambas las guerras me arrebataron a todos mis seres queridos. Deje de remolonear - dice en tono autoritario y paternalista, muy clínico - Su interés por mi vida personal no sustituye a la necesidad de comprobar que está sana. Las charlas podrán venir después, ya que hay algo que parece conocer y que yo ignoro.

La responsabilidad y el deber primero, valores que tu padre predicaba sin dejar nunca de lado el amor que te tenía. Su breve amonestación y su razonamiento despiertan en ti la urgencia de obedecerle. Pero ya eres adulta y, aunque la sientes ahí, logras contener esa sensación de querer agradar a tu padre.

Dos familias... Las dos muertas...

Una enorme tristeza y dolor la embargan, acompañadas de un fugaz ataque de celos y furia.

- Por ahora no, doctor. Hace mucho tiempo que no oía ese tono y cuando aparecía, corría a obedecer vuestras ordenes. Claro que sé mucho mas de lo que dejo entrever... Al fin y al cabo soy una Fantasma. Pero antes de eso tuve una infancia, con una familia que me fue arrebatada. - Se acerca a él, hasta detenerse justo a su lado. - Soy una Fantasma desde hace 20 años, 3 meses y 16 días. El día que perdí a mi familia, mi infancia y mi independencia. Ese mismo día, doctor, perdístéis una hija.

Intenta componer un gesto cálido en su rostro, algo similar a una sonrisa, a una mirada dulce... Pero esos conceptos fueron arrancados, o congelados en el mejor de los casos, de su mente hace mucho tiempo. Hace aún demasiado poco que está descubriendo de neuvo la alegría de vivir, de sentir, de decidir. La tensión es tan grande que tiene que auto-limitarse o sufrir el riesgo de que el torrente de emociones se desborde y la arrastre hasta su muerte.

Knightley accede al intercambio de miradas que llevas buscando. Nerviosa, no pierdes detalle; la severa expresión habitual en el doctor permanece invariable, aunque tus palabras han captado su atención, o eso esperas. No sabrías decirlo, pero el nuevo escrutinio al que te sabes sometida resulta más prolongado y detenido de lo esperable en un examen puramente clínico. Eso deseas. El prolongado silencio, intranquilizador y mágico a un tiempo se rompe.

- Concluiremos el análisis actual, como dicta el protocolo de seguridad.- Las palabras se te antojan insensibles, frías como el hielo de un glaciar que te rodeara y cuya cima vieras prometiendo libertad, pero imposible de alcanzar. Algo en tu interior se apaga dejando un vacío en tu estómago como no recuerdas haber sentido antes en tu vida.- Tras ello haremos una verificación genética.- La esperanza vuelve a bullir en tu interior, alborotada- No me quedan familiares, lo sé muy bien para mi desgracia. Ciertos rasgos... me resultan familiares, pero su sugerencia es increiblemente atrevida y descortés en caso de tratarse de un truco o un recuerdo implantado.- toma tu mano izquierda con las suyas y retira con suavidad el guante que la enfunda. Notas un pequeño pinchazo, retirando la mano de forma refleja algo sorprendida. El doctor sostiene un pequeño objeto punzante, ahora mojado con tu sangre.- Esta muestra bastará para el cotejado de bases. Túmbese en el escáner... ¿cuál es su nombre?- Se dirige a otro aparato, una pequeña cúpula transparente que retira para dejar al descubierto una serie de tubos de ensayo minúsculos. Realiza la misma operación en su propia mano, extrayendo una muestra y deposita ambas en la máquina, que cubre nuevamente y acciona mediante la consola anexa al aparato. Su tono es autoritario, pero percibes interés en su última pregunta.

Sabiendo que has logrado mucho, entiendes que oponerte a su petición no te facilitará las cosas. ¿Cómo le habrá tratado la vida estos últimos 20 años para que se muestre tan desconfiado y reacio a creer en lo que para ti es el acontecimiento más importante que puedes imaginar?

Se tumbó, conteniendo un suspiro que mezclaba cansancio, ansiedad y, siendo sincera con ella misma, miedo. Mucho miedo. "Recuerdo implantado" ¿Es posible? Entonces... Entonces... ¿Qué tendría? ¿Me quedaría algo por lo que luchar? ¿Todo es una gran mentira?

- Recuerdo un lago... En un cálido día de otoño. Casi tan tópico que resulta difícil de creer, pero existía un lugar así, una marea de ocres, rojos y granates reflejados en un estanque que parecía beberse el cielo. supongo que existía, que era privado o muy costoso de mantener... Recuerdo un paseo en barca mientras con un palo empujaba, entre curiosa y excitada, las hojas que flotaban en el agua. Una voz, seria, grave y autoritaria pero con un fondo de ternura, tal vez matizada de orgullo por lo que veía, que decía una palabra. Una única palabra. Un único rostro...

Volvió a la cocina, temblando de miedo y ansiedad.

- Ya basta! Basta! ¿Me oís? - Gritó a la nada, conteniendo las lágrimas de furia.

La pequeña miró a la mujer por una rendija en la puerta de la alacena, sin saber que hacer. La mujer terminó derrumbándose en una silla y llorando con amargura mientras estrujaba un sobre en la diestra.

tras unos largos minutos había llorado tanto que ya no quedaban lágrimas en sus ojos, ni en su alma reseca. Fue entonces cuando la pequeña salío de su escondite y se acercó, nerviosa y asustada, a la mujer.

Sin decir nada trepó con cuidado a otra silla y se sentó en la mesa a su lado. Con cuidado la hizo soltar la nota y la leyó. Otra vez. Otra. Otra. Otra.

"¿Y si todo fuese mentira?"

- Entonces tenemos que saberlo. - Dijo con su vocecita. Decidida como nunca.

Estiró las manos y retiró, uno a uno, los circuitos, enlaces y demás aparatos tecnológicos que se ocultaban en el cráneo de la mujer. Se detuvo antes de retirar un hermoso y delicado circuito de que brillaba como plata pura.

- Nunca me olvides. - Habló con un susurro, con lágrimas rodando por su dulce rostro infantil al retirar el último circuito.

Fue como una ráfaga que disipa una pequeña figura de arena dejándo como única prueba de su existencia el circuito plateado con dos pequeñas y brillantes lágrimas en su superficie.

- Nunca... Nunca te olvidaré...

- ... Uriel.