Partida Rol por web

La tensión del momento crispa los nervios. Connor permanece inmóvil como un monumento de neoacero de frente a sus camaradas, los cuales encañonan el espacio alrededor del sargento de infantería mecanizada, en espera de una nueva y peligrosa manifestación de su enemigo.

Es entonces cuando por el pasillo que lleva al Oeste se escucha un ruido metálico que llama la atención de los cuatro, y nuevamente tres disparos de detonación apagada cortan el aire. Un impacto en el hombro rota levemente sobre éste a la joven fantasma, al tiempo que saltan chispas de éste y de la pared cercana.

Empiezas a girarte hacia tu derecha para abrir fuego a bocajarro contra la fuente del sonido metálico, y según pivotas sobre tu posición notas dos cosas: el ruido procede de un cargador vacío arrojado contra una pared, que normalmente no produciría tanto ruido al caer para recargar. Y segundo, las leves detonaciones de los disparos provienen de algún punto a tu izquierda, no de la zona a la que ibas a disparar instintivamente.

Marron camina hacia la posición de Connor y le coge del brazo.

—Héroe, te toca coger a la chica y perder el culo. Cagafuego y yo nublaremos la vista de ese hijo de puta. Tu vida no vale una mierda, ¿lo entiendes?

Soltó el brazo de Connor y le miró fijamente a los ojos. Claro que su vida valía y mucho, pero un buen soldado entendería las palabras sin recelo. La querían a ella así que Teddy tenía que hacer de gruesa armadura de la fantasma.

—Nexus, empieza el espectáculo —gritó mientras corría hacia la primera posición cubierta entrada en el pasillo—. ¡Ahora! A ver que hay dentro de esas mangueritas chaval.

-Bueno pequeños, es vuestro momento, ahora no me podeís fallar, llevaís mucho tiempo pidiéndome guerra, pues aquí la teneís!-susurro a mis dos lanzallamas, antes de lanzar la espesa nube de plasma.-

- En tres, dos, uno!... Comenzaré con la ráfaga!- Aviso a mis compañeros para que no se pongan en la línea de tiro y sepan que la niebla ha comenzado. Muevo el lanzallamas intentando cubrir la mayor área posible.

-Los sentidos atentos!

Miré a los ojos del piloto y sonreí burlescamente. Comprendía bien lo que me decía el muy bastardo y cuando lo ví correr junto a Nexus fui a ayudar a incorporarse a Uriel.

- Vamos muñeca, no podemos quedarnos aquí.

Los sonidos de metralla y explosiones parecen aproximarse, pero el piloto tenía razón al mencionar lo de la operativo fantasma, por alguna razón la estaban siguiendo desesperadamete, y yo quería escuchar esa información antes que nadie.

La coloco como puedo tras de mí mientras andamos hacia el Sur. Yo la cubro de espaldas sin dejar de mirar hacia el pasillo, pero metièndole prisa para avanzar.

No logra evitar los sucesivos disparos, que vuelven a buscar su cuerpo, hambrientos de su sangre y deseosos de su vida. Pero sin duda no iba a ponérselo fácil.

Connor medio tiraba, medio tiraba de ella para llevársela de allí, pero Uriel se defendía.

- ¡No! ¡¡Ese bastardo tiene que morir no pienso huir de un cobarde que no tiene valor para enfrentarse cara a cara!! - Grita por encima del hombro hacia el pasillo vacío antes de disparar con la pistola. - ¡Cabrón! - No queda muy claro si es a Connor o a su atacante.

Marron, tras dar sus apresuradas instrucciones al sargento Connor, sale corriendo hacia el pasillo este en busca de cobertura, corriendo con las pistolas en alto de forma similar a como ejecutaría una maniobra de evasión con un caza.

Un destello de satisfacción brilla en los ojos de Nexus al recibir sus ordenes. Con metálico estruendo corre tras el piloto e inicia una cruda descarga de plasma ardiente con la que barre el pasillo interrumpiendo con su luminosidad el efecto de las rítmicas luces de alerta. Connor se cruza con este último hacia su objetivo: Uriel. Su mole blindada significa un escudo casi perfecto, y sujetándola con firmeza con el brazo libre la arrastra consigo lejos del peligro, en contra de los deseos de la furibunda mujer, que casi enlocida de rabia forcejea para disparar contra la nada que ahora Nexus incinera.

La bola de llamas explota con violencia en dirección contraria a la proyectada por Nexus. El reflujo de plasma caza al firebat de lleno mientras fluye como la bocanada de un dragón tyrano en las tres direcciones de la encrucijada. Connor y Uriel se encuentran suficientemente alejados del estallido, que se limita a caldear levemente las espaldas del veterano mientras la fantasma hurta su rostro al fuego tras el blindado torso del soldado. Jonas, más cercano a Nexus y al área de deflagración se pierde de vista al igual que éste, tragados por las llamas.

Momentos después sólo el humo denso y aceitoso queda en la intersección, desvaneciéndose con obstinada lentitud.

Un destello laser de un rojo intenso parpadea dos veces en el rabillo del ojo, justo frente a Nexus. El tercer parpadeo te coge tomando impulso para rodar en dirección opuesta y justo después se produce la explosión. Una vez más el día de hoy las llamas envuelven tu cuerpo encogido y ruedas sobre ti mismo para acabar levantándote con la ropa ennegrecida y llamitas aisladas extinguiéndose.

Los demás han quedado aislados por la densa humareda que se desvanecerá pronto, pero ahora, divididos, sois un blanco más fácil.

Demasiado tarde comprendes que has desatado el caos y habéis caido en la trampa. Según cargas liberando el plasma en una barrena densa que abarque lo máximo posible percibes el para ti inconfundible parpadeo de una mina de proximidad justo frente, poco más allá de la anterior posición de Connor. Mientras se produce la breve implosión apenas eres capaz de detener el impulso de tu cuerpo y cubrirte de forma refleja el rostro con los brazos, poco antes de que te engulla la vorágine infernal en que se transforma tu plasma esparcido por la onda expansiva de la mina.

Como firebat estás habituado a las altas temperaturas, a las fugas de gas inflamable de las armaduras firebat, al calor de las llamas con las que abrasas a tus enemigos. El calor que desprende la reacción que has desencadenado sin embargo sobrepasa tu capacidad, sientes que bajo tu piel de neoacero se ennegrece la curtida piel de tus brazos y aprietas los dientes por el dolor. Los sistemas de refrigeración de tu armadura silban sus avisos de sobrecarga al verse superados y notas como toda tu masa es desplazada hacia atrás.

Todo está negro y te resulta imposible ver nada, pero increíblemente aún sigues en pie. No has muerto, el dolor en tus brazos te lo recuerda despiadamente. La armadura firebat diseñada para soportar el mismo infierno ha salvado tu vida. Solo te resta volver al combate.

La situación parecía divertir al piloto. Torcía la boca enseñando algunos dientes dibujando el éxito en su rostro. Las cosas estaban donde él quería, la confusión reinaba ahora en el maldito cabrón que les estaba jodiendo.

Buscó con la mirada al gigantesco firebat y le hizo un gesto con la cabeza: tocaba retirada con los demás. La confusión estaba hecha y con un poco de suerte nublaría la puntería del tirador. Corrió hacia atrás en la dirección por donde corrieron Connor y Uriel vigilando especialmente hacía la posición donde titilaron las luces rojas hacía poco tiempo.

Se llevó una de las pistolas a la boca instando al firebat al silencio y la retirada.

—Vamos muchacho, no me jodas el plan.

Alejando el rostro del pecho de Connor tras la llamarada, echas un nuevo vistazo con la esperanza de atisbar el cadáver de vuestro enemigo, o al menos algo a lo que disparar.

Ves humo negro y aceitoso disiparse lentamente, en volutas que describen circulos concéntricos que caen y caen y caen...

Recuperas la visión unos segundos más tarde, mareada y con una sensación enfermiza en el estómago. Hasta ahora has estado forcejeando contra Connor afanandote por permanecer en combate, pero sientes frío en tus miembros e instintivamente dejas de luchar, como si preveyeras que las fuerzas fueran a fallarte.

- La resistencia es futil, G-26.369. Tu ejecución es necesaria, e inminente.

La voz retumba en tu consciencia, reverberando como lo haría la muerte al hablar. Ahora reconoces a tu agresor y te estremeces. G-26.247 tiene renombre por no dejar ninguna misión inconclusa, y siempre se le ha empleado como ejecutor.

Tras la explosión continúas arrastrando a la fantasma a salvo, tal y com te indicó el piloto. Miras brevemente hacia atrás, apuntando el rifle con la mano libre hacia la densa nube de humo aceitoso. No hay señales de Nexus ni Marron, ni parece que las vaya a haber mientras no se disipe el humo. Vuestro enemigo a logrado dividiros por el momento, si es que de paso no ha dividido en átomos a tus camaradas. Sujeta en tu otro brazo, notas que la fantasma cesa en su oposición a tus intentos de mantenerla a salvo, y parece ligeramente más pesada. ¿Se habrá desmayado?

Cuando noto el cada vez mayor peso de la operativo, me vuelvo hacia ella y la encuentro inconsciente. Sigo atento a mi alrededor, pues aquel o aquellos bastardos podía estar en cualquier parte. La explosión en el cruce de pasillos ha sido devastadora y ha conseguido que pierda de vista a Marron y a Nexus, lo que me produce en el cuerpo vibraciones negativas, pues la explosión ha sido en exceso demoledora y no había mucho espacio en la intersección. Realmente me temo lo peor, pero es el momento de mantener la cabeza fría, despejada y atenta, pues el peligro y la muerte me acechan.

- Ey, estás bien? - le pregunto a Uriel sacudiéndola repetidas veces.

Si veo que no reacciona la cargo sobre mi armadura y salgo de aquel lugar a toda prisa.

Notas la energía dentro de ti, así como la voluntad de emplearla, pero percibes su flujo como... como... irregular. Podrías describirlo como si al intentar asir el poder se quebrara en tu mano y no pudieras canalizarlo.

Durante unos segundos la furia de la Operativo se apaga, quedando desmadejada e indefensa, poco mas que una muñeca, en las grandes y metálicas manos de Connor.

- ¿Porqué? ¿Es mi castigo por las vidas que he segado? - Murmura, a medio camino entre la realidad y la inconsciencia.

Sólo son unos segundos pero en la mente de la Fantasma da la impresión que han sido horas.

- Sí, tienes razón cariño... - Extiende un brazo tembloroso, como si acariciase un rostro, murmurando arropada por la inconsciencia y la locura.

Se estremece y su rostro se endurece, arrojando a un lado la debilidad. Abre los ojos.

- G-26.247 es mi atacante. Ejecutor Fantasma. - Habla a Connor, como si diese por sentado que lo comprende. - Algo... Algo me bloquea e impide usar mi poder psionico. - Se suelta de Connor, con nuevas fuerzas. - Tenemos que salir de aquí. No le vamos a despistar, solo ganar tiempo... Pero me ocuparé de él.

- ¿Porqué estás aquí? - Preguntó la pequeña preciosidad rubia. - ¿He sido mala? -

Sus preguntas se dirigían a una sombra que se veía tras el cristal velado de la puerta.

- ¡Pero no lo he sido! ¡Ya no! - Abrazó con fuerza una foto de su padre. - He encontrado a papá y le he dicho que me voy a portar bien. ¡No quiero que tú lo estropées! - Dio un infantil pataleo, mirando con enfado a la sombra.

Una fina capa de escarcha comenzaba a cubrir la habitación, haciéndola tiritar, mientras la sombra aumentaba de tamaño, amenazadora. Cubría por completo el cristal y parecía extenderse por la misma puerta, oscureciéndola.

La mujer entró en la habitación cogiéndo rápidamente en brazos a la pequeña, que tiritaba y contenía a duras penas las lágrimas de miedo y enfado.

- ¡Sabía que no te irías para siempre! ¡Sabía que siempre estarías cerca para cuidarme! - La pequeña se abrazó con fuerza, con una súbita alegría y naciente sensación de seguridad.

- Sí, tienes razón cariño. - La mujer dio un suave beso en la cabeza de la pequeña. Después alzó un brazo apuntando con una pesada y plateada pistola al centro del cristal.

- Mi nombre es Uriel y tú estas muerto. -

Disparó. La bala impactó en el cristal, atravesándolo, y al instante multitud de fracturas comenzaron a cruzar su superfice.

Uriel se giró, cubriendo con sus brazos a la pequeña, y abandonó corriendo la habitación. La escarcha también la envolvía a ella, haciéndola sentir torpe, pero solo era cuestión de tiempo.

Tiempo y voluntad.

Tiempo que nadie evitaría que pasase con su padre. Voluntad de hacerlo y arrasar a cualquiera que se interpusiese.

Un murmullo reverberante, como el de un alcohólico ebrio que ríe por lo bajo, precede a las palabras que G-26.247 proyecta en tu mente.

- Tu amenaza está vacía. Vas a morir, de una forma u otra. Aunque puedes elegir ser la única en hacerlo. El fracaso del doctor Knightley implica la necesidad de tu muerte lo antes posible. Cuanto más tardes en aceptarlo, más compañía tendrás. Claro que siempre has anhelado reunirte con tu padre.

Tu oposición mental es débil aunque decidida. Jamás habías escuchado, ni siquiera imaginado, que tu antiguo lider de escuadra fuera capaz de reir. Resulta perturbador.