Partida Rol por web

Marrón negó con la cabeza en respuesta a Connor.

—No, todavía no pero le queda poco. ¡Qué le den por culo a los documentos! Esa Kerrigan tendrá que creernos. Esta se nos muere, no podemos quedarnos aquí como tres soplapollas.

Cargó a la fantasma cuidadosamente y se dispuso para la marcha.

—¿Alguna idea de dónde encontrar a esa fantasmita? Pues marchando

Asentí ante el último comentario del piloto y comencé a avanzar hacia la maltrecha puerta. Asomé medio cuerpo y miré a ambos lados para asegurarme de que el camino se hallaba libre. Hice un leve gesto con la mano hacia mis compañeros para que avanzaran y, rifle en mano, me puse en vanguardia para despejar el camino de posibles amenazas.

- Vamos, creo que la enfermería estaba por aquí. Solo espero que el camino esté despejado y que lleguemos a tiempo. - dije dedicando una mirada poco esperanzadora hacia Uriel.

Todavía un poco conmocionado a la vez que enfadado me puse en marcha sin perder más tiempo refunfuñando, eso no solucionaría nada. Lo mejor sería como había dicho Marron ir a ver Kerrigan, la última imagen que guardaba de Kerrigan era verla bastante agitada dando órdendes para defender la base del eminente ataque xenomorfo, pero no recordaba cuál era su posición en aquél momento, así pues cuando Conor dijo que había que ir a la enfermería asentí con la cabeza y me puse en marcha junto al grupo, vigilando los pasillos para prevenir cualquier emboscada.

-Pues vayamos a buscar soluciones en la enfermería.- dije con la esperanza de que así fuera.

El sargento Connor retoma la iniciativa y encabeza el grupo en dirección a la última esperanza de evitar que Uriel pierda la vida en este juego de traiciones: la enfermería de campaña. No tardan mucho en regresar a la sala repleta de blancas camillas, que esperan mudas a ser ocupadas por las bajas del inminente enfrentamiento. El recluta McWhim es uno de los escasos inquilinos que dormitan en ellas, aún aguardando que su mente perdida regrese del coma. El personal de la sala parece sorprendido ante la entrada de militares armados.

- ¿Y-aa han llegado?
- Dios mío, están aquí. ¡Moriremos todos!

- Traen un herido. Traiganlo aquí, por favor.- Os urge una voz por encima de los susurros alarmistas y aterrados de los sanitarios. El médico, que intenta conservar la compostura a duras penas, os insta a acercaros hasta una camilla que reposa junto a un aparatoso equipo quirúrgico, tan erizado de instrumental médico, monitores y sondas que parece un Goliath sobreequipado.- ¿Qué le sucede? - Pregunta por inercia con voz levemente temblorosa.

El rostro de Jonas se volvió agresivo.

—¿Tú que crees matasanos? Se está muriendo, joder. Le han inyectado una jodida toxina que pronto acabará con su vida si no mueves tu sucio trasero ahora mismo —dijo dejando a la fantasma sobre una camilla liberando ésta del instrumental que reposaba sobre ella—. Y antes de que me lo preguntes, yo no soy médico así que no me preguntes gilipolleces. Sabes lo que tienes que saber... ahora, sálvale la vida si no quieres perder la tuya. ¿Entendido?

El médico calla y se acerca caminando sobre el desparramado material clínico hasta la camilla donde reposa el cuerpo de Uriel. Un atisbo de desafío se aprecia en la mirada que el médico dirige a Marron antes de comenzar la exploración clínica.

- Monitorización. Cuadro hematológico completo.- titubea un instante - traed el kit de sintesis de antídotos biológicos mientras averiguamos la causa.

Los ayudantes abandonan su lloriqueo tembloroso para afanarse en cumplir los encargos realizados con brevedad. Entretanto el médico se encuentra extrayendo una pequeña muestra de sangre a Uriel del cuello con una pequeña máquina, que tras entrar en contacto con el líquido rojo empieza a volverse loca mostrando multitud de datos en su pequeña interfaz.

- Dice que le han inyectado una toxina. Para sintetizar un antídoto necesitamos saber de qué se trata o tener una muestra. Podemos averiguarlo pero nos llevará tiempo y podría... ¡no!...- la última palabra muere en sus labios. Apartando el artilugio analítico aplica dos dedos al cuello de Uriel, frunciendo el ceño acto seguido.- ¡MONITORIZACIÓN!

Un gritito ahogado se escucha de fondo y un ayudante termina de conectar los electrodos a la piel ahora desprovista de armadura de los brazos de Uriel y, encendiendo un monitor cercano, se lleva la mano a la boca. Éste solo muestra ceros, lineas planas y un par de porcentajes en descenso. Como loco comienza a revisar el cableado y las conexiones hasta que el médico le detiene con la mirada fija en la pantalla.

- Nos han traido un cadáver. ¿Se trata... se trata de la primera víctima de los Zerg? La toxina proviene de esas bestias?

- Pero no es usted el médico! pues haga algo por ella! escuchamos hablar de la posiblidad de que las capacidades curativas de la operativo depuraran la sustancia... -dije con un atisbo de esperanza.

Comprendía que la labor de todo el personal sanitario de la base no era fácil, pero necesitaba que hicieran algo, me hervía la sangre ver las reacciones atemorizadas de aquella gente, necesitaba más acción y menos lamentaciones.

- Alguna solución tendrá haber! encontradla!- grité con ánimo de hallar resultados positivos.

La figura del firebat resulta imponente, y la cara de pocos amigos habitual en Nexus no inspira confianza precisamente al médico, pero este parece decidido a mantenerse firme y conservar la compostura.

- Creo que no me ha comprendido bien. Está muerta. No tiene pulso ni actividad eléctrica en el corazón, no tiene tensión, no respira y su actividad cerebral es nula. Y lo más que sabemos es que se debe a una toxina desconocida. Si quedara un mínimo de vida en ella podríamos recuperarla, pero no puedo resucitar a un muerto.

Me resultó extraño encontrar un médico en la sala pero agradecí la sorpresa con una sonrisa siniestra. Ayudé a colocar a la herida sobre una camilla aunque no la vi moverse ni por un instante, llegando a temer lo peor.

Mis peores temores no tardaron en confirmarlos el bueno del doctor, quien parecía en metafórico peligro al replicar al bueno del firebat. Sin duda tenía razón, pues era un experto médico de base, aunque no alcancé a comprender bien lo que quiso decir con aquello del dichoso virus Zerg.

- Maldita sea doctor, somos soldados no científicos. - dije haciendo un ademán de abatimiento - Lo que nos dice no es tan difícil de creer, aunque sí de asimilar. Esa mujer lleva con nosotros desde que la base DNII fuese aniquilada por esas bestias, así que si lo que dice es cierto, debe llevar ese virus dentro de ella desde entonces.

Una idea asaltó mi mente y me maldije por ello.

- A menos que... ese maldito científico se lo introdujera cuando llegamos aquí.

Deseché más ideas brillantes y me centré en el momento presente.

- En cualquier caso tenemos que salir de aquí. Este lugar va a ser arrasado por esas bestias en no mucho tiempo.

Marron había contenido la rabia en su interior mucho tiempo y no pudo hacerlo más. Se movió deprisa hacia el doctor y arremetió contra él cogiéndole de las solapas y levantándole un palmo del suelo.

—Si ella muere morís los dos así que tienes que inventarte la vida o cambiar la tuya por la suya... ya sabes lo que tienes que hacer —dijo empujando al doctor contra el material.

Acabado el ataque de ira Jonas se volvió hacía Connor.

—Sí, salir de aquí... yo me quedo.

Cogido por sorpresa, el médico sujeta las muñecas de Marron como pobre reacción de defensa y boquea intentando iniciar una protesta que no llega a tener lugar. Marron abandona su presa tras decir lo que tenía que decir, abandonandolo con su temor y su obligación para encararse al resto de su grupo.

- Aquí la teniente Kerrigan. A todas las tropas militares: abandonen las posiciones de defensa y replieguense a las estructuras para la evacuación. Repito, replieguense a las estructuras para la evacuación.

La notificación de estado os llega por el comunicador interno de vuestras armaduras. El mensaje debería resultar tranquilizador de no ser porque las luces y las alarmas de emergencia continúan encendidas. La situación aún es de peligro, o tal vez haya empeorado ahí afuera.

El médico, visiblemente preocupado, revisa sus instrumentos comprobando el estado de Uriel. Su ceño fruncido no indica que éste haya mejorado. El sudor perla su frente denotando su nerviosismo, por la amenaza de Marron o la de los Zerg. En cualquier caso decide arriesgarse a coger un clavo ardiendo.

- Sargento - comienza, refiriéndose con certeza a Connor, cuyos galones aún lucen brillantes en su armadura pese al desgaste y el polvo de los combates que ha librado - ¿A qué se refiere con que un científico inoculara el virus a la fantasma al llegar aquí?

Tras el aviso de la computadora mi nerviosismo fue en aumento aunque lograra disimularlo muy bien. Marron parecía convencido de querer quedarse con el cuerpo de la operativo, pero lo cierto era que poco podíamos hacer nosotros por ella, o había algo que se me escapó?

- Lo que oye doctor. Me refiero a que en el laboratorio había un hombre que trató directamente con Uriel - dije señalando con el dedo al cuerpo inerte de la operativo fantasma - E instantes después toda esta locura comenzó. - dije en referencia al estado de alarla y evacuación de la base rebelde.

Tras cabilar un rato y repensar en todo lo que había sucedido en las últimas horas reproduciendo mentalmente las conversaciones qeu se habían registrado en las grabaciones me acordé de aquella en la que el doctor hablaba sobre un informe que había realizado el otro operativo.

- No sé si tendrá mucho que ver pero recuerdo al uno de los operativos fantasmas diciendo algo al investigador sobre una infección de reinas Zerg.- le comenté al doctor, cuando yo ya estaba un poco más calmado.

Marron observaba inquisitivamente cada una de las acciones del doctor y sus ayudantes. El proceso estaba en marcha y ahora se aseguraba de que todo fuera como lo estaba pensando. La pelota estaba en el tejado de Connor, él era el poli bueno, el que aportaría los datos.

El piloto caminaba de un lado a otro de la sala. Caminó unos pasos hacia la puerta y dio un vistazo discreto al exterior, alternando la mirada entre el pasillo y el doctor.

- ¿¡¿Reinas zerg??!!?? - pregunté al aire sin pensar, observando extrañamente al firebat.

Rápidamente volví de nuevo la cabeza, esta vez hacia el doctor, al cual miré fijamente. Aquello de las reinas no me gustó nada, nada en absoluto.

- Los zerg no son una raza heterogenea, por describirlos de alguna manera.- el médico sabiendose  el centro de atención, pareció recuperar hasta un punto la confianza mientras se permitía ilustrar a los soldados sobre la amenaza alienígena.- Varias especies forman parte de una comunidad de colmena, y, según se teoriza, cada una posee funciones concretas. Las Reinas se suponía que eran el centro neurálgico y sus líderes, pero algo falla en esa teoría. A la hora de la verdad, poco se sabe aún, proviniendo nuestros conocimientos principalmente de su "infantería" de choque, las criaturas conocidas como zerglings, los hidraliscos que actúan como "artillería", los mutaliskos que ejercen las funciones de flota aérea y diversas especies más. Debido a la complejidad de capturar especímenes vivos...

- Disculpe doctor. La Teniente Kerrigan se encuentra al intercomunicador, y pregunta si ha ingresado recientemente algún operativo fantasma en la enfermería.

Sorprendido, reacciona asintiendo con la cabeza, a lo que la asistente contesta afirmativamente a la teniente Kerrigan.

- La teniente me indica que la esperemos. Vendrá inmediatamente a comprobar la situación.

Lo que comentó el médico de la base no me pilló por sorpresa. Habíamos sobrevivido a un ataque coordinado de esos zerg en la base de la Confederación, DN-II, y sin duda no atacaron a lo loco. Sin embargo, eso de una reina y toda una jerarquía de mandos estructurada y con diferentes funciones y objetivos para una de esas bestias... apenas podía imaginármelo, siquiera. Todo este asunto me quedaba demasiado grande. Yo, un simple sargento de infantería y exdelincuente de los sistemas confederados.

- Kerrigan? Bien, a ver si ella pudiera darnos una explicación. Todo este asunto de los zerg parece que esconde algo de fondo, y me gustaría saber qué es antes de ir a ningún sitio. No voy a poder fiarme ni de mi sombra. - dije escupiendo esas últimas palabras.

—¡Bien, más gente se une a la fiesta! —pensaba Marron mientras caminaba de un lado a otro de la sala.

Por un momento se contuvo de abalanzarse sobre el comunicador y decirle cuatro cosas a esa Kerrigan. Seguro que ella estaba al tanto de la mierda que le habían metido a la rubia pero quizá el único atisbo de esperanza que les quedaba radicaba en esa tal Kerrigan.

—¡Otra zorra a la que alimentar! Me cago en mi mala suerte —se quejaba gritando al aire, sin destinatario aparente—. Lo que daría por un buen trago.

Impaciente ante la llegada de Kerrigan y sabiendo que posiblemente ella sería una de las piezas del puzzle que nos faltaba y que nos podría ayudar, o más bien que podría ayudar a nuestra cautivadora amiga, esperaba en aquella sala con el doctor. Las ansias de saber se iban apoderando de mi, deseaba que ella nos posibilitará conocer más datos de la infección Zerg.

Apostado allí de pie daba unos pequeños golpecitos rítmicos con el pie en el suelo.

-Pues a ver si llega ya.- dije con un perceptible tono.