Partida Rol por web

Khaila miró de reojo al joven guardia. No le pasó desapercibido como la miraba con esa sonrisa traviesa. Levantó una ceja extrañada. ¿Y a éste qué le pasa? Se preguntó la joven... Bah... Ya está con sus tonterías... Se dijo a modo de respuesta. Ya antes Arledrian había hecho gala de su sentido del humor, así que Khaila prefirió abstenerse de hacer cualquier pregunta y se mantuvo en silencio.

Arledrian entró en la nube y sacó al pobre desgraciado, que con el terror que tenía no había ni osado moverse.

Ante el comentario del joven, Khaila casi lo fulminó con la mirada... Estaba dolorida, sentía como las ropas se pegaban a sus heridas, haciendo el servicio de improvisado vendaje.

- No tardes. - Fue la escueta despedida de la joven. Una vez le vio salir, miró a Galatea.

- ¿Y bien? ¿Miramos si está la niña elfa? - Era arriesgado aventurarse estando malheridas. Pero el tiempo era precioso y Khaila era consciente de ello.

Galatea se apoyó en una caja, ligeramente aliviada pero no mucho pues aún estaba dolida por los ataques que había recibido. Áscalon se sentó sobre sus cuertos traseros a su lado y se la quedó mirando lo que provocó que la elfa le acariciase la cabeza.

Tardó varios segundos pero finalmente dejó de mirar al lobo y levantó la vista hacia Khaila.

—No me quedan... casi conjuros y creo que tú también has tenid tu buena ración de la ensalada de guantazos que nos han servido aquí los amigos de las túnicas negras—respondió más a modo de observación que de otra cosa, de hecho hablaba con naturalidad—podemos esperar a Arledrian o ir con él.

Dejó de acariciar al lobo y dejó descansar la mano sobre la caja, el animal por su parte apoyó la cabeza sobre las rodillas de la Druida y aplanó las orejas con fastidiodio como si exigiera una explicación de por qué se había detenido.

—Aunque por otra parte no creo que haya un... batallón de gente ahí adentro, el ir y venir de personas a este almacén de mala muerte le habría llamado la atención hasta al paleto de pueblo más idiota.

Se cruzó de brazos y ladeó la cabeza levantando una ceja ligeramente.

—Así que como quieras. Pero... recuerda que quizá no sea una niña lo que encontremos ahí dentro—hizo una pausa—es decir, en el sentido visual de la palabra, claro.

"Aunque me encantaría equivocarme"

Esperó tranquilamente una opinión.

Khaila miró extrañada a la elfa... No entendía a qué se refería con lo de que no sería una niña. El hombre les había explicado claramente que lo era... Entonces... ¿Qué quería decir?

Se cruzó de brazos, con cuidado de no rozar las diversas heridas que tenía. Le dolían bastante, pero la joven contuvo el gesto de dolor. Era fuerte y podía aguantar...

- Y si no es elfa como tú dices... ¿Qué es? - Preguntó finalmente. La joven, después de lo ocurrido hacía unos días ya se podía esperar cualquier cosa.

Galatea sonrió de medio lado y levantó ligeramente una ceja con picardía.

—No dije que no fuera elfa, dije que visualmente quizá no te parezca una niña—respondió—pero al margen de lo que veas, créeme: es una niña elfa.

Se separó de la caja poniéndose en pie al ver que la nube de oscuridad mágica se había disipado.

—Y no, no te estoy tomando el pelo. Sería bastante estúpido por mi parte—afirmó antes de que la guerrera protestase ante lo que parecía un trabalenguas, es más, volvió a ponerse seria—pero es... difícil de explicar. Creo que será más fácil de entender viéndolo así que vamos.

"Si es que está ahí adentro... "

Áscalon se limitó a caminar pegado a la pierna de la elfa que no pensaba entrar la primera tampoco, simplemente esperaría a que Khaila se pusiera en marcha también.

Elfa... Niña... Niña... Elfa...  A Khaila ya le daba igual. La joven empezaba a tener dolor de cabeza. No terminaba de entender lo que decía Galatea. La miró extrañada, pero finalmente se encogió de hombros. Bah... Habían venido aquí por algo y la joven ya tenía ganas de terminar.

- De acuerdo, será mejor que nos movamos... Mejor espera a que compruebe que el camino está despejado. - Le dijo mientras se dirigía a la puerta. La elfa ya había hecho el gesto de dejarla pasar primero. Pero Khaila prefirió puntualizar.

Al llegar a la puerta, desenvainó su gran espada y se colocó a un lado de la misma. Alargó el brazo asiendo el pomo y le dio un buen tirón abriéndola de par en par y dando un paso hacia delante. Preparada para cualquier sorpresa...

   Al levantarse la niebla de oscurecimiento, Khaila se dio cuenta de que los hombres de negro no habían cerrado respetuosamente la puerta abierta tras de si, sino que esta seguía abierta de par en par. Las dos compañeras contemplaron una estancia alargada iluminada por antorchas. Las antiguas cajas habían sido apiladas para hacer hueco a una mesa, unas cuantas camas y un pequeño altar.

   En el extremo opuesto de la sala había una niña elfa sentada, tal y como el guardia de la entrada les había dicho. Tenía un enorme grillete de hierro oxidado alrededor del cuello, unido a otro de menor tamaño que apresaba sus muñecas. La chica llevaba una túnica blanca empapada de sangre y hecha jirones, que dejaba ver su piel blancuzca y llena de llagas y sarpullidos. Los ojos de la niña estaban perdidos en algún punto indefinido del suelo, y se mecía lentamente hacia delante y hacia detrás. 

   El eco les traía la letanía que susurraba la niña. 

   - (élfico) Te dan de beber su sangre... y entonces, con la luna, te rehacen a su imagen y semejanza... y... te hinchas, te vuelves gris y hueles como ellos. Y tienes un hambre voraz... y comes como ellos... y...

   El monólogo de la niña se vio interrumpido por el sonido de su nariz olisqueando el aire. Áscalon, el bravo lobo de Galatea, retrocedió un paso.

Khaila al ver a la niña se apartó dejándole paso a Galatea. La miró sin bajar el arma. Aunque la niña estuviera encadenada no se fiaba.

- Así que ella es la que atacó en las cuadras... - Khaila no terminaba de entender qué estaba ocurriendo últimamente. Hacía unos días lo de Kosef, ahora una niña que parecía que se convertía en algún tipo de bestia. O eso dedujo la joven al caer en que habían estado siguiendo las huellas de una criatura y se encontraban con la niña engrilletada... Sus ropas rasgadas también podían servir para confirmar las sospechas de Khaila.

La pequeña se encontraba murmurando una especie de letanía que la joven no entendía. Miró extrañada a Galatea...

- ¿Qué está diciendo? - Susurró intentando evitar que la niña la escuchara. Dio un par de pasos cautos hacia la pequeña. Tal y como se encontraba no creía que pudiera hacer nada, pero se mantuvo en guardia, esperando que Galatea hiciera algo. Seguro que la druida sabrá que hacer. Se dijo esperanzada... No quería volver a encontrarse con aquel dilema...

La expresión de Galate apareció ensombrecerse nada más entrar, se mordió el labio inferior y apretó mucho los puños con lo sbrazos rígidos a ambos lados del cuerpo.

"Malditos... monstruos"

Ante la pregunta de Khaila se limitó a suspirar y a asentir afirmativamente.

—Sí—respondió. Cuando la guerrera preguntó por una traducción de aquello giró la cabeza ligeramente para mirarla—"Te dan de beber su sangre y entonces, con la luna, te rehacen a su imagen y semejanza, te hinchas, te vuelves gris y hueles como ellos. Tienes un hambre voraz... y comes como ellos..."

Parafraseó aquello como quien recita una poesía pero sus puños seguían apretados por la tensión. Se llevó una mano a la cabeza peinando hacia atrás el mechón plateado que resaltaba en medio de aquella larga melena castaña y lo llevó detrás de una de las puntiagudas orejas.

—Quería equivocarme pero... al parecer he acertado—posó una mano sobre la cabeza del lobo cuando éste retrocedió susurrándole algo para calmarlo—sí, ella es quien organizó el destrozo en las cuadras. Como ves, es una niña elfa pero supongo que ahora entenderás por qué dije que "visualmente" quizá no te lo pareciese... no atacó las cuadras con este aspecto que le ves ahora, tú misma viste las marcas de zarpas y los mordiscos.

Los ojos azules de Galatea habían ido siguiendo una trayectoria descendente hasta el suelo y mantenían una expresión fría y severa.

—Pero ella no tiene la culpa—masculló dejando entrever por primera vez un ligero ribete de rabia contenida en su timbre de voz a todas luces originado en los tipos que andaban detrás de todo aquello—baja tu espada.

Le dio unas palmaditas a Áscalon para que se estuviese quieto, si e olores iba la cosa...
Se acercó un par de pasos sin brusquedad aunque tampoco en exceso, luego se detuvo apoyando las palmas de las manos sobre las rodillas lo que hizo que se agachase ligeramente.

—(Élfico) ¿Estás bien, pequeña? tranquila, no vamos a hacerte daño.

La traducción que hizo Galatea dejó a Khaila completamente helada. La joven sintió como un nudo en su estómago, que empezaba a ahogarla. Respiró hondo... ¿Quién habría sido capaz de hacerle algo así a la pobre niña?. Algo le decía que lo más lógico sería terminar con el sufrimiento de aquella pequeña. Pero dejó que fuera la elfa quien actuara.

- Pobrecilla... - Susurró la joven con la voz contenida. Aunque la primera impresión que daba Khaila era la de una joven dura, avezada en la batalla. La guerrera tenía un gran corazón, y cuando veía cosas como éstas, no podía evitar emocionarse. Manteniendo la compostura asintió ante las palabras de la elfa.

Bajó la espada, como le indicó Galatea, sin hacer comentario alguno. La pequeña se encontraba engrilletada y ahora más parecía un pobre corderito desvalido a la criatura que había atacado las cuadras.

Pero aún y todo, Khaila no bajó la guardia, se quedó unos pasos por detrás de Galatea, preparada para cualquier peligro que pudiera acosar a la joven elfa.

   La niña interrumpió la retahíla cuando Galatea habló en élfico, pero en ningún momento apartó los espantados ojos del suelo. Se quedó allí sentada, meciéndose hacia delante y hacia detrás durante tanto tiempo que la druida pensó que no la había escuchado. Durante esos momentos, Galatea pudo examinar a la niña más de cerca. Parecía padecer una fiebre muy alta y tenía amoratado el cuello y las muñecas de la terrible presa de  los grilletes de metal. Pero había algo aún más escalofriante. Si no se equivocaba, aquella niña debía ser Imizael, la nieta de uno de los ancianos de su asentamiento natal en la espesura.

   De pronto la niña empezó a balbucir, y su balbuceo subió de tono hasta convertirse en un chillido penetrante.

   — (élfico) ¡Quítamelo! —chillaba tratando de arrancarse los grilletes a viva fuerza mientras daba patadas al aire en todas direcciones — ¡Quítamelo, no lo soporto más! ¡Me hace daño!

—¿Imizael...?—los ojos azules de Galatea se habrían vuelto tan grandes como platos si los platos tuviesen forma de avellana. Su rostro qu enormalmente era tan frío y tan expresivocomo el de una estatua de alabastro de pronto pareció contener un arranque de rabia bastante considerable ya que las siguientes palabras salieron masticadas—malditos... bastardos. Así ardan en el abismo.

Miró a Khaila mientras se ponía en pie sacudiéndose las rodillas.

—Aguarda un momento, voy a ver si alguno de esos desgraciados tiene la llave de este... cacharro de tortura infernal.

Tras husmear un par de minutos en lso cuerpo s de los entunicados y en las pertenencias del guardia que se había llevado Arledrian volvió, con uan expresión algo exasperada, eso sí.

—Nada... cuatro discos de esos metálicos, las armaduras y poco más—resopló poniendo los ojo sen blanco—El ÚNICO que se ha escapado es el que al parecer tenía la llave, ¿no es fantastico?

El último comentario rebsaba ironía por todas partes.

Al menos podrían venderlas... pero se les presentaba un problema ahora para sacar a la chiquilla de allí. Cuando ésta empezó a patalear , la elfa volvió a arrodillarse a su lado y levantó ligeramente las manos tratando de calmarla un poco.

— (Élfico) Tranquila, si te mueves te harás más daño—dijo en aquél lenguaje melódico—vamos a quitar esa cadena de la pared para que puedas salir de aquí, ¿vale? así podremos ir a donde puedan quitarte esos grilletes de una vez.

Volvió a mirar a la guerrera.

—¿Crees que podrías cortar esa cadena... ?

A la joven guerrera no le pasó desapercibida la actitud de la elfa. Parecía que había reconocido a la niña, y su actitud había pasado de una calma total, a una rabia que se palpaba en el ambiente.

Khaila se mantuvo a parte, observando a la pequeña elfa mientra Galatea registraba los cuerpos. No osó acercarse ni decirle nada, tan sólo miraba. El pelo le había caído sobre la cara, y se lo apartó con un gesto de la mano.

- Sí, me imagino. Ése debía llevar el cotarro de aquí... - Comentó la guerrera en respuesta al comentario de la elfa. Echó un rápido vistazo a las armas. Eran muy exóticas, y en sus propias carnes había comprobado que también podían ser mortíferas. Pero al mirarlas con más detenimiento, corroboró lo que ya sospechaba, ella sería incapaz de utilizar un arma de ese estilo.

Miró nuevamente hacia las elfas. Se acercó para estudiar el aspecto de la cadena...

- Ummhh... No sé si podré... - La cadena se veía fuerte, y khaila dudaba que con la espada pudiera siquiera mellarla. - Déjame intentar arrancarla... - Comentó cogiendo la parte que sostenía Galatea. La joven apoyó sus pies en la pared, y ejerciendo toda la fuerza que le permitían sus trabajadas piernas empezó a estirar de la cadena, para así conseguir arrancarla...

La niña no reaccionó cuando la druida la llamó por su nombre, aunque aparentemente estaba calmada. Seguía con la mirada clavada en el suelo, ausente.

Khaila se acercó donde la cadena estaba anclada a la pared. Plantó firmemente sus botas en la pared y tras hacer acopio de aire, tiró con todas sus fuerzas. Los músculos bien torneados de la mercenaria se pusieron tan tensos como la cuerda de un arco. El enganche no se movió, pero pronto uno de los eslabones intermedios, debilitado por la herrumbre, empezó a abrirse. Antes de que Khaila pudiera lanzar un gruñido de triunfo, el eslabón se partió sin previo aviso enviando a la guerrera de bruces al suelo.

Entonces un aullido estremecedor reverberó en la estancia, y un escalofrío recorrió la espina dorsal de las dos mujeres cuando, fuera de si, la niña cambió. Con el corazón latiéndoles a gran velocidad en el pecho, se encontraron cara a cara con la bestia que había masacrado los Establos Frondáurea...

Galatea soltó un respingo cuando de pronto el frágil cuerpo de la niña cambió bruscamente delante de sus narices.

"¡Por todos los dioses! ¡Ahora no!"

Trastabilló aún medio de rodillas en el suelo y únicamente atinó a girar la cabeza hacia Khaila. No es que fuese necesario el aviso ni mucho menos pero le salió solo.

—¡Aléjate!—gritó con urgencia—¡Aléjate, deprisa!

Khaila vio demasiado tarde el error que había cometido. Tras terminar con los cuartos traseros en el suelo la joven vio como la pequeña niña elfa se convertía en la criatura que temían.

Galatea le gritó que saliera corriendo... Ella no podía dejar a esa criatura suelta por la ciudad. La miró horrorizada... - Maldición. - Un sinfín de contradicciones la acosaban... ¿Qué podía hacer?

Lo primero que hizo la joven fue levantarse del suelo y desenvainar su espada. No la iba a pillar con la guardia baja...

La criatura flexionó los cuartos traseros y se abalanzó sobre Khaila abriendo las fauces repletas de colmillos afilados como dagas.

Pero Khaila fue más rápida. Reaccionando como un relámpago se levantó de un salto, blandió la espada y se protegió interponiendo el brazo entre ella y la licántropo. Los colmillos de la bestia se clavaron dolorosamente en los brazaletes metálicos de la armadura de la mercenaria. Khaila salió indemne de la acometida mientras su oponente gañía del dolor.

Khaila consiguió esquivar el ataque de la criatura. Un sudor frío recorrió su espalda. No quería hacerle daño, pero sabía que podía ser muy peligrosa. La imagen de las cuadras no se quitaba de su mente.

Alzó la espada y con todas las fuerzas que pudo, la golpeó con su pomo...

- ¿Qué hacemos? - Le preguntó a su compañera sin apartar la mirada de la bestia.

—¡Alejarnos, por los dioses! ¿qué acabo de decir?—repitió Galatea poniéndose en pie y dándose la vuelta tan deprisa que el penacho de plumas que llevaba sujeto al pelo revoloteó por el camino—¡Corre! ¡No dejes que te muerda bajo ningún concepto o acabarás como ella!

Salió corriendo hacia la guerrera con la intención de que ambas pusieran pies en polvorosa directas a la puerta, por el camino de hecho le gritó algo en élfico a Áscalon el cual reculó hasta la salida medio contrariado con las orejas planas y emitiendo un gruñido preocupado ya que por lo visto la orden iba en contra de su instinto protector hacia su compañera.

—Estoy casi sin conjuros y tú hecha polvo—cuando pasó a su altura le hizo con urgencia un gesto para que se pusiera en marcha, tendrían que recular y a la vez andar con cuidado de que no las hiriesen—¡Y esa niña es la nieta de uno de los Ancianos del lugar del que vengo, no pienso hacerle daño!

Las consecuencias de hacérselo podrían ser... de todo menos buenas. Aunque puesto que tenían que pensar en algo diferente a matarla, desde luego sería mejor hacerlo afuera... después de haber cerrado y atrancado la puerta con algunas cajas, claro.

Khaila consiguió impactar a la niña con la empuñadura de la espada, pero la licántropa se repuso con rapidez para tratarse de una simple niña. Su forma animal debía protegerla de alguna manera de los ataques físicos. Sin esperar un sólo latido de corazón, se lanzó hacia delante lanzando espumarajos.

Con un salto increíble se abalanzó sobre la guerrera y cerró las poderosas mandíbulas en el desprotegido cuello de la mercenaria. Khaila apartó a la niña de un empujón.

La mordedura había sido muy superficial... pero el miedo la atenazaba ahora las entrañas. La advertencia de Galatea resonaba en su mente... No dejes que te muerda bajo ningún concepto o acabarás como ella...

Los dientes afilados de la niña lobo se clavaron en el cuello de Khaila. La joven sintió como sus incisivos se clavaban en su carne, mientras las palabras tardías de Galathea resonaban en su cabeza...

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. La conciencia de lo que acababa de ocurrir, se mezcló con un pánico irracional. La joven se apartó de la criatura con los ojos húmedos. Apretando los dientes empezó a moverse siguiendo a la elfa. El dolor, la rabia empezaron a apoderarse de Khaila, se sentía impotente ... Por las palabras de Galatea ahora sería como esa criatura... No.. No puede ser... Sentía un gran impulso de machacar a la bestia, de romperle todos los huesos mientras su sangre lo bañaba todo. Pero frenando ese impulso consiguió salir de la estancia...