Partida Rol por web

—Angelus —pronuncia despacio y de forma clara, para no confundir a la soldado. 

Que fuera una mujer le resultaba fascinante. ¿Andarían cortos de hombres en la aldea? No veía otro motivo para apartar a una mujer de su hogar y darle el trabajo de un hombre. Tendría que preguntar a uno de los lugareños. A este paso los hombres acabarán pariendo y las mujeres yendo a la guerra. Aquel pensamiento le hizo sonreír un poco, a pesar de lo incómodo de la situación. Cambió el equilibrio de un pie al otro, impaciente, esperando a que Alejandro terminase de hablar.

Parece que hay algo en la noche que les preocupa en la noche y que no es buena idea quedarse al amparo de la oscuridad, fuera de la improvisada empalizada que no parece concordar con la imagen del pueblo que se puede entrever detrás. De todas formas, parece que tienen permiso para pasar y les pide un nombre.

-Io... sono Leonor.

Intenta usar su italiano, bastante escaso, aunque el suficiente para comunicarse de una forma sencilla.

Una vez Magnus y Giorgio se han presentado Andreia da un silbido a sus compañeros y se aparta haciendoos un gesto con la mano para que circuleis.

Los guardias que habia en la entrada del camino apartan un armatoste que bloqueaba el camino para que pasarais. Una vez habeis cruzado el umbral llegais a una de las dos vias principales de Confido. Tras vosotros los guardas vuelven a colocar el obstaculo. Frente a vosotros podeis ver un camino que se extiende hasta la zona centro del pueblo donde podeis ver que una iglesia preside la plaza, parece haber algarabía en la plaza. Mucho mas al fondo lograis ver el limite del pueblo y atisbais la puerta de la empalizada por el otro lado.

La gente a vuestro alrededor camina circunspecta... casi diriais que desconfiada. Algunos miran el sol, ya anaranjado indicando la caida de la noche.

Veis que algunos tenderos estan terminando de empacar sus mercancias y que los que no ya estan comenzando a recoger.

- Mis señores -dice con calma Giorgio- si me permiten, creo que sería bueno buscar alojamiento y un lugar donde dejar descansar a nuestros cuadrupedos. De mis visitas anteriores recuerdo que habia una posada al norte de aqui, a unas pocas calles. La casa di vino una posada distinguida, sin duda y con camas mullidas -se rasca un poco la cabeza pensando- y... segun me comentaron una familia gitana decidió hacerles la competencia hace relativamente poco, Il carro di buoi se llamaba. Solo he escuchado cosas buenas de la familia que la regenta.

Bueno, a menos que deseen hacer otra cosa, por supuesto.

Calla esperando vuestra respuesta.
 

Parece que la situación es aun más complicada. Ha afectado al ánimo de los pueblerinos. Se puede percibir el miedo, la tensión y el nerviosismo en las gentes del lugar.

-No parece un buen momento para visitar el pueblo... - murmura.

Los obstáculos y la empalizada no le inspiran buena confianza. Sin duda, un gran peligro se cierne sobre ellos y parece que sucederá por la noche. La verdad, es que poco le importa el lugar donde pasen la noche, pero deben decidirlo ya para poder descansar de ese día de viaje.

Presiente que las cosas no van a estar relajadas para ellos.

Una mujer soldado, una empalizada sin torreones defensivos dignos de mención, milicianos mal armado y peor entrenados, un armatoste provisional para defender las puertas... Si un ejército digno de ese nombre se decidiera a atacar, Magnus no daría más de un 1 a 3, siendo optimista, en la cantidad de hombres necesarios para el asalto. Menos si traían armas de asedio. Para empeorar las cosas el pueblo tenía la organización clásica romana: dos calles principales, perpendiculares, que se cortaban en el centro de la población, típicamente ocupado por la iglesia. Tampoco veía ningún alarde de construcción en piedra o fortificación u obstáculo en su interior. En resumen: fácil de asaltar, de incendiar, de recorrer y de saquear. La cuestión no era si lograrían superar las defensas, sino cuando. Un futuro poco halagüeño. Incluso los propios habitantes intuían lo grave de la situación.

─No paguéis por adelantado ─sentenció el grandullón.

Sus escasas palabras, a buen entendedor, servirían para que tomaran conciencia que si atacaban aquella noche, Confido no existiría al día siguiente, con todo lo que implicaba, incluyendo que lo que quedara adeudado hoy, mañana no tendría acreedor.

─Vino, a ver si hacen honor a su nombre... Allí podremos "ponernos cómodos" sin llamar la atención.

El ambiente no le resultaba nada tranquilizador. No por los habitantes... había visto caras así muchas veces, por culpa de su Don. No, esta vez el problema es que se estaban metiendo en la boca del lobo sin ninguna necesidad. Si por el fuera habría pasado la noche al raso, lejos del pueblo. No valía la pena arriesgarse a recibir un saetazo por una noche en una cama y comida decente. Por muy tentador que fuera.

Miró a los demás, esperando que alguno mostrase signos de disconformidad. O mejor dicho, de buen juicio. Pero incluso Magnus, a pesar de su advertencia implícita, había decidido quedarse. Enrosco el dedo en uno de sus rizos, dubitativo. Podría separarse ahora del grupo. Tendría que ir solo hasta Zurich, claro, pero no arriesgaría la vida tontamente. 

Pero perdería a Alejandro. Y la verdad, estaba harto de alejar a la gente, aunque no fuera su culpa. No esta vez y desde luego no por su miedo. Con un suspiro se encomendó a Dios; si el quería, esta noche no habría derramamiento de sangre. Rezaría por ello antes de acostarse, sí, eso seguro. 

─Vayamos a La casa di vino ─dijo, sellando así su destino.

A pesar de que las palabras de Magnus me hacen componer una ligera mueca, en cierto modo valoro ese sentido práctico y lógico, aunque honestamente no me gusta pensar en esa idea. Estar tras esta empalizada ya era algo, y seguir sin saber de dónde provenía la amenaza que aguardaban sólo podía llevar a que encontrásemos tal amenaza al raso. Además, si en efecto había problemas, prefería de largo estar detrás de la milicia haciendo lo poco que pueda para ayudar que encontrarme rodeada de seis extraños de los que no tengo nada claro qué esperar, por más que sean de la orden.

La pregunta de Vincenzo hace que me encoja ligeramente de hombros, pues la verdad es que no me preocupa mucho un sitio u otro.

- A Lacassa Divino, por ejemplo. -digo tratando, con muy poco éxito, de que suene igual que como lo ha dicho Giorgio- Un lugar más afianzado suena mejor, para el caso. 

Claramente se nota que no me preocupa en demasía si hubiesen dicho lo contrario, y aunque no estoy acostumbrada a muchos lujos, una noche de comodidad resulta tentadora.

Giorgio se os queda mirando un momento antes de asentir ¿Os ha parecido atisbar resignacion en su cara? No estais seguros. Da un suave movimiento a las cinchas para que chasquen en los cuartos traseros de la burra y proseguís vuestro viaje hacia lo que sera vuestro refugio aquella noche. Mientras tanto Giorgio comienza a explicar.

- Los gitanos son un pueblo que llega de mas alla de Tierra Santa, siendo un pueblo nomada. Es una gente muy muy trabajadora, ademas de muy devota, aunque al mismo tiempo muy cerrada en ellos mismos, son pocos los que como la familia de la carreta de bueyes hacen algo mas que negocios con los pueblos donde se asientan.

Su cultura se fundamente en los pilares de la familia.