Partida Rol por web

Ese mismo día el barbero de Unterbrok restaña vuestras heridas rematando el buen trabajo de Fârandar. A pesar de no ser más que raspones, magulladuras y contusiones no está de mas tratarlos pues en caso de dejarse podrían infectarse y dar lugar a complicaciones. O eso es lo que os dice.

Al caer la noche os reunís donde Greta la cual os tiene preparado un auténtico festín digno de príncipes y que consiste en  pastelitos de piñones y de almendra con azúcar, espárragos, capones, salchichas, jamón y jabalí servidos con una variedad de potajes delicados y dos tipos de tarta, todo ello regado de tinto y cerveza local.

Todo es poco para los héroes de Unterbrok... Os comenta con una sonrisa cuando nota vuestras miradas sorprendidas. Y algunos podrían tener un postre especial. Dice con una sonrisa coqueta mientras, al agacharse ligeramente frente a Fârandar, con la escusa de colocar una bandeja humeante, deja entrever a través del escote de su corpiño, la abultada redondez de sus pechos sin quitar la mirada de los hipnóticos ojos del elfo. Tras ello se aleja hacia la barra contoneando las caderas dejándoos solos.

Hay algunos parroquianos en el lugar que os saludan con una sonrisa al entrar pero, por lo general, estáis tranquilos pues Greta ha movido unas mesas hacia la pared para dotaros de algo más de espacio e intimidad. Lo cierto es que sienta bien que os traten tan bien.
 

Más allá del delicioso baño matutino y de la pequeña recompensa ofrecida por el mercader, el día no había resultado muy productivo. Lenna había ido a ver a un contacto de su antiguo maestro, un tal Lupus "fingerschneider", con la intención de recabar información y, quizá, un paso franco y barato hasta Ravenstein. Pero lamentablemente el tipo no se encontraba en casa.

Decepcionada por ello luego había pasado por la sastrería que le había recomendado la posadera. Allí pudo conseguir unas prendas nuevas, de calidad común pero mejor ajustadas a su talla que las que había usado hasta ahora. Sin más que hacer, decidió volver a la posada y descansar.

A la hora de la cena llegó la última está vez. Había dormido un par de horas, y luego se había regalado tiempo para peinarse y acicalarse de forma calmada. Cuando bajó al salón sus conocidos pudieron admirar las nuevas prendas. Una camisa blanca, vulgar pero limpia, y unos pantalones oscuros inmaculados. Llegó hasta ellos con paso firme, desprendiendo el mismo olor perfumado de la mañana.

–Buenas tardes. ¿Puedo? –dijo mientras tomaba asiento, sin esperar respuesta–. ¿Qué tal ha ido el día, caballeros? 

La muchacha se sintió más que complacida con la comida que había preparado Greta, pero su apetito menguó cuando la posadera se insinuó al noble eltharin. Lenna trató de ocultar sus sentimientos desviando la conversación hacia otros temas.

–Ejem... Bien, ¿Qué hará ahora que nuestro acuerdo ha finalizado, herr Grosskopf? ¿Volverá a casa? ¿Y tú, Kurdrim? ¿Volverás a internarte en los bosques en busca de esos sucios hombres cabra?

No había terminado la hochlandesa de pronunciar sus palabras cuando se oye repicar una campana con fuerza e insistencia.

¡¡¡ALARMAAAAAAAAAAA!!! ¡¡¡NOS ATACAAAAAAAAAAAN!!! 

Los gritos, provenientes del exterior se oyen en el interior de la taberna algo amortiguados pero perfectamente claros y audibles. ¡¡¡Alguien estaba atacando Unterbrok!!!

Raudos y veloces salís a la calle, desde donde veis claramente la puerta principal del pueblo, ahora cerrada y los dos soldados que, parapetados tras la empalizada comienzan a disparar sus arcabuces sobre un enemigo que, de momento, no podéis ver. Los estruendos de los disparos se mezclan con el repiqueteo de la campana que hay sobre la torre de vigilancia, los gritos de los aterrados ciudadanos de Unterbrok y, de fondo, el sonido grave de un cuerno de guerra. De repente, uno de los soldados se lleva las manos al pecho, dejando caer su arma, mientras la punta de una flecha asoma por su espalda cayendo de lo alto de la empalizada, muerto.

Un tremendo crujido y las maderas de la puerta estallan hacia dentro al recibir un tremendo impacto que, sin embargo, no es suficiente para destruirla por completo aunque un segundo después una inmensa mole embiste la dañada estructura abriéndola, esta vez sí, de par en par. Un terrible minotauro da unos pasos dentro de Unterbrok y brama al cielo su ansia de sangre. Tras él una manada de hombres bestia se dispone a rematar el asalto. Pero no estáis solos, la guarnición del pueblo también ha reaccionado con premura y se dirigen a la inevitable confrontación contra las fuerzas del Caos jaleados por los gritos de un hombre vestido con armadura de placas, escudo y espada que, a todas luces, los comanda. ¡¡¡Por el Imperio, POR UNTERBROK!!!

Estaba descansando, me había aprovechado para darme un baño semanal, no quería parecer descortes ante la muchacha y el elfo, que tenía pinta de noble, pero en mi profesión el baño no ayudaba a camuflarse, por lo que aprovecho del merecido descanso mientras esperaba encontrar a mis proximo cliente, si mis recientes empleadores no me volvian a contratar, por lo que tras el descanso y comprobar que mi equipo esta en orden, voy a la posada, donde iba a despedirme de aquél extrano grupo, la verdad es que no habían sido tan lastrosos como otros viajeros y sabían pelear, por lo que me gustaría volver a encontrarlos.

La alarma me pilla por sorpresa, creía que los hombres bestias eran pocos, pero me equivocaba, había una horda de ellos, y posiblemente el matar a medía manada no les había hecho mucha gracia, y peor, tenían un minotauro, eso nunca era nada bueno, por lo que rapidamente agarro mi arco, que como buen hombre acostumbrado a la peligrosa y bella naturaleza, siempre llevo mi equipo encima o no mas lejos de lo que mi brazo alcance, y me preparo para la batalla, "Kudrim, allí tienes tu muerte gloriosa, y por favor, no te vayas con Morr antes de que mates a esa cosa"

El alto elfo se encontró mucho mejor tras pasar por las manos del barbero, cuyas manos habían sido inusualmente hábiles para ser un humano, y tras el baño de rigor, accedió a la sala común acicalado con unos ropajes blancos y azules perfectamente impolutos. Claro estaba que ante los ojos de otro alto elfo aquello serían ropajes viejos, pero la calidad del trabajo élfico era tal que ante aquellos humanos, eran ropas bastante más que decentes, aunque no pasarían nunca por nobles. Por otro lado, estaba el porte magnífico del atractivo soldado Asur, eso era otro cantar. Por supuesto, su sempiterno olor a flores silvestres le acompañana allá donde fuera, como si quien estuviera a su lado se hubiera despertado en mitad de un jardín lleno de flores olorosas y hierba mojada. 

- Ja... - no llegó a terminar la palabra al ver a la Hochlandesa entrar. Alzo ambas cejas y cerró la boca, admirándola sin parecer descortés. Mientras acariciaba de forma distraída una de las joyas de su cinturón, asintió levemente a la mujer. - Bienhallada.- le contestó, dándole amplio permiso con un movimiento suave de su mano en dirección al asiento. - La verdad es que la velada ha ido tranquila, los manjares son exquisitos y la compañía, la mejor. Bonitos ropajes. - dijo, alabando la presencia de la muchacha y su gusto al vestir. Aquella ropa sencilla realzaba la belleza natural de la muchacha, y el elfo suspiró suavemente. Era bella. 

Al poco, la posadera terminó de servirles y el elfo hizo oídos sordos a la proposición, aunque sonrió cortesmente, muy breve. No le iban demasiado esos encuentros repentinos, y aún se le hacía algo difícil la pasión y la rapidez con la que algunas mujeres compartían su cuerpo y su lecho, pero debía ser algo intrínseco de los humanos, con esas vidas tan cortas, tendían a aprovechar el momento. Cierto era que en alguna ocasión había aceptado, quizá un poco tocado por el alcohol y con la sangre excitada por una breve pelea reciente, pero no era su estilo. Captó la mirada de la muchacha y asintió brevemente, alzando una ceja como diciendo "no te quejes, no te está tirando los trastos a tí". 

La muchacha entonces preguntó, y el elfo calló y escuchó, o eso pretendía, las respuestas de sus compañeros de viaje, cuando de repente, todo se fue al garete. Tras el grito, salió con el resto tras coger el equipo que, prudentemente, había dejado cerca, y vio una escena terrible. Aquellas bestias irrumpieron en el pueblo con una facilidad insultante, con aquel minotauro sediento de sangre encabezando la marcha. 

En breves segundos, el sonido de la lucha les rodeaba, y un grupo de milicianos parecieron concentrarse alrededor de una figura con armadura completa, muy cerca de ellos, todos encarados hacia la amenaza. Al menos en ésta ocasión tenían ayuda.

El guía sacaba su arco y se preparaba para disparar, y la doncella, bueno, pobre de aquel que se enfrentara a ella, por lo que había visto hasta ahora. Sin tener que pegar nisiquiera una ojeada al enano, supo con toda certeza la presa que éste escogería, y se preparó para cubrirle. - Maese Kurdrim, detrás de vos. - le dijo con una sonrisa resplandeciente, señalando con el enorme espadón a dos manos desenvainado al enorme bruto.

Acto seguido, cargó contra aquel bruto sin darle tiempo a responder.

No iba a permitir que aquel enano se llevara toda la gloria. - ¡Por Isha!¡Por Ulthuan! - 

La muchacha y el elgi siguen a lo suyo, miraditas y tonteríasde barbilampiños, mientras la camarera no pierde el tiempo y pretende  triunfar allí donde Lenna no ha logrado proliferar... meneo la cabeza ante tanta pérdida de tiempo mientras me levanto de la mesa en busca de información sobre seres que puedan suponer un reto no obteniendo más que las mismas sandeces de siempre: hombres bestia por aquí, hombres bestia por allá

Con semejantes paparruchadas danzando aun en mi oídos regreso a nuestro punto de encuentro donde me dedico a seguir ingiriendo comida y bebida hasta que empiezan las preguntas. Sin dignarme siquiera a acabar de engullir lo que tengo en la boca le contesto con escuetas y secas palabras

- Puef claro, mujer. Nefefito encontrar una muerte honrofa ... ¿cómo diablof lo voy a hafer fi figo aquí enclauftrado?- un sorbo de bebida, largo, evita que el nudo que se estaba formando en mi garganta coja consistencia, derramando parte del líquido por la comisura de los labios y en la barba, restregándome con el antebrazo antes de seguir

 Más los gritos de alarma me hacen alzar la cabeza de golpe, cual sabueso que ha detectado a la ansiada presa, poniéndome en pie como un resorte cuando se empiezan a escuchar los disparos de arcabuz

- ¡A esto lo llamo un buen servicio! ¡Ya no hace falta ir a buscarlos, vienen a morir a la puerta de donde te alojas!¡JA!- espeté eufórico mientras tomaba el hacha y salía trotando, cual niño con zapatos nuevos

La visión que ante mí se vislumbra al llegar junto a la empalizada hace que se abran de par en par en mis ojos al tiempo que una sonrisa demente se dibuja en mi rostro. Un minotauro, aquello sí que parecía ser capaz de acabar conmigo.

Asentí en silencio, notando el nerviosismo de la excitación del combate aumentando mi torrente sanguíneo, paladeando aquel momento antes de lanzarme a la reyerta ...  ¡solo para ver al maldito orejas picudas salir corriendo hacia mi presa!

-¡MALDITO PATAS LARGAS!¡ESA VACA HIPERDESARROLLADA ES MIA!- bramé iracundo corriendo en pos del elfo

La muchacha había agradecido el piropo del noble con una disimulada sonrisa, de la misma forma que trató de ocultar el desagrado que le provocó ver al enano intentando hablar mientras echaba parte de comida y bebida por su boca. 

«¿Para qué pregunto...?», pensó mientras se echaba hacia atrás para intentar esquivar algún esputo.

La velada se le.comenzaba a hacer tediosa cuando escuchó los gritos. «Mierda». Lenna dudó por un momento si acompañar o no a los demás en la defensa del pueblo, o si sería mejor para ella aprovechar la ocasión y salir del poblado por otra parte. Finalmente algo en su interior la indujo a ayudarlos.

La muchacha siguió, a una distancia de unos metros, al impetuoso enano y a "ojos de luna" por las calles de Unterbrok hasta llegar al lugar del asalto. Allí vio como el guía buscaba un punto propicio para atacar con su arco. Ella analizó la escena escondida en una esquina, y luego cargó, hachuela y daga en ristre, hacia alguno de los cabrones que estuviera ya enzarzado en combate.

Los dos bandos se apresuran a encontrarse frente a frente para chocar en una rugiente marea llena de gritos y del entrechicar de los aceros. El resultado, incierto, se sabrá en breve, ¡prevalecerán los esforzados defensores de la humanidad? o, por el contrario, ¿serán destruidos por el odio infinito de las huestes del Caos y con ellos los héroes de Untrebrok? Lo que está claro es que os veis obligados a defender el título.

El elfo no pudo evitar sonreír ante la maldición que el Dawi le lanzaba mientras él corría hacia aquella enorme mole de músculos con cuernos. Al acercarse no pudo evitar que el terrible hedor de la criatura, mezcla de descomposición, efluvios flatulentos y la cuadra de un animal que lleva años sin limpiarse, le asaltara las narices. 

El golpe tan repentino de tal hedor, unido a la mirada desbocada y la sangre corriendo por entre los dientes de tal monstruo, debilitaron ligeramente la resolución del Alto Elfo, que de repente, debido a su imprudencia, se veía, una vez más, cara a cara con un enorme monstruo quizá algo más allá de sus posibilidades. De la anterior vez, unos años ha, no quería acordarse, pues salvó la vida más por suerte que por destreza, y ahora tocaba concentrarse. 

Su espadón pasó lejos del cuerpo de su enemigo, que lo esquivó sin apenas esforzarse. - Maldita sea, mal momento para no tener cogida la medida al equilibrio del espadón. Quizá debería haber optado por mi escudo y mi espada, y seguir practicando. - dijo, recuperando la posición e interponiendo su gran arma entre él y el enemigo. - Bueno, eso es, fíjate en el elfo alto, guapo y flacucho, tú mírame a mí...y verás que sorpresa te viene. - susurró, agachando ligeramente la cabeza.

Intuía que en cualquier momento le pasaría por el lado otra mole, más pequeña, de músculos y pura despreocupación personal, con el pelo naranja y una enorme hacha a dos manos enana dirigida a la parte más cercana de aquella bestia. 

Mientras giraba alrededor del minotauro para darle algo de ventaja al enano, sus ojos y visión periférica recorrían el campo de batalla buscando enemigos y objetivos. 

La muchacha seguía al enano y al elfo a unos metros de distancia junto con el cazador. Lenna pudo ver como, tras la carga del atractivo soldado asur, una bestia menor se interponía entre los dos grupos e intentaba atacar por detrás al elfo.

–¡Cuidado! –gritó mientras corría con la hachuela en alto, dispuesta a despachar a la criatura.

El ungor, alertado por el inoportuno bramido de la muchacha, obtuvo el tiempo justo para prepararse y se apartó en el momento que el arma de la chica se acercaba peligrosamente a su pequeña cornamenta.

Las bestias habían entrado, el elfo y posiblemente el matador iban por el minotaruro, así que no iba a poder atacarlo sin que se interpongan en mi camino, por lo que no me queda otra cosa que ir eliminando a las criaturas mas pequeñas para evitar que molesten mucho.

El minotauro ve frenado su avance cuando el asur con su resplandeciente espada le enfrenta, adelantándose al matador enano que le va a la zaga. El intercambio de golpes es fulgurante pero ambos, manteniendo la distancia, solo están midiéndose. Un par de ungors se acercan para flanquear al elfo pero no lo consiguen ya que uno de repente chilla de dolor cuando una certera saeta de Burkhard lo tumba de espaldas y el otro ve su intento truncado al cargar la hochlandesa contra él, mas lamentablemente para ella el golpe que habría sido para Fârandar se aloja en su pierna izquierda; no lo suficiente para dejarla fuera de combate, pero casi...

El orejas picudas volvía a las andadas: alardear de gallardía para luego bailar, y encima lo hacía con una vaca mutante! 

Con el ceño tremendamente fruncido, rechinando los dientes y con el mango del hacha crujiendo entre la fiera presa de mis callosas manos, me lanzo a la carga sobre el minotauro enarbolando el arma trazando un ocho en el aire dirigiendo la hoja del arma a las partes blandas del ser pero los estrambóticos gestos del elfo me desorientan por completo haciendo que mi golpe no logre hendir la carne de la bestia

Salvo el certero flechazo de Burkhard a uno de los ungors el resto de los enfrentamientos entre los héroes y las fuerzas del Caos resulta en empate donde Lenna consigue, con un golpe de suerte, parar un golpe que habría resultado peligroso y, por otro lado, el elfo y el enano, en constante pugna el uno con el otro, se entorpecen más que ayudarse contra el minotauro.

A muchacha suspiró aliviada. El embate del ungor había estado muy cerca de revanarle la pierna, y la envalentonada criatura bufaba con ansias de cobrarse una vida más. ¿Qué haría con ella, de pillarla sola en el bosque?

Lenna echó el cuerpo hacia atrás. Podía notar el hedor de la bestia encima. Cuando el.ungor avanzaba, un amago de la daga lo hizo desequilibrar, y el hacha voló hacia su pata, rozándola simplemente.

Tal vez por tu excelente vista, tal vez porque estás acostumbrado a ser testigo del uso del Aethyr, te percatas de que si bien el golpe que derrumbó la puerta lo causó el impresionante minotauro hubo uno previo que la debilitó lo suficiente; uno incluso demasiado poderoso para el astado. Mientras te enfrentas al minotauro por el rabillo del ojo vislumbras una figura en el exterior, más allá de la puerta, de los cuerpor de humanos y bestias, entre el humo. Es otro hombre bestia, sí, pero está cubierto de un manto decorado con plumas y huesos y en una mano porta un báculo del que penden tres calaveras humanas. No hay lugar a dudas, las fuerzas enemigas traen refuerzos mágicos en la forma de un cruel chamán que, puedes ver, está canalizando hebras de Aethyr para lanzar otro conjuro.

El Ungor no había aguantado mi fecha, daba gracias a Taal por bendecir mi flecha, por lo que lanzo mi disparo contra un gor, sabía que eran mas duros, pero si conseguía eliminarlo o simplemente herirlo con mis flechas, iba a ser mucho mas fácil todo para eliminarlo, de momento parecía que mis compañeros no iban por buen camino, el enano y el elfo iban peleando contra el minotauro, mientras la chica había ido a salvar al elfo, no era muy dado a los cotilleos, pero entre eso dos iba a ver algo, si no se mataban el elfo y el enano.

El elfo desvió su mirada hacia la puerta, poniéndose lívido como la Luna mientras señalaba hacia el portón destrozado. - Maldita sea mi estampa. Un brujo-bestia! Abatidlo! Burkhard! A él! Tus flechas a él! - dijo mientras lanzaba sendos golpes contra el Minotauro,  que pasaron de largo sin causar daño, o al menos no aparentemente a pesar de que le pareció rozar al monstruo. 

El descubrimiento de ese repugnante ser, un hombre bestia chamán, le daba una nueva dimensión al asunto. Ahora estaban peleando contra magia del Caos. 

Fârandar lanza otra serie de estocadas contra el minotauro pero la inusitada velocidad de su rival le permiten mantenerse a distancia del afilado espadón.

Burkhard ve a un gor alzando su enorme hacha, a punto de matar a uno de los esforzados defensores de Unterbrok y, rápidamente, le dispara una flecha que consigue el efecto de llamar su atención. Tal es así que con terrible gruñido carga hacia el cazador que consigue evitarle in extremis...

Lenna, fría y metódica como siempre, alcanza a su oponente con un golpe ligero pero que comenzará a mermar con seguridad las energías de este que, como resultado, lanza un torpe ataque que es desviado con facilidad hacia un lado.

El minotauro, fija su atención en el enano que carga contra él pero sin despreciar al elfo, intenta golpearlo en su crestada testa con el pesado mango del hacha pero el golpe peca de precipitado, fallando, eso sí, por poco.