Partida Rol por web

Resoplando aún por el esfuerzo físico realizado sobre el armario, me agacho al lado de mi amigo y echo un vistazo a la luz del farol a las heridas. Saco mi pañuelo del bolsillo, limpio afortunadamente y me dispongo a taponar la herida causante de tanta sangre perdida.

Tiene varios cortes. Dios... En los brazos parece. Si ha seccionado una arteria... No quiero ni pensarlo.

Parece estar muy grave. Vamos Marcos, aguanta.

Estás demasiado absorbida por la tensión del momento como para ser consciente de ningún otro estímulo exterior. Tus cinco sentidos se centran en evitar que Marcos muera desangrado en tus brazos.

Venga Marcos, aún nos tienes que explicar muchas cosas sobre libros!!!

Completamente ajena al cese de los golpes en la puerta, veo que Mark saca un pañuelo del bolsillo y tapona la herida de Marcos. Rápidamente pongo la mano yo también rozando la suya y le dedico una mirada preocupada, buscando algo de apoyo y serenidad en esta locura...

Dios, necesito calmarme! así ninguno va a salir con vida de este maldito convento o lo que sea...
Dios??!! Dios nos ha abandonado o nunca ha existido más que en nuestra imaginación, no podemos esperar nada de él...

Notas como la cabeza se te va.

Sientes como tus ojos se cierran.

La oscuridad se cierne sobre ti.

Pierdes el sentido mientras tu sangre mana sin remedio al exterior.

Sin previo aviso podeis observar como los ojos de Marcos miran hacia arriba, dejando gran parte de su amarillenta esclerótica a la vista. Su boca se abre en un rictus de dolor sin emitir sonido alguno.

Sin más queda inerte en el suelo, aparentemente sin sentido.

Su corazón late. Débil pero late. Sin ayuda médica no saldrá de ésta.

El corte ha sido profundo y no deja de sangrar a pesar de la presión.

Mientras los demás tratan de salvar la vida de Marcos, Elizabeth rebusca por la habitación intentando encontrar algo. Algo que pueda servirles para defenderse del tipo del cuchillo. Un arma improvisada, o mejor aún, un arma real. Si intenta entrar en la habitación, tendrán que pagarle con su misma moneda.

Te mueves rápido y prácticamente a tientas por la habitación buscando puertas escondidas, ventanas abiertas, trampillas en el suelo o accesos desde el techo. La luz que hay es poca y se centra casi toda en el moribubdo Marcos.

No puedes estar absolutamente segura pero casi dirías que no hay entrada posible aparte de la propia puerta. La ventana permanece cerrada a cal y canto, con contraventana incluída.

Pero algo llama tu atención. Una sobra negra destaca contra la propia negrura del suelo allí donde antes estaba el armario. Es de forma rectangular. Perfecta. De pequeño tamaño. Como si fuera... Oh Dios mío.

- Esto no se cierra digo en voz alta sin separar el pañuelo de la herida.

- ¿Alguna de las dos tiene nociones de primeros auxilios? Aunque mejor necesitaría un médico, pero ahora no estamos en situación de ser demasiado selectivos..

Mark tiene razón, está perdiendo demasiada sangre y el pañuelo no sirve de mucho, es demasiado pequeño. Me fijo que hay una cama en un rincón.

Pongamóslo en la cama. Estará más cómodo que en el suelo. Y con las fundas de los cojines improvisaremos unas vendas. Eli, hay algo en el armario que nos pueda servir? De arma, de venda, de lo que sea...

Que no se muera, que no se muera

Ignorando las palabras de sus compañeros, se acerca despacio hasta el hueco dejado por el armario. Las paredes de la habitación parecen sucias y estropeadas por el paso del tiempo, pero el espacio que antes ocupaba el mueble parece más limpio. En el suelo, algo llama la atención de la gótica, que sin pensarlo demasiado se agacha para examinar su descubrimiento.

- Joder, creo que esto es...

Sin llegar a acabar la frase, toma el objeto entre sus manos.

Levanto la vista de Marcos, buscando algo que me sirva para ayudarme en mi labor.

Las palabras de Elisabeth hacen que me gire hacia ella.

- ¿Qué tiene en las manos?