Partida Rol por web

Preparo mi bastón y mi escudo mientras miro cómo las fuerzas de la oscuridad inundan lentamente el valle. Los lobos corren en nuestra dirección y, sin nuestros caballos, no tardarán en darnos alcance.

Junto con Ashram, busco algún sitio donde refugiarnos, aunque no tengo muy claro si nos servirá para evitar el olfato de los lobos fatídicos. De cualquier forma no podemos perder mucho tiempo, pienso pesimista. Ahora son los lobos, pero luego vendrán otros. Si no conseguimos avanzar podemos acabar enfrentándonos con todo la horda de la oscuridad.

- Así lo haré Majestad. - digo inclinando la cabeza. No obstante quisiera pedirle un favor. Dejé en el camino a un par de compañeros. Tuvimos que separarnos para tener mayores posibilidades de que el mensaje que le he traido llegara a usted.

Hago un alto para coger aire y continuar: Uno de ellos viene por el río. Si es posible, me gustaría poder contar con su ayuda.

Os escondeis detrás de unas rocas y esperais a que el peligro pase, no tardan en irse pasando de largo.

Seguis vuestro camino cuando todo acaba, tenéis las ropas pegadas al cuerpo del sudor, os duelen las piernas de tanto andar, pero debeis seguir. A un lado del camino veis un grupo de cabañas

demonios estoy cansado y sudado.

me pregunto si aun estaran serca estas bestias...

chicos parece que ya se fueron busquemos la manera de entregar el mensaje de una buena ves, hantes que se me acabe la pasiencia

Avanzo detrás de mis compañeros para borrar nuestras huellas.

-Debemos seguir con precaución, no sabemos que nos podamos encontrar; por eso rodeemos una de esas cabañas, y veamos que podemos de encontrar de utilidad.

Asiento. - Sí, con suerte en las cabañas encontramos algún caballo de refresco que nos lleve rápidamente a la capital. Pero no tenemos mucho tiempo que perder, ¡así que vamos!

Agarrando mis armas con fuerza, me dirijo hacia las cabañas.

Al entrar en una de las cabañas, huele como si algo estuviera puesto a cocer. Veis una olla que cuelga sobre unos rescoldos medio apagados y una gran mesa de madera preparada para la comida. Quienquiera que viviese en la cabaña debió de abandonarla precipitadamente aquella misma mañana. En una jarra hay agua y sobre la mesa una hogaza de pan tierno.

"Que la gente se haya tenido que marchar así no es buena señal", pienso mirando el interior de la cabaña.

- No hay mucho que ver aquí, - les digo a mis compañeros. - Si no encontramos caballos o algún medio de transporte para ir más rápido, deberíamos marcharnos. Aún tenemos suficientes provisiones para llegar a la ciudad y no tenemos tiempo que perder.

Pese a mis palabras, me demoro ligeramente buscando huellas en el suelo, fijándome si alguien, o algo, ha entrado antes que nosotros a esa cabaña.

Tomo la hogaza de pan y murmuro una breve oración de agradecimiento y disculpa a los dueños de la cabaña antes de morderlo y comprobar su calidez.

-Vonotar, ve si encuentras algo útil en las cabañas. Nosotros vigilaremos los alrededores para... -una idea se cuela por mi mente como si de una visión se tratase.

-Maldición, por eso es que los lobos no nos prestaron atención, van tras esa gente. -Salgo de la cabaña de golpe para ver el camino

-Vonotar, tu que pareces un rastreador, ¿cuanto tiempo crees que lleve la gente?, ¿crees que los lobos le den alcance?. 

Elevo las cejas cuando Ashram entra en la cabaña. - Yo no comería eso... - aviso.

De repente, piensa en los dueños, que seguramente salieron corriendo escapando de las legiones de la oscuridad. "Maldita sea... por si teníamos pocos problemas."

- Rastrear no es uno de mis fuertes - informo con gesto de disgusto ante mis propias carencias en las habilidades del Kai. - Pero tampoco tengo muy claro que tengamos tiempo para buscar a los dueños de estas cabañas, cualquiera que haya sido su destino...

-Tu también viste a los lobos fatídicos avanzar por el camino, ellos no nos buscaban, seguía una presa... la comida aún se esta cociendo... aprieto la hogaza en mi puño- ...y tu dices que no tenemos tiempo para preocuparnos por los habitantes de este lugar.

-Al parecer tu no sabes cual es la misión de los guerreros del Kai. Tal vez seas como dice tu apodo, un traidor...

Sin mediar mas palabras avanzo por el camino para intentar salvar a las personas de los lobos que corren tras ellos.

Entro a la cabaña y con un ligero arqueo de cejas demuestro mi descontento
Parece vacía, lástima que no tenga tiempo para adueñármela.
Escucho el conflicto entre mis compañeros y digo
Concuerdo con vonotar no tenemos tiempo…
Me callo unos segundos
Si lo que de seas es salir a cazar lobos ve a mi me trae sin cuidado, no obstante si estás seguro que están dando caza a los dueños es mejor que partamos antes que decida continuar con la misión.
Sin pensármelo dos veces salgo a la cabaña y rezando un milagro para rastrear a los lobos
Ojala esto valga la pena, perseguir lobos es suicidio

Miro fijamente a Ashram por un momento.

- Tranquilo compañero, ya tenemos demasiados enemigos como para pelear entre nosotros. - Digo intentando calmarle. - La misión del Kai es proteger Sommerlund y a su gente. Ahora dime, ¿cómo la cumplirás mejor? Llevando un mensaje al rey para que se prepare para una batalla, tal y como nos pidió su hijo, o rastreando a unos granjeros que no sabemos si han sido evacuados o capturados por las tropas que pronto asolarán la capital...

Niego con la cabeza.

- No me gusta dejar a esa gente, pero no tenemos la más mínima idea de qué ha podido ocurrir con ellos. Y nuestra misión exige premura. El Monasterio del Kai ha caído y el príncipe ha muerto en batalla... "El Rey debe mandar a buscar lo que se encuentra en Durenor" - cito el mensaje del príncipe. - "Si no, todo estará perdido". Así que, ¡maldita sea! ¡No tenemos tiempo para esto!

-Este es el camino que va hacia la capital, si la gente escapo tuvo que haber tomado obligatoriamente este camino... no pienso dejarlos solos.

Desde afuera podía escuchar la discusión de los 2 entro y digo
Calamos los humos los 2, no tenemos tiempos para peleas sin sentido
Ambos tienen razón así que no queda otra opción viable
Miro a Vonotar y luego a ashram
Vonotar estas en lo cierto con respecto al mensaje pero no podemos darnos el lujo de dejar una familia inocente morir, lo más viable será dividir el grupo tu y ashram sigan, y entreguen el mensaje yo por mi parte emprenderé la búsqueda de los lobos, mas tarde me reuniré con ustedes.
Suspiro tranquila mente un rato para luego decir
Alguna objeción con el plan
Me quedo parado esperando la respuesta de mis compañeros

Niego con la cabeza.

- De momento el rastro sigue nuestro mismo camino. Vayamos juntos por ahora y veamos qué es lo que encontramos más adelante. Si las huellas se desvían ya decidiremos qué hacer.

Continuo caminando entre las cabañas, mirando rápidamente si encuentro algún rastro de lo que haya podido ocurrir con la gente o alguna montura que nos permita acelerar el camino.

En el mismo momento en que quitas el adornado alfiler, un fuerte crujido te ensordece.

Instintivamente saltas de las escaleras y aterrizas en el suelo empedrado. Tu rápida reacción te ha salvado la vida, pues un enorme bloque de granito ha caído del techo y aplastado las escaleras delante mismo de la cerradura.

Aturdido, pero ileso, te pones en pie. Desde arriba, por el agujero que ha dejado el bloque de granito, se filtra en la cámara un rayo de luz grisácea y mortecina. A través de ese agujero del techo ves una maraña de hierbajos y el cielo nuboso. Trepas hasta la abertura y sales de la tumba. Después te diriges lo más deprisa posible hacia la puerta sur de la necrópolis. Divisas entonces las empalizadas de las fortificaciones exteriores de la ciudad.

Al fin llegas a las fortificaciones de madera que rodean la ciudad. Mientras corres hacia un puesto de centinela, oyes los gritos excitados de los guardias que te animan. Gracias a los dioses te han reconocido a pesar de tu aspecto harapiento y sospechoso. La capa está desgarrada y hecha jirones, tienes la cara llena de arañazos y manchada de sangre, y el polvo del cementerio te cubre de la cabeza a los pies.

Atraviesas chapoteando un arroyo poco profundo y avanzas tambaleándote hasta la puerta del campamento. Todo el horror del encuentro que has sufrido en el cementerio empieza a hacer mella en ti. Lo último que recuerdas antes de que el cansancio te haga perder el sentido es que te desplomas en los brazos tendidos de dos soldados que han acudido corriendo a ayudarte.

Durante unos pocos minutos has permanecido inconsciente, pero en seguida vuelves en ti haciendo un supremo esfuerzo. Con precaución y agradecido por seguir con vida, te apoyas en los hombros de los soldados del Rey y caminas vacilante hacia las defensas exteriores de la ciudad.

Al llegar a las empalizadas de las fortificaciones, la gran puerta de roble se abre y entras rápidamente. Un sargento, manchado de sangre y fatigado por la batalla, llama a un oficial, que se acerca a ti y reconoce tu capa.

-Señor, ¿Hay más miembros del Kai? Necesitamos desesperadamente vuestra sabiduría. Los Señores de la Oscuridad nos acosan con sus crueles acometidas y hemos sufrido muchas bajas. Otros miembros ya han llegado y visto al rey

El oficial te acompaña y llegáis a las puertas principales de la capital y tú contemplas asombrado las altas murallas de la ciudad. Con sus doscientos pies de altura, las murallas de Holmgard han resistido los estragos del tiempo y los ataques de los Señores de la Oscuridad. El oficial y tú atravesáis corriendo el túnel, de unas cien yardas de longitud, que cruza la entrada y finalmente os detenéis delante de la atalaya principal. Multitudes de soldados y civiles entran y salen precipitadamente de ella.

- ¿Necesitáis que os lleve o seguis vos solo?

Llevais recorrida una milla aproximadamente cuando tres soldados surgen de debajo de un puentecillo. Os ordenan parar y tirar al suelo vuestras armas y vuestro equipo.

Los soldados están manchados de sangre y sin afeitar. Su jefe lleva el jubón de un soldado de la guarnición de Toran.

De repente, vuestro sexto sentido os alerta, aquellos hombres no son lo que parecen. El jubón del jefe es auténtico, pero está manchado de sangre en el cuello, como si a su verdadero dueño le hubieran matado. Sus armas no pertenecen al ejército, sino que están costosa y profusamente adornadas como las armas fabricadas por los armeros de Durenor.

Nunca esperaría que la luz día fuera tan cálida. Tras una noche sin estrella.

Sacude la mano en el aire indicando a los soldados que no hace falta que le ayude para llegar allí. Después que entiendan esos gestos. Rehace unos gestos para indicar que tiene algo sed. Espera que le entregue un odre de agua o vino.
Tras aclararse la garganta, con las manos indica le lleven hacia el castillo donde estará sus compañeros

¿Quién de mis hermanos estarán en el castillo?

Siguiendo de cerca al oficial, atraviesas una puerta enmarcada por un arco y subes un corto tramo de escaleras que conduce a un gran vestíbulo. Allí entran y salen soldados llevando órdenes en adornados pergaminos a los oficiales que están estacionados junto a las murallas de la ciudad.

Un hombre macilento y con el rostro surcado de cicatrices, vestido con la túnica blanca y púrpura de los cortesanos del Rey, se acerca a ti y te invita a que le sigas hasta la ciudadela.