Partida Rol por web

El tacto de una mano cálida sobre mi brazo me sobresalta. Miro hacia atrás y veo a una jóven rubia de cabellos ligeramente despeinados.
 

No puede ser posible...parece tan frágil...

La observo, enagenada, y me dejo llevar de la mano hacia mi compartimento en el tren.

Tras comprobar que la puerta ha quedado bien cerrada decido tumbarme sobre la mullida cama y así poder malgastar el tiempo que me queda a mis anchas.

Por primera vez empiezo a pensar sobre el resto de tributos. Sobre cómo enfrentarán los desafíos, cuántas ganas tendrán de salir vivos de esta, y, sobre todo, quienes les esperarán fuera. Mientras me torturo empiezo a escuchar movimiento en el resto de compartimentos.

-A ver qué demonios pretenden que me ponga...

De un salto, bajo de la cama y abro el armario, y aun con todo el lujo que allí cuelga de las perchas, con todo el fulgor con el que brillan  adornos y demás parafernalia de la habitación , (y aun no habiendo visto jamás algo similar), no puedo evitar desilusionarme de sobremanera.

Ójala...ójala pudiese salir de aquí...

Definitivamente abro el grifo de la bañera.
No pienso cambiarme de ropa.

La misma persona que os llevó a vuestro compartimento (vuestro mentor o el presentador/presentadora de vuestro Distrito) pasa a recogeros puntualmente para la cena.
Le seguís por un agitado y estrecho pasillo hasta llegar a un comedor con paredes de madera, cortinas blancas exhaustivamente bordadas a mano, y mesas y sillas con espléndidos decorados.

Hay bastantes mesas, pero a cada Distrito os corresponde una. Hay 4 sillas en cada mesa, una para cada tributo, otra para el mentor o mentora, y una última para el presentador o presentadora.
Al sentaros en la mesa que os indican no podeis evitar que se os haga la boca agua, aún hay pocos platos sobre ella pero veis aquí y allá pasear a diversos camareros con más platos.

Un banquete en toda regla es lo que os espera: Una sopa de zanahorias, ensalada completa, chuletas de cordero, queso, fruta y hasta tarta de chocolate.
Hay varios cubiertos junto a vuestros platos aunque la mayoría no distinguís para qué sirve cada uno y todos os parecen iguales..., y teneis tanta hambre que apenas os fijais en el resto de tributos, ya habrá ocasión de ficharles, mejor primero llenar el buche antes de irse a dormir.

Cuando llegamos al vagón restaurante no puedo evitar quedarme un instante petrificada, observando todas las mesas perfectamente dispuestas con cierta admiración y al resto de tributos con algo de pavor.
Tampoco pierdo demasiado tiempo con ello y enseguida sigo a Aroa hasta nuestra mesa, en la cuál tomo asiento junto a la ventana para pasar lo más desapercibida posible y de paso disfrutar del paisaje que se abre ante nosotros y que tan pocas veces podemos vislumbrar.

Al final he optado por uno de los muchos vestidos que había en el armario, el que más me ha recordado a los míos propios y por tanto con el que me siento más cómoda y "más yo", aunque tengo claro que en los Juegos tendré que optar por algo más práctico y elástico pero prefiero no pensar en ello hasta que llegue el momento.
Aprovecho la pequeña espera entorno a Michael para añadir una trenza más a mi cabello que anudo con el lazo de terciopelo de Lily con un pequeño suspiro y después me dedico a mover ligeramente los pies de atrás a adelante mientras dirijo rápidas miradas de soslayo a mi mentora y el resto de las mesas. No sabría decir quién me da más miedo de todos.

Cuando al fin llegan los que faltaban me siento algo más aliviada, sobretodo porque cubren los sitios junto al pasillo y con eso me siento algo más protegida. Menuda tontería, pero es así.
-¿Te has fijado? Son todos enormes...- comento a Mike impresionada, aunque enseguida parpadeo y rectifico -Bueno, sois- está claro que me saca al menos un par de palmos de estatura, es imposible no sentirse insignificante. Claro que intentaré usar eso en mi beneficio pero aún así, no sé yo...

Miro los platos con cierta desgana al principio, pero cuando empiezo a probarlos como con más apetito y ganas. Ni siquiera me había dado cuenta del hambre que tenía con tantas preocupaciones.

Camino por el estrecho pasillo hasta llegar a la mesa que me indican veo los platos perfectamente colocados con todos esos cubiertos junto con el impecable mantel nunca había visto nada tan blanco...

Me siento a la mesa y espero a que el resto se acomode también, mientras miro a los camareros caminar de un lado a otro con los platos, que van dejando su aroma, aspiro disimuladamente disfrutando tan solo del aroma que desprenden.

tantas atenciones tanto lujo...es como la cena de los condenados a muerte... es exactamente lo mismo

bajo la mirada pensativa e intento reponerme un poco, no puedo decaer no quiero pensar en que voy a morir, quiero pensar que vivire así para el resto de mi vida,que nadie me va a hacer caer.

Entro en el salón junto a mi mentor. Miro para todos lados, eso me parece demasiado selecto para mi, la simple idea de verme con el traje, ya me parece sorprendernte, yo que siempre habia teniado que arreglarme la ropa rota...

Me sientan en una mesa, frente a mi compañera de distrito. Vaya parece que hay más gente aqui...Cuando de repente veo bandejas de comida pasar por delante de mis ojos y alejarme de toda distracción. Cuanto lujo, y esta comida... con esto se podria alimentar a una familia durante una semana y es solo para las cuatro personas de la mesa... pero que coñoooo a saber cuando volveré a comer así de bien. Por lo tanto mirando a todos los comensales de la mesa Bueno señores, que aproveche y me dispongo a probar vocado, un poco de sopa, un poco de queso, un poco de cada, no se para que valen todos los cubiertos, pero aun asi no hago por preocuparme.

De vez en cuando dirijo una mirada a mi compañera de distrito y a todos los demás presentes, diviso a un chico, moreno, alto, con pinta de chulo...uhmmm problematico... y sigo comiendo

Michael apareció en el vagón restaurante vestido casi con la misma ropa con la que había entrado al tren, pero esta estaba realmente limpia y además era toda de las mejores marcas. Su pelo seguía como casi siempre: lleno de greñas, pero se podía apreciar que al menos se lo había lavado y se había intentado peinar. Para ser Michael, el chico que trabajaba en las minas, estaba impecable.

Ante él se desplegaba un festín digno de las familias más adineradas del capitolio. No se lo podía creer. Intentaba mantener su cordura y sus pensamientos anti imperialistas, pero la comida olia demasiado bien. Sin apenas echar un vistazo a los demás tributos, ni tampoco a las acompañantes de su mesa, empezó a comer disfrutando de los sabores.

-Mmmm...Esto está realmente bueno.- dijo señalando uno de los platos con su tenedor, en el momento preciso en el que Kelia empezó a hablarle.-¿Eh?.- "respondió" dejando claro que no, se había fijado en nada más que en la comida. A pesar de estar disfrutando seguía con su cara de malas pulgas. Al parecer siempre llevaba puesta la misma "careta" como acto reflejo.- Pues hombre ahora que lo dices si que es verdad, pero bueno.- pone las manos alrededor de su plato como intentando medir su tamaño a ojo, para determinar si es grande o pequeño.- Teniendo en cuenta que puede ser nuestra última comida decente es lo menos ¿no?- al parecer no había escuchado demasiado la pregunta de Kelia sobre lo enormes que eran...los tributos, no los platos de comida.

En principio, no asalto la comida, todo lo contrario, divago un rato antes de empezar a comer; quizás tenga mucha hambre, pero es una sensación conocida, más bien, no tener hambre sería raro. -

Son muy listos. Nos separan, nos hacen vestir con buena ropa y ya no sabemos a qué distrito pertenece cada uno. Nos dan de comer manjares fuera de nuestro alcance, (bueno del de algunos), para que luego nos matemos por esos lujos... Como les gusta regodearse y disfrutar... Seguro que hasta hacen apuestas a nuestra costa. Espero que hayan apostado por mí. Sonrío y empiezo a comer...

Sonrío y empiezo a comer. - ¿Qué carne es esta? ¿Está buenísima? ¿Marmota? Bueno, sea lo que sea, seguro que no es perro. - Hablo impacientemente, pero masticando y procurando tener la mínima cantidad de comida en la boca, a su vez, observo a la presentadora para intentar "imitar" su manera de comer y así sentirme un poco como en casa, aunque bajo sus reglas.

Miro a la mentora... Le muestro una cara de desconfianza ya que no creo conocerle...

- ¿Cuanto tiempo estaremos bajo las cámaras una vez lleguemos? ¿Después de eso, empezaremos? - Mientras termino de exponer mis preguntas mis ojos se abren como platos: - Ya está! ¿Caballo Quizás?

La jovencísima mentora de vuestro Distrito mira a Sáuce cuando hace algunas preguntas.
Por su parte Fucsia ríe divertida viendo cómo os asombrais por la comida y el número de cubiertos y cómo el pequeño trata de imitarla, de lo cual se ha dado cuenta.
Mel tras tragar una cucharada de sopa responde al jóven:
- Es cordero. Al llegar habrá cámaras en la estación y después pasareis a estar bajo los estilistas para el desfile de presentación. Tras el desfile de mañana os encerrarán en un hotel durante varios días antes de meteros al estadio... Veo que no has visto nunca los Juegos, mejor para tí, así ni siquiera recordarás nada del año que los gané...
Comenta un poco a desgana y sigue comiendo.
- Por cierto, soy Mel.
De sobra es sabido que a los ganadores de los Juegos les dan lujos de por vida una vez que vuelven a sus Distritos, pero aquella casi-adolescente parecía tener tanto hambre como vosotros. O eso o no estaba por la labor de hablar demasiado.

Vuestra mentora os mira seria desde su asiento, pero ante la última afirmación de Michael una sonrisa aparece en su cara, lo cual os da algo de seguridad y os sentís un poquito mejor en la mesa. Entonces comenta al respecto:
- No os preocupeis, aún estareis bastantes días por delante antes de que os suelten en el estadio, así que no es vuestra última cena ni mucho menos. El día de mañana será muy ajetreado así que debeis descansar bien para estar perfectos a nuestra llegada al Capitolio. Causar una buena primera impresión es más importante de lo que parece.
Luego os susurra para que la presentadora no le oiga mientras la misma habla con un camarero coqueta:
- Me gusta que hayais conservado vuestro estilo con la ropa que había en los armarios porque reconozco que hay cada trapo...
- Por cierto, Michael, no me he presentado, soy Aroa, vuestra mentora.

- Vaya vaya, pero quééé elegantes os habeis puesto, chicos. Qué pena que aquí no haya cámaras porque estais divinos. -comenta entusiasmada la presentadora cuando os sentais los 4 en la mesa.
- Cuán cierto es que una bonita ropa puede hacer casi milagros con la gente... -ríe para sí misma aunque lo dice en voz alta.

- Pues yo les veo igual de bien que en la ceremonia, Tiare, aunque más calmaditos, eso sí. Si lo llego a saber me pongo yo mi traje malva... para no desentonar en la mesa más que nada. Aunque con el hambre que tiene todo el mundo, yo incluído, pocos se fijaran en mí. Por cierto, Alexandra, soy Deneb, vuestro mentor... encantado damisela. -dice a la par que besa la mano de la jóven sin más intención que la de hacer la gracia por la elegancia que hay en la mesa.

Michael sonrie desdeñosamente ante el comentario de la pelirroja que estaba sentada al lado de Kelia, que por cierto no tenía ni idea de quién era.

-Si bueno. Teniendo en cuenta dónde estamos metidos disfrutar de una buena comida como si se tratara de la última cena no creo que esté de más.- comenta en un tono entre la ironía y la resignación. No sabía como se tomaría esas palabras la pelirroja, pero en el fondo no le importaba demasiado, por no decir que en cierto modo sus palabras eran totalmente ciertas.

¿Causar buena imprsión?...¿yo?...Y encima a la panda de repipis del Capitolio...eso si va a ser un verdadero show...En fin, espero que no sean muy duros de mollera...

-¿Mi estilo?.- pregunta mirándose la ropa.- Si bueno. Estoy acostumbrado a llevar estas ropas para trabajar. La mina es un sitio duro y no se puede ir de cualquier manera o te asas, por no decir que arrastrarse por la tierra con un traje caro no tiene ningún sentido. Así que me he acostumbrado a mi "estilo", sobre todo por comodidad.- añadecon naturalidad.- Uhm...¿Y eso que significa?- responde a la presentación de Aroa con verdadera curiosidad.

¿Como que qué significa? ¿Acaso nunca has visto los Juegos? Mal te va a ir entonces si no tienes ni idea de a lo que te enfrentas, muchacho. Soy vuestra mentora, lo cual quiere decir que soy la última ganadora de los Juegos en el Distrito 2, y de eso hace ya algunos pocos años. -responde indignada la pelirroja. Después continúa explicándose y explicando el por qué de su presencia allí en ese momento y en los próximos días: - Soy la que, una vez entreis en el estadio, será vuestra única salvación. Seré vuestro único contacto con el mundo exterior a esa trampa mortífera, quien os aconsejará antes de que os metan allí y quien va a intentar que muchos patrocinadores se fijen en vosotros.

Me quedo algo perpleja cuando compruebo que Michael no se ha dignado a escuchar absolutamente nada, y eso que en realidad tampoco he dicho gran cosa... pero supongo que soy así de interesante. Miro unos segundos su plato y cómo éste se va vaciando con rapidez así que pronto me centro en el mío comiendo mucho más despacio. Está rico, pero sigo teniendo cierto nudo en el estómago que espero que desaparezca pronto, cuando sea capaz de mentalizarme del todo acerca de dónde me encuentro.

-¿Cómo ganaste?, es decir, ¿en qué estrategia te basaste?- pregunto entonces con interés y algo de curiosidad a Aroa ya que está claro que el único chico presente en la mesa está demasiado atareado dándose un festín. Probablemente el mejor de su vida.
-Espero poder aprender mucho sobre supervivencia durante los días de entrenamiento porque si no...- emito un pequeño suspiro y enseguida disimulo sentándome algo más erguida y apartando el plato con desgana.

Disfruto de la cena sabiendo que los lujos no durarán mucho tiempo, así como la tranquilidad. Mientras como, presto atención a mi alrededor y no puedo evitar sentir curiosidad por los demás participantes. A ninguno parece agradarle el estar aquí, e incluso los de una mesa parecen demasiado acostumbrados al lujo como para disfrutar de lo que se tiene, en mi parecer.

Aún así, no puedo distraerme de mi objetivo principal, que es sobrevivir y conseguir gloria, por lo que me concentro en mis preocupaciones. Para ello, necesito más información, por lo que me dirijo al chico extravagante.

-¿Podrías explicarme algo más sobre las normas? No lo tengo del todo claro.

-Bueno, al menos veo que la pequeña Kelia sí tiene algo de interés en procurar salir viva de esta.
Verás, yo siempre había sido una jóven muy alocada y me escapaba a menudo con mis amigos de excursión al bosque, gracias a esas excursiones aprendí un montón de cosas que me vinieron de perlas dentro del estadio.
¿Mi estrategia? Pensar fríamente, no tener piedad. Me mantuve al margen durante los primeros días, conseguí hacerme con unos cuantos cuchillos de los cadáveres y tengo muy buena puntería así que conseguí matar a dos tributos en la distancia. Antes estaba algo más delagada y me escabullía con facilidad por los árboles, desde los que me mantuve lejos de la vista de los demás.
En el final sólo quedábamos tres tributos, nos juntaron y conseguí desviar su atención de mí... la suerte estuvo de mi lado y en el último momento cogí el arma adecuada y la utilicé sin pensarlo.

Tras narrar su victoria, sonríe levemente y mira a Kelia hablándole con lo que parece ser un tono preocupado que se le nota en la voz:
Espero que tengas buena memoria porque sin conocimientos sobre supervivencia lo vas a tener realmente jodido allí dentro, es una jungla, hay animales y plantas venenosos... y conviene saber distinguirlos sin tener un libro delante que te informe sobre ello.

- Vaya, una muchacha curiosa, eso me gusta. Ojalá yo lo hubiera sido un poquito más entonces.
Mañana llegaremos al Capitolio, centro de nuestro querido Panem... y bla, bla, bla. Es una ciudad enorme, bueno, ya lo vereis...
Al llegar os pondreis en manos de vuestros estilistas, dos por Distrito, los cuales os prepararán para el desfile del atardecer. Ese desfile es importante porque todo el mundo lo ve en el Capitolio y, teóricamente, en los Distritos también. Debeis causar buena impresión, vuestros estilistas intentarán hacerlo pero sin vuestra ayuda todo lo que hagan no serviría de nada si no atraeis al público. Y es conveniente atraer al público porque en él están los que pueden ser vuestros futuros patrocinadores, quienes os obsequiarán en el estadio con regalos que pueden salvaros la vida.

Tras el desfile de mañana pasareis varios días en un hotel encerrados viviendo a cuerpo de rey y recibiendo diversas clases de supervivencia y lucha...
Y, de momento, creo que no necesitas saber nada más. Del estadio nada sé, por supuesto, es secreto nacional, cada año lo preparan de una manera diferente y nadie sabe cómo será hasta que os meten allí a luchar.
Y yo soy vuestro mentor el que, una vez entreis en el estadio, será vuestra única salvación. Seré vuestro único contacto con el mundo exterior a esa trampa mortífera, quien os aconsejará antes de que os metan allí y quien va a intentar que muchos patrocinadores se fijen en vosotros.

Señora Fucsia Presentadora... ¿Qué tengo que hacer para llegar a ser presentador? - La miro con los ojos bien abiertos, demostrando mi atención y mis ganas de oír su respuesta.

Sodomízame con tus respuestas, maldita cínica! Mejor hazte el tonto por ahora, no nos conviene llamar la atención... Deja que jueguen contigo, no saben dónde se meten...- Me percato de que mi pensamiento está adoptando su propia personalidad, pero en cualquier caso, no considero que me haga más débil, sino todo lo contrario.