Partida Rol por web

Vayamos a algún lugar más privado  -Le indica. Por el camino pregunta - así que ¿de qué será ese torneo? ¿justas de caballería, batalla, o alguna otra prueba? , - Mantiene una conversación normal por el camino hasta que llegan a algun lugar privado. Ahí retoma ya el tema más seriamente. 

Hermano lo del torneo es serio, a nuestra familia le conviene una unión con los Gower, da igual quien se case pero alguien tiene que hacerlo, bueno Myria mejor no, por lo siete, sería espantoso verla con Gyles. 

Ninguno conocemos bien a esas chicas, pero hay diferentes ventajas. Si yo me caso con Falia padre estará contento y creo que realmente pudo haber algo entre el y Laidy Catherine, que revive en esa chica. En cualquier caso si es así sería una buena señora para el hogar. 

Si te casas tú con Gretchel la boda se podría consumar pronto y ella es la segunda en la herencia de su padre, si Gyles muriese tu sería el señor consorte de sus tierras, y si es tan ambiciosa como dicen quizás ella se encargue de que así suceda. 

En cualquier caso si vas al torneo con su pañuelo el mensaje es claro, no puede haber boda para mi y tenemos que hacer lo posible para que tu cases con ella. Por ello es importante que decidas y lo pienses bien. Es una buena oportunidad pero en un año podrías estar cambiando pañales. 

Por otro lado el torneo lleva riesgos, ya han habido 2 muertes y no descarto otras, si no vas a hacer esto para la familia, he de ponerme al lado de padre y pedirte que no te arriesgues a alguna artimaña malintencionada y no participes. 

En cualquier caso ya he logrado el apoyo de padre para que participes así que todo está en tus manos, pero debes actuar con seso. 

-Perfecto. +asintió al soldado, haciéndose cargo de quienes debían ser. + Apártense un poco de la tienda, pero pídele a un par más que vengan. Tal vez los necesite luego.

No era conveniente que los soldados escucharan la conversación que debía darse luego; incluso los buenos hombres podían ser demasiado habladores con el vino o los incentivos adecuados. Tras verificar que esto se cumplía, extendió la mano libre para abrir la tienda y pasar primero, a fin de comprobar como estaba todo. Recien tras este vistazo, invito a pasar a Myria y se quedo sosteniendo la lona, para dejarle libre camino a lord Cleesten para acomodarse.

Cleesten se limitó a asentir ante los soldados, consciente de su atención. Pasó inclinándose ligeramente bajo el brazo de Nathan. Incorporándose de nuevo echó una ojeada al interior de la tienda y esperó al castellano.

En el interior las sombras estaban más presentes que las tinieblas del campamento, aun así, no les llevó demasiado a los recién llegados habituarse a aquella oscuridad. Fue entonces cuando comprobaron que Rhae no estaba sola, había al menos dos mujeres con pinta de puta, una de ellas se había tapado con lo que reconocisteis una capa de soldado ésta miraba con ojos temerosos a Nathan como si buscase encontrar el consuelo que necesitaba.

Delante de ellas aguardaba un hombre con aspecto de mercenario con la mano cerca de su arma y frente a éste Egil Othar quién parecía estar departiendo con él sin soltar la mano del pomo de la espada que descansaba junto a su cintura.

-Saludos, me está diciendo este tal… ¿Sak?, que os conoce… -Saludó Egil al grupo. El interfecto más parco en lo tocante a modales permaneció callado y en su posición. -Al parecer le pidieron que escoltasen a esta… mujer para calentar vuestra cama. -Así que se coló en el campamento podría pensar cualquiera de los recién llegados, o era bueno en aquello o los demás habían descuidado sus tareas. Consciente de lo que acaba de decir el hijo del comandante de la casa se apresuró a justificarse:

-Por tus órdenes no quisimos armar más revuelo del estrictamente necesario estando los demás soldados cerca, al menos hasta ahora no ha hecho mucho salvo quedarse ahí, con las putas.

-Como ves pedazo gilipollas, me ha reconocido así que piérdete que lo que tengo que tratar lo trataré con mi patrón. -Contestó insistentemente el hombre al que llamaron Sak, desde luego los modales no eran lo suyo.

Hasta ahora lo que habían hablado era privado pero nada demasiado serio, al menos no tendría consecuencias más allá de ser el objeto de los chismes del castillo durante los siguientes días. Fue precisamente la perspectiva de que alguien pudiese escucharles lo que hizo que el joven Rickard con cautela le invitó a que fuesen a la habitación que compartían.

Por el camino se cruzaron con un par de personas, que confirmaron que aquella decisión había sido la correcta, nada fuera de lo normal salvo por que el primero de ellos era un joven carbonero que casi se dio de bruces al poco de que se pusieran en camino…

En el interior de la estancia ardía un fuego que titilaba de manera vivaracha y que ahora estaba iluminando la faz del mayor de los hermanos dotando sus palabras de la gravedad de quien sabe que las cosas no son un juego.

La expresión de Nathan se ensombreció un tanto y no precisamente de cansancio. Alterno la mirada entre ambos imbéciles, entrando después que Cleesten y Myria hubieran pasado. Sus palabras iban cargadas de ira acumulada, pero dominada; empezó por el caballero de la casa.

-Hace practicamente minutos llegue y di instrucciones claras de que nadie entrara a esta tienda. Solo debían cuidar de mi invitada. Se supone que tú y los guardias se ocupaban de eso. ¿Cómo es eso de que “se colaron”? ¿Por qué no enviaste a llamarme? Estoy decepcionado…

No aguardo respuesta de Egil, pasando a Sak. Meneo la cabeza negativamente, tan tenso que su cuello crujio un poco.

- Te ordene que la trajeras y aguardaras; solo debías decirles de parte de quien venias y esperar mi llegada. Nada de andar buscando broncas ni mucho menos colarse... ¿Es tan difícil de comprender?  +extendió la diestra+ Afuera, ya. Lo seguiremos hablando en un momento… Tu también, Sue. +añadió, relajando ligeramente el tono, para dirigirse a la mayor de las putas. En esto ella no tenia culpa tampoco, pero bueno.

Mientras se retiraban miro hacia los miembros presentes de la casa Thalassos y se encogió ligeramente de hombros, guardándose de dar explicaciones sobre el par hasta otra ocasión. Así es la vida… Luego volvio la vista a la otra "puta" que quedaba... Rhae. Lamentando que hubiera tenido que verlo en su lado mas serio.

Camino junto al castellano y mi padre, sin decir nada, solo esperaba llegar y conocerla. Al llegar a la tienda parece que ha pasado algo que no estaba planeado, miro a Nathan preocupada, pero este me invita a pasar al interior de la tienda. -¡Hola!- Saludo con alegría, mirando a la chica que debe ser Rhae.

Es entonces cuando Egil empieza a hablar, no me gusta lo que dice y lo miro seria, pero tampoco era de mi agrado toda esta situación, me siento muy incómoda, hay demasiada gente y ese hombre al que llaman “Sak” no me gusta. Juego con mis manos, nerviosa y espero a que pase todo, si no fuera por la chica de la que me habían hablado me iría.

Seguimos avanzando hasta que estuvimos fuera del alcance de oidos intrusivos. Una vez ahí cerré la puerta y seguí escuchando lo que decía mi hermano. —Ya sé que lo del torneo es serio. De hecho le iba a decir a nuestro padre que si me iba bien en el torneo, probablemente nuestra casa quede mejor frente a todos. — Le dije a mi Rickard. —Pero se puso como loco. — Hice una pausa. —Y la verdad es que entendería si Gower quisiera que tu te cases con su hija. Después de todo, ella es una tercer hija y tu el heredero de la casa Thalassos. — Me encogí de brazos. —La verdad, si vamos puramente a lo que nos conviene, mejor que me case yo y no tu. —

—Sobre un posible atentado durante el toreno, a menos que realmente me vaya bien durante el mismo, no me preocuparía mucho por eso. — Confesé. —No soy un gran peleador, este va a ser mi primer torneo, no creo que nadie vaya a intentar sacarme de la competencia con trampas si es para ganar. Y si es por los asesinatos, creo que los culpables preferirían que siguiese vivo mientras los rumores dicen que maté al mozo de cuadras. — Hice una pausa. —Por cierto, ¿qué tan bien me tiene que ir en un torneo para no humillar a Gretchel si me pongo su pañuelo? — Pregunté a mi hermano, que sabía más del tema que yo. Seguramente no quedaba muy bien si el perdedor de una justa decía que lo había hecho por una dama, y si bien no quería ganarme el corazón de Gretchel, al menos no profundamente, tampoco quería que me odie.

Una vez dentro, pudo ser testigo de aquel desencuentro entre ambos hombres al que Nathan puso fin. Hizo un gesto desenfadado con la mano cuando el castellano anunció encogiéndose de hombros, una demora en la explicación de lo ocurrido. Parecía tener suficiente confianza en él para no tener que preocuparse por ello, por lo que prácticamente ni se inmutó.

Observó entonces a la joven que allí permaneció, entrecerrando ligeramente los ojos de forma analítica, intentando discernir si él mismo sería capaz de reconocerla por la persona que realmente se suponía que era. El efusivo, puede que incluso nervioso, saludo de su hija, pareció sacarle de aquel momento de reflexión. Miró entonces a Nathan, suponiendo que había llegado el momento de las presentaciones. 

Los rostros tornaron severos ante las duras palabras del castellano, Sak sólo tenía ojos para éste más la vergüenza de Egil era patente por todos pues se sentía abochornado por haber recibido tal reprimenda frente a su señor.

-Esperaré fuera.- Contestó éste antes de dedicar una mirada al mercenario, éste le siguió sin hablar al igual que la fulana quién se incorporó sin mucha ceremonia.

Atrás quedó la segunda prostituta, mirando asustada a los tres, como un cordero presto a ser examinado antes de recibir el golpe de gracia. Presumiblemente era Rhae...

Una vez los estorbos se retiraron, Nathan cerro bien la tela de la tienda, suspiro y se enderezo para hacer las presentaciones. Encarándose a la joven Errol, le indico con un gesto quienes eran sus compañeros. No le sorprendió el gesto inquisitivo de lord Cleesten, de hecho le alegro un poco; de seguro el también habría notado el parecido innegable de la muchacha con lady Catelyn Errol, lo que ahorraba tiempo.

-Rhae Errol, ellos son lord Cleesten Thalassos, y su hija Myria. Tal como te lo prometí, mi señor ha accedido a la propuesta, pero antes desea hablar contigo y escuchar tú historia.  

Tras esta presentación, volvió la mirada hacia la otra muchacha en la tienda.

- Myria esta aquí también para apoyarte; pensé que tal vez estarías mas cómoda con otra joven aproximadamente de tu edad. +explico con una ligera sonrisa. Luego hablo en general+ Los dejare para que puedan charlar en privado, mientras arreglo algunos asuntos. Regresare en cuanto sea posible.

Si nadie lo impedía, Nathan salió discretamente a atender lo que debía. La noche estaba lejos de terminar

Espero pacientemente a que acabe la presentación que realiza el castellano, aunque prefería haberme presentado yo misma, no hacía falta que lo hiciera él.

-Sí, esa soy yo.- Sonrío, luego me acerco y le doy un abrazo, para a continuación quedarme a su lado. Miro a Nathan antes de que marche y me despido. -¡Hasta luego!- Después me vuelvo hacia Rhae, esperando que comience su historia, aunque sé que es extremadamente triste también quiero conocer exactamente la propuesta a la que ha accedido mi padre.

Una vez el castellano ha abandonado la sala, miro a la chica. -Siento lo que te ha pasado, pero te prometo que a partir de ahora todo mejorará. Tenemos un hogar bastante bonito, cerca del mar. Es tranquilo, creo que puede gustarte.-

-¿A que sí, papá?- Lo miro con ilusión, antes de volver a mirar a Rhae a la espera de su respuesta.

Bueno, en tal caso no muestres el pañuelo si no quedás en una posición honrosa, oculta tu identidad, de seguro que Egil puede ayudarte con eso,  no arriesgues más de lo debido y disfruta la experiencia. 

Concluye el hermano mayor. quien decide retirarse a descansar algo, antes de que el alba les alcanze hablando de historias de caballería. 

Una vez hubo abandonado el castellano la tienda, continuó observando a la chica con seriedad, puede que con cierto gesto de pena. A fin de cuentas, la muchacha poco se llevaba con su hija. Y si bien la mala fortuna se había cebado con ella y su familia, bien podría haber sido cualquier familia, incluso la suya. Los hijos...cuántas veces no habían pagado los hijos por los pecados de los padres.

Se limitó a asentir a la pregunta de su hija, mientras daba un par de pasos hacia la joven sin apartar la mirada de su rostro.

- Cuánto no habrán visto ya ojos tan jóvenes y vivido muchacha a tan temprana edad - Reflexionó en tono confidencial frente a ella, con pesar, como si en el fondo creyese que aquello no debería ser el orden natural de las cosas. El mundo era un lugar cruel, bien lo sabía el lord, pero no le correspondía aún a alguien tan joven averiguarlo.

- La desconfianza te ha procurado miedo, o el miedo desconfianza.- Negó en claro de gesto de no importar  realmente lo que fue primero o lo que fue después. - Pero aquí estás, con todo tu miedo y con toda tu desconfianza, porque puede que este viejo y su familia sean capaces de mostrarte, cuando salgas de esta tienda, un camino diferente que el de regreso al burdel.- Levantó con su dedo la barbilla de la chica para que encontrase sus ojos en un acto delicado, cuidadoso, consciente de la posible fragilidad que tenía frente a él

- Y sí, como mi hija dice, nuestro hogar es bonito y tranquilo y allí podrás rehacer tu vida. Pero si tu voz interior lo que clama es justicia con cada bocanada de aire que das, entonces has de contarme todo lo que recuerdes y sepas, Rhae. Pues mucho pone también en juego mi casa y mi familia y pequeña la mano que podemos tenderte si no conocemos tu historia.- Explicó.

Parecía que la joven empezaba a desarrollar su encanto innato por lo que Rhae estaba en buenas manos. Con aquel pensamiento en su mente, el castellano se dirigió al exterior pues tenía otros asuntos apremiantes y la joven estaba en buenas manos.

En el exterior las cosas no habían cambiado mucho con la salvedad de que un enfrentamiento silencioso, más de miradas que de gestos se estaba produciendo en el exterior, Egil y Sak se encontraban a dos metros de distancia, casi equidistantes de donde se encontraba Nathan Ostlich. La tensión y lo incómodo de la situación era palpable, ambos habían sido reprendidos y se les había señalado sus faltas. 

La puta no se encontraba muy lejos de allí y tal como solía suceder en las campañas militares, atraía demasiado la atención.

La joven aguantó la mirada escrutadora del anciano con temor, un temor que se mezclaba con la inquietud y la curiosidad por aquella persona que le estaba juzgando. Hablaba casi como si de un maestre se tratase, con muchos giros superfluos hasta que finalmente hizo la invitación que ella deseaba escuchar, entonces sonrió. Una sonrisa sincera que contrastaba con su mirada triste.

-Todo empezó hace unas cuantas semanas. -Comenzó dubitativa. -Un día como cualquier otro, me alejé de casa. No mucho, no era la primera vez que lo hacía. Entonces me encontré con un hombre fornido, me había estado esperando parecía, creía buscaría forzarme ahí mismo pues era doncella, ahora... -Sus ojos hicieron un movimiento extraño al recordar aquellos tiempos tan extraños. Entonces por segunda vez en aquella noche, contó de nuevo su historia para quedar nuevamente vacía y su alma al descubierto:

-Era fornido, de buen porte y alto, me preguntó el caballero de antes y estoy segura de que estaba entrado en edad y que servía a alguien de otra casa. -Tras pensar unos segundos pareció recordar dónde se encontraba con su historia- Me amordazó y me subió a su caballo, me llevó lejos, era su rehén y temía ser forzada... Así que en cuanto pude huí, y me escondí. En cuanto me aseguré de que no me iba a poder encontrarme finalmente me puse en marcha pues debía volver a casa. Me llevó algunas noches, sin embargo, para cuando llegué todos estaban... El cuerpo de mi madre, desnudo, con llagas...

Ya no quedaban lágrimas, sus ojos estaban enrojecidos y de ellos nada manaba pues ahora poco la quedaba, salvo la venganza y el deseo de justicia. Una pieza de lo más interesante para el nuevo tablero que acababa de ser dispuesto.

Un baño caliente, un vino suave y una cama cómoda era el deseo ferviente de Nathan en este momento. Por los 7, que la noche se hacia rogar para todo esto!!!. Antes de ir a arreglar la reunión debida, tenía que resolver los otros asuntos pendientes. Empezó por los dos hombres, haciendo sonar sus dedos mientras se aproximaba, para interrumpir su duelo y mirarlos a ambos fijamente. La tensión formo cuerdas en los músculos de su cuello al hablar.

-Uno ya sirve a esta casa, pero todavía esta lejos de la altura que se espera de él. El otro tiene las cualidades para destacarse, pero no se ha ganado ni por asomo un lugar. Los dos, se las arreglaron para fallar en las simples órdenes que les había dejado. Así que vamos a hacer lo siguiente.

Cerro el puño, tenso. Si fueran más niños, les daría nalgada a ambos con el guantelete.

-Sak, ojea en los alrededores por algún mercader; compra una cota de escamas y una espada decente. Que las traigan aquí y yo las pagare. Esta exento de hacer ningún trabajo, hasta resolver este asunto; descansa y practica con tus nuevas armas. Egil, consíguele lugar en una tienda para que repose, y arregla que comparta el rancho con ustedes.  Mañana a la noche AMBOS van a tener una contienda privada, conmigo de juez, y demostraran de lo que son capaces. Hasta ese momento, quiero que se traten con el más básico respeto y tranquilidad. ¿Les quedo claro? Ahora váyanse.

Despidió a ambos con un gesto y la tensión palpable en la voz de la ira contenida, liberándolos de permanecer frente a la tienda. Con los guardias regulares debía bastar.

Una vez se marcharon, llamo con la mano a Sue. Ciertamente no podía culpar a los soldados por distraerse viéndola... Al igual que con el otro par, no perdió demasiado el tiempo. Subió el tono de la voz a uno más ameno y relajado, mientras le hablaba.

-Te habrás imaginado como ira esto a partir de ahora, muchacha. Así que no le daré muchas vueltas al asunto. Si quieres marcharte, bien, tendrás que quedarte un par de días aquí hasta que se resuelvan algunos cabos; después te daré unas monedas y podrás hacer lo que quieras. +explico, señalando a un lado, para luego volver la mano hacia el otro+ La segunda opción, es que recojas esta oportunidad para cambiar de vida. Ignoro como una joven tan bonita acabo así, pero en la casa Thalassos nadie hará escándalo por tu pasado. Y en lo personal me vendría bien una asistente como tú. Creo que a mi lado podrás convertirte en una verdadera dama, no como tu antigua jefa... Piénsalo bien esta noche, y mañana dame tu respuesta.

Seguidamente dio instrucciones de que armaran su tienda y la usara ella. Como sorprendentemente tenia cuarto adentro, esa estaba sobrando. También de que la alimentaran, pero si alguno quería un “servicio extra”  lo iba a lamentar. En verdad el humor del castellano no estaba para tonterías.

Y todavía quedaba una cosa por hacer esta noche.

Todos respondieron apropiadamente, al menos hasta el día siguiente que es cuando vería si se producía aquel enfrentamiento, de igual manera la respuesta de la fulana. Sin embargo en aquellos momentos todo eso le daba igual, lo que verdaderamente le interesaba estaba por suceder en aquel momento y entonces un baño, vino y el catre que llevaba esperándole ya unas cuantas horas.

-Extrañas horas son estas en las que acudís a mí. -Le saludó Lady Buckler mientras un escote pequeño sobre el que los tendones del cuello se marcaban especialmente se insinuó brevemente hasta que terminó de ajustarse la bata con la que se cubría el camisón.

-Retiraos, y dejadnos solos- Pidió a la doncella que había cumplido el mandado, la habían mandado a llamar en cuanto llegó Nathan raudamente. Afortunadamente aún no se había ido a dormir.

A primera vista se evidenciaba que aquella noche no dormiría con su marido, así que o bien éste estaría demasiado cansado hasta el punto de que aquello pasase factura en su líbido, o prefería otra persona para que calentase su alcoba aquella noche.

-Supongo que hay novedades. -Preguntó a bocajarro y sin ningún tipo de preliminar mientras se dirigía a una mesita cercana con la intención de servirse una copa de vino-¿Quieres?- Preguntó antes de seguir- Han pasado unos cuantos días desde nuestra conversación y temía que te hubieses olvidado.