Partida Rol por web

Cuando Rhaz salio del castillo de la Hechicera, poco despuesde dar algunos pasos una caravana de esclavista, exponia a los esclavos sobre una tarima, hombres, mujeres y lo que es pero niños. Esto no pasa desapercibido para el picaro y por lo que puedo comprobar menos para Sutu, el cual sale corriendo y apartando hacia uno y otro lado a los que miraban la mercancia empieza a mirar entre los esclavos con una mirada de fuego, esto no pintaba bien, menos mal que Habib corrio hacia el grandullón y bendito sea lo que le dijere porque gracias a esas palabras no tuvimos que pelearnos con el pueblo entero.

El primer impulso de Rhaz fue el mismo que Sutu, odiaba a los esclavistas, pero sabía que meterse con ellos en estos momentos sería una temeridad.

El picaro siguió ha Habib y Sutu. Tras llegar al lado del barbaro agarró el hombro de este - Ey grandullón se como te sientes, pero ahora mismo no podemos hacer nada, pero si tus ganas son las de destrozar a estos esclavistas, cuenta conmigo lo haremos pero aún no es el momento - dijo este entre dientes.

Despues nos alejamos y el mago nos cuenta lo que ha querido hacer, como siempre igual de temerario que todo lo que hace. - Cualquier día Habib tu cabeza rodara por el suelo y no podremos hacer nada por impedirlo, deberías comentarnos antes cualquier cosa que pienses hacer, no puedes hacer siempre las cosas por impulso. - Rhaz agarra a Habib por la tunica a la altura del pecho - Que crees que pasaría si algunos de nosotros actuaramos por nuestros impulsos? Crees que no me gustaria degollar a cada uno de los esclavista que han exhibido incluso a niños como esclavos? Pues te equivocas lo hubiera hecho de muy buena gana al igual que Sutu y supongo que también Willem. Asi que, a partir de ahora cuando quieras hacer algo espero que nos lo comentes a todos, deacuerdo? - Dice el picaro a Habib bastante serio. Despues suelta a este - Bien vayamos a buscar tiendas para preparanos y comprar todo aquello que nos pueda hacer falta, quizas sean las ultimas compras que hagamos - una sonrisa se dibuja en el rostro del picaro.

Rhaz llamó la atención del hechicero por su temeridad. Se quedó un momento pensativo y luego le contestó con naturalidad.

Tienes razón, amigo. He sido algo imprudente. Desde ahora intentaré consultaros cuando algo pueda salir mal o sea peligroso. Al fin y al cabo somos compañeros. Estamos en esto juntos.

Sutu, también estoy contigo, cuando sea el momento, acabaremos con los esclavistas si tu quieres. Aunque antes, recuperaremos a tu familia.

Sutu, inmóvil donde estaba, no escuchó las palabras de Habib, ya que toda su atención se centraba en la tarima que tenían frente a ellos, y en la que esperaba aparecer con desesperación a su familia de un momento a otro, pero aquello no sucedió.

No se percató de lo que Habib había hecho hasta que Rhaztamel puso la mano sobre su hombro, cuando aquella venta de esclavos terminó abruptamente.

-No. Lo que yo quiero es recuperar a mi familia. Poco me importa lo que les suceda a esos infelices. Dijo con sequedad. Si mi camino me lleva a cruzarme con Vanor, y esa gente se beneficia, bien por ellos, pero este mundo en el que vivimos no tiene misericordia con nadie y la libertad no e sun derecho, si no un premio que se gana con la fuerza. Ellos no moverían un solo dedo por nuestra libertad si nuestros sinos estuvieran cambiados.

El bárbaro, se alejó de allí junto a Rhaztamel, rumbo al callejón en el que Habib se había camuflado para ejecutar sus hechiceras artes y escuchó con sus poderosos brazos cruzados, la reprimenda que le soltaba al mago.

-Agradezco vuestro apoyo, solo espero que vivamos para verlo. Dijo con brusquedad. No conozco la ciudad, ¿Dónde podremos abastecernos d elo necesario para el viaje?

Oh si, seguro que haría lo mismo. No tengo otra cosa mejor que hacer que jugarme el pescuezo por una panda de muertos de hambre. No si al final el bárbaro va a ser el más listo del grupo… lo cual no habla muy bien de él… pienso al escuchar las palabras de Rhaz mientras me acerco al grupo.

Si está en mi mano ayudar ayudare, pero cuando sea el momento aunque no os preocupéis que ya me encargare de encontrar algo mejor que hacer llegado el caso pero ahora nuestras prioridades son otras. Yo tampoco conozco la ciudad, así que tampoco me vendrían mal unas indicaciones sobre las mejores zonas para comprar.

El sol se esconde tras el horizonte y el último rayo de sol que ilumina la ciudad va desapareciendo para sumir las calles en las sombras, el rayo ilumina la puerta de la torre de la bruja y la luz asciende por la larga torre con relativa velocidad hasta que finalmente todo se envuelve de penumbra. En la calle dos tipos se han juntado para cambiar impresiones al amparo de la noche y os observan curiosos dirigiros a las puertas de la torre mientras estas empiezan a crugir.

Al entreabrirse las puertas veis al homúnculo que se acerca a vosotros tomando vuestra enorme mercancía, y comienza a colocar los barriles de medio tamaño que visiblemente gotean agua sobre la grupa de cuatro camellos castaños, el homúnculo y el golem de hierro os observan mientras que los cuatro camellos avanzan hacia vosotros, sin dificultad montais mientras las puertas de la torre se cierran con la misma solemnidad que se han abierto siempre, y salís al galope de Zalas.

Los dos hombres que charlaban al veros subir a los camellos, verificar que las puertas se cierran y ver el agua chorreante se arman, el primero con una ballesta pesada y el segundo con un par de espadas, pero los camellos pasan rápido y apenas tienen tiempo a lanzarse a la estela de polvo que levantais.

El mapa estelar se muestra sobrevosotros y como si la linde de la ciudad se tratara de una mera linea la pasais abriendoos a un horizonte de arena infinito, mirando atrás con el horrible presentimiento de que no volvereis a ver nunca más esta ciudad.
Los camellos pisan la arena, un viento antes inexistente empieza a soplar, este no es como el trayecto a Raivah, aquí las mareas de arena van y vienen, y se extienden en dunas quilométricas que una vez escaladas su cresta sirve de autopista para los camellos, la bruja dijo que tenian una duración, por lo que había que espolearlos al máximo.

Cargaron los camellos en la torre de la Reina-Bruja. Todo estaba listo para partir y no perdieron el tiempo. Salieron disparados hacia el desierto. Enseguida notó que no se le daba mal montar en el camello, pero que seguían ritmos diferentes. Así que sacó su cuerda y la desenrolló. Se fue acercando a cada uno y les ofrecía la cuerda para que le dieran una vuelta en la parte delantera de su silla de montar, donde se ataban las riendas. También ató el camello que habían comprado.

Compañeros, atemos la cuerda a las sillas, así iremos al mismo ritmo todos. El que más rápido marche, tirará de los demás. Formaremos una fila en que el más rápido irá delante y nos marcará la marcha.

Después de eso, le viaje se volvió agradable. No hacía tanto calor, pero el ejercicio mantenía caliente al jinete. Habib se tapó el rostro dejando sólo los ojos sin proteger del viento, cada vez más acuciante. Miraba al cielo cuando galopaban por una zona menos accidentada.

Las estrellas son ajenas a nuestro dolor, a nuestra sed, a nuestra muerte. Nosotros dejaremos de existir, pero ellas permanecerán. Son puras e inmortales. Somos pequeños e insignificantes a su lado. Sin embargo, ellas nos guían en la noche. Quizá deberían los reyes brujos mirar alguna vez el cielo estrellado. Es posible que dejara de importarles el poder y el dominio.

Lance una última mirada a la ciudad mientras terminábamos de cargar los camellos. Pudiera ser que aquella fuera la última vez que viera la ciudad. Visto lo sucedido en los anteriores viajes, incluso apostaría a que sería así. Pero hay veces en las que los dioses son caprichosos y hacen que los humanos consigan proezas que parecen imposibles. Solo espero que esta sea una de ellas… pensaba con amargura mientras dejábamos atrás la ciudad.

Tome la delantera del grupo, pues mis habilidades como rastreador estaban por encima de las del resto del grupo, y no podíamos permitirnos desviarnos ni un día del plazo previsto. Algo así en mitad de un desierto es sinónimo de una agónica muerte desesperado y deshidratado. Y esa es un tipo de muerte que quisiera evitar. La única muerte que deseo es una de viejo, rodeado de mujeres jóvenes y de dinero. Cualquier otra muerte queda descartada. Yo me encargo del camino. Encargaos vosotros de que mantener los ojos abiertos ante las criaturas del desierto, yo tendré los míos fijos en el camino.

El día de compras en la ciudad terminó sin ningún sobresaltó, gracias a que la imponente figura de Sutu, sirvió para que los rateros de poca monta decidieran dejar de lado al grupo, y dedicarse a víctimas menos peligrosas en caso de que ser descubiertos usando sus habilidades de cortabolsas.

Aquella jornada, además de para preparse para el próximo objetivo que el destino les había preparado al unirlos, sirvió también para despejar la cabeza entreteniéndola a base de pasear, comparar precios antes de comprar nada, hacer los planes de viaje y descansar un poco antes de salir de la ciudad.

Llegado el momento, los siervos de la Reina Bruja los recibieron para ayudarles con los últimos preparativos del viaje cuando el grupo de compañeros volvió a la torre, y una vez todo estuvo listo, los camellos se pusieron en marcha para llevarlos más allá de las dunas hasta la infame necrópolis que era su meta.

Una vez más viajaron al amparo de la nocturna oscuridad del firmamento, cargado de titilantes estrellas que iluminaban su camino, y cada uno se dispuso a realizar la tarea que le tocaba, Willem guiando al grupo, y el resto vigilando que las acechantes bestias nocturnas del desierto, no los volvieran a coger desprevenidos una vez más.

Con una organización más efectiva gracias al conocimiento de las habilidades de cada uno tras las experiencias pasadas, comenzó el viaje hasta Ok´Ragna, y el silencioso Sutu, volvió a cerrarse en sus amargos pensamientos en los que la sombra del cariño de su familia desaparecida, lo hacía no flaquear en el empeño de encontrarla.

Despues de la compras y los ultimos preparativos para la misión suicida, los cuatro partimos hacia el desierto, ese mar de arena terrible pero era donde nos había llevado el destino, montado en su camellos, el picaro maniobraba con una destreza impresionate, parecia que habia estado toda su vida montado en camellos.

Como siempre la temperatura por la noche era bastante baja, con la capucha echada de su capa Rhaz caminaba tras Willem y de vez en cuando bromeaba un poco con Habib, cuando veia su torpeza para montar al camello - Ey Habib te hace falta ayuda para llevar el camello, jajajaja - reia este, un poco de humor no venia mal para calmar los animos y Rhaz se encontraba especialmente bien, la aventura y el peligro era lo suyo, su vida y así se sentia pleno.

- Willem vamos bien? o vas a hacer que nos perdamos - decia mientras despues miraba a Sutu - Grandullon todo bien?, tienes ganas de cortar alguna que otra cabeza? jajaja, estoy seguro que si y también de que ya falta menos - seguia bromeando este con sus compañeros.

Tras esto se Rhaz se acomoda a su montura y se queda absorto mirando el cielo estrellado.

Avanzais sobre las dunas, vuestras siluetas se recortan en el cielo oscuro y los camellos avanzan tan rápido como pueden, incluso sus especializadas pezuñas se hunden un palmo en el enarenado terreno, un batir de alas y un reptar por la arena, algo que gruñe tras una duna y el viento que levanta una ola que os hace escupir a un lado.

El cielo sin una sola nube, despejado, un mapa de estrellas que facilita muchísimo la faena a vuestro guía. Pero el cielo empieza a clarear, habeis pasado toda la noche sin descanso sobre los camellos y bajais un rato para estirar las piernas. Observais el cielo clareando y un sol que tardará algo más de una hora en decidirse a aparecer.

Recién bajais de los camellos y sentís ganas de sentaros, maldita sea hay que estirar bien las piernas, y os poneis a caminar en pequeños círculos siempre atentos a vuestro alrededor. Ahora teneis la linea recta cogida, y la bruja dijo que los camellos se esfumarían pasadas 24h, pero cabalgar todo el día bajo el sol será duro incluso siendo los camellos quien hacen el mayor esfuerzo.

Os encontrais en el lugar más caluroso del mundo, y a mediodía se alcanzarán las temperaturas más altas, pero desperdiciar el trote de los camellos y seguir el viaje podría ser más peligroso aún.

Willem tomó la iniciativa de guiar al grupo con habilidad y de manera concienzuda, tanto, que le tenían que acuciar, a veces para que corriera algo más con el camello. Al final encontraron un ritmo de grupo y se pudieron relajar. Rhaz, justo cuando el trasero había pasado de no notarse a doler el muy cabronazo, sacó una faceta que todavía no había mostrado, su lado divertido. Al menos a Habib se lo pareció, el cual agradeció estos toques de aire fresco.

Sólo necesito ayuda para no sentir mi culo, pero veo que el tuyo está curtido en mil batallas. Jejeje.

Vaya, este Habib, también se las traía. Pero el tono que empleó no dejaba lugar a dudas de que era una broma.

Tras otro rato incluso el final de la espalda de Rhaz debía sentir alguna cosa y decidieron parar un poco. Habib se sentía cansado, pero su mente estaba despejada. Se sentía con todo su poder reestablecido.

Un dilema se les planteaba y estaba en mente de todos: seguirían con el achicharrante calor del sol o pararían y perderían unas horas preciosas de velocidad máxima por el desierto?

Camaradas, he recuperado mis poderes, podemos arriesgarnos a seguir durante el día, podré curar a los que estén desfallecidos. Somos 4 y podré curar una vez a cada uno, no más, pero será suficiente para que nadie caiga inconsciente de insolación. Una vez perdamos los camellos, podemos descansar el día siguiente. Lo malo es que los perderemos al comienzo de la noche, justo cuando es mejor avanzar. Qué decís?

El silencio constante del bárbaro fue la única respuesta a las bromas de Rhaztamel, junto con una fría mirada, que le dedicó el bárbaro a Sutu. No le producía ninguna molestia que el pícaro le echara buen humor al asunto que se traían entre manos, pero Sutu había dejado de tener ese humor desde hacía bastante tiempo, y no le quedaban ganas de seguir el juego que haría el viaje más ameno y corto.

Cuando finálmente decidieron parar para estirar las piernas, Sutu agradeció bajar del camello. No estaba acostumbrado a montar, y sus pies y resistencia física eran el mejor aliado del bárbaro para los viajes. En aquel alto en el camino, tocó tomar una nueva decisión: continuar a la luz del día, o descansar.

-Opino que es mejor continuar. Le respondió a Habib cuando este planteó la situación a los demás. El calor puede ser un obstáculo peligroso, pero también un aliado. No perderemos tiempo en el viaje, y el riesgo de encontrarnos con bestias del desierto será mucho menor.

Por primera vez en días la fortuna nos sonrío y tuvimos un viaje libre de contratiempos. No me costó mucho guiar al grupo en la dirección adecuada gracias a las indicaciones que nos habían dado antes de partir y al maravilloso cielo estrellado que teníamos. Me quedaba mirando a las estrellas aun cuando no las necesitaba para trazar el rumbo correcto. Y eso hacía que mi ritmo no fuese tan rápido como hubiese deseado. Nunca se me había dado bien montar a caballo.

Las estrellas desaparecieron y dieron paso a la claridad del día, lo cual no presagiaba nada bueno. Ya habíamos sufrido la dureza del calor del desierto cuando fuimos a por el maldito guantelete aquel, y aunque esta vez vayamos sobre camellos la cosa no será mucho más fácil.

Me puse a hacer unos estiramientos para desentumecer los músculos cuando paramos para decidir si continuar el viaje a pleno sol o no. En condiciones normales ni me lo plantearía, montaba el campamento y esperaba al anochecer. Pero los camellos estos desaparecerán pronto, y debemos aprovecharlos mientras podamos. Sera un viaje duro, pero yo también creo que deberíamos de partir ya. Debemos aprovechar los camellos mágicos mientras los tengamos.

Frente al mutismo de Rhaztamel, parecía que todos estaban de acuerdo, por lo que despues de estirar un poco las piernas y hacer crugir sus huesos, todos volvieron a los camello para retomar la marcha.

El mortal calor del desierto pronto empezó a dejarse notar, y la siguiente jornada de viaje fue lenta y agotadora. El sudor perlaba la piel de la cabeza afeitada de Sutu y esta vez, todos compartían su imperturbable semblante, bajo los abrasadores rayos del astro rey de aquel mundo desolado.

Cada bocanada de aire, era humedad perdida, y no había opción para hablar, salvo necesidad extrema.

Tras un periodo corto de descanso para abastecer debilmente las fuerzas, volvemos a montarnos en los camellos y despues de muchas horas de camino en estos, los dolores, el agotamiento y el sol empezaron a pasar factura. El cansación se apoderaba del picaro y la debilidad de los musculo se dejaba ver. Rhaz ya no estaba tan parlanchin ni bromista. Estaba concentrado y aguantar y evitaba hablar para no malgastar fuerzas.

Partimos hacia O´Ragna pese a la desagradable experiencia que habíamos tenido bajo el sol camino de la cueva de los lagartos. Había que correr riesgos ya que tampoco disponíamos de todo el tiempo del mundo, teníamos que ir y volver en algo más de dos semanas, que era lo que teníamos de agua y comida. Si por algún casual nos retrasamos y nos quedamos sin víveres en mitad del desierto somos carne de buitre. Y no es que tenga muchas ganas de ello… pienso mientras subo al camellos, cojo las riendas y comienzo el viaje.

Los compañeros avanzan, Willem y Rhaztamel están echados hacia delante en sus camellos, muy poco parlanchines, Sutu se gira varias veces creyendo ver una silueta que les sigue entre las dunas en la lejanía, puede tratarse de un espejismo, pero al final de la jornada vuelve a ver la figura de tamaño irreconocible, el calor juega malas pasadas, y la silueta aparece y desaparece en las dunas siguiendo vuestros pasos.