La razón de haber querido contactar con el señor de la región era por ser un Szantovich, como al último caballero que había servido. Aún así Mihail había tratado con suficientes campesinos como para saber que sus miedos nunca eran infundados.
Mihail inclinó la cabeza a modo de saludo.
Gracias por el consejo amigo, puedes apostar ese molina tuyo a que voy a seguirlo.
Una última pregunta, si tuvieras que salir de este condado en las presentes fechas, ¿hacia donde te dirigirías?.
-Difícil pregunta amigo... Son muchos los rumores que llegan de todas partes y no sabría decirle si son ciertos o no. Pero si es cierto que los magiares han entrado en el país por ambos lados la opción que yo escogería sería refugiarme en Bucarest. Ninguna otra ciudad o fortaleza en el país tiene más posibilidades de resistir un ataque que la capital.
Gracias amigo,que la suerte te sea propicia le dijo Mihail mientras partía por el camino a la ciudad. Tanto el como Distancia necesitaban descanso, y además necesitaba más información sobre los magiares. Bucarest parecía buena opción sí, pero le obligaba a retomar sus pasos y cruzar Kronstadt lo cual para Mihail no iba a ser para nada facil pues seguramente su cabeza debía de tener precio.
Se dirige a algun hostal baratucho que al menos tenga abrevadero para el caballo y luego irá a alguna taberna para informarse sobre la invasión magiar y ver que opciones tiene.
Después de recorrer el pueblo te das cuenta que no existe ninguna taberna ni posada allí, lo que no te sorprende ya que en Transilvania no son muchos los lugares que tengan una.
Después de hablar con varias personas no consigues obtener más información de la obtenida hasta ese momento, aunque seguramente el señor de las tierras, el Caballero Zaius Szantovich, tenga más información te dicen, aunque te advierten que lo pienses bien antes de ir a su encuentro.
Sin dificultad encuentras un sitio para dormir durante el tiempo que te encuentres en la región.
Si quieres realizar alguna acción aquí indícalo, si sigues viajando indica el nuevo itinerario.
Tras descansar unos días y hacerse con provisiones Mihail viajará al cercano pais de Meriasch, su intención es dejar transilvania siguiendo el siguiente itinerario.
Meriasch-Balgrad-Deva siempre dirección Oeste (al menos el oeste del mapa que dibujaste).
Esa es su idea, pero vamos por partes. Mihail emprende su viaje hacia Meriasch.
- El Guardabosque Mihail Cortadedos viaja hacia el Oeste, hacia Mediasch, eludiendo caer en las redes del malvado gobernante local: el Caballero Zaius Szantovich.
- "¿Quién era ese viajero?" -
- "Nadie, mi señor. Un simple campesino de paso." -
- "Debería de haberse presentado ante mí y haberme pedido permiso para cruzar estas tierras..." -
- "Sí, mi señor. Si queréis podemos mandarlo buscar y hacerle volver, aunque parecía más pobre que una rata... Y os advierto que olía mucho a boñiga de vaca..." -
- "Entonces es igual. Aseguráos de que la gente paga los diezmos al molinero." -
AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y DOS.
PRINCIPIOS DEL OTOÑO.
Los días con sus noches habían ido desgranándose conforme la comitiva avanzaba en pos de su destino, una difícil e improbable paz con las fuerzas magyares que habían asolado una buena parte del país. ¿Que podía ofrecerle aquella pobre comitiva al señor de la guerra que había provocado el exilio del mismísimo Voivoda para hacerle renunciar a una conquista gloriosa? ¿Acaso un noble menor, señor de un territorio paupérrimo y olvidado, podía erigirse en el interlocutor válido para llevar a cabo tales negociaciones? ¿No debía considerarse aquello más como un insulto y una provocación que como un verdadero esfuerzo por obtener una pax universalis et aeternum?
Fuera como fuera y lejos de cualquier ayuda, los carruajes, con su población de nobles, religiosos y criados, así como los soldados que los guardaban, avanzaban sin ceder al desánimo o al cansancio o a lo improbable del éxito de su misión, por los diferentes territorios dejando atrás campos abandonados, cuyas cosechas se pudrían pues los campesinos que habrían de recogerlas abonaban con sus cuerpos y su sangre las fértiles tierras, ciudades y pueblos desiertos, castillos solo habitados por los espíritus de sus primigenios señores.
Y al frente de esta pobre comitiva, Durius de Slobozia, sumergido desde hacía varias jornadas en un estado de humor sombrío y funesto. La muerte de su prometida y futura esposa, Vlava Szantovich era la causa de tal ánimo. Silencioso cabalgaba sobre su semental, alejado del convoy evitando todo contacto, toda conversación, centrado en su propio dolor y en el recuerdo de las llamas de la pira que habían devorado el cuerpo de la noble Szantovich y cuyas cenizas había sido dispersadas por el viento. Ya nada quedaba de ella. Ni de su familia. Su apellido había muerto como tantas otras cosas y solo perduraría mientras perdurase su recuerdo en la mente de unos pocos mortales. Y cuando ellos cayeran bajo el peso de la guadaña, habría muerto definitivamente.
Y fue así como llegaron a las puertas de Schaasburg.
- En mitad de la noche, llega la comitiva del Señor de Slobozia a las puertas de Sighisoara.
- Ante ellas, aguarda una milicia campesina, de apenas diez hombres armados con simples lanzas. Parecen asustados ante la fuerza de caballería que acompaña al Caballero Durius.
- Todos ellos, excepto su líder, que no muestra miedo alguno.
- "¿Sois los bandidos? ¿Finalmente os habéis decidido a atacarnos tras un año de asedio? Sabed que aquí no encontraréis gran cosa que robar, que venderemos caras nuestras vidas y que el Conde Bratovich nos vengará." -
Dice esto desenvainando su espada nobiliaria.
- ¡Alto! - grito al tiempo que elevo la mano y haciendo detener a nuestra comitiva -. En vuestro lugar, señor, bajaría esa arma. No somos bandidos, ni tenemos intención de tomar por la fuerza nada. Somos viajeros de paso. Simplemente. Hemos llegado en paz y es nuestra intención seguir de igual modo. Salvo que os opongáis a ello, naturalmente, en cuyo caso me forzaréis a responder a vuestra violencia con violencia - digo extrayendo mi espada de su vaina -. Aunque confío en que la sensatez se imponga y nos franqueéis el paso.
- "Hay al menos tres peligrosos grupos de bandidos que nos acosan desde hace meses: La Banda de los Perros, la Banda de los Leales al Conde, y la banda de los Sajacuellos. Sois los primeros viajeros que llegan a Sighisoara en mucho tiempo.
A decir verdad, por vuestro equipo, caballos y carruajes, no tenéis el aspecto de unos bandidos, sino más bien de personas pertenecientes a la nobleza." -
- Solo puedo decir lo que ya os he dicho. Somos gentes de paz y tan solo estamos de paso. Como podréis observar escoltamos a un grupo de hombres de la Iglesia. Ahora, si no hay mayores problemas, quisiéramos seguir con nuestro camino.
- "Partid en paz si ese es vuestro deseo, aquí no tenemos nada que ofreceros." -
- Paz también para vos y vuestros hombres - digo al tiempo que hago un gesto para que la comitiva reinicie la marcha sin envainar la espada. Sea como sea, el hombre no me inspira confianza -. ¡Adelante!