Partida Rol por web

Al cabo de unas tres horas desde que Shiroi y Oni Negro partieron, vuelven a los muelles. Allí sólo se encuentra Kaori que lleva a la ronin y al cangrejo a una taberna donde están los demás.

Tanto Oni Negro como Shiroi parecen en buen estado, sin síntomas de lucha. Traen víveres.

El Cangrejo se acercó a sus compañeros y tomó asiente en un lugar vacío.

-"Ya estamos de vuelta. Tenemos víveres para prácticamente llegar a todos nuestros destinos. Espero que no os haya echo esperar demasiado. Debemos ponernos de nuevo en marcha. De camino os pondré al día". Concluyó Oni Negro con una sonrisa amplia detrás de su máscara, pero cuya expresión ya no era difícil de apreciar por aquellos que le acompañaban.

Tras vaciar un par de botellas de sake y lanzar alguna que otra pregunta indiscreta a Tameiki, regresaron sus compañeros.
Por fin. Comenzaba a imaginarme cosas... dijo, pero cuando le miraron se encogió de hombros.
Partamos pues. añadió, secándose la boca de forma tosca con el dorso de la mano.

Se mantuvo en silencio, como casi siempre. Ya contarían qué había pasado en Kyuden Hida, pues para bien o para mal cualquier detalle en la misión de uno u otro Trueno podría ser importante para el desarrollo final. En cualquier caso, agradecía de nuevo ponerse en marcha. La tensa espera no había sido precisamente de su gusto, y aunque se quedase callada y no se la notase, la paciencia no era de largo una de sus virtudes Dispuso todo lo necesario en sus escasas pertenencias para partir, y se aseguró que los Pergaminos Negros estaban a buen recaudo

Permaneciendo con los ojos cerrados contra una pared cercana al grupo, alejado un poco de las preguntas del Moto a la pelirroja, sumido en el desinterés y el aburrimiento, pensando en qué momento llegarian el cangrejo y Shiroi, cuándo finalmente el dúo llega de su misión, a pesar de mirarlos sin expresión,se sintió agradecido por qué ambos ya estuvieran ahí.

Ahora toca ponerse en marcha y salir a su objetivo, si es que nada malo pasa en el camino, y sin decir nada, juntó las pocas pertenencias, saliendo tras el grupo.

Al no encontrar mayores respuestas en los heimin que todavía pululaban por el puerto, el antiguo León desistió de seguir indagando, y tuvo que conformarse con aguardar las noticias que pudieran traer sus compañeros.

Sin embargo, toda la situación le seguía pareciendo demasiado extraña, y no podía evitar que se le erizaran los pelos de la nuca. De modo que, cuando los demás decidieron relajarse un poco, el solemne samurai permaneció firme en su puesto, escrutando el horizonte como un vigía de alguna plaza fronteriza, esperando impaciente el regreso del Cangrejo y la joven ronin.

Cuando los dos Truenos aparecieron por fin en la lejanía, sanos y salvos, y sin ningún ejército acechando tras sus pasos, HIDENAGA elevó una muda plegaria de agradecimiento a los Kami.

Sin embargo, pronto las palabras de ONI NEGRO volvieron a dejarle un rictus de preocupación en el rostro. Pues desde que habían comenzado su peregrinar, las buenas noticias se habían vuelto toda una sorpresa...

No pudo evitar dibujar una sonrisa ante los comentarios de Valkai que, si bien atrevidos, desde luego le parecían interesantes. Ningún samurai puramente rokuganés se atrevería a flirtear o preguntar de aquella manera, y ahora que estaba creciendo, aquello era más nuevo, si cabía, para ella; tal vez debería dedicarle algo más de su atención, después de todo. Además, ¿quién sabía si sobrevivirían al día siguiente?

Participó también del sake y trató de hacer cómplices de la conversación al resto del grupo, pero parecían más preocupados, como era lógico. Cuando se empezó a sentir más a gusto en la conversación, la ronin blanca y el Oni negro regresaron junto al grupo, con una buena noticia y con, aparentemente, más información. Tan pronto como el resto se preparó, Tameiki dispuso su equipaje y se puso en marcha con ellos.

Antes de continuar, tanto Oni Negro como Valkai saben que adentrarse en las tierras sombrías sin jade conlleva corrupción. La mancha se extenderá por aquellos que no posean jade. No sería la primera vez que alguien que se adentra en las Tierras Sombrías pierde la cabeza. Quizás vosotros no podéis permitiros el lujo de corromperos de forma gratuita, aunque es un hecho que la tribu de rátidos está más cerca y daríais un rodeo si vais antes a las minas de jade quizás no sería mala idea. Incluso podríais plantearos entrar antes a la tumba de Iuchiban, aunque seguramente sea el destino más peligroso.

La tribu de rátidos está a cinco días aproximadamente, adentrándose en las tierras de Fu-Leng, mientras que si vais al norte a por el jade tardáis unos diez días en llegar a las minas. Aunque nadie sabe con seguridad si encontraréis jade allí.

La tribu de rátidos pensáis que está a cinco días por un mapa que tiene Hidenaga.

Las minas de jade sabe más o menos Oni Negro donde se encuentran y con la ayuda de un mapa de Shiroi podéis localizarla.

Por otro lado está el caballo de Valkai, si se adentra en las tierras sombrías sin jade también se corrompería.

La única libre de corrupción sin jade es Kaori, a pesar de llevar los pergaminos.

Llegados al navío los Truenos se prepararon para partir con dirección a las Tierras Sombrías, pero antes de partir el Cangrejo se dirigió a todos en conjunto. –“Hermanos, la situación se ha tornado cuanto menos complicada. En la gran Montaña no encontramos ni rastro de jade puesto que el Gran Oso ordenó que fuera llevado todo el que poseía el Cangrejo hacia la capital. Por otro lado conseguimos información acerca del estado de las otras fortalezas que componen las tierras del Cangrejo, debido a encontrarnos con Hida Aorano-sama; un samurái de la guardia de Hida Kisada-uesama encargado de Kyuden Hida durante la ausencia de su Señor. Al parecer las otras fortalezas están también vacías de samuráis pero disponen de alguien al cargo nombrado por el Campeón Cangrejo; eso significa que podremos movernos con facilidad por las tierras de mi clan sin tener que dar demasiadas explicaciones a partidas de guerra”.

Oni Negro hizo una pausa antes de continuar mirando a Valkai antes de retomar. –“Disponemos de alimentos suficientes para cumplir con nuestro objetivo directamente gracias al raciocinio que aprendí tiempo atrás, pero Tierras Sombrías no es lugar para animales de ningún tipo. La carencia de jade es un gran problema, puesto que la corrupción de este lugar se lanzará como una bestia hambrienta sobre nosotros devorando nuestra cordura sin piedad y para cuando nos hayamos dado cuenta estaremos matándonos entre nosotros. Sólo veo dos opciones. La primera es ir hasta las minas de jade, con la esperanza de poder encontrar jade en bruto que nos pueda proteger en el interior de las mismas o ir en busca de la tribu de rátidos, por desgracia se encuentran en direcciones opuestas. La tribu está a cinco jornadas a pie y las minas a diez, sin embargo la tumba de Iuchiban se encuentra cerca de las minas. Además, solamente me queda un dedo de jade reluciente, los demás han perdido su brillo después de adquirir esa opacidad que es tan característica”.

-“Debemos decidir antes de tomar una ruta u otra. En lo que respecta a los rátidos, por lo poco que sé son una raza que no se corrompe como nosotros ya que tienen una gran resistencia a la corrupción y no son necesariamente nuestros enemigos. Por lo que puede que tengan algo de jade y que necesiten algo que podamos ofrecerles como pago; pero esto último son sólo suposiciones”.

Asintió quedamente. No iba a opinar, puesto que ella era inmune a la Mancha y no podía tomar parte en una decisión que afectaba a aquellos que no lo eran. En cualquier caso las dos opciones contaban con sus pros y sus contras. Lo malo era la carencia de jade. De no encontrarlo, es posible que los demás se volvieran locos y asesinos a su alrededor, y ella se mantuviera aislada, sola, sin nadie en quien poder confiar. Al menos portaba los Pergaminos Negros, y en caso de que sus camaradas cayeran en el abismo de sus propias almas corruptas no se los llevarían consigo. No era demasiado alivio, pero la situación no daba para más

Observó en lontananza, allí donde se perdía la vista. El color parecía haberse difuminado completamente, y sólo diversas tonalidades de gris daban fe de la continuidad de la tierra. No oía animales, ni tampoco sentía vida alguna en las proximidades. Únicamente árboles en la lejanía, sin florecer, marchitados en sus raíces, incapaces de cambiar de hogar...
Y allí, en mitad del yermo vacío que predecía al Pozo del Abismo, es a donde iban

-Según creo... -comenzó Tameiki, aventurándose más de lo que quisiera- Los rátidos también necesitan que Fu Leng caiga... así que deberíamos suponer que nos ayudarán en la medida de lo posible, si no dándonos directamente el jade, dándonos información fiable de donde conseguirlo -argumentó la joven, observando a los presentes y encogiéndose de hombros.

Oni conocía aquellas tierras, y lo cierto es que alimento no les faltaba. Teniendo en cuenta el problema de la corrupción (al que ella misma aún no se había enfrentado y al que no estaba segura de poder enfrentarse) lo más sensato era encontrar jade, pero arriesgarse a un gran rodeo para no encontrarlo...

-Mi voto es dirigirnos a la tribu de los rátidos... espero que ellos puedan darnos el jade que necesitemos -dijo finalmente.

La Dragón cerró los ojos concentrada en sus recuerdos...

Algunos eran viejos, tan antiguos como la misma batalla del Río Durmiente. Y no eran suyos. Eran parte de una mancha, de una corrupción inalterable en sí misma, que viajaba a través del tiempo con el ímpetu con el que el agua se derrama de las montañas cuando se funde del hielo. Abrió los ojos ligeramente, y observó de nuevo en lontananza. Su mirada era agresiva y paciente, distinta a cualquier otra. Quizá porque no buscaba en las Tierras Sombrías su futuro, o el de sus compañeros, sino el pasado

Otros, en cambio, eran nuevos como las lecciones que aprendía de niña en el templo del Dragón. Y se preguntó si, por algún casual, la ronin estaría en lo cierto. ¿Los rátidos eran en verdad criaturas de las que fiarse? ¿Habría jade en algunas de las dos localizaciones? No temía por su alma, pues el Kami Togashi la había otorgado su favor, pero sus compañeros estaban desnudos en aquel lugar. Cerró de nuevo los ojos, y trató de recordar cuanto sabía del funesto hogar de Fu-Leng

El antiguo León escuchó atento las noticias que traía su camarada, y no pudo evitar maldecir por lo bajo ante el apremiante estado de situación que debían enfrentar. Las novedades no habían sido tan terribles como había imaginado. Pero pocas cosas odiaba más en el mundo el Akodo que tener que tomar decisiones sin contar con la información pertinente. Y desde que había iniciado aquella misión, contínuamente se veía obligado a elegir casi a ciegas cada camino que emprendían.

Era como si las Fortunas se empecinaran en hacerlo esclavo de sus más primitivos instintos... algo que hasta el momento no había resultado del todo mal. Pero aún así laceraba el fiero orgullo del León.

- No podría hablar sobre el carácter de esas criaturas que mencionáis. - comentó finalmente el atribulado samurai, quien nunca, hasta ese preciso momento, había creído que los hombres-rata pudieran ser otra cosa que simples cuentos y leyendas para niños. - Ni si podemos contar con ellos como aliados o no.

- Pero dada la urgencia de nuestra situación, creo que el objetivo más cercano es siempre el más apropiado.

Pese al objetivo fallido de Shiroi y Oni Negro, me mantengo inmutable en mi lugar mientras los demas deliberan a dónde ir, lo primordial seria buscar el jade y adentrarse en las tierras corruptas, y sin embargo vamos a ir a buscar una tribu de "ratas", lo que necesitamos en este instante es jade, o lo conseguimos o todo por lo que luchamos se irá al demonio.

Y aún así, hago suspiro silencioso en mi cabeza para no crear un ambiente conflictivo, viendo qué la mayoria a decidido ir con esas criaturas, qué más me queda qué seguir la corriente de esta situación, cada vez siento mas desprecio por esta gente, pero la cooperación es necesaria si quiero salvar a Kaede-sama y al clan del Fenix de un oscuro destino.

-Veo qué ya habeis decidido, de acuerdo vamos a ver a los ratidos, parece lo mas factible de momento-

Escondiendo el mal humor de todos, forzando una sonrisa tranquila, para hacerles saber qué sigo comprometido con la causa.

Ambos sabéis con casi total seguridad que lo normal es que no haya jade en una tribu de rátidos.

-La probabilidad de que cuenten con jade es muy baja -masculló en un susurro, lo bastante alto en cambio como para que los demás lo escucharan. No es que fuera lo más honorable del mundo hacer gala de conocimientos sobre las tierras impías del Kami Caído, pero la situación estaba por encima de las etiquetas (que por otro lado tampoco incumbían a la Dragón). Su voz no dejaba lugar a dudas. ¿Podía haber jade entre los rátidos? Quizá sí. Improbable y quimérico, pero existía una remota posibilidad

El problema es que si iban hasta allí y no poseían la preciada gema verde, todos sus compañeros acabarían por corromperse uno a uno, y al final sólo quedaría la monje, incólume, pero casi con total seguridad al mismo tiempo incapaz de cumplir en solitario el destino que se les había asignado

El Cangrejo repasó los mapas con detenimiento ante las palabras de Kaori. Era cierto que las tribus se encontraban lejos de las minas, pero seguro que habrían más escondidas entre las cavernas y grutas de las tierras de Fu Leng. -"¿Estaba La Dragón en lo cierto?"

Tragó saliva con suavidad antes de empezar a pensar en voz alta como si las palabras deseasen salir por sí mismas. –“Desde el lugar más cercano que podamos atracar tenemos 5 jornadas hasta las tribus de rátidos, pero eso no nos asegura que posamos encontrar jade y tendremos otro objeto maldito en nuestro poder. Es posible que tengamos que luchar por conseguirlo y eso nos retrasaría aún más. Si por el contrario vamos a las minas, serían 10 jornadas y dos o tres más hasta la tumba. Allí seguro que deberemos luchar, pero seguramente tengamos más posibilidades de salir de allí con vida que si vamos primero a buscar a las tribus. El primer camino serían cerca de 10 jornadas de viaje más lo que tardemos en conseguir el improbable jade que ellos puedan poseer. La segunda serán 28-30 jornadas pero ya habríamos combatido y puede que tengamos algo de jade de las minas, que es más posible que la opción de las tribus”.

Para cuando Oni Negro se dio cuenta de que estaba hablando todos estaba mirándole y sopesando lo que decía. Alzó la mirada. –“Es una difícil decisión, sin duda alguna. Veamos nuestras opciones partiendo de lo que poseemos y el jade que nos queda". Comentó dejando su dedo encima de la mesa donde se encontraban los mapas. –“Tenemos dos caballos además del de Valkai que nos permitirían, según mis cálculos; recorrer las distancias en la mitad de tiempo si descansamos lo imprescindible”.

-“Me veo en la obligación de proponer que una pequeña partida vaya a caballo a ver a las tribus de ratidos compartiendo el poco jade que nos queda como nueva opción. Con suerte en poco más de seis jornadas pueden estar de regreso al lugar de partida y aunque no traigan jade de vuelta habremos recuperado un nuevo pergamino y seguiremos todos juntos y a salvo”.

La mirada del Cangrejo se oscureció por un momento antes de continuar. –“Otra opción es que me dejéis un caballo y me dirija sin descanso a las minas. La técnica que me enseñó Hiroaki-sama me permitirá resistir la influencia de la mancha como hasta ahora. No es la primera vez que me encuentro solo y sin jade en estas tierras y he vuelto para contarlo. Es cierto que nada es seguro, pero si vamos todos nos arriesgamos a que alguien pierda la cabeza y tengamos que pelear contra él, con el precio para nuestros intereses que ello supone. No es mi intención sacrificarme, pues quiero llegar a la Capital y ayudaros a derrotar a Innombrable, pero siento que debo tomar la iniciativa”.

-“Si nos decidimos por esta última opción el resto de nuestro grupo puede ir a ver a las tribus y nos reuniremos a medio camino. Reconozco que es arriesgado, pero nunca ha sido algo segura nuestra misión. Además si no regreso, sólo habremos perdido a uno y sin necesidad de luchar. Creo que es una muy buena opción”.

Las palabras del Cangrejo no demostraban tristeza, sino la determinación que siempre le había caracterizado. Estaba dispuesto a dar su vida, su cordura y su alma si era preciso en esa misión. Ni un atisbo de duda, sólo deber.

Tiro cazar o conocimiento de tierras sombrías para ver si con lo que sé puedo hacer que el viaje sea más corto utilizando las grutas o utilizando atajos en el terreno. 

Sopesó en silencio la idea. Parecía cuadrar con sus opciones de un modo sutil, por mucho que nada de lo que hicieran en aquellas tierras muertas lo fuera. -Iré contigo. La Mancha no atravesará la tinta de Togashi-Kamisama -comentó, con los ojos clavados sobre el mapa. Cuantas más opciones tuvieran mejor. Sin embargo era ella quien portaba los Pergaminos Negros, y como guardiana temporal del destino debía protegerlos a toda costa. Incluso con las vidas de sus compañeros, si así debía hacerse. Acompañar al Cangrejo podría suponer un riesgo añadido, así que optó por plantear la cuestión y que él (o cualquiera de los demás) con suficientes conocimientos de las Tierras Sombrías decidiera. Se giró y los observó a todos

-Sin embargo he de advertiros que el Cuervo que anida en mi espalda hace que sea prácticamente imposible pasar desapercibidos conmigo en el grupo. Las criaturas del averno creerán que estoy hecha del mismísimo jade, y no dudarán en atacar -y así, en la ignota balanza de los dioses, se distribuía el más poderoso de los dones (la inmunidad absoluta al mal del Jigoku) con la transformación del Dragón en una diana ambulante. Y, por ende, también los demás...