Partida Rol por web

Al abrirse la celda y contemplar el cuerpo sin vida de Kaori una profunda tristeza inundó todo mi ser. Había sido nuestra compañera durante un largo y peligroso camino. Todo lo que había...hemos logrado juntos merecía un final mejor que ese. Asesinada en una fría celda.

Tras escuchar lo sucedido comprendo que ha encontrado su destino, y a pesar de comprenderlo y no entender sus acciones, no puedo evitar que su muerte aflija mi alma.

Mientras pienso eso hago una profunda reverencia hacia el cadaver de la dragón y, con una última mirada a la puerta de la celda, sigo con pesadez al resto de mis compañeros sin comprender como todo el mundo actua como si no hubiese muerto una heroína del Imperio. En la vida el pragmatismo tiene una gran utilidad, pero todo samurái que haya servido con tanta lealtad y sacrificio merece más que un simple segundo de silencio e incredulidad.

Tras la decisión de Shiroi, Oni Negro y ella entran en la celda y cierran de nuevo a sus espaldas la celda volviendo los guardias a la posición en la que se encontraban.

Shiroi reconoce a Doji Hoturi allí, sentado en la celda tapándose parcialmente los ojos con la mano, al parecer le molesta la luz.

Tiene mal aspecto, desaliñado, demacrado y con la ropa sucia. Está encadenado y esposado a la pared. 

No habla, de momento.

-Hoturi-niisan... -Musitó Shiroi, impactada al ver en ese estado a su hermano mayor. -Soy yo, Shiroi. 

-Vamos a sacarte de aquí. -Susurró, en un tono de voz más confiado, mientras daba un paso hacia él iluminando su propio rostro para que él pudiera reconocerla. -Dinos, ¿qué es lo que ha pasado?

Su voz está algo enronquecida, algo impropio de él ¿qué truco es este ahora? maldita escorpión, no caeré en tu trampa de nuevo. No sé qué estás hablando. Si mi destino es morir moriré, ya te lo he dicho, no comeré mientras me tengas aquí encerrado como un criminal. No tienes corazón y pensar que te amé.

Ahora os fijáis y tiene un plato de comida intacto junto a él, lo único que ha hecho es tomar la bebida.

-¿Amar? –Replicó, casi inconscientemente, incapaz por un instante de aceptar aquella revelación que había escapado de labios de su hermano. No tenía sentido. Su hermano mayor siempre había sido para ella la personificación de la perfección. Incluso cuando la despojó de su nombre y la lanzó a los caminos, nunca lo había culpado. La idea de que mantuviera una relación con la la antaño Bayushi Kachiko le resultaba casi imposible de creer. -¿A la Emperatriz?

Pero su sorpresa no duró mucho. O al menos, no lo hizo de forma visible. Un momento después, el rostro de Shiroi quedó limpio de emociones a medida que la antigua Doji recuperaba su autocontrol.

-Doji Hoturi. Hermano. –Cada palabra de la ronin caía como una losa de piedra, repleta de autoridad y de firmeza. A pesar de que su voz era tan hermosa como siempre, de pronto sus frases habían dejado de ser súplicas. Eran órdenes, destinadas a destruir la apatía de Hoturi. –No sé qué te ha pasado, ni cómo has acabado aquí, pero vas a salir con nosotros de esta prisión. Y vas a contarme qué es lo que te ha sucedido. Y si vuelves a ofenderme dudando de mi palabra, hermano, entonces te liberaré sólo para que respondas a esa ofensa con tu acero. Me quitaste el nombre de Doji, pero sigo recordado cada día en el dojo.

-No sé qué te ha pasado ni cómo has acabado aquí. Creía que habías caído en XXXX, como me dijo Kuwanan-niisama. Han pasado muchas cosas desde entonces. Los Matsu casi han acabado con nuestro clan. Alguien que se hace pasar por ti ha alzado los cadáveres de nuestros hermanos para devolver el golpe por duplicado. El Gran Oso ha enloquecido y ha tratado de asaltar la capital, pero ha perdido. Del Cangrejo sólo quedan restos, pero las legiones leales también están hechas pedazos.

-Y yo… con otros seis samuráis, y el daimio del Dragón, hemos dado muerte a Fu Leng. El monstruo se escondía en el cuerpo del Emperador. Ahora sólo queda Kachiko. Y Kachiko… -No terminó la frase. Esperaba que fuese él quien lo hiciera.

-El Imperio necesita ayuda. –Continuó, con fuego en la voz. -Necesita a alguien que guía a las fuerzas para oponerse al ejército de muertos que dirige tu doble. Y necesita saber que el Campeón de la Grulla no es un maho-tsukai, sino un héroe del Imperio. Kakita Toshimoko-sensei espera fuera, junto a Shizue. Son lo que aún nos queda.

-Así que encuentra fuerzas, hermano.

-Oni Negro-san… -Dijo, con la misma voz inflexible con la que se había dirigido al hombre que acababa de llamar hermano. Sin embargo, Oni Negro percibía el ligero temblor en su voz, el dolor que ocultaba detrás de su imperturbable rostro de mármol blanco. –Por favor, asegúrate de que no estamos frente a una criatura de las Tierras Sombrías o un Manchado. Luego lo liberaremos. ¿Podrás romper esas cadenas?

El Cangrejo solamente asintió ante las palabras de la Ronin y dejó a buen recaudo sus armas a Valkai. -"En tus manos dejo el futuro del Cangrejo. Volveré enseguida Hermano, cuídalos". Sin mediar otra palabra de dejó su Nemuranai y su Daisho. Y se encaminó hacia el interior de la celda tras los pasos de Shiroi

El Cangrejo se movió con cautela, esperando una emboscada, sin embargo sus pasos se volvieron de nuevo pesados al comprobar que en aquella celda se encontraba un hombre venido a menos y que Shiroi lo reconoció al instante.

No dijo nada, se mantuvo de pie serio tras de su máscara y en silencio sepulcral. Hasta que la Ronin le introdujo. El corpulento samurái, entonces; se acercó al hombre esposado a la pared y lo observó directamente tras de su máscara de demonio en busca de señales evidentes de la enfermedad del alma (1).

Hago una profunda reverencia al Cangrejo cuando me deja las armas. 

Estarán esperando el regreso de su señor

Oni Negro empieza a buscar signos de evidencia de la mancha en el cuerpo de Hoturi. Se fija en el pelo y no ve nada extraño. En las uñas, a pesar de estar sucias, no tienen signos de la corrupción, la suciedad es la normal en el estado en que se encuentra. Su cuerpo está más delgado y demacrado de la cuenta pero es debido a malnutrición, no a la mancha. Por último, intenta averiguar si su mente ha sido afectada por la oscuridad; sin embargo, a pesar de que tiene señales de estar mal mentalmente, es debido a un trauma reciente y no a la influencia del innombrable.

Shiroi, ¿eres tú? sí, sí lo eres. Tienes que sacarme de aquí se incorpora pero le flaquean las piernas y se mantiene en pie con mucho esfuerzo Kachiko es nuestra enemiga, ella creó el doble mío. ¿El emperador era Fu-Leng? claro, por ello el veneno no le afectaba. Tosimoko-sensei está vivo, qué gran noticia! Hermana tenemos mucho de qué hablar pero una vez me saques de aquí ¿cuál es el plan?

En el momento en que hace la última pregunta suena un Gong, dando la señal de que se acercan enemigos a Otosan Uchi.

Tras entrar en la celda Oni Negro y Shiroi, pasados unos minutos suena un Gong, señal de que la ciudad imperial está siendo atacada.

Los guardias se impacientan y otros samurai, que estaban vigilando otras celdas o haciendo guardias, dejan muchos de ellos sus puestos para salir de las mazmorras.

Por mi parte me mantengo inmóvil, con las armas de un samurai no voy a moverme ni un ápice de mi lugar. 

El León escuchó el gong, una invasión estaba más que cerca, y el nerviosismo se notaba en el rostro de los guardias que custodiaban la entrada a la jaula, se quedó ahí custodiando la entrada junto a los otros.

Por qué no aprendió Jujutsu en su tiempo de juventud, podría ser de más ayuda ante un enemigo, solo usando sus manos. Respiró profundo tranquilo y seguro, pese a que el dolor era una agonía, ni siquiera se inmutó. 

El cangrejo buscó un indicio en todo aquel hombre sin encontrar nada, solamente el cuerpo de un samurái firme a sus creencias que la fuerza del honor mantenía con vida a pesar de las adversidades. Oni Negro no dijo palabra alguna, dio dos pasos hacia atrás y se arrodiló quitándose la máscara en el proceso y dejando su yelmo en el suelo a su derecha como si se tratase de su Daisho y se inclinó hasta que su frente tocó el frío suelo de la celda.

-"Perdonad las dudas de un necio, Doji-sama. Pues en los tiempos que corren toda precaución es poca; cuando todos los que hicieron juramentos desatienden sus obligaciones en pos de su beneplácito personal".

La mano del Cangrejo se introdujo en su furoshiki para sacar parte de las escasas raciones que disponía y alargar su guantelete hacia el hombre desnutrido. -"Aceptad esto como disculpa, no es mucho, pero es todo cuanto me queda. El Imperio os necesita".

Hace un gesto con la mano a Oni Negro quitando importancia al hecho agradezco tus disculpas, pero no tienes que regalarme nada por ello, qué mejor regalo que sacarme de aquí y que acompañes a Shiroi

Ese gong es señal de que la ciudad está siendo atacada o va a ser atacada, deberíamos hacer algo aparte de sacarme de aquí, aunque si Kachiko sigue siendo la emperatriz querrá acabar conmigo y todos mis aliados. 

¿El emperador entonces ha muerto?

-El plan es… hay dos Seppun fuera. Los dejaremos fuera de combate y te pondrás las ropas de uno de ellos para salir. –Dijo con naturalidad, exponiendo la idea que ya llevaba tiempo fraguada en su mente. -Una vez fuera, nos reuniremos con Toshimoko-sensei y Shizue-san, y tomarás las riendas del clan.

-Si algo saliera mal, asumiré toda la culpa. –Dijo, con una sonrisa amarga. –Al fin y al cabo, no soy más que una ronin. No traeré vergüenza a la familia Doji.

-Y una vez hecho eso… tal vez las tropas no te acepten hasta que revelemos el engaño de tu doble. Las Legiones Imperiales… no, todo Rokugán tiene que ver que era una mentira de Kachiko. Tenemos dos opciones. O bien atacamos junto a las legiones leales para destruir al doble… -Suspiró, con cierta ansiedad. El conflicto parecía nunca terminar. -O bien nos dirigimos directamente hacia Kachiko.

-De todos modos, hermano… hay algo que no entiendo. –Preguntó, frunciendo el ceño. -¿Por qué Kachiko te ha hecho esto? Ella… ella nos ayudó para que actuáramos contra Fu Leng, hace ya tiempo. ¿Es que sólo era una maniobra para obtener el trono?

-Y sí, el Emperador ha muerto, junto con Togashi-sama. –Contestó a la pregunta de Hoturi. -El hombre que me acompaña fue quien acabó con la existencia de la bestia en la que se había convertido.

-Oni Negro-san… ¿puedes abrir esos grilletes, o necesitaremos las llaves de los Seppun? –Preguntó finalmente, mientras se dirigía de nuevo a la puerta. De una forma u otra, necesitaría las ropas del Seppun para salir, y eso llevaría a lo que esperaba fuese un mínimo conflicto.

Oni Negro guardó las bolas de arroz secas en su furoshiki de nuevo e inspeccionó los grilletes, no era tan hábil como sus hermanos en la cerrajería e ingeniería, pero algo habría que pudiera hacer. (1)

-"Esperad Shiroi-san, tendríamos que pensar en qué hacer si ellos no poseen las llaves, cosa que dudo bastante".

Al sonar el gong que señala el ataque mi cuerpo quiere reaccionar, pero a pesar de ello no me muevo. Permanezco inmovil junto al resto de truenos esperando a que la puerta se abra.
Las ganas que se siento de ayudar en la batalla provocan que mire la puerta con cierta ansiedad.

Mientras espero no puedo que mis pensamientos vayan cambiando de dirección.

Mi honor me exige luchar junto a los mios, peroel esfuerzo y las heridas sufridas al derrotar a Fu Leng nos tienen a todos agotados. ¿Será aquí donde caigamos todos?

Sin duda hay que acabar con Kachiko, ahora tenemos una oportunidad perfecta. De poco servirá ganar la batalla si ella es ahora la emperatriz y lo sigue siendo. Hay que acabar con ella.

Por su parte Oni Negro ve que las cadenas son de buena calidad y están incrustadas en la pared. Pero nada que se pueda resistir a su Tetsubo o a su katana Kaiu, quizás tenga que dar varios golpes pero acabarían rompiéndose.