Partida Rol por web

Grr un gruñido, como un quejido más que como amenaza sale de sus labios el emperador era débil, estaba enfermo y no sabía gobernar. A pesar de ello todos los clanes le respaldaban; pero para mi no era el emperador si no un miserable niñato que había obtenido poder por herencia. La única forma de salvar el imperio era destruir su trono y construir uno nuevo y yo Hida Kisada me lo propuse. La forma más efectiva de hacerlo era con aliados y nadie se quería unir a mi excepto las tierras sombrías. Criaturas a las que mataría sin honor, pues no lo merecen, una vez hubiera obtenido el trono. Ahora el emperador ha muerto y no hay heredero al trono, Bayushi Kachiko es emperatriz pero una mujer no debe gobernar y menos ella escupe al suelo con desprecio prefiero morir con honor que seguir sirviendo a este imperio maldito si es que no hay nadie que lo dirija con fuerza como es debido.

El Cangrejo giró su gesto al escuchar las verdades de la palabra de su antiguo Campeón. Sabía que el Gran Oso era un hombre de acción en lugar de palabra, sin embargo eso no le libraría de ser juzgado por las Fortunas como todos los mortales que moraban en Rokugán. Sin embargo su mirada se tornó seria y penetrante cuando escuchó por segunda vez una palabra que para él tenía sentido, pero por el que la utilizaba no.

-"¿¡Hablas de honor!?" Alzó la voz Oni Negro realizando una pregunta retórica. -"Alguien que ha olvidado sus votos, que falla a su deber y que se deja llevar por sus deseos egoístas y orgullosos, no posee honor. Y aun peor cuando lleva a toda su gente a la guerra y al sufrimiento por su egocentrismo. Un Daimio debe pensar en sus súbditos y en sus seguidores, así como un campesino debe lealtad a sus superiores o debe alimentarse para tener fuerzas para trabajar la tierra. Cada uno sabe qué debe hacer y qué se espera de él, eso es el honor. No es una simple palabra; es mucho más que ello..." 

El Trueno parpadeó varias veces, como si algún tipo de disputa se labrase en su interior, pues después de todo, Hida Kisada era su Señor, caído en desgracia, pero su Señor al fin y al cabo. Sin embargo se recompuso rápidamente antes de continuar. -"Estás en lo cierto al afirmar que el Emperador poseído por el Innombrable ha sido derrotado, pero todavía quedan cosas por arreglar. Supongo que no tendrás ganas de contarme nada de lo sucedido en el Imperio durante mi misión, pero comprenderás que tu punto de vista es importante para mi, es por eso que te lo preguntaré sólo una vez... ¿Qué ha pasado durante mi misión en el Imperio Esmeralda?" El Cangrejo se posó la mano derecha sobre su mentón mientras meditaba unos segundos. -"¿Ha llegado a mis oídos que el León Negro se enfrentó a tus ejércitos en primera instancia, pero si has llegado hasta aquí es que los derrotaste. ¿Qué ha sido de él y de sus aliados?"

-"¿Qué sabes de la guerra entre la Grulla y el León? Parece que alguien ha levantado a los muertos para servirle y utilizarlos como nuevo ejército inmortal. ¿Sabes quién acaudilla esas huestes de no-muertos?"

E silencio volvió a ser total en la celda antes de que Oni Negro retomase. -"Hay algo más, la Emperatriz. ¿Qué puedes decirme de ella? ¿Qué ha echo o dejado de hacer para que alguien como tú la odie tanto? Ayúdame a poner en orden y a fortalecer el Imperio que dejaremos a nuestros hijos, te lo pido por favor Hida Kisada". El Cangrejo realizó una reverencia ante su antiguo Campeón para incorporarse de nuevo y mirarle directamente a los ojos. -"Hablando de hijos, ¿Qué ha sido de Yamako-sama y de Kuon-sama? Ellos siguen siendo mis Señores y les debo lealtad, decidme lo que sepáis de todos esos asuntos y haré lo que sea necesario para que ellos sean los que devuelvan el nombre a nuestro Clan, devuelvan la gloria al Cangrejo".

Hablo de honor, no tengo que justificarme ante nadie, hice lo que debía hacer. En todo momento pensé en mis súbditos, ya te he explicado el motivo por el que lo hice, si no lo quieres entender no lo entiendas.

Toturi-san, el León Negro fue derrotado por mis propias manos y su ejército sin cabeza no tenía nada que hacer. Sus ronin junto con los Unicornio y los Dragón, que se unieron a él para pararme, no eran rival a mi ejército y estrategia sin su líder. 

Del León queda poco ya al igual que de la Grulla, lo último que oí de los no-muertos era que se encaminaban hacia aquí con un ejército enorme liderados por Hoturi-san. 

La Emperatriz tuerce el gesto con desprecio es una traidora. Se casó con el emperador para salvar su estatus, aquel que destruyó su clan y mancilló el nombre de su anterior esposo Shoju-sama. ¿Quién quiere una emperatriz así? Además de que es mujer y nunca debería gobernar el imperio una mujer. 

Mi hijo Hida Yakamo ha muerto en esta batalla, si a alguien deber servir es a Hida Sukune-sama. Sukune-sama no está aquí, me intentó convencer varias veces de que las nagas del bosque Shinomen se aliarían con nosotros y cuando gané la batalla del paso Beiden se dirigió hacia allí. Desde entonces no sé nada de él.

El Cangrejo bajó la mirada al escuchar la noticia del fallecimiento del sucesor de Hida Kisada en combate. sin embargo un halo de esperanza se dibujó en su rostro al saber que alguien directo en la línea de sucesión al liderato del Clan seguía con vida y no estaba de acuerdo con las decisiones tomadas. Al parecer algo de sabiduría aun quedaba en los herederos de Hida-Kamisama.

-"Lamento escuchar la noticia del fallecimiento de Hida Yakamo-sama. Pero si lo que decías es cierto, ese ejercito no-muerto no estará lejos y las fuerzas imperiales no están en condiciones de enfrentarlo con garantías, solamente un ejército entrenado y versado en combates de esa índole podría hacerle frente..." Oni Negro calló unos instantes mientras ponía en orden sus pensamientos antes de continuar hablando. -"¿Qué ha sido de las huestes del Cangrejo tras la derrota en Otosan Uchi? Son los mejores samuráis para enfrentar a esa amenaza, pero sería necesario a un buen comandante para guiarnos a la batalla... Hida Sukune-sama, podría...; pero se encuentra demasiado lejos de aquí..."

Oni Negro se acercó a Hida Kisada. -"El enfrentamiento es inevitable y hasta que podamos encontrar a Hida Sukune-sama, el Imperio Esmeralda necesitará la fuerza militar del Cangrejo. Decidme quién podría dirigir los ejércitos en vuestra ausencia. Alguien que no haya sido prendido por Kakita Toshimoko-sama y que se encuentre en la zona. Alguien a quien mis hermanos reconocieran como su comandante en esa guerra que está por venir". 

A medida que el grupo iba avanzando por la desolada ciudad, HIDENAGA creía empezar a comprender lo que había ocurrido. Por supuesto, no contaba con ninguna certeza, pues se reconocía como un completo ignorante de aquellas cuestiones. Y además, sus sentidos todavía embotados no terminaban de decidir si todo aquello no era más que la descabellada fantasía de un moribundo desesperado.

Sin embargo, el antiguo León creía bastante razonable asociar la derrota final del Kami Oscuro con aquel repentino dolor, tan insoportable, que lo había dejado completamente paralizado, cubierto de sangre y casi al borde de la muerte. La analítica mente del Akodo había llegado a la conclusión de que Fu Leng ya no se encontraba en Ningen-Do. Y se había llevado consigo todo rastro de su inmunda esencia. Incluso aquello que, adoptando la forma de la Mancha, habían pasado a formar parte del propio HIDENAGA.

No podía haber otra explicación posible. Aquel tormento insufrible solo podía ser el terrible precio que todos habían tenido que pagar para purificar sus cuerpos, corrompidos sin remedio durante las últimas semanas por la malsana exposición al nefasto poder de los Pergaminos Negros. Si era así, el antiguo León lo habría ofrendado gustoso.

Pues todo sacrificio era nimio, si lo que estaba en juego era la propia alma del samurai. O, al menos, eso era lo que había imaginado HIDENAGA en un primer momento. Pues pronto se hizo evidente que el precio bien podía llegar a ser bastante más elevado del que había imaginado.

El mero arrastrarse por las desiertas callejuelas era toda una agonía para el Trueno. Y hasta el simple acto de respirar le demandaba toda su resistencia y fuerza de voluntad. El antiguo León había soportado estoico el dolor inicial, cuando una parte de su esencia, corrupta y maldita, le había sido arrancada de su ser. Pero su cuerpo había quedado extremadamente débil. Y le costaría un buen tiempo recuperarse... si es que alguna vez lo hacía.

Por ello, se había mantenido siempre a la saga del resto. Esforzándose hasta el límite para no perder el paso. Y cuando se habían encontrado por fin con el venerable héroe de la Grulla, el glorioso Kakita Toshimoko, apenas si había tenido aliento para inclinarse en una profunda reverencia, pero sin fuerzas ya para elevar siquiera una muda plegaria.

Por supuesto, u estado no mejoró mientras se encaminaban a las mazmorras del Palacio Imperial. Pero de algún modo, el León empezó a familiarizarse con aquella exasperante fragilidad, y eso la volvía más tolerable. O más previsible, al menos. Eso siempre era bueno para un hijo de Akodo...

Ante las condolencias por su hijo muerto, Kisada, asiente agradecido. 

El ejército Cangrejo está diezmado; sin embargo, aún podría resistir una batalla más. 

Sobre quien dirigirlos hasta que llegue Sukune-sama, mi hija Hida O-Ushi podría hacerlo.

El Cangrejo asintió entendiendo que la conversación se había agotado llegados a ese punto.

Primeramente se colocó el yelmo y la máscara. Después su puso en pie de nuevo y miró a Kaori haciéndole un gesto con la cabeza hacia la puerta de la celda tratando de indicarle que era el momento de salir de allí.

Finalmente Se colocó de espaldas a su antiguo Campeón y proclamó. -"Debemos irnos ahora, tenemos una batalla que librar. Espero que las Fortunas sean misericordiosas contigo Hida Kisada". No esperó respuesta alguna por parte del hombre que dejaba atrás, no la necesitaba. Ya no.

La Dragón no se movió en absoluto
-Tú puedes irte si así lo quieres. Mi batalla está aquí -respondió sin girarse. Había consentido en toda aquella palabrería por deferencia a su compañero Trueno, pero nada más. No estaba allí como simple espectadora ni como curiosa. Su intención era la de matar a uno de los culpables de que Rokugán, y su maestro, se hubieran visto abocados a tamaña destrucción. -Ninguna Fortuna será misericordiosa contigo, Kisada. No mientras el aliento del dragón continúe vivo en mí

Agachó levemente la cabeza, y aspiró con fuerza. Notaba el poder palpitar en su interior. Cerró los puños y se concentró, para acto seguido apuntalar su pierna derecha al frente y abrir la boca. El tatuaje del Dragón palpitó en rojo, y la temperatura subió un par de grados antes incluso de que las llamas nacieran en su interior. Su intención era quemar a ese malnacido y enviarlo de vuelta al Jigoku antes de que pudiera siquiera parpadear

¿¡Estamos locos?! Claro que trato de intervenir

Al pillarle de sorpresa, no le da tiempo a defenderse y el ataque le impacta, le hace daño aunque no parece que le haya afectado mucho. La reacción del Gran Oso es clara MAL NACIDA, NO VAS A SALIR DE ESTA CELDA CON VIDA grita mientras se incorpora para abalanzarse sobre Kaori. 

Escucháis un grito que sale de dentro de la celda MAL NACIDA, NO VAS A SALIR DE ESTA CELDA CON VIDA uno de los guardias se gira rápidamente y se pone a abrir la celda mientras el otro os cierra el paso NO OS ACERQUÉIS os advierte

-No nos acercaremos, entonces. -Respondió Shiroi, con extrema amabilidad, mirando al guardia que les negaba la entrada. -Sin embargo... ¿creéis que dos de vosotros podréis con el Gran Oso si éste se ha liberado? Tal vez no deberíais rechazar la ayuda tan rápidamente.