Partida Rol por web

Connor hacía tiempo que había perdido la fe en Dios y en cualquier otra creencia religiosa, pero algo debían de estar haciendo bien para que las cosas les marcharan con el viento tan a favor. Aquella tribu había hecho todo lo que estaba en su mano para ayudarles, sin haber demostrado nada ante ellos. Y además uno de sus miembros se había ofrecido como guía para acompañarlos hasta aquel templo. O eran muy afortunados, o simplemente se dirigían hacia un final terrible. Prefería convencerse de que se trataba de la primera opción

Una vez la expedición reanudó su marcha Connor volvió a sentirse cómodo. Aquella era su vida desde hacía bastantes años ya, y se había acostumbrado, o tal vez resignado, al incordio de los mosquitos, el calor sofocante y todos esos puñeteros regalos que los lugares selváticos tenían preparados para el visitante que osaba cruzarlos. Trató de no pensar demasiado en el peligroso puente ni los precipicios, mientras sistemáticamente de vez en cuando revisaba su machete colgado a la espalda y la pistola guardad en su cartuchera: Que todo el equipo estuviera listo por si tenían que volver a entrar en combate.

Tras caminar varias horas por la selva, vuestras camisas estaban ya empapadas, y los pocos descansos que hacíais os sabieron a poco; el guía otwe insistía en no detenerse en medio de la jungla (ellos eran personas habituadas a ese entorno, y vosotros no tanto). Tras ese tiempo, el guía Mombo atravesó un último claro de arbustos bajos hasta dar con un pequeño entorno insólito: un templo con cuantiosos glifos en su fachada y zócalo, acompañado por inmensos árboles de raíces que subían por todo el edficio hasta conquistarlos por completo. Aquella visión os maravilló:

Por vuestra parte, mientras dábais pasos mirando por doquier y estirando el cuello en todas direcciones, notásteis que había gran cantidad de sillares, pedruscos y moles de piedra en derredor, arruinados por el tiempo. Aquel debía ser el famoso templo dedicado a ese supuesto dios Ak'mi de los otwes. Enseguida vísteis lo que parecía la entrada principal del templo, y Rondón quedó impresionado por tal descubrimiento (pese a que él era un guía de la zona):

Tras la extenuante travesía, gracias al impetuoso ritmo que les marcaba el guía otwe, llegaron a lo que parecía ser el templo que estaban buscando. El lugar era impresionante, pero la invasión de raices por doquier, y las señales de abandono que se podían observar por diferentes partes hacían que al menos no resultara tan intimidante como las historias que les habían contado en el poblado. Pero bien sabía Connor que no podía uno fiarse de las apariencias. Miro a sus compañeros para comprobar sus reacciones.

-Bueno, parece que es aquí. ¿Alguna idea, Elías? ¿O mejor lo hablamos con nuestro guía otwe antes de adentrarnos sin más a la aventura?

Tras la extenuante caminata, lo último que necesitaba Lecián era una lección de arqueología, pero no le daba buena espina entrar en el misterioso templo sin tener la menor idea de lo que allí esperaba.

- Señor jefe o chamán o lo que sea, ¿qué hay ahí dentro? ¿Está Marvin? ¿Y Bahoki? ¿Habrá hombres de los Katwuii?

Cuando Mahoney propuso hablar con el guía otwe, pareció que leía el pensamiento a Rondón. Éste se giró al tiempo que Martin habló con Mombo, pero éste no entendía nada de vuestro idioma (tan sólo le habían ordenado los de su tribu guiaros hasta el templo de Ak'mi). Repetía el indígena una y otra vez ese nombre, "Ak'mi", "Ak'mi", pero estaba tenso y era totalmente reticente a entrar, cuanto menos a acercarse: era como si le procurara terror el simple hecho de estar frente a la entrada del templo...

Será mejor que entremos -añadió Elías, dirigíendose también a sus dos compañeros de equipo, aparte de a vosotros-. ¡Mahú'ka! ¡Mahú! -gritó acto seguido el portugués-. Entonces el guía os miró a todos y se marchó confuso entre los arbustos de la selva, con el semblante aún torcido y asustado-. Le he dicho que regrese, que marche... o al menos eso creo. Parece que los otwes tienen cierta reticencia a entrar en el templo de su dios... Uhm, esto parece abandonado. Dudo mucho que aquí dentro esté Marvin. Pero ya aquí, vayamos a explorarlo, creo que será lo mejor, pues tal vez encontremos alguna pista. Andando.

Entonces os adentrásteis en el templo invadido por vegetación. La quietud y el silencio era prácticamente total, y aquello os desconcertaba. La entrada del mismo constaban de una decena de escalones formados por grandes lascas de piedra maciza, en descenso, que componían una escalera pronunciada. Una vez atravesásteis el arco y os adentrásteis notásteis humedad en el interior. Las paredes eran sillares bastante grandes y llenos de musgo. En ellos debía pesar el paso de los tiempos hasta el día presente. Tras el último escalón vísteis que el pasillo en el que estábais giraba a derechas y a izquierdas (y en éste último caso accedía al comienzo de una sala grande...

El guía otwe se negó a entrar con ellos. No le culpaba, sabía que aquellas tribus tenían una creencia muy fuerte en lo espiritual, y si aquel lugar les mandaba malas vibraciones suponía que no pensaba posar un solo piel en aquel templo. Así que de nuevo estaban ellos tres. Se adentraron con mucho cuidado por uno de los accesos visibles, e inmediatamente les tocó descender por una escalera. La humedad en el ambiente era sorprendentemente mayor que la que podían notar tan solo unos pasos atrás, en el exterior. Pero no iba a distraerse con eso.

Dejando atrás la escalera, dos caminos se abrían ante ellos a izquierda y derecha. El camino hacía la izquierda parecía conducir a una gran sala, y Mahoney pensó que era la mejor opción.

-Creo que deberíamos ir a la izquierda, a ver si la sala que parece haber aquí al lado es una especie de recibidor o algo así, y podemos encontrar algo que nos pueda dar alguna pista.

La naturaleza desconfiada de Martin le decía que no debía entrar en aquella boca del lobo y que el único inteligente de todo el grupo era el guía otwe, pero, si habían llegado hasta aquí en busca de Marvin, no era momento de echarse atrás. Entró en el misterioso templo abandonado detrás de sus compañeros exploradores, con la pistola cargada en la mano.

Cuando Mahoney dio instrucciones de por dónde seguir, Marvin se asustó y le hizo un significativo con el dedo en los labios para que guardara silencio. Si es aquí donde está Marvin, estará en contra de su voluntad, y no queremos avisar a sus secuestradores de que hemos llegado, pensó.

Aguzando sus sentidos al máximo por si percibía movimiento alguno, siguió a sus compañeros hacia la sala grande de la izquierda.

Nada más acceder a la sala de la izquierda, la leve iluminación que entraba por algunas claraboyas hizo que viérais un panorama dantesco. No había espíritus, monstruos, bandidos ni alimañas propias de la selva. Mientras los dos miembros del equipo de Rondón se quedaban en el pasillo principal vigilando, vosotros tres accedísteis y vístes un gran cenote ceremonial en medio de la sala. El agujero redondo dejaba un hueco en la parte opuesta donde poder pisar, pero apenas había espacio en los laterales para pasar al otro lado. Y es que en el otro lado había un acceso, un arco que avanzaba a otro sitio...

Santo Dios, ¿qué es este agujero? -se preguntaba el guía que pese a su experiencia no había visto nada parecido-.

Connor entró tras Elías, y echó un vistazo general a la sala en la que estaban. Era inevitable fijar la atención en el enorme pozo que dificultaba mucho atravesar la sala, pero trató de concentrarse en cada detalle que había en aquella zona, por si se le estuviera escapando cualquier cosa que fuera importante. No sería la primera vez que veía activarse una trampa mortal por no reparar en el objeto más ridículo y escondido que se pudiera encontrar.

Lecián miraba sorprendido el enorme pozo por encima del hombro de Elías. El hecho de que hubiera un arco al otro lado, indicaba que de alguna manera se debería poder pasar, pero también le parecía una forma ideal de evitar intrusos con una trampa bien colocada. Desde su sitio, trató de darse cuenta de si veía algún mecanismo o algo sospechoso, pero lo cierto es que ese tipo de ideas solo las conocía de haberlas leído en alguna novela por entregas.

Mientras el guía portugués preguntaba sorprendido por aquel agujero que horadaba el suelo del templo, Connor y Lecian husmeaban el territorio en derredor. No era ilógico pensar en todo tipo de trampas colocadas por doquier. El caso es que no encontrásteis nada de lo que hubiérais de temer (y ésto lo afianzó Connor con su exhaustivo análisis, al menos el realizado donde podía pisar sin peligro). De lo que sí se percató y comentó a sus dos compañeros fue lo que llegó a ver en el interior del pozo: a unos veinte metros aproximadamente descansaban restos óseos y objetos de oro y joyas tal vez ancestrales ya que...

...tal vez sean, señores -como mirando al fondo, estirando hacia abajo su cuello-, fruto de las ofrendas nativas arrojadas siglos atrás. Es muy común en las comunidades Bororo y los grupos Otwes del país arrojar pertencias y difuntos a estos sitios en honor a sus dioses -el tipo, pese a guía y militar, conocía casi por la fuerza las tradiciones ancestrales del hombre primitivo-. Y ese tal Ak'mi es la deidad de este templo.

Connor observó atentamente todo lo que rodeaba aquel foso, y también aprovechó para echar un vistazo en su interior, al fondo. Restos humanos y objetos valiosos, curiosa combinación. Aquello no terminaba de darle buena espina, pero tal vez si reunían un poco de todo lo que tenían alrededor...

-Tal vez podríamos hacer una especie de cuerda con algunos trozos de madera y unirlas con esas lianas que parece haber por todas partes. Si nadie tiene una idea mejor...

Atravesar aquello entrañaba sus riesgos, pero al menos estaba convencido de que no había ninguna trampa oculta que los lanzara a hacer compañía a aquellos esqueletos sin avisar.

Durante su más que chapucera exploración de las inmediaciones del pozo, Martin se dio cuenta de que lo que este contenía no era agua para dar de comer a animales y cristianos -como en su pueblo en Moravia-, sino restos humanos y... ¡tesoros! Así que, sin soltar la pistola en ningún momento, Martin se asomó al pozo y evaluó las posibilidades de descender a por los brillantes objetos.

Connor se encontró con un Lecián más concentrado en descender al fondo del agujero, probablemente atraído por los tesoros que se hayaban junto a los cadáveres, y a Elías sin proponer nada mejor. Así que decidió ponerse por su cuenta manos a la obra con una especie de escala, que pudieran utilizar tanto para descender al fondo del agujero como para atravesar al otro lado y continuar su camino. Nunca fue un especialista en estos asuntos, y dado que no contaba con ayuda no estaba del todo seguro de que pudiera conseguir lo que se proponía.

- Connor, ¿qué haces? ¿Una escalera? -dijo Martin cuando se percató de la actividad de su compañero.- Buena idea, te ayudo. ¿Qué te parece si primero bajo a investigar el fondo del pozo y luego tratamos de cruzarlo? Si encuentro algo interesante, podemos compartirlo. 70/30, ¿eh? Al fin y al cabo, el que baja soy yo.