Partida Rol por web

Después de escuchar las explicaciones de Elías decidió que no había de que preocuparse y Connor entro junto al resto sin mayores problemas en el poblado. Los condujeron hasta una cabaña en la que no había ningún elemento más salvo los hombres presentes. Y se les quedaron mirando sin mediar palabra, lo que le estaba empezando a resultar un tanto intimidatorio. ¿Seguro que sus intenciones eran pacíficas? ¿Acaso el profesor no había desaparecido investigando sobre aquellas gentes?

Las dudas de Connor se vieron interrumpidas cuando, repentinamente, su compañero Lecian sacó la misteriosa bola para ponerla ante los ojos de sus anfitriones.
-Elías, que está haciendo Lecian, ¿podría ser peligroso?

No tengo ni idea, amigo... -decía un ahora resignado Rondón dolido por las heridas-. Esperemos que sepan algo de Marvin...

Aquel indígena, al contemplar la bola, miró a sus otros dos compañeros. Los tres juntaron sus miradas y luego las posaron sonbre la esfera. Levantaron sus cejas, sin conocer muy bien, o al menos esa esra vuestra impresión, qué diantre significaba esa extraña esfera-. ¿A qué venir? Muchos hombres de-matarnos. ¿Qué venir?

El tipo tenía algunas nociones básicas de portugués, al igual que vosotros.

Connor miró rápidamente a sus compañeros, y como no observó intenciones de hablar en ninguno de ellos, se atrevió a tomar la palabra para intentar hacerse entender con aquellos hombres.

-Si, claro... Nosotros buscamos a Marvin Sorocco.-Pronunció despacio y con claridad el nombre del profesor-Hombre blanco, como nosotros. Haría preguntas sobre las costumbres de su pueblo, escribiendo mucho en papeles. ¿Les suena?

Quedó con la inseguridad de no explicarse bien en su rudimentario portugués, o que su descripción resultara algo completamente marciano a aquellos indigenas. Pero había que intentarlo. Tal vez Lecian o Elías podrían completar su explicación.

Al pronunciar el nombre de Marvin, los tres indígenas parecieron cambiar de parecer; parecieron alegrarse, sin embargo, levantaron una ceja en señal de duda.

Hace tiempo no vemos a Sorocco -pronunciaba la última sílaba muy fuerte-. No ver más. No saber... ¿quienes ser ustedes? ¿quien ser?

¿Sabrán algo de lo que Marvin dejó tirado en la selva, sus pertenencias? -os preguntó Rondón-.

- Mahoney, parece que a usted lo entienden mejor... pregúnteles qué es lo que buscaba Marvin cuando venía a verlos-, digo mientras me guardo la pelota en el bolsillo y saco el pañuelo previendo un nuevo ataque de tos.

Afortunadamente no solo habían entendido sus explicaciones, si no que conocían al profesor. Así que se quedó aliviado de no tener que dar más explicaciones. Miró de reojo a sus compañeros, que le ofrecían diferentes opciones, y se decantó por empezar con lo que había comentado Elías.

Sacó de uno de sus bolsillos la fotografía que había encontrado en el interior de la mochila del profesor y se la mostró alternativamente a aquellos tres hombres.
-Encontramos cosas del profesor, que había dejado atrás. Una era está foto. ¿Que se supone que es esto?

Aquella fotografía de ese totem era ciertamente tenebrosa. La figura esculpida podía recordar a cualquier cosa, pero nada en concreto. Los tipos tomaron la imagen que Mahooney les entregó, y entonces abrieron sus ojos, justo antes de cambiar el semblante.

¡Katwui! ¡Katwui! ¡Maldición! ¡Ak'mi Han takanii! -los tres tipos se levantaron entonces- ¡¡Maldad, maldad!! -se pusieron nerviosos y comenzaron a hacer aspavientos con las manos y a dar voces-. Los Katuii, los Katwui escupir a Ak'mi. Y los Katwui ser enemigo de nos. Cazar, mover en selva, y matar Otwes... y llevar a Bahoki, ¡¡ellos llevarse!!

Entonces oíste ruido cerca de la cabaña, por el exterior. El resto de miembros otwes había escuchado los gritos de su chamán y todo el poblado se había acercado para ver qué pasaba. Los tres tipos frente a vosotros seguían muy nerviosos.

¡¡Llevarse a Bahoki!! ¡Muerteee!

No hacía falta ser un lince en culturas para saber que Ak'mi era, para los Otwes, algún tipo de deidad de gran importancia.

Connor empezó a removerse inquieto en su asiento mientras observaba la reacción de sus tres anfitriones. Se temía lo peor, cuando creyó reconocer que aquella inquietud era por la mención de la supuesta tribu enemiga de la que les hablaban: Los Katwui. Escuchó los ruidos que venían del exterior, parecía que el resto de la tribu estaba atento a la conversación desde fuera. Había que hacer algo antes de que la agitación se pudiera volver peligrosa contra ellos.

-Entonces, ¿fueron los Katwui quienes se llevaron a Marvin? Y si es así, ¿donde podemos encontrarlos?

Había que ser pragmáticos, su objetivo era encontrar al profesor.

Con el pañuelo en los labios y empapado en sudor, Lecián trataba de ignorar el dolor de las heridas y concentrarse en la "conversación" con los "anfitriones". Estos habían reaccionado muy agitados ante la misteriosa foto. Martin creía haber entendido que la foto enseguida les hizo recordar a otro pueblo, los katwui, que son malvados porque cazan y matan otwes y, sobre todo, porque han escupido a Ak'mi. Hm, Lévi Strauss ya habló de Ak'mi.

En el colmo de la excitación, los sabios del poblado han explicado que los katwui se llevaron a Bahoki.

- ¿Es Bahoki Marvin Sorocco? ¿Por qué se lo llevaron? ¿Lo han matado?

Creo que Bahoki es alguno de sus miembros -Rondón conocía a algunas tribus Otwes, y suponía que aquel nombre era alguno de ellos-. Además, nos ha dicho que no sabía de la desaparición de Marvin. Con esta explicación el guía también aclaró a Martín.

Katwuii quirien el poder de Ak'mi, atraer suos ojos -decía el chamán miranod a Connor-. El templo de Ak'mi es sacrificio, su lugar. El templo peor que fuego: ¡bang! Todos morir, no luchar, ¡no luchar! -Aquello era una serie de palabras inconexas, pues el chamán, excitado aún, intentaba recomponer sus pensamientos en portugués-. No ir allí, no ir. Ir y morir. Katwuii matarse sa todos...

Entonces el Chamán ordenó algo a toda aquella amalgama de gente, y tras unos segundos, varios indígenas se hicieron entre la multitud, entrando en la tienda. Eran dos hombres y una mujer, y traían consigo algunos ramajes y arbustos. Entonces comenzaron a miraros vuestras heridas...

Esto huele a mierda podrida, señores... -decía Elias mordiéndose los labios mientras negaba, como en señal de desesperación-. Puede que Marvin esté en ese templo del que hablan... menudo panorama.

Se sintió un poco tonto por aquel malentendido. Elías tenía razón, aquellos hombres habían dicho que no sabían nada sobre la desaparición del profesor. Ese tal Bahoki debía ser otra persona. Pero aquello no era lo que más le preocupaba de aquella conversación. Sin duda todo lo que contaban sobre aquellos ritos, aquel templo, el puñetero Ak'mi que parecía estar en todas partes... Si la otra tribu, los Katwui, se dedicaban a secuestrar a gente, Sorocco tenía bastantes papeletas de haber caído en sus manos. O al menos a ese punto le llevaban sus deducciones. Algo tenían que hacer.

-Si definitivamente queremos dar con Sorocco, tendremos que ir allí, aunque aquel templo solo sea un lugar de muerte y destrucción. No se qué pensais...-Dijo mirando a sus compañeros.

No es que le emocionara hacer una visita a aquel lugar, pero si habían llegado hasta allí, al menos Connor no tenía intención de volverse a su casa con el rabo entre las piernas.

Impresionante: llevaba dos días en Cuiabá y había sufrido dos disparos, ¡pero resulta que lo verdaderamente peligroso es el templo! Nos van a acribillar allí, está clarísimo, pensó Martin divertido. Después recordó que los objetos guardados en esos templos suelen tener un precio bastante algo en según qué mercados, y las ganas de encontrar a Sorocco se multiplicaron.

La cura que los otwes le estaban haciendo en las heridas le sentaba muy bien, y dijo con buen ánimo:

- Vamos allá. Saldremos con Sorocco y cargados de tesoros. ¿Dónde han dicho que queda el templo de ese Ak'mi?

Sí, lo suyo será marchar hasta allí. No sé dónde podremos encontrarle, pero tal vez esté allí. -Rondón pensó en la buena deducción de Connor: tal vez los menconados Katwuii hubieran retenido a Marvin en ese lugar-.

Entonces los tipos y la mujer indígenas hicieron gestos con las manos, y de entre la multitud llegaron otros tantos que, a golpe de esfuerzo, os levantaron y os hicieron llevar a una de las cabañas laterales, las que formaban el círculo. El guía y vosotros lo entendísteis todo: pretendían atenderos y sanaros en la medida de lo posible.

Les hemos "caído en gracia" -aseguraba el guía-. Aquella cabaña era algo más grande y había varios jergones de ramajes y arbustos. Entraban y salían varios nativos otwes para limpiaros las heridas, y tras un rato comprendísteis el destino que os esperaba: la extracción de las balas, pues no podríais ir a ningún lado de aquella guisa. Los dos miembros del equipo de Rondón se quedaron espreando en la entrada de la choza.

Hemos de descansar... -decía Rondón, que estaba en medio de vosotros dos, tumbado-. No podemos permanecer aquí mucho tiempo, pero tampoco aventurarnos estando heridos. Sé de lo que hablo, y supongo que tú también, Connor... Lecián, descansa lo que puedas, y tú también -a Connor-. En cuanto estemos los tres recuperados, buscaremos a Marvin.

***

Tres días despues, en el poblado Otwe de Curudore.

Los gritos llegaron a los oidos de todo el poblado otwe. Se os extrayeron las balas y temíais que el dolor sólo fuera el principio de una dolorosa y pausada infección de herda. Sin embargo, aquel pueblo tenía un conocimiento de la medicina extraordinario. Los otwes eran habitantes fantásticos, enclavados en un marco atemporal hasta la frecha presente.

¿Teneís todo lo necesario? -Decía rondón aprentándose el cinturón-. Estos tres días han servido para mucho.  Tomaremos algunos víveres y marcharemos a ese templo... ¿alguno de vosotros lo conoce?

Connor observó con curiosidad y cierta sorpresa que el pueblo Otwe era generoso y solidario hasta un punto que creía imposible en la raza humana a estas alturas de la historia. A pesar de haber sacado algún tema que les puso nerviosos, al comprobar que no venían con malas intenciones se deshicieron en cuidados y atenciones hacia ellos.

-Efectivamente Elías, no podemos permitirnos el lujo de desaprovechar esta situación. Los otwes son bondadosos y parecen dispuestos a dejarnos descansar y ayudar en nuestra recuperación. Será importante estar al cien por cien en el siguiente paso de nuestro camino.
 

Tres días más tarde, con la sensación de estar completamente recuperados, se disponían a preparar todo lo necesario para continuar su travesía. Rondón revisaba todo y les preguntaba por su siguiente destino.

-Ha sido un tiempo necesario para nosotros, solo espero que este retraso no resulte fatal para Marvin.-Tras revisar que llevaba encima todos sus enseres, añadió-Por mi parte, todo listo. Y no, no tengo ninguna información sobre el supuesto templo al que nos dirigimos.

Yo tampoco... -susurró Elías-. Voy a ver qué averiguo, voy a hablar con el chamán que nos recibió.

Vísteis alejarse un poco al guía, y comprobásteis que tuvo que esperar algo más de una hora junto a la choza central del poblado de los otwes para poder ser recibido por el indígena. A los pocos minutos salío y se dirigió hacia vosotros.

El templo de las flores, o eso me ha dicho... -señaló Rondón-. A un día de camino, dirección sureste, según he entendido. También les preguntó por Bahoki: es una pobladora otwe, la última que ha sido secuestrada por los Katwuii... Por lo visto raptan a los nativos para usarlos en sacrificios... ¡Ah! Y aquel tipo, Mombo, vendrá con nosotros. El líder chamán nos lo encomienda para encontrar a su quierido Marvin. Al menos contaremos con algo de ayuda. Andando, señores -dispuso el guía-. No debemos demorarnos más.

Una vez más salísteis a plena selva, y hubísteis de probar de nuevo, de una forma directa, todo el sabor de aquel terreno: calor, mosquitos, humedad, alimañas, sol y vegetación: un perfecto caldo de cultivo para parecer si uno no tenía cuidado. Caminando hacia el sureste con el guía otwe Mombo a la cabeza atravesásteis un arroyo que el indígena aseguraba que estaba infestado de caimanes (lo hicísteis a través de unos troncos horizontales donde el cauce se estrechaba), así como un par de precipicios a decenas de metros de altura a partir de los cuáles no era muy propicio mirar hacia abajo...

Los días en el poblado otwe sirvieron para curar las heridas y recuperar fuerzas. Pero Martin, aunque estaba agradecido por los cuidados de los habitantes del poblado, empezaba a sentirse como en una jaula. ¡En este lugar ni siquiera había un bar! Su nerviosismo llegaba a tal nivel que hasta recibió con alegría la noticia de que volvían a ponerse en marcha. Elías había conseguido descubrir dónde se encontraba el templo en el que suponían que estaba Marvin. ¿Qué les esperaría allí? ¿Más tiroteos? Espero que también muchos tesoros.

El avance por la selva se hacía insoportable. La tos no cesaba, y el calor, los mosquitos... A pesar de eso, Lecián no se apartaba de su pistola y trataba de mantenerse en alerta en todo momento. No estaba dispuesto a dejarse sorprender por pistoleros de nuevo.