Partida Rol por web

Me quedo quieto contemplando al bruto del distrito 12.

-¿Asi que has traicionado a los profesionales? Me sorprende... No mucho la verdad.- Dije mirandolo fijamente. Retrocedo un par de pasos y bajo el machete pero sin llegar a soltarlo. No quito la vista a ninguno de los presentes.

-¿Unirme?- Lo medito un segundo-. Vale. Por mi bien. ¿Que hay del resto?- Digo señalando a los que estan tumbados

- Más bien se han traicionado entre ellos. - le digo sonriendo sin perderle de vista. Los del 1 murieron a manos de los del 2 y a estos últimos los maté yo. - añado cortando el cuello con el florete a los cuatro profesionales para asegurarme de que estuvieran muertos y al resto de los inconscientes salvo a Sean. ¿Responde esto a tu pregunta? Ya han caido cuatro de los teóricos tributos más peligrosos.

- Pensé que te irías con el chico del 11. - le comento una vez he terminado de cortar los cuellos.

- Sam, mira a ver si tu hermano está vivo y si puedes hacer algo por él. - le digo a la chica del 7. Tranquila, ninguno de nosotros te hará daño.

Me escondo entre los matorrales y trato de tranquilizarme. Tenía que controlar la respiración mientras a mi alrededor tejo el verdor para que lo que quiera que se este acercando, pase por encima de mi.

Observo como la hija de la gran puta que le ha pegado a Sean cae al suelo y no puedo menos que dedicar un gesto agradecido a su verdugo, aunque el hecho de no ser yo misma quien ha hecho que caiga hace que mi ira siga presente.

Camino, con la piedra en la mano, como si estuviera cazando en medio del bosque, a la defensiva. Porque no, no me fio de ninguno de aquellos dos. De hecho, cuando veo que se ponen a rematar a los caídos, estoy a punto de tirarme a por ellos, pensando que están intentando acabar con Sean. Corro, deshaciendo la distancia que me separa de ellos y los miro, cogiendo aire, sin hablar todavía.

Es entonces cuando escucho a Marcus decir que no me harán daño y que puedo acercarme a Sean. No me fio, claro que no. Sin embargo, las ganas de acercarme a Sean y ver como está me pueden. Tiro la piedra al suelo y saco una de las granadas de mi riñonera sujetándola en mi mano.

-Si se os ocurre atacarme, volamos todos por los aires, ¿Entendido?- les digo, mirándolos con cara de pocos amigos. Y, acto seguido, añado, mirándolos alternativamente- Por cierto, gracias por matar a esa hija de perra. La pena es no haber podido despellejarla yo misma.

Me acerco a Sean, sin darles la espalda a ninguno de los dos en ningun momento y con la granada siempre en la mano. Me arrodillo, con un nudo en la garganta y el corazón a punto de salírseme del pecho. Sean, por favor, despierta, por favor. Te necesito. Vamos, soy Sam, ya estoy aqui... me digo mentalmente, mientras intento incorporar a mi hermano, con la consecuente dificultad que tiene el hecho de tener la granada en la mano.

-Sean.... sean... Despierta... Soy Sam... Ya estoy aqui.. - le susurro, al oido, tragando saliva de nuevo. Lo ultimo que quiero encima es echarme a llorar delante de aquellos dos.  Y, de cuando en cuando, les dirijo una mirada desconfiada, alerta, por si tengo que tirar de la anilla y acabar con todo aquello.

Me encojo de hombros ante la carnicería.

-Cualquiera es libre de actuar según le parezca.- Luego miro al resto.- ¿De verdad vas a decir que no vas a hacerle daño? ¿Y esperas salir vivo?

Miro fijamente al del distrito 12 y a la del 7. 

-¿Y ahora que vais a hacer?

Se estaba poniendo nerviosa, sabiendo que ese pájaro o lo que fuera la estaba siguiendo, sintiendo como si se cerniera lentamente sobre ella. ¿A qué espera? Escudriñó las copas de los árboles en busca de qué podía ser, con el fin de estar preparada a la par que apretaba con fuerza su lanza.

Fuera lo que fuera, no se podía detener pero pensando que era mejor reservar energías, siguió andando mientras pasaba nota mental a su lista de prioridades. Lo siguiente que tengo que hacer, buscar agua.

Era un bosque frondoso, lo cual no parecía coincidir con una vegetación típica de los lugares secos. Tenía que llover y hae agua en abundancia, así que empezó a buscar con atención por el suelo mientras andaba, fijándose en el color de las hojas, buscando las de un verde más claro y los lugares donde la tierra pudiera ser húmeda, De vez en cuando arañaba la tierra bajo sus pies con la lanza, con el fin de ver si, a pesar de la sequedad de la capa superior, las inferiores contenían humedad.

Mientras busco dentro de la mochila, escucho el sonido de un animal parece un ave, algún tipo de pájaro, aunque claro como me enseño mi abuelo podría ser una trampa. 

Seguí corriendo en la dirección que estaba siguiendo, me gustaría saber que había un poco más adelante.

"Cuando uno se imagina los Juegos siempre lo hace con la imagen de los tributos luchando entre sí para conseguir su propósito, es lo que más le gusta a la mayoría de la gente... la sangre. Pero no es necesariamente lo más duro de todo, las condiciones a la que se someten los tributos pueden hacer tanto daño o más que la fuerza bruta. Hay que ser fuerte para sobrevivir"

Clara recordaba esas palabras de su padre y sonrió al ver el contenido de las mochilas. No había ningún arma ni nada que la ayudara especialmente a afrontar un combate, pero a cambio sí contenían cosas que la ayudarían a sobrevivir. Una brújula y agua eran esenciales, no todos los tributos  tendrían esa suerte, incluso puede que alguno se perdiera por esos páramos y bosques.

Brújula en mano, optó por ir hacia el este. Con suerte encontraría un lugar en el que hacer campamento o con mucha suerte algo de agua para poder llenar su cantimplora cuando ésta estuviera vacía.

Cualquiera diría que estaba loca al deambular por ahí sin saber bien a donde se dirigía, pero la Fortuna le había sonreído de momento, y eso, para alguien que cree en ella... es mucho. Por lo que su cabeza solo estaba llena de pensamientos positivos mientras andaba, además de vigilar la brújula para no desviarse del rumbo.

Jonas recorre los últimos metros intentando ser sigiloso, y cuando ya ve el claro intenta esconderse tras un árbol o arbustos, lo que mejor encuentre cuando llegue ahí.

Todavía no sé si la calma y el silencio que me rodea es buena o mala señal. Cruzo los dedos para que sea la primera opción. Por desgracia, sé que si tuviese que apostar, no sería esa por la que me dejaría los ahorros. Aun así, el haberme alejado de la huella hace que me tranquilice y empiece a pensar en mis siguientes movimientos. ¿Sigo hacia delante? ¿Cambio el rumbo? Esto último podría ser una tontería enorme, teniendo en cuenta que no sé ni siquiera dónde estoy.

Entonces, recuerdo la mochila. Y me doy cuenta que todavía no he mirado lo que hay en su interior. ¡Estúpida! Sin esperar más me detengo bajo un árbol que me parece adecuado y me dispongo a conocer cuales son los objetos por los que me he jugado la vida hace tan poco tiempo.

Marcus decide rematar a los inconscientes, excepto a Sean, permitiendo que su hermana se acerque para ver cómo se encuentra. Con ellos dos y en pie, se encuentra también Mark, del distrito 3, hablando pero sin dejar de vigilarse entre ellos.

A simple vista, tu hermano sigue vivo, pero está inconsciente. Puede que se recupere descansando, pero con las horas.

A pesar de que puedes escuchar ese sonido tan extraño como si estuviese a tu lado, no eres capaz de localizarlo. No deja de ser extraño, a lo mejor no está tan cerca como piensas.

Buscas algún tipo de rastro para localizar agua, pero no ves nada que te ayude.

Intentas localizar algún tipo de rastro para encontrar alimentos, ya que no sabes cuánto tiempo vas a permanecer en la Arena. Encuentras alguna hoja rota, pero nada significante.

Decides correr de nuevo a investigar el lugar. Pero te llevas una decepción. Todo parece ser igual, los mismos árboles y el mismo ambiente.

Una vez localizado el norte con la brújula, tomas dirección este. Poco a poco te adentras en aquél bosque, de árboles gruesos y altos que, si tuvieran la copa más tupida, no podrías ver el cielo. Por suerte no tapan el sonido, aunque estás segura que lo amortiguan.

El bosque parece tranquilo, excepto algún sonido de lo que parece un ave, no hay nada a destacar.

En silencio, consigues llegar a la orilla del bosque. Desde allí puedes ver la Cornucopia, pero no el fondo de ese agujero.

Te escondes con velocidad, huyendo de lo que sea que haya estado moviendo las copas de los árboles a lo lejos. Allí te sientes seguro, al menos mientras no te encuentre nada ni nadie. El silencio te rodea.