Partida Rol por web

La chica me responde con sonrisas y miradas, parece que le agrado y eso me gusta. Sé a lo que he venido aquí pero... ¿A qué precio? ¿A caso no sigo siendo persona? Pues por el momento me comportaré como tal, aún podemos disfrutar de la vida fuera de los juegos aunque solo sea por unos días.

Me rio al decirme lo de la sonrisa.

-¿No crees que bastante mal lo vamos a pasar allí? Creo que es mejor ser agradables y disfrutar de los últimos momentos de "vida normal" porque aunque sobreviviese a este infierno, el pesar que me quedará no me permitirá sonreir. ¿Armas? Creo que ya he entrenado bastante, porque lo haga un poco más no va a cambiar nada.

La chica prefiere no sentarse a mi lado así que no le presiono. Hablaré con ella todo lo que ella quiera. -¿Conoces ya a alguien de por aquí o prefieres enfrentarte sola a este caos?

Escucho sus palabras a la vez que noto la molestia de una chica con su compañero de distrito y yo aún no conozco al mío.
- Ehm.- Todo cuanto ha dicho es cierto... ¿Cúantas secuelas quedaran en el que sobreviva?
-Creo que tienes razón sobre lo de sonreir y todo eso... Aunque a algunos os sea más fácil que a otras... Y respecto si conozco a alguien de por aquí... Bueno, ni tan siquiera sé quién es mi compañero de distrito... Ahí vamos ¡haciendo amigos!- Apoyo el gesto con las manos levantándolas en gesto cómico.
- No soy muy social a grandes masas... ¿Tu? ya vi que estabas "haciendo amigos"
Mis palabras no muestran ser desafiantes pero intento controlar la situación y no evidenciar los pensamientos fugaces que agitan mi joven cabeza...

Suelto una pequeña carcajada cuando la chica alza los brazos para acentuar su falta de sociabilidad. Realmente la chica es agradable, al principio dudé que lo fuera con ese rostro tan serio y delicado pero ahora veo que cuando está cómoda es capaz de sacar su lado más abierto.

-He ido saludando a la gente, más por educación que por otra cosa. A los únicos que he visto más receptivos han sido el niño del distrito 9 que va con su peluchito y al chico del distrito 7 que es bastante tranquilo pero a distancias cortas es agradable. Bueno y ahora a ti, que es un placer poder charlar con alguien sin tensiones- empiezo a confiar bastante en la chica pero no quiero incomodarle así que prefiero no decir nada por el momento de alianzas, aunque por dentro piense que podríamos avanzar juntos.

Al mirar al niño me recorre un escalofrío por la espalda..."No quiero enfrentarme ni a monstruitos ni a inocentes" Mi gesto se tensa un poco pero al oír las palabras "Sin tensiones" me pilla en un descuido frunciendo el ceño, me doy cuenta de ello y me tapo la cara "Amanda cada vez te superas más, qué payasa"

-Bueno, ¿y cual es tu especialidad señor "saludo a todo el mundo"? Digo con un tono inevitablemente picaro.

En la otra parte de la sala veo a una señora con pinta de tener muchos gatos. Su gesto parece distraído y me recuerda mucho a mi mamá Lucía. Mi mamá murió joven y yo no la conocí, pero tengo una foto y la veo todas las noches y hablo con ella durante HORAS.
 

- Hola señora. - le digo con un poco de miedo por si resulta en el fondo ser una desequilibrada. - Mi nombre es Espiga, mucho gusto.

Miro a mi alrededor y me siento un poco desubicado entre tanta gente entrenando y haciendo deporte. Incluso hay un par de ridículos que están bailando. Me dan un poco de miedo.

Dedico una sonrisa a la señora. Igual ella se siente como yo y podemos llegar a ser amigos.

Maldita sea... la mocosa se acerca hacia mí. Espero que no me cante una canción o me pida acompañarla al baño...
Piensa mientras intenta mirar hacia otro lado, ignorando que el chico se dirige hacia ella.

Tras sus palabras, no tiene más remedio que observarle. Al observarle, no es capaz de ser cruel, en su rostro se observa el miedo. Tal vez sea por ello, por lo que Andrea siente un poco de compasión, ese chico no es un rival para ella y por tanto no tiene porque temerle.

Hola. Me puedes llamar Señorita Spring. ¿Eres un chico o una chica? Dice sin demasiada simpatía, mientras le observa con cierto asco.
 

Suelto otra carcajadilla al escuchar el mote que me ha puesto. -¿Especialidad? mmm supongo que el cuerpo a cuerpo, a distancia estoy más pez por eso buscaba alguien que me echara un cable en los juegos en este aspecto... ¿Tú como te manejas con los arcos y demás? Quizá seríamos un buen equipo ¿no crees?- digo sin ningún tipo de pudor. Tenía ganas de proponerle una alianza y pienso que es el momento idóneo. Espero que no le sepa mal.

Cuando escuché la palabra "alianza" los ojos se me achisparon en un fulgor de victoria, sí era hora de hablar sin tapujos y no tener que proponerlo yo me hacía sentir especial por primera vez en toda mi vida, dejo de lado mis pensamientos y asiento friamente sin poder evitar una sonrisa.

-Esta hecho, soy Amanda, ¿tu?

Es increible como puedes entablar conversación con una desconocida, reirte, sentir miedo, compasión... todo tipo de sentimientos encontrados, sin saber tan si quiera su nombre. Solo la conozco de un rato y ya estoy poniendo mi vida prácticamente en su mano.

-Me llamo Kinu, encantado Amanda- sonrio mientras hago el intento de darle la mano. por mi la abrazaría en señal de "amistad" pero entiendo que para la gente aquí eso sea violento. -Formaremos un gran equipo. En un principio tengo una tregua con el chico y el niño de los distritos 7 y 9. Antes de los juegos os reuniré para saber entre quienes no debemos atacarnos en un principio. ¿Te parece?

- Soy un chico - digo esperando la reacción de la señora que no parece demasiado amable.
 

Hola, si, pero no te preocupes, todo esto también es nuevo para mi - le respondo mientras recargo la ballesta, empiezo a pensar en lo que se de su distrito por darle algo de conversación - distrito 7 sois los encargados de la madera no?, que tal la vida por allí?

Parecía estar solo. Quizás no conocía a la persona que representaría su Distrito junto a él, o tal vez no la había localizado aún. Eché un vistazo rápido alrededor mientras me hablaba intentando encontrar a Alice Deslow en la sala de entrenamiento y me pareció ver su pelo rojizo como el cobre.

— Sí, supongo que eso es lo que nos caracteriza para los de fuera. No muy buena, para qué mentir, pero preferiría estar allí ahora mismo —respondí acariciándome una mejilla antes de añadir algo en voz baja—. Parece que se están formando alianzas para superar los primeros días de los Juegos. ¿Crees que podríamos hacer lo mismo?

Alcé las cejas señalando algunos grupo pequeños de participantes que se encontraban susurrándose de un modo cuanto menos sospechoso.

Acepto su mano con firmeza y súbitamente me entran ganas de llorar, "Lo conseguiste Amanda, tienes donde reposar tu confianza al menps hasta que dure el infierno"
Mis brazos intentaros aferrar el cuerpo del muchacho en señal de gratitud y ,ciertamente de desahogo por los nervios.

-Toda tregua será bien recibida. ¿Hay alguno más al que fiarías tu espalda?

Era una pregunta calculada pues aunque me estaba fiando ciegamente del chico de la sonrisa de marfil no sabía si él era muy confiado con los monstruitos...

En el momento de comenzar nuestra danza de la muerte, recordaba cada entrenamiento en donde no podía siquiera lastimarlo, elegía recibir sus golpes antes que herirlo, todo el tiempo era así... Muchas veces le rogaba en secreto a mi entrenador que me cambiara de compañero porque mi capacidad de combate disminuía un 50%, pero la crueldad de aquel hombre con tantos golpes duros que me ha dado, solo me obligó a ser una piedra capaz de no sentir nada. De azotes vivía por enamorarme de quién sería mi compañero, siendo consciente de que uno de los dos moriría en la arena, el ganador sería uno solo lo cual tendría que ofrecer mi vida por su victoria, era un maldito sacrificio que estaba dispuesta asumir. Era una máquina de matar con tantos sentimientos encontrados al punto de desbordarme, sin dudas mis enemigos forjarán mi crueldad con tal de salvarlo, me convertiré en su sombra si es necesario.

Al iniciar nuestra danza de la muerte, sonrío al realizar la reverencia, era un combate cuerpo a cuerpo, uno de sus predilectos aunque nos conectaba de una forma muy íntima, nuestras miradas hablaban un lenguaje totalmente diferente a lo que nuestro cuerpo expresaba. Como toda arte marcial era experta en Kung Fu, el estilo de la serpiente era la mas acorde para mi, era delgada y sigilosa fácilmente penetraba en sus puntos débiles marcando mi territorio, me desplazaba sobre su cuerpo deslizándome en un ligero ataque mortal, mientras osaba derribarlo en cuanto tenía una ventaja. A decir verdad, Evilc me permitía darme el lujo algunas veces de vencerlo porque lo mío eran los ataques a distancia, mis ojos de águila era mi mejor arma utilizando un arco, pero si no tenía armas sabía perfectamente como darle su merecido a quien se cruce en mi camino.

- Parece que estamos un poco oxidados... -sonrío mientras me deslizo sobre su cuerpo buscando sus puntos débiles. - Quizás hemos comido demasiado en el tren, deberíamos considerarlo... -al girar evitando su ataque observo como nos miran anonadados, no puedo evitar jactarme ante mi compañero. - No te luzcas mucho que tenemos público. - le regalo una sonrisa mientras me subo a su cintura para derribarlo.

Finalmente con Evilc comenzamos nuestra rutina diaria del combate cuerpo a cuerpo, nos encantaba en cierta forma lucirnos en la variedad de artes marciales que hemos aprendido durante 4 años de entrenamiento. Éramos una sola persona ante la sincronicidad de movimientos de ataque y defensa simultáneos, habíamos creado la Danza de la muerte por nuestra conexión física y mental, era acción/reacción, causa y efecto en una sola persona. Los puntos ciegos eran cubiertos por mi audacia en la defensa, lo mismo sucedía con mis ataques tan letales que eran bloqueado por su astucia en los golpes de puño. Combatir con él era someterse a un laberinto buscando la salida, lo que me permitía desarrollar mi sigilo explorando sus debilidades. La triste realidad para el resto de los tributos, es que luego de  tantos de entrenamientos nos habíamos convertidos en expertos del combate cuerpo a cuerpo, una pareja letal a simple vista, aunque en realidad lo demás no han visto absolutamente nada.

-Me gustaría pensar que nuestras rrespectivas parejas son de fiar... pero ¿quien sabe? Yo todavía no he visto aparecer a la mía.- digo mientras echo un ojo a la sala. -Por ahora seríamos tu, yo, el chico del distrito 7 y el niño del 9. A ver si luego hablo con ellos, les dije que hablaran con sus compañeras.

De todas formas antes de empezar todo esto intentaré reuniros a todos y opinamos sobre como empezar y que será mejor.- poso mi mano en su hombro. -No podemos fiarnos de cualquiera, hay algunos que venderían a sus familias por salir ilesos de aquí.

Una chica nueva entra en la sala de entrenamiento. Es diferente a las demás y eso se nota desde el minuto uno. Además me llegan rumores que es la chica del distrito 9, la compañera de Espiga. Si tardar un segundo cojo al pequeñajo y me acerco a ella.

-¡Ey! ¡Ya era hora! Tenías a este renacuajo preocupado, pensaba que estaría solo en la arena- le saludo de forma amistosa. -¿Cómo te llamas? Yo me llamo Kinu.- podría decir el nombre de Espiga y presentarle pero prefiero que coja confianza en sí mismo y hable el.

Me acerco a la chica pelirroja del distrito 7. Ya había hablado con su compañero de distrito antes de que llegara ella pero no puedo evitar acercarme. Se le ve fiera, directa, una chica que no se anda con rodeos y quiero asegurarme de que estará de mi lado al comienzo de los juegos.

-¡Ey! ¿qué tal? Me llamo Kinu ¿tú?- me presento amablemente pero guardando una distancia para no incomodarle. -Antes he hablado con tu compañero Edward te ha dicho algo al respecto?

- Hola, mi nombre es Espiga.
Conozco a esta chica del distrito y siempre me ha ENCANTADO su pelo.
- Este chico es Kinu y es mi amigo - le digo tomando confianza y cambiando mi triste semblante por uno más alegre.

Sigo sentado en la silla donde estaba antes y una gran voz me sobresalta de una chica la cual dice que piensa acabar con el capitolio pues le parece completamente injusto.

-"Al fin alguien que piensa como yo"

Entonces me levanto de mi silla y me acerco a ella para hablarle y desde lejos la saludo.