Partida Rol por web

Los Monjes de la Nada

8 - Malos Augurios

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06/10/2007, 14:32
Illianna Sondrent

El sacerdote ha hablado, y su discurso sigue siendo críptico. Pero conciliador. Bien, lo que sugiere es lógico. Reunámonos con él los que estamos implicados, los que hemos recibido la visita de ese Heraldo, y expliquémonos, decidamos de una vez. Hay que partir, no hay ya más tiempo para perder, eso quedó dicho ayer, pero eso ellos dos no lo saben... y nosotros aún no sabemos qué tienen ellos que aportar.

Miro a Henry. Él es conocedor del interior de las personas, en mi mirada va implícita una pregunta: ¿...buenas gentes....?
Luego asiento al sacerdote.

-Vamos pues al interior del Mesón, mientras retiran los cuerpos de de estos desdichados. Que os sirvan algo de comer, y un corto descanso, aprovechemos ese pequeño receso para intercambiar nuestras preocupaciones, poner en claro nuestras intenciones. Y luego decidid. Decidamos...

Miro al decir esto a todos los demás con los que vamos a iniciar el viaje, si nadie se echa atrás. El fuerte y vital Melegat, el valiente Dammeryn. Alexandra, silenciosa y felina. Henry, los ojos, la mirada. Y luego al sacerdote de nuevo. Y al Caballero, que se me ha acercado, y está a mi lado. Me devuelve la mirada, un destello curioso en sus pupilas. Le sonrío.

-Relajaros, Mi Señor, es cierto que estamos asustados, algunos más que otros. No Dammeryn, o DeValin, por supuesto; y Brúnil, Melegat o Alexandra son fuertes, están más habituados que Henry o yo misma al peligro. Pero estamos juntos contra algo que amenaza nuestra tierra, y por eso no podíamos confiar en vosotros, en nadie, de entrada...

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08/10/2007, 19:45
Nhadia Demialt

La muchacha desde su último comentario para que Melegat se pusiese más furioso si cabe creyendo que llevaba toda la razón no había vuelto a decir palabra... Permanecía inmovil, entre el gentío allí reunido, escuchando las palabras del acusado, su cara mostraba calma...

Nunca me han gustado los monjes ni las autoridades, pues al final siempre van unidas de la mano, ¡¡¡He aquí el más claro ejemplo!!! ¿Dónde están cuando los que necesitan ayuda son gente humilde? En fin...

No puede ocultar su desprecio, el cual tiene sentido, ya que ni a ella ni a su familia nadie les presto ayuda cuando la necesitaban, y ella ahora piensa que no tiene porque prestarsela a los demás. A pesar de ese rencor, ni un sólo músculo de su rostro se movío, ni tan siquiera cuando Illiana buscó su mirada.

Ya estaba todo decidido, cuando menos se lo esperasen les daría esquinazo en los montes, sin duda ella no tenía porque creer las palabras de un puñado de locos, pues nada le unía a ellos y no tenía porque permanecer con quienes hasta el momento parecían tener imán para las desgracias.

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08/10/2007, 21:11
Melegat Ansey

El sacerdote, aunque excelente en su hablar, se hacía demorar para desvelar sus misteriosos sueños. Su interés se centraba en reunirse a solas con el grupo que supuestamente apareció en sus delirios.

El hombretón levanta su pesado martillo con una mueca de cansancio, no por tener que levantar el arma, sino por tener que pisar el camino que el orador expone como condición necesaria para hacerles conocedores de sus visiones.

Martillo en hombro, permanece quieto esperando que el enviado de los dioses y su perro guardián avancen...recurriendo para ello a su anterior gesto de cansancio.

Mientras caminan hacia el Mesón, las palabras de Illianna reafirman la postura del minero al afirmar que no pueden fiarse de nadie.

No me fio ni de la mitad de quienes estábamos aquí cuando la tierra tembló...¡Y por la gran roca que me fio menos de estos dos que de las inestables paredes de Cánarel!

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09/10/2007, 12:26
Dammeryn

Dammeryn leyó la terca determinación en los ojos del guerrero. Tomó nota de ella, pero la ignoró por lo demás. No tenía ningún sentido dar juego a quien es fácilmente provocable, a menos que uno pretenda de hecho sacar a relucir los aceros.

Mala compañía, pensó, eso sí, tienes, sacerdote, si te buscas a alguien que en lugar de calmar ánimos se apresta cuanto antes a complacer a los exaltados.

El soldado siguió con su rostro marcado por las cicatrices, lecciones aprendidas sobre la piel, las que no se olvidan, y sus brazos cruzados delante de él.

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09/10/2007, 12:30
Dammeryn

Notas de juego

Aunque no ocurrirá, ya lo sé, por si la cosa se caldea de más, siempre conviene aclarar esto.

Mi pj está a dos metros como mucho del otro guerrero. Eso es distancia bastante corta cuando no se ha desenvainado, de manera que si hay algún movimiento suyo hacia sacar la espada (y entiendo eso en cuanto alguna discusión con un "defendeos"), Dammeryn puede llegar en un paso al otro para impedir que desenvaine y trabarlo.

¿Vamos a por la escena que dejamos con el capitán DeValin? :)

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09/10/2007, 14:08

Deliambert entra al meson, y se quita la capucha que lo protegia de la lluvia, limpia un poco el agua que enchastraba su ropa.

Cuando pasa cerca de Illiana le habla en voz baja

Si, parecen confiables, recuerda que no me equivoque contigo no? intentando dar a entender que no solo desde su intuicion salen sus palabras

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10/10/2007, 19:58
Director

Notas de juego

Henry, he modificado el destinatario de tu mensaje. Imagino que querías que fuera sólo para Illianna, ¿no?

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10/10/2007, 20:01
Marius Bhamir

-Amigos, por favor síganme. Les prepararé un confortable salón para que puedan conversar en privado - el anciano regente del mesón comienza a caminar arrastrando los pies hacia uno de los edificios que no se vieron afectados por los temblores y el fuego -. Pediré a los sirvientes que les enciendan el fuego de la chimenea y les sirvan allí el desayuno. Les aseguro que podrán discutir sus asuntos a salvo de oídos indiscretos.

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10/10/2007, 20:06
Melton DeValin

-Sigan al bueno de Marius, señores - el Capitán hace un gesto con la cabeza a cada uno de vosotros para que entréis en el mesón. Su gesto serio y la decisión que muestra su mirada deja a bien claro que dicha petición no es voluntaria -. Les rogaría que de aquí en adelante utilizaran su inteligencia y su sentido común en mayor medida que sus armas. Les aseguro que les va a hacer falta toda la sabiduría que logren reunir. Y por si no ha quedado suficientemente claro, sepan que ante la próxima amenaza mis hombres no se mantendrán al margen como hasta ahora.

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10/10/2007, 21:18
Melegat Ansey

Ah...el bueno de Marius, siempre tan servil y agradable...aunque aveces lo fuese con quienes no lo merecían.

Ah...el bueno de Devalin, siempre tan autoritario y tan rudo...aunque aveces lo fuese con quienes no lo merecían.

El hombretón sale de sus pensamientos tras las palabras del Capitán. Una especie de gruñido disimulado es la única respuesta por su parte a la insinuación del hombre de armas de que todos los ojos estarán atentos a él.

Con pesados pasos de sus toscas botas sobre la hierba, el pelirrojo se dirige hacia el salón dispuesto más a engullir algo decente que a debatir sobre mil temas.

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10/10/2007, 22:01
Ayron Derkbal

Una leve inclinación de la cabeza es mi respuesta a las palabras del capitán, y accedo al interior dejando pasar antes a Ónemar...cubriéndole las espaldas.

Siento algo de alivio al librarme de la lluvia que comienza a ser bastante copiosa, y suspiro al comprobar que el interior de aquel lugar parece haberse librado de lo ocurrido en algunos de los otros edificios.
Mis ojos recorren a cada uno de los presentes...sin duda han tenido que pasarlo mal, tanto por el terremoto como por el ataque de los monjes que mencionaron...es comprensible la reacción que han tenido para con nosotros, unos desconocidos.

Cuando entramos, me dirijo hacia un lugar cercano a la chimenea, interrumpiendo mi camino al pasar cerca del hombre pelirrojo, ante el cual me paro y observo su rostro pétreo.

Siento lo de antes - le digo al tiempo que extiendo mi mano hacia él - pero ten en cuenta que para nosotros también sois desconocidos. Entiendo que la confianza tiene que ser ganada, y un primer paso puede ser la presentación. Ayron Derkbal es mi nombre, y te puedo asegurar que no tenemos nada contra vosotros.

Unas simples palabras, pero que implican un puente que intenta salvar unas distancias enormes...tal vez funcione o tal vez no, pero tengo que intentarlo.

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11/10/2007, 16:32
Illianna Sondrent

Me adentro en la seguridad relativa que el calor del fuego y un techo sobre nuestras cabezas nos proporcionan. Voy del brazo de Brúnil, y ahora es así, y no al contrario, como antes, cosa de la que me alegro enormemente, pues me indica que mi hermano está ya restablecido completamente.

Veo que el Caballero está presentándose y tendiéndole una mano a Melegat. Sonrío, conozco al gigantesco hombretón, es puero hierro, pero el corazón es todo menos de piedra.

Nos sentamos cerca de la chimenea, como van haciendo todos poco a poco, a la espera de que por fin hagamos planes que nos pongan en marcha hacia aquello que ya todos los que estamos reuniéndonos consideramos una misión.

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12/10/2007, 18:25
Director

Marius os conduce hasta un amplio salón decorado con bastante buen gusto, salta a la vista un toque femenino en la estancia. Una gran mesa domina el centro de la habitación, rodeada por cómodos sillones. En la pared del fondo una ornamentada chimenea expulsa su caliente aliento sobre la estancia, haciéndola cálida y confortable. Dos criados se afanan en avivar las llamas, mientras un tercero pone la mesa.

Una gran cristalera ocupa la pared derecha y deja entrever el jardín del Mesón. Sobre ella, una ambiciosa enredadera compite con el edificio en altura y majestuosidad, creando un verde intenso que predomina sobre la escena. Rodeando a la planta trepadora decenas de adelfas colorean de rojo, violeta y blanco los bajos del edificio. Sobre uno de los cerezos del jardín una pareja de petirrojos canturrean alegres, con su plumaje naranja destacando sobre el gris de la mañana.

Sobre la mesa, un centro de adelfas blancas es todo el ornamento que han permitido conseguir los temblores de esta noche.

Poco a poco vais pasando a la estancia y buscando acomodo alguno de los sillones.

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12/10/2007, 18:26
Brúnil Sondrent

Brúnil acompaña a su hermana Illianna al fondo de la habitación, donde le aparta una silla para que pueda sentarse cerca del calor del fuego. Al pasar por la mesa, extrae una de las adelfas blancas y la coloca con cariño sobre su pelo, tras lo cual permanece en pie a su lado.

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12/10/2007, 21:01
Director

Mientras os acomodáis los criados salen apresuradamente del salón, regresando poco tiempo después con bandejas repletas de viandas.

Sirven ante vosotros cestas con frutas, pastelitos de trigo, pan recién horneado, miel y frutos secos, además de jarras de leche, agua y vino. Tras ello, se retiran de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas.

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14/10/2007, 21:54
Nhadia Demialt

Mil maldiciones pasan por la cabeza de la muchacha al sentirse obligada a ir con el resto a un salón del mesón... Lo único bueno que ve es que así tendrán un sitio donde refugiarse de la lluvía que hasta que no se acompaño con la sensación de frío nada le molestó.

Entra detrás de todos, en silencio una vez más, con su mirada agachada... Como sino estuviese presente en el lugar... Las puertas se cierran y la comida comienza a moverse... puede ver como el pelirrojo se va poniéndo nervioso...

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15/10/2007, 20:03
Melegat Ansey

El hombretón duda por un momento, haciendodo al caballero sentirse en una postura un tanto forzada, con la mano extendida pero sin tener contacto con la suya.

Tras observar la mirada de Illianna, el minero deja caer un suspiro, que más que liviano es tremendo, como el de un bravo toro.

-Soy Mélegat Ansey y he visto demasiadas cosas esta noche como para fiarme de cualquiera...

El pelirrojo tiende la mano con cierta desconfianza pero con gran fuerza, como éra habitual en él...mientras lo hacía, no paraba de mirar los ojos del hombre que tenía enfrente.

Una vez finalizó la presentación, Mélegat se acomodó en uno de los lujosos sillones, aguardando en silencio con el martillo apoyado junto al reposabrazos, hasta que comenzaron a llegar esos deliciosos pastelitos de trigo...

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15/10/2007, 22:32
Ayron Derkbal

Un breve apretón de manos, pero al menos era un principio, una tregua momentánea en el interior de aquel salón.

Un grupo de personas entra en el lugar, a los cuales ya había visto en el exterior....excepto a una mujer encapuchada, de cuyo encierro se escapan algunos mechones de cabello rubio....unos ojos fríos como el hielo se cruzan por un instante con los míos.

Me acerco hacia la chimenea, al tiempo que observo las atenciones que recibe Illiana por el hombretón que era agasajado en el exterior hacía tan solo unos minutos...si a eso le unimos la breve mirada que le dedicó Melegat durante nuestra presentación, no deja de ser interesante saber que la muchacha parece importante dentro del grupo. Si me tocase viajar junto a ellos, quizá ella sería un buen inicio para abrir la puerta hacia el grupo entero.

Me coloco cerca de Ónemar mientras estos pensamientos rondan mi cabeza, pero me mantengo en pie, cerca suyo.
Sin duda es él quien debe encontrarse más cansado, pues no está acostumbrado a tantas jornadas de viaje.

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16/10/2007, 12:33
Illianna Sondrent

Sonrío a Brúnil, que me mima como a una princesa. Y luego espero a que todos se acomoden, unos con más ganas que otros, pero, aún así, somos un buen grupo. Unos hablan, otros callan... pero los que estamos aquí vamos a tener que entendernos...

Cuando los murmullos se atenúan, me dirijo al Sacerdote, que con cara de estar cansado se ha acomodado cerca de mí, ante la chimenea. Junto a él el Caballero Ayron se mantiene en pie, atento a cuantos van ocupando un lugar en el salón.

-Si no he oído mal cuando vuestro amigo os ha presentado, vuestro nombre es Ónemar. Bien, todos cuantos nos hemos reunido ahora aquí hemos percibido en nuestra propia piel, de un modo u otro, la proximidad del mal que acecha nuestras tierras. Así que hablad, contadnos vuestro sueño, y decidnos a qué creéis que nos enfrentamos...

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17/10/2007, 09:46
Dammeryn

El soldado hizo una breve inclinación de cabeza y siguió al grupo al salón. Allí, discretamente, escuchó las palabras de Illiana y observó el cariñoso trato de su hermano hacia ella. Sintió una breve envidia. Él aún no había tenido ocasión para aquello, y quizá no tuviera una segunda oportunidad como la había tenido Brúnil.

Durante demasiado tiempo sólo acero había rozado su piel, dejando su cuerpo cubierto de cicatrices, besos afilados y ardientes cuyo recuerdo sólo trae un tipo de dolor más continuo, no tan intenso, pero no menos lacerante, a su manera. La única piel que había tocado durante años era, en el mejor de los casos, acompañada de sangre en un último saludo a un compañero caído, durante sus últimos momentos antes del olvido.

Parpadeó con fuerza, para evitar el retorno de los recuerdos tristes, y regresó al presente preparado para escuchar el relato del sacerdote.