Partida Rol por web

Los Monjes de la Nada

8 - Malos Augurios

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09/11/2007, 09:29
Melton DeValin

-Habla pues, soldado. Pero hazlo con prontitud para que puedan mirarte esa herida - DeValin estaba acostumbrado a dar órdenes y a que éstas fueran obedecidas. No creía necesario decir nada más.

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13/11/2007, 09:02
Correo Real de Conira

El soldado hizo un leve saludo inclinando la cabeza. Estaba acostumbrado a obeceder órdenes fuese cual fuese la situación, aunque ésta significase estar apoyado sobre dos desconocidos, en una fría mañana de lluvia, tras cabalgar durante toda la noche, sufrir una fea caída durante un movimiento de tierra y tener un trozo de tela apoyado sobre una herida en la frente.

-Señor... - comenzó a decir el correo que parecía no encontrar las palabras adecuadas para lo que debía comunicar. Durante unos instantes miró a los allí reunidos con gesto de preocupación -. Señor, ha sido horrible, aún me cuesta creerlo. Ayer al caer la tarde llegó a Conira un correo procedente de Neblis. Su rostro era la viva imagen del terror, el pobre hombre estaba fuera de sí, su rostro era una máscara blanca y sus dedos temblaban descontrolados, tuvimos que hacer enormes esfuerzos para lograr calmarle. Cuando finalmente recobró la serenidad suficiente como para hablar nos contó lo que había visto...

Cual si rememorase el estado de su compañero, el rostro del Correo Real de Conira comenzó a perder el color y quienes le sujetaban tuvieron que incrementar sus esfuerzos por mantenerlo en pie.

-A.. a su paso por Édelis... encontró el pueblo... completamente arrasado. Nadie sobrevivió. Más de doscientas personas. Todos muertos.

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13/11/2007, 16:04
Illianna Sondrent

-¿por el temblor de la tierra, quieres decir? ¿es eso...?

Illianna entonces se da cuenta de que ha interrumpido, y se muerde el labio.

-Oh, perdón... siento haberme dejado llevar por el impulso.

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13/11/2007, 21:19
Melegat Ansey

El minero cambia el enfado de su rostro por una mueca de asombro, de tal envergadura que su boca queda a merced de las moscas que deseen aventurarse en tan oscura gruta.

Édelis...no está lejos de Conira...es como si todo lo que está junto a Los Montes Perdidos se estuviese consumiendo, pasto del mal...¡Cánarel!...¡Por la gran roca que allí no pasará lo mismo!

Sin saber por qué, siente necesidad de contar sus pensamientos a los allí presentes, sin importarle interrumpir al recién llegado.

-Eso está cerca de los montes perdidos...es como si el mal se estuviese expandiendo...

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13/11/2007, 21:39
Ayron Derkbal

Según va hablando el correo Real intento hacerme una imagen mental de los lugares de los cuales habla, buscando en mi memoria los datos que intenté retener cuando antes de salir de viaje estudié unos mapas de la zona.

Desde donde estábamos se podía acceder a los Montes Perdidos dando un pequeño rodeo dirigiéndose hacia Édelis...aquello podía ser una oportunidad de descubrir algo.

Si partimos hacia los Montes como habíamos pensado - propongo mirando a los demás - podríamos pasar por ese lugar...quizá podamos encontrar alguna pista de lo que está sucediendo y qué puede haber producido la devastación de Édelis. Es un camino tan bueno o tan malo como cualquier otro, y no perderíamos demasiado tiempo dando ese rodeo.

Medito durante unos instantes antes de continuar - Además, si algo atacó a aquel lugar tuvo que salir de algún sitio....y si algo sale nosotros podremos entrar.

Hay multitud de circunstancias que podrían tirar por tierra mi teoría, pero es mejor no adelantarse a ellas, pues la información que conozco no me permite trazar ningún plan de antemano....habrá que guiarse por instinto y encomendarse a la suerte....claro que, la suerte es de quien la busca.

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13/11/2007, 21:53
Melegat Ansey

El hombretón no tarda en descartar la propuesta del caballero.

-No, eso sería muy inseguro, algo que arrasó un pueblo entero no tardaría ni un segundo en matarnos a todos...propongo ir hacia cánarel, mi hogar, y pasar la noche allí para proceder a entrar a los montes a la mañana próxima...sin duda es lo más sensato.

Como si de un duelo se tratase, el minero aguarda impaciente las opiniones de los presentes, esperando ganar adeptos a su ruta.

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13/11/2007, 22:16
Ayron Derkbal

Te olvidas de una cosa - contesto a Melegat - tu propuesta es correcta, y en cualquier otra situación aceptaría como buena esa idea, pero hay dos cosas que me llevan a intentar mantener mi idea.

Me tomo unos segundos de respiro, comprobando que he captado la atención de los oyentes - La primera es que quizá pueda equipararse lo ocurrido al fuego, y un incendio no vuelve a quemar lo que ya ha ardido previamente, por lo tanto estaríamos más a salvo.

Mientras hablo alzo mi mano libre, enumerando las dos posibilidades. En este momente se alza el segundo dedo - En cuanto a la segunda, es más importante para tí que para mí, lo cual no quiere decir que no me importe, pues cualquier vida inocente me preocupa. - Agravo un poco más mi voz de barítono para continuar - Verás, vosotros mismos habéis sufrido un ataque, y una posibilidad es que el mal que se expande desde los Montes Perdidos sepa quiénes sois....si vuelve a tu tierra es más que probable que les pongas en peligro a todos, y en parte serías culpable por servir de faro ¿me entiendes?

Ahora hago lo mismo que él, y mis ojos recorren a los oyentes, buscando distintas opiniones, tanto a favor como en contra.

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13/11/2007, 23:02
Illianna Sondrent

-Pero esperad... Aún no sabemos qué clase de mal asoló Édelis. Eso puede cambiar la visión del itinerario a seguir en nuestro viaje hacia los Perdidos. No es lo mismo que sucumbiera por la acción de un temblor como el que padecimos nosotros, a que hubieran aparecido seres como el que estuvo a punto de matarme, ése Monje maldito al que todos vimos... menos vos, Caballero, y el Sacerdote... aunque podéis creer que era poderoso...

Se gira de nuevo a hablarle al soldado.

-Dinos, ¿qué fué exactamente lo que ocurrió? ¿qué dijo ése correo de Neblis...?

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13/11/2007, 23:54
Dammeryn

Dammeryn permaneció callado, escuchando al correo y a las opiniones que vertieron sus palabras. Miró el suelo y apretó los pies como si quisiera asegurarse de que estaba bien fijo.

- Antes o después tendremos que ir. Ahí sucede algo, y es nuestro deber para con la buena tierra. Sugiero que sea pronto.

Pero tienen razón, compañero. Cuenta todo cuanto pueda servirnos y corre a que te atiendan. Es muy posible que tengas que volver para informar de que un grupo va hacia ese lugar, y se internará en las sombras para combatir lo que encuentren en ellas.

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14/11/2007, 08:36
Director

Mientras se vertían opiniones sobre lo ocurrido y el camino más idóneo a seguir, el Correo Real permanecía en silencio, falto de fuerzas para negar con palabras cualquiera de las posibilidades que se estaban planteando. Sin embargo, su gesto cansino, resignado, y una leve negación con una cabeza que se encontraba ya más cerca del suelo que del aire, dejaban muestra evidente de que las circunstancias no habían sido las que los compañeros pensaban.

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14/11/2007, 08:42
Melton DeValin

-Dejémosle que explique lo ocurrido. Sentadle en el suelo y permitid que respire un poco. Que recobre el aliento - el tono grave del Capitán DeValin reflejaba su preocupación -. No es posible que las muertes de las que nos ha hablado este hombre se deban al temblor de esta noche, Illianna. Desde Conira hasta donde nos encontramos hay un mínimo de seis horas a caballo, y eso con la luz del día, es imposible que las noticias de Édelis hayan llegado hasta aquí en una noche. Lo más probable es que la sacudida le haya sorprendido de camino hacia aquí. Las noticias que nos traen deben ser bastante anteriores al terremoto, de ayer, o quizás incluso de antes de ayer.

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14/11/2007, 09:11
Correo Real de Conira

Aún necesitó de unos instantes más antes de poder levantar la cabeza y mirar a los allí reunidos. Su expresión era de total desolación, el color de su piel cercano al de la harina que se utiliza para preparar el pan.

-El Capitán tiene razón. La sacudida de la tierra me sobrevino ya cerca de aquí, pues salí de Conira ayer al atardecer. Con el temblor el caballo perdió pie, rodamos por el suelo y acabamos golpeándonos contra un árbol. Él se llevó la peor parte. Gracias a los dioses no se partió una pata y pudimos continuar, aunque a un ritmo más pausado – el soldado comenzó narrando los últimos acontecimientos que le habían traído hasta el Mesón, en un claro intento de posponer el relato de las muertes en Édelis. Sin embargo, nada podía evitar que tuviera que llegar a ello y narrar lo ocurrido -. No fue el temblor de tierra lo que mató a aquella pobre gente. Fueron hombres.

De nuevo se tomó unos instantes para recobrar a partes iguales el aliento y el valor suficiente para iniciar su historia.

-Casi doscientas personas, mujeres, niños y ancianos por igual. Todos muertos. No tuvieron piedad alguna. ¡Por las fuentes de la Yánida! ¡Ni tan siquiera tuvieron la decencia de quemar la aldea! ¡Los dejaron allí, expuestos, para que fueran pasto de los carroñeros! – una senda de lágrimas comenzó a formarse en su semblante, arrastrando en su descenso el polvo que el soldado tenía en la piel, lo que le dejó el aspecto de un niño que lloraba con churretes en la cara -. El correo de Neblis llegó a Conira inconsciente a lomos de su caballo y completamente desquiciado. Nos contó que cuando se aproximó a Édelis se encontró un pueblo fantasma, en completo silencio y con el inconfundible hedor de la muerte dominando cada una de sus esquinas. Los cadáveres se encontraban por todas partes, ante la empalizada, por las calles, incluso dentro de las viviendas. Estuvo horas deambulando por entres sus casas, buscando alguien que hubiese quedado con vida, algún niño quizás escondido bajo un camastro, algún herido que aún mantuviese un aliento y pudiese contar lo que allí ocurrió… nada. Tan sólo los carroñeros que movían por entre los cuerpos en el mayor festín de sus miserables vidas. Cayó en un estado de rabia irracional. Mató a las ratas y ahuyentó a coyotes y cuervos, pero eran demasiados. Entonces pensó en cavar una fosa y enterrar juntos a todos aquellos desdichados. Tarea inútil sin embargo, había demasiados cuerpos para un solo hombre. Finalmente, exhausto, agotado y al borde de la locura, se subió al caballo y cayó en el cálido abrazo de la inconsciencia. El animal lo trajo hasta nosotros siguiendo el camino que le era tan familiar.

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14/11/2007, 21:46
Melegat Ansey

-¡¿Qué clase de hombres sino los que han perdido toda su humanidad son capaces de llevar a cabo tal atrocidad?!

El pelirrojo se exaltaba por momentos, sorprendido por las malas nuevas del correo real...sólo imaginarse el nuevo aspecto de Édelis hacía que las matas de pelo de sus brazos se erizasen cual escarpias.

Tenía ganas de comenzar la marcha...pero no hacia ese pueblo fantasma, sino hacia su querido Cánarel...más no tenía más remedio que aguardar para saber quienes habían causado la matanza.

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15/11/2007, 23:31
Illianna Sondrent

La furia de Melegat parece encenderla a ella también, quizá imaginando aún la macabra escena que el correo ha descrito.

-¡Sí, dinos, quienes fueron esos carniceros! ¿Eran Monjes adoradores de esa diosa de la Muerte? ¿soldados enemigos? ¿qué desalmados pudieron arremeter contra niños y ancianos sin escrúpulos ni piedad?

Se gira hacia su hermano, los ojos llenos de dolor. En su granja han quedado los dos hermanos, y cerca, en otras granjas, sus amigos... ¿qué puede estar sucediendo allí ahora mismo...?

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16/11/2007, 10:45
Correo Real de Conira

El soldado se mordió el labio ante las preguntas de Mélegat e Illianna. Parecía tener más cosas que decir, pero se resistía a hacerlo.

Su mirada estaba fija en el Capitán DeValin y decidió esperar a que éste abriera el mensaje y terminase de leerlo antes de contestar.

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16/11/2007, 11:42
Melton DeValin

DeValin había escuchado con atención las palabras del abatido soldado, tras lo cual abrió la misiva y se entregó a su lectura. Casi ni escuchó las preguntas de los compañeros mientras sus ojos recorrían las líneas de la carta.

Cuando hubo finalizado, permaneció unos instantes mirando hacia el suelo, a sus propias botas. Cuando levantó la cabeza, su gesto era serio y decidido. Un espectador perspicaz habría identificado el brillo de sus ojos como furia.

Hizo una señal con su mano derecha, puño cerrado. De inmediato sus hombres se pusieron en marcha y obligaron a todo el mundo a retroceder, a alejarse del Capitán. En tan sólo unos instantes, la zona frontal del mesón, el llano de hierba en el que aún podía verse el hermoso rosal blanco, había quedado despejado a pesar de las protestas de huéspedes y sirvientes por igual. Inicialmente uno de los soldados hizo el intento de haceros retroceder también a vosotros, pero DeValin le ordenó que se os permitiera quedaros.

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18/11/2007, 19:14
Ayron Derkbal

Apenas podía apartar mi mirada del rostro del capitán, deseando saber qué era capaz de provocar un gesto como el suyo en ese momento......y al tiempo sentí miedo de descubrirlo....si, el caballero curtido en mil batallas, el hombre que se había enfrentado a tantos enemigos....tenía miedo, y no se sentía avergonzado por ello, era un sentimiento realmente humano, así como el sobreponerse a él.

Durante un instante aguanté la respiración, dispuesto a protestar si intentaban alejarme de allí, pero al parecer el capitán tomó conciencia de mi...de nuestro derecho a estar allí.
Con la tensión en mi cuerpo, esperé a que nos fuera notificado el contenido de la misiva.

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19/11/2007, 18:34
Dammeryn

Últimamente parecía no haber mensaje bueno, sino lleno de gravedad. Dammeryn tampoco se sintió peor por ello. Su destino no eran las cartas de amor, no eran las alegres misivas. Así las cosas, el mensaje estaba donde debía, y ya que les permitían quedarse, harían bien todos en prestar atención.

El soldado lamentó como todos la muerte de los aldeanos, calamitosa, horrible e injusta. Mas la justicia no tenía mucho que hacer en casos como estos. Recordó un antiguo cuento en el que un hombre de bien encuentra a la Muerte tras una esquina oscura de una gran ciudad, cuando regresaba a casa tras un duro día de trabajo para su señor. La Muerte, con capucha hecha de la misma sombre y dos luces insondables, le hizo detenerse y le pidió que le acompañara. El hombre se quejó amargamente: "¿Yo? ¿Por qué yo? ¿Qué es lo que he hecho? Yo soy joven, mis hijos no pueden aún valerse por ellos mismos. Mi mujer no les dará sustento ni ropas. He seguido las normas, los preceptos. He sido Fiel y he atendido a las palabras de los sabios sobre nuestro deber. He cumplido y no he dañado a nadie en mi vida. ¿Dónde está la justicia?

Y la Muerte, desconcertada, miró a uno y otro lado, y luego se encogió de hombros, como si nunca hubiera pensado en ello pero tampoco tuviera importancia, y al final respondió con voz horrible, húmeda y purulenta, como del fondo de una caverna sin salida.

No lo sé. Aquí sólo estoy yo.

Dammeryn recordaba a menudo ese cuento, lo recordaba cuando los suyos morían aquí ya allá, sin más razón que un destino aciago frente al que poco se podía hacer. Hacía tiempo que resolvió que lo único que no podían arrebatarle era la forma de afrontar ese destino, fuera cual fuera. Él no se quejaría ante la Muerte. Le sonreiría sin más y miraría a sus ojos insondables y eternos.

Por eso siempre se quedaba cuando había una carta como aquella, que más que otra cosa anunciaba la aparición de la negrura y el olvido.

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20/11/2007, 08:27
Illianna Sondrent

Un escalofrío recorrió la espalda de Illianna, que hizo que se asiera con más fuerza al brazo de su hermano, al que se había agarrado después de dejar al correo sentado en el suelo.

Miró con temor el movimiento de los soldados de DeValin, y la expresión de éste ante lo que fuera que la carta contenía. Pero ni se movió, ni pronunció palabra. Sólo se mantuvo expectante, atenta a lo que parecía inevitable que de malo viniera a continuación...

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20/11/2007, 09:28
Correo Real de Conira

Cuando el soldado comprobó la reacción de DeValin ante el contenido del mensaje, no pudo guardar silencio por más tiempo.

-Señor, el Magistrado de Conira me pidió que le mostrase a usted la carta y que a continuación partiera hacia Dhalion. La información debe llegar lo antes posible hasta la Cancillería.